Lo que contó la monja en el lúgubre convento de las Capuchinas

La leyenda se inicia en un lúgubre convento, el de las Capuchinas; en el siglo XVII, cuando aquella casona sombría estaba rodeada de un alto muro, ¡cuántas cosas misteriosas sucedieron en aquellos recios conventos; hechos que quedaron encerrados tras sus altos muros!

El convento estaba precisamente en la calle llamada de Capuchinas, hoy Venustiano Carranza; durante la época de la Colonia, esta calle era triste, estrecha, ensombrecida por altos edificios conventuales… ¡y el silencio!.

Ahora que ya conocemos el convento, quiero hablarles de una colección de los terribles instrumentos que utilizaban las monjas en sus disciplinas conventuales, ¿piensan que hay hoy una mujercita, capaz de resistir un cinturón de garfios acerados, torturando sus carnes? o ¿podría asegurarme una chica de hoy, poder recibir veinte latigazos?, claro que no, y menos podrían aceptar que había tremendos castigos, como ¡cortarle la lengua a una monja! ¿lo creen?

Escuchad pues la leyenda que con gran verdad y sentimiento, escribió la vieja monja Salustina; se refiere a lo que ocurrió en el convento, de las dulces madres capuchinas.

Se trata de un suceso envuelto en el misterio, que con notas de terror y de salterio nos ha dejado la colonia. En fila procesional iban las monjas; la luz de sus velas las bañaba en oro; los claustros ha tiempo estaban en las sombras; y ellas, calladas y tenues, iban hacia el coro… descalzas, sin choclos ni escarpines; con la vista al suelo misteriosas; por los muros, en que había pintados querubines, se iban untando aquellas religiosas, ¿qué ceremonia ritual se celebraría a esas horas?, ¿por qué las mandaban formar las superioras?; en medio del recinto abovedado, próxima a ser escarnecida y flagelada, yacía dulce y demudada novicia al frente del Cristo Ajusticiado…

La Madre Superiora se adelanta, y leyendo un viejo papel garrapateado, grita en una voz que insulta y canta, que van a castigar a Sor Mirtel por un pecado; en los ojos de las novicias hay miedo y azoro, y al sentarse en la alfombra sillería, que es como de un teatro de elevada galería, ven que no solo para cantar sirve el coro y acto seguido, sobre esa carne virginal y pura, caen azotes, que causan dolor y amargura; así se azotaba solo a los galeotes; la monja resiste los tormentos más cuando los golpes se tornan más impíos, salen tristes lamentos de sus labios fríos; se azotan con temor escapularios, la monja vieja azota con inquina y la luz de inquietos tenebrarios, cae una y otra vez la disciplina; y al fin todo termina, yace la novicia sobre el suelo y sin que nadie se apiade de ella, muestra como Jesús, una llaga en el costado.

Se tornan a bajar esos espíritus cristianos; y en la fría y silenciosa lobreguez, solo se acierta a ver temblor de manos y en los rostros mortecina palidez; saben que antes de maitines como sucede miércoles y lunes, las monjas solían rodarse en unas plantas espinosas que eran puestas en el piso; y una a una, las monjas que violan las duras leyes conventuales sufren dolores sin recato, mientras piensan en cosas celestiales; más amanece y termina aquel calvario, felices las monjas capuchinas van cada mañana al confesario como parvadas de alegres golondrinas; después llega la tarde, brilla el oro tras las montañas, ya no arde el sol, por lo que las monjas van al coro musitando triste letanía se acomodan, y hay en su rostro, y en sus manos luz de luna cuando llenan aquella sillería, suenan entonces voces de oro, junto al cascado canto de las viejas y de esos cantos, hay uno muy sonoro, que tiene mucho de dolor y quejas, pero a pesar de todo era una voz muy hermosa, pero por más que las monjas buscaban la voz angelical, jamás descubrieron a su dueña; y después de tanto investigar, un día, la madre juró que contaría a las monjas al bajar y que sorpresa se llevaría que cuando terminó eran 67 novicias, siendo que deberían ser 66; acto seguido corre a avisarle del recuento a la vieja abadesa del convento, sorprendida, pensó que era un error de la hermana y le pidió las contara otra vez al otro día.

La noche siguiente fue de azoro y de temor general, pues la dulce voz fantasmal, volvió a escucharse en el coro; con que emoción, con que ternura, ¡que tesitura tan bella!; terminada la hora del coro la vieja monja se situó en la puerta y con cuidado contó; trémula cual si hubiera visto llegar su hora, fue a la madre superiora, a repetir la noticia y la primera le juró a la segunda haber visto en la fila sor Luisa del Sacramento, la cuál había muerto años atrás; la superiora, pensando que la madre había alucinado la mandó a sus aposentos y rezara unas oraciones, quedándose la superiora nada serena.

A la mañana siguiente, la madre escuchó una voz que de murmullo y encanto tornábase en llanto y en queja a Dios, y cuando ya iban a bajar del coro se fue hasta la puerta y se dedicó a contar y para salir bien de dudas, la abadesa testaruda siguió a las novicias a sus celdas, hasta que vio a una que no entró a sus aposentos, sino que se siguió a lo largo de un pasillo largo y oscuro; resultó ser cierto que sobraba una monja, que toda unciosa y silente, se alejaba por la fuente, bañada de luz de luna; parece que no camina, como tenue lampadario, va la monja capuchina ¡se oye el rumor de un rosario!. Para aclarar el misterio la madre la sigue y ve que cruza la reja del panteón; es noche tranquila; y hay penumbra en el huerto y a lo lejos una esquila parece doblar a muerto, la novicia misteriosa llega al camposanto y entonces un llanto de dolor y de tristeza la abate, se detiene ante una cruz, y la abadesa decide, bajo la luna y su luz, preguntarle si era del mundo de los vivos ó los muertos.

La monja desconocida comenzó a hablar con su voz que sonaba a salterio, queda, dulce, argentada, más no se aclaraba el misterio ¿quién era esa novia con la cabeza inclinada? La abadesa decidida, sin ninguna dilación, decide tomar medidas para una declaración, entonces la monja comienza a relatar su triste historia: en vida, tan hermosa como huraña y llena de liviandades, a mil hombres de Nueva España, burló con frivolidades, no hubo mujer pizpireta y coqueta, ni con mayor desenfado, engañó a más hombres mujer alguna; les mostraba ternura y les fingía gran cariño, amándola con locura; heridos de amor y con celos y por ella llorando, despachó a muchos hombres, algunos no pudieron con la pena y se suicidaron, de repente su vida dio un repentino giro cuando un apuesto caballero, llamado Pedro Lastey que tenía bruscos modales con sus criados; la mujer loca de amor le envió una carta y al día siguiente unos regalos, pero a pesar de todo el la ignoraba, desesperada le enviaba cartas, cartas y más cartas; hasta que un día fue a buscarlo a su casa, la mujer nada consiguió más que rechazo y humillaciones. Con el corazón roto se fue a su casa, y por tres meses se la pasó encerrada sufriendo por aquel amor no correspondido. Un día fue a la iglesia a confesarse, viéndola todos por primera vez con los ojos anegados en lágrimas; y casualmente ese mismo día su amado se casaba en el templo de la Profesa, viendo que se festejaba con mucha pompa; triste se fue la muchacha a su casa, sabiendo que ya no tendría esperanza alguna, se fue a su casa llorando su desventura, a tal punto que un día para olvidar se sumió en el vicio y en los excesos, sin encontrar consuelo en brazos de otros hombres; decidió un día ir a tocar las puertas del convento, entregándose a la fe cristiana, pero aún así ella seguía pensando en aquel doncel y para expiar su culpa todas las noches se sometía a severos castigos en su celda, los cuales eran los latigazos y revolcarse en espinas e incluso quemarse las manos con una bujía. Un día le rogó a Dios se la llevara de éste mundo para no sufrir más y dicho y hecho, a los pocos días cayó víctima de una enfermedad y murió en diciembre de 1670; y así terminó su relato la monja pecadora de desacato.

La muerta en aquel momento deja de estar inclinada y al lanzarle una mirada, grita la abadesa al ver su rostro descarnado, le otorgó en perdón y rezó por el descanso de su alma, pensando que así obtendría su descanso eterno, pero dice la leyenda, que hasta el año 87, fueron las monjas del coro, 67. ¿Cuándo dejó de penar la fantasmal capuchina?, no lo llegó a comprobar la escribana Salustina, ni ella ni nosotros; aún en éste siglo, hay quienes juran que en la mitad de la calle de Venustiano Carranza, donde antes se levantó el coro…

Se aparece sor Luisa, la monja pecadora ¿Quieren comprobar esta leyenda?, entonces los invito a las doce de la noche, recuérdenlo, donde estuvo en convento de las Capuchinas.

FUENTE: http://exponoticias.net

El relato de la difunta

Ciudad de México, antes capital de la Nueva España, ciudad prodigiosa en leyendas y sucedidos espantosos como este que vamos a relatar. Este suceso puso los pelos de punta a los habitantes de la colonial cuidad, y aún hoy sobrecoge el ánimo.

Existía en la ciudad de México un tranquilo y repesado convento de las madres capuchinas cuya vida se deslizaba inalterable y seráfica, sin que trascendiese a su interior el más leve rumor mundano. Entre sus diversas obligaciones, se contaba el canto de media noche de maitines-; canto melódicamente un tanto imperfecto, porque como abundaban las viejecitas, se oían bastantes voces temblonas y cascadas. Inesperadamente, un día se oyó una portentosa voz dotada de delicadas inflexiones, y con gran asombro se preguntaban en su interior las monjas quién pudiese haber recibido tal inspiración, de quién procederían tan lindas melodías. Terminados los maitines, salieron silenciosas, y tras algunos crujidos de puertas, se encerraron, sin más, en sus celdas. Mas a poco sonaban unos golpecitos en la puerta de la madre abadesa. Llamaba la madre clavera (o tornera), que no podía articular palabra del susto que llevaba; por fin, se sosegó algo y refirió que en el convento había entonces sesenta y seis hermanas en clausura y que aquella noche había contado sesenta y siete. Lo que era lo mismo: treinta y tres parejas habían salido del coro, y detrás de todas ellas iba una monja con la cabeza tan inclinada, que no se le podía divisar el rostro. La abadesa contestó que eso era falta de sueño y que había contado mal. Porfiaba la monja tornera que nunca se habla equivocado en las cuentas y menos se iba a equivocar en una simple suma. Insistía la abadesa en lo fácil que era confundirse en tal estado y determinaron irse a dormir. También había advertido la abadesa a la tornera que no era conveniente comunicar a nadie tal sobresalto. Al día siguiente, todo transcurría en tranquilidad hasta que a las doce se dirigió la comunidad a celebrar maitines. En medio de los latines más o menos certeros resonó la admirable voz del día anterior, en tono tierno primero, luego angustioso, y por último, sollozante. A la salida, la abadesa contó a las monjas una a una y, en efecto, eran sesenta y siete. Creyó que se le helaba la sangre y toda la comunidad tuvo noticias del hecho incomprensible. Se hacían de cruces las monjas, y se deshacían en comentarios. Pero la abadesa, como empujada por una fuerza irresistible, salió detrás de aquella monja, que parecía deslizarse sin tocar el suelo y que con admirable diligencia bajaba la escalera, cruzaba el patio, atravesaba el pasillo, pasaba al otro patio y que, por el estrecho ambulatorio, salía al cementerio. Allí se detuvo la aparecida junto a un pedestal que sostenía una enorme cruz, y cuando la abadesa se disponía a hablarle, desapareció tras un rosal. En vano la buscó y rebuscó, y después de rezar-de hinojos ante la Cruz, marchó presurosa a contar lo sucedido. Tales congojas y temores sufrieron las monjitas, que no pegaron un ojo aquella noche. El desasosiego más grande reinaba en el convento. La abadesa ordenó rezos y mortificaciones, pero no podían ni cumplir esto ni probar bocado con el pensamiento fijo en la hora de maitines. Al llegar ésta, empezó el cántico y se volvió a oír la voz maravillosa, pero las monjas dejaron poco a poco de cantar y tan sólo se oía ya la voz desconocida. Al salir nuevamente la abadesa se fue en prosecución de la monja extraña y, al fin, logró alcanzarla en el cementerio. Valientemente la conjuró a que dijese su nombre y origen y con toda rapidez le levantó el tupido velo. ¡Cuál no sería su asombro al divisar el rostro amarillo y macilento de un cadáver! Mil veces Jesús — exclamó angustiada—•, ¡pero si es la hermana Luisa del Sacramento!, muerta hace semanas.

Recobrando bríos, la abadesa le ordenó hablar, y aquélla comenzó así su relato: «Yo fui una mujer tan vanidosa y frívola, que disfrutaba con entusiasmar a los hombres para luego darles de lado. Sus mismos lamentos me producían satisfacción. Uno de éstos tuvo que abandonar México para siempre y otro terminó suicidándose. Esto halagaba mi vanidad de mujer hasta que concebí un inmenso cariño por un hombre que nunca supo corresponderme y contrajo matrimonio con otra mujer. Más éste murió con gran contento mio, pues ninguna mujer se envanecería de habérmelo quitado. No obstante este pasajero goce, no podía recobrar la tranquilidad perdida, y en busca del anhelado descanso vine a esta Santa Casa. Algún, consuelo recibía de su paz y sosiego, pero cuando llegaba la hora de maitines. me lo representaba con indecible realidad y disfrutaba con aquellos ensueños despierta. Esto me sucedió por espacio de meses y años, y al ser separada por la muerte de aquellos goces, fui condenada a rezar las plegarias rituales que había desatendido por tanto tiempo. Este castigo tendrá su fin cuando una abadesa valiente y generosa con ayuda del rezo de toda la comunidad quiera comprenderme y perdonarme y por esto le pido a Vd. que se olvide de mi mal comportamiento y me dé su gracia«. Extasiada se puso a orar de rodillas la abadesa, y al levantarse, estaba sola, sintiendo un frío que le helaba los huesos. Todas las monjas se dispusieron a cumplir las mayores penitencias en expiación de la pobre monja castigada, y otra vez volvió a repetirse la la nueva aparición a la hora de maitines, aunque, al terminar, salió la primera y se esfumó rápidamente.

FUENTE: http://mitosyleyendascr.com

El Ave Fénix

La leyenda del Ave Fénix relata la historia de un ave capaz de renacer de sus propias cenizas. Es un símbolo universal de la muerte generada por el fuego, la resurrección, la inmortalidad y el sol. También representa la de delicadeza ya que vive solo del rocío sin lastimar a ninguna criatura viviente.

 

El mito del Ave Fénix es retomado por literatos de todos los tiempos, entre ellos Dante y Quevedo.

Como se trata de una historia ampliamente difundida, aparece con diferentes versiones en tradiciones distantes en el espacio geográfico. En China, que toma el nombre de Feng representa a la emperatriz y junto al dragón, simboliza la confraternidad inseparable. Y el Simurg representa una idea equivalente.

También en la India, aparece una versión local de mito del Fénix: se trata de una ave que al alcanzar 500 años de vida se inmola en vísperas de la primavera en un altar que ha sido especialmente preparado para tal fin por un sacerdote. Pero es la misma ave la que enciende el fuego. Al día siguiente, entre las cenizas, una larva aparece que luego se transforma en un pequeño pájaro. En la tercera jornada, otra vez puede reconocerse al Fénix que regresa a su lugar de origen. En la mitología egipcia tomaba el nombre de Benú.

Forma parte del simbolismo de la alquimia, por el renacimiento a través del fuego. En efecto, ésta ave mitológica, en la leyenda medieval del fénix, vive en Arabia, pero vuela a Egipto el hogar de la alquimia, para sufrir su muerte ritual y regeneración. En esta versión, se trata de un ave púrpura o roja que al envejecer construye una pira de madera y especias para arrojarse en su interior. Los rayos del sol encienden el fuego y el pájaro aviva la llama utilizando sus alas hasta consumirse en su totalidad. Luego, un nuevo Fénix nace de las cenizas dejadas por el fuego.

En la mitología grecorromana, Hesíodo afirmará que el Fénix vivía nueve veces más que un cuervo. Ovidio la rescatará en su Metamorfosis.

En México, el Fénix aparece siempre en compañía del gran dios Quetzalcoatl y para los primeros cristianos, simbolizaba a Cristo, siendo alegoría de su muerte y resurrección.

Y hasta Plinio la incluirá en su Historia Natural, describiéndola como una águila grande que posee un collar dorado al rededor de su cuello, cuerpo color púrpura y cola azul con algunas plumas rosadas a la cual nadie jamás vio alimentarse. Estimó su longevidad en unos quinientos cuarenta años y explicó su regeneración se debía a que de los huesos y la médula del Fénix muerto nacen una suerte de gusanos. Por su parte, Isidoro de Sevilla la describirá como un ave muy longeva (quinientos años) que cuando advierte su envejecimiento construye una pira para inmolarse y luego renacer de sus propias cenizas.

FUENTE: http://mitosyleyendas.idoneos.com

Quimera

La quimera es un ser monstruoso de origen oscuro, híbrido entre un león, un macho cabrío y un dragón.

La parte delantera es la de un león de color tostado y de gran tamaño. La parte posterior es la de un enorme macho cabrío de color negro. Tiene también unas gigantescas alas de dragón, que suelen ser negras o rojas. Tiene 3 cabezas; una de dragón, otra de león y la tercera de macho cabrío.

La quimera puede comunicarse en el lenguaje mágico de los dragones, aunque no se para a hablar con criaturas a las que considera inferiores.

Tiene características de los seres de los que está compuesta. Su hábitat dependerá de la parte dominante de la quimera ya que la parte de dragón tiene preferencia por vivir individualmente, pero su parte de león prefiere las manadas.

Normalmente se alimenta de la carne de los animales que caza pero, en época de escasez, sobrevive gracias a su cabeza de cabra, que puede alimentarse de hierbas en los prados.

Este ser es extremadamente peligroso durante un combate puesto que sus garras de león pueden desgarrar a cualquier hombre de un solo barrido. Puede utilizar también la cabeza y los cuernos de cabra para morder y golpear. Pero es su cabeza de dragón la más temida de las tres, sobre todo cuando lanza un cono de fuego.

Le gusta acumular tesoros, posiblemente por su parte de dragón, sin ningún otro fin que hacer montañas con ellos. Aprovecha las monedas de los hombres, elfos y demás humanoides a los que ataca y mata para formar sus montañas doradas y plateadas.

En la mitología griega, la figura de Quimera es destruida por el héroe Belerofonte cabalgando a lomos del corcel Pegaso. Pegaso consiguió cansar y desesperar a la temida Quimera gracias a su mayor velocidad en el vuelo, lo que permitió a Belerofonte asestarle un golpe mortal con la punta de su lanza.

FUENTE: http://www.seresmitologicos.net

Ondinas

Las ondinas son una variedad de ninfas, propias de lagos y aguas dulces.

Su formación transcurre en las mismas condiciones que las de cualquier ninfa pero, normalmente, son fuerzas elementales del agua las que dan vida al cuerpo femenino.

Las ondinas tienen el cuerpo azulado o verde, los dedos de las manos y pies ligeramente palmeados, las orejas puntiagudas y los cabellos muy largos y azules, amarillos o verdes. Pueden respirar tanto en el agua como en el aire.

Son criaturas muy alegres y traviesas, y se dice de su risa que es capaz de hechizar a los viajeros y marineros que se encuentran con ellas, hasta el punto de perder la voluntad.

Las ondinas no son malvadas, su carácter es neutral, sin embargo siempre se ha pensado que son perversas debido a las miles de historias se que cuentan de cómo algunos pescadores han encontrado la muerte al tener cerca a una ondina.

Se divierten jugando con los humanos que andan cerca y, muchas veces, mueven las aguas provocando unas enormes corrientes, y así continúan hasta que ahogan al pescador o viajero, acontecimiento que les resulta muy divertido. Lo cierto es que no siempre son conscientes del mal que hacen.

Algunas ondinas incluso se han llegado a enamorar de humanos convirtiéndose, a partir de ese momento, en sus mayores protectoras.

Una antigua leyenda cuenta que las ondinas no tienen alma y, que si encuentran una pareja humana con la que tener un niño, encuentran también un alma, aunque a partir de ese momento el dolor y el sufrimiento son más intensos.

FUENTE: http://www.seresmitologicos.net

Arpía

Una arpía es un desagradable y horrible ser, en parte mujer y en parte buitre.

La parte inferior de su cuerpo y las alas son de buitre, y el torso y la cara de mujer, en concreto de una bruja. Su pelo es grueso, duro y enmarañado, como un estropajo, y tiene los dientes podridos. No suelen llevar ropas y siempre están envueltas en un fétido olor. Son seres tan sucios que infectan a otros seres al atacarles con sus garras.

Su lenguaje se basa en una especie de gritos y cacareos muy desagradables. Sin embargo, las arpías pueden entonar, con bastante gracia, un canto mágico capaz de hechizar a quien lo escuche, sobre todo a humanos y semihumanos. Esta canción la usan cuando se ven atrapadas o cuando quieren atraer a viajeros ocasionales hasta su guarida.

Se deleitan molestando a otros seres y animales, sin embargo, son bastante cobardes, sobre todo si se encuentran solas, por lo que suelen huir con frecuencia. A pesar de ello, son muy vengativas y pueden seguir a un enemigo durante kilómetros.

Sus guaridas están situadas en la línea de la costa y son, frecuentemente, cuevas un poco profundas y tan sucias que ningún animal se atreve a acercarse. En ellas guardan algunos tesoros que se mezclan con toda la suciedad. Estas guaridas albergan a unas diez o doce arpías.

Las arpías pueden colaborar esporádicamente con humanos ejerciendo de espías.

FUENTE: http://www.seresmitologicos.net

Basilisco

Los basiliscos son horribles reptiles muy temidos por su poder de petrificación.

Existen 4 tipos de basiliscos:

Basilisco Común

Este basilisco es un híbrido de un gallo, un reptil y un murciélago.

Las condiciones para que se produzca el nacimiento de un basilisco son bastante complicadas; el basilisco nacerá de un huevo rechazado por la gallina y que no es ovalado, sino redondo. Este huevo debe ser incubado por un reptil.

El basilisco tiene el cuerpo y la cara de un gallo, el cuello y la cola de un reptil y unas feas alas de murciélago. Los machos además tienen cresta y barbas. La cola tiene escamas y está rematada con algunas plumas. Sus ojos son de un rojo brillante.

Los basiliscos tienen un poder especial; el de convertir en piedra todo lo que tocan. Son por ello unos enemigos muy peligrosos. Si su contrincante no lleva la protección adecuada intentará lanzarse cuerpo a cuerpo y usará su pico para petrificar. Sólo las armaduras de metal resisten su poder. Los basiliscos son inmunes al poder petrificante de otros basiliscos.

Basilisco Saurio

Estos basiliscos son reptiles de tamaño bastante grande, unos 2 metros. Tienen 8 patas, sus escamas son pardo-verdosas y sus ojos verdes brillantes. No son muy inteligentes y sus movimientos son lentos y pesados.

Basilisco Saurio Mayor

Los basilisco-saurios mayores tienen las mismas características que los basilisco saurios excepto su mayor tamaño y una inteligencia algo más desarollada.

Son usados frecuentemente para guardar tesoros. Poseen, además de la mirada petrificante, un fétido aliento venenoso. Sus garras también tienen veneno pero más débil.

Pirolisco

Existe otro tipo de basilisco llamado pirolisco, y es aparentemente igual que el basilisco común pero tiene una única pluma roja en la cola. Sus alas también son rojizas. Esta variedad es mucho más peligrosa que el basilisco, ya que su mirada es capaz de prender en llamas a cualquier ser vivo que mire fijamente al pirolisco. Son inmunes al fuego y a hechizos y conjuros de fuego. Su enemigo natural es el fénix, el ave mágica que arde en llamas para renacer de sus cenizas.

FUENTE: http://www.seresmitologicos.net

La Diosa Dziewica

Dziwa, Siwa, la misma que Venus. Dziewica, diminutivo de Dziwa, significa también una joven ó doncella en lengua eslava.  Los Vendeos la adoraban bajo el nombre de Siwa de la hermosa cabellera: como diosa del amor y del placer, era esposa de Krodo, dios del tiempo. Mas si el nombre de Siwa procede de la palabra polaca Zywia , nutrir, se puede mirar esta diosa como la fuerza terrestre que produce y nutre: entonces ella tiene por es poso a Zibog, el dios de la vida.  Algunos autores reputan a Siwa como la diosa de las plantas y de la fertilidad en general.  Se ofrecían á Siwa sacrificios sangrientos: se la inmolaban animales y también hombres, y sobre todo los prisioneros cristianos.

Es muy poca la información que se tiene sobre esta deidad proveniente de la Cultura eslava y que asemeja las diosas del amor de otras regiones como Afrodita, Xochipilli, Hathor y Erzulie entre otras, Al contrario de lo que ocurre con la mitología griega o la mitología egipcia, no se han conservado fuentes de primera mano que permitan el estudio de la mitología eslava. A pesar de algunos testimonios controvertidos (como el Libro de Veles), no está probado que los eslavos poseyeran sistema alguno de escritura antes de que adoptaran el cristianismo. Las creencias religiosas y las tradiciones eslavas se fueron transmitiendo de manera oral durante generaciones, y fueron olvidadas tras la llegada del cristianismo. Sin embargo, se conservan datos sobre ellas en diversos escritos de los primeros misioneros cristianos que llegaron al territorio eslavo, aunque el interés que estos mostraron por dichas creencias no fue muy grande ni muy objetivo. Se conservan algunos restos arqueológicos (ídolos, tumbas, etc.), pero no amplían demasiado las informaciones ya existentes. En las canciones folclóricas y las leyendas populares de los pueblos eslavos sobreviven viejas creencias que remontan a la antigua mitología. Esta fragmentación de las fuentes hace que la tarea de establecer las creencias mitológicas de los antiguos pueblos eslavos sea difícil y compleja, dando como resultado numerosas malas interpretaciones, confusiones o simplemente embustes.

Erzulie, la Diosa del Amor

 

Erzulie es una diosa del vuduismo hatiano. Surgió de la personificación de los más distintos aspectos de la deidad femenina. Como toda diosa, parece haber surgido de una Gran Diosa y haber cambiado con el tiempo, adquiriendo diferentes nombres y características. La diosa del amor Erzulie se originó en Benin, África occidental y cruzó el océano Atlántico con los esclavos convirtiéndose, especialmente en Haiti, en la divinidad dominante del panteón vudú.

Ella es el espíritu del amor, de la belleza, la joyería, el lujo, la danza y las flores. En la loa de los sueños y los ideales, de las esperanzas y las ambiciones. Como tal es la loa más amada de todos. Es descripta a veces como pálida, casi blanca, y de gusto por la ropa blanca o rosada. Es conocida también como la madre tierra o como una mujer que habita las aguas. No tiene una función específica, pero suele ser invocada para atraer el amor y la belleza. En cada santuario hay una habitación o un lugar especial dedicado a Erzulie.

FUENTE: https://mundoespiritual.com

Erzulie, la Diosa del Amor

 

Erzulie es una diosa del vuduismo hatiano. Surgió de la personificación de los más distintos aspectos de la deidad femenina. Como toda diosa, parece haber surgido de una Gran Diosa y haber cambiado con el tiempo, adquiriendo diferentes nombres y características. La diosa del amor Erzulie se originó en Benin, África occidental y cruzó el océano Atlántico con los esclavos convirtiéndose, especialmente en Haiti, en la divinidad dominante del panteón vudú.

Ella es el espíritu del amor, de la belleza, la joyería, el lujo, la danza y las flores. En la loa de los sueños y los ideales, de las esperanzas y las ambiciones. Como tal es la loa más amada de todos. Es descripta a veces como pálida, casi blanca, y de gusto por la ropa blanca o rosada. Es conocida también como la madre tierra o como una mujer que habita las aguas. No tiene una función específica, pero suele ser invocada para atraer el amor y la belleza. En cada santuario hay una habitación o un lugar especial dedicado a Erzulie.

FUENTE: https://mundoespiritual.com

Xochiquétzal y Tlazoltéotl. Diosas mexicas del amor y la sexualidad

Xochiquétzal es una metáfora de la joven que da placer sexual a los jóvenes y que representa la tentación que hace caer a los hombres castos; es naturalmente hermosa, joven y alegre. Tlazoltéotl en cambio era diosa de la pasión y de la lujuria, la barredora de la transgresión sexual, del adulterio.

La mayor parte de la información que ha llegado hasta nosotros sobre los dioses que adoraban los mexicas, pueblo politeísta como todos los mesoamericanos, nos viene de las crónicas de los evangelizadores que llegaron al Nuevo Mundo después de la Conquista. De entre ellos, los que más abundaron sobre las divinidades –sus mitos y ritos– fueron fray Bernardino de Sahagún y fray Diego Durán. Es a partir de sus investigaciones y las de otros cronistas, obtenidas de sus informantes indígenas, que nos es posible conocer a dos de sus divinidades femeninas relacionadas con el amor y la sexualidad: Xochiquétzal y Tlazoltéotl.

Xochiquétzal

A Xochiquétzal se le conoce como diosa del amor y a Tlazoltéotl, como diosa de la sexualidad. Sin embargo, ambas son diosas de la sexualidad desde dos distintos puntos de vista y ninguna parece ser diosa del amor, estrictamente hablando, ya sea porque sobre este sentimiento no profundizaron los cronistas españoles o porque el amor es culturalmente muy reciente. Mediante sus historias y algunos datos que nos proporciona Sahagún se podrá llegar a un acercamiento sobre la sexualidad entre los mexicas y cómo la vivían.

A diferencia de Tlazoltéotl, de Xochiquétzal se cuentan muchos mitos. Se dice que su belleza era inigualable, que era “preciosa como una flor”. Representa los encuentros juveniles, espontáneos, pero sobre todo libres, los cuales no eran sancionados entre los varones.

Xochiquétzal, “flor preciosa”, nació de los cabellos de la diosa madre. En los mitos de creación se menciona que fue mujer de Piltzintecutli, hijo de la primera pareja de hombres: Cipactónal y Oxomoco. Con Piltzintecutli tuvo un hijo, Cintéotl, dios del maíz, y en otros mitos se cuenta que también engendraron a Nanahuatzin, quien se sacrificaría en el fogón divino para convertirse en el Quinto Sol, y a Xochipilli, dios de las flores y también conocido como dios del amor.

Tuvo varios consortes y amantes. Primero habitaba en Tamoanchan, “cerro de la serpiente”, uno de los paraísos situado en el primer cielo, el Tlalocan, el cual se localizaba en la cumbre del Cerro de la Malinche. Esta morada era una región llena de deleites y pasatiempos agradables en donde había fuentes, ríos, florestas y lugares de recreación. En este sitio había un árbol florido, y el que alcanzaba a coger una de sus flores o era tocado por alguna de ellas sería dichoso y fiel enamorado. Xochiquétzal era atendida por otras diosas y estaba acompañada y guardada por mucha gente, de tal manera que ningún hombre la podía ver. Los que la cuidaban eran enanos, jorobados, payasos y bufones, que la divertían con música y bailes, y que también desempeñaban el oficio de embajadores cuando mandaba mensajes a los dioses que ella cuidaba.

Tomado de Trejo, Silvia, “Xochiquétzal y Tlazoltéotl. Diosas mexicas del amor y la sexualidad”, Arqueología Mexicana núm. 87, pp. 18-25.

FUENTE: http://arqueologiamexicana.mx

Afrodita, la diosa del amor

Afrodita era la diosa griega del amor, la lujuria, la atracción física y el sexo. En un mundo como la Antigüedad, en el que las relaciones sexuales no eran consideradas como algo pecaminoso ni negativo, el ámbito de influencia de la diosa Afrodita era amplio y variado, lo que explica la gran atención que recibió esta diosa, tanto desde el punto de vista del desarrollo de sus mitos como de la aparición de todo tipo de cultos a lo largo y ancho del Mediterráneo. En efecto, Afrodita fue una de las divinidades más veneradas en la Antigüedad, contando con grandes templos en las principales ciudades y santuarios. Tal fue la fuerza de esta diosa que acabó por absorber a todas las divinidades menores con las que compartía algún tipo de ámbito, en un complejo proceso de sincretismo religioso que dio lugar a una gran variedad de cultos y advocaciones diferentes de la misma Afrodita.

NACIMIENTO E INFANCIA

El mito del origen de Afrodita está relacionado con la propia etimología de su nombre. El término griego aphrós significa espuma, y esto pudo llevar a la consolidación de la creencia de que esta diosa había nacido del mar. Según el mito más antiguo que ha llegado hasta nosotros, recogido por el poeta Hesíodo, tras arrancar Cronos los genitales a su padre Urano arrojó los despojos de esta acción al mar, en las costas de Pafos, en la isla de Chipre. De la mezcla del semen y la sangre de Urano con la espuma del océano, nació la diosa del amor, ya adulta. Esta versión del nacimiento de Afrodita ha sido la más célebre, inspirando a artistas de todas las épocas. Sin embargo, existen otras tradiciones que hablan de un origen diferente para esta diosa. Según Homero, Afrodita era hija de Zeus y Dione, una divinidad que acabó por perder su importancia en el panteón griego, pero que en su origen pudo haber sido la compañera del padre de los dioses hasta que Hera la sustituyó en este papel.

Todos los escritores antiguos están de acuerdo en que Afrodita no tuvo infancia, sino que nació ya siendo que adulta, con sus formas físicas maduras y listas para ser deseables por todos los mortales y los inmortales.

MITOLOGÍA

EROS Y PSIQUE

Una prueba de la popularidad de la que gozó la diosa Afrodita en la Antigüedad son la gran cantidad de mitos en los que la diosa ejerce un papel, ya sea protagonista o secundario. Una de las más hermosas narraciones mitológicas de los textos clásicos, recogida por Apuleyo en su novela El asno de oro, cuenta la historia del amor entre Eros y Psique. Afrodita cumple sólo un papel secundario en esta historia. La diosa del amor se sentía celosa ante la belleza de una mujer mortal, la joven Psique, de modo que, para satisfacer su ira, ordenó a su hijo Eros que provocara con sus flechas que ésta se enamorara del hombre más repulsivo de la tierra. Eros se disponía a cumplir el encargo de su madre cuando, al ver la belleza de Psique, se enamoró de ella. El dios inició entonces una relación de apasionado amor con Psique, hasta que la joven, llevada por la envidia de sus hermanas, desobedeció la petición de Eros de que en todos sus encuentros reinara la más absoluta oscuridad, de forma que éste nunca descubriera la identidad de su amante.

La joven Psique, desesperada por haber perdido el amor de Eros, elevó una súplica a Afrodita. La diosa le prometió revelarle el paradero de su hijo siempre que Psique consiguiera ordenar una gran montaña de granos en un tiempo concreto, una tarea a todas luces imposible para un mortal. Eros, al ver la desesperación de su amada, decidió ayudarla en secreto, e hizo que unas hormigas colaboraran con la joven en la tarea. Afrodita, asombrada de que la joven hubiera tenido éxito en el encargo, decidió encomendarle otra prueba. Le encargó que consiguiera la lana de oro de unas ovejas doradas que pastaban cerca de un río. La diosa no advirtió a Psique que las ovejas eran extremadamente peligrosas y agresivas, buscando con ello que la joven muriera en el intento de conseguir la lana. Por suerte para Psique, el dios del río junto al que pacían los animales advirtió a la joven del peligro, recomendándole que se acercara a las ovejas sólo cuando éstas se encontraran adormiladas a la sombra. Psique hizo caso de los consejos del dios del río y, de este modo, consiguió la lana de oro. La última prueba que puso Afrodita a la muchacha fue descender al infierno para pedirle a Perséfone parte de su belleza, de forma que ésta le permitiera a Eros, deprimido por la ausencia de su amada, recuperar su antiguo esplendor. Por mucho que buscó la forma de entrar al inframundo, Psique no encontró ninguna entrada. Desesperada, decidió que el camino más rápido seria la muerte, por lo que se subió a una torre dispuesta a arrojarse para quitarse la vida. En el último momento, una voz surgida de los cielos la detuvo y reveló a la joven los secretos para entrar y salir del infierno indemne. Psique hizo caso de estos consejos y logró llegar hasta Perséfone, que, encantada de compartir su belleza con Afrodita, le entregó lo que la joven pedía.

Ante esta prueba de amor, Afrodita se ablandó en su cólera y decidió permitir la relación de Psique con su hijo. Zeus hizo inmortal a la joven, de modo que pudiera compartir toda la eternidad con su amado Eros.

RELACIONES Y DESCENDENCIA

AFRODITA, HEFESTO Y ARES

La diosa Afrodita fue entregada en matrimonio al deforme Hefesto, según algunos autores como compensación por el trato que éste había recibido de sus padres durante la niñez debido a su fealdad y sus malformaciones. El matrimonio de Afrodita no fue, sin embargo, en absoluto dichoso, pues la fealdad de Hefesto acabó por repugnar a la diosa, que, necesitada de afecto masculino, acabó cayendo en los brazos del apuesto Ares, dios de la guerra. Ambos iniciaron una relación adúltera, relación que trataron de esconder al resto de divinidades. Sin embargo, el engaño no duró mucho. Helios, dios del sol, que desde lo alto del firmamento contempla todas las actividades de dioses y mortales, descubrió la infidelidad de Afrodita y corrió a la fragua de Hefesto para revelarle al dios el engaño. Éste, irritado, decidió urdir un engaño para humillar a su esposa y al amante de ésta. En su fragua tejió una red de plata irrompible. En un momento en el que Ares y Afrodita estaban copulando en el lecho, Hefesto les sorprendió y arrojó sobre ellos la red mágica. Los amantes quedaron atrapados por el artefacto. Hefesto, para humillarles y dejar patente la traición de su esposa, llamó a todos los dioses para que contemplaran sus cuerpos desnudos entrelazados. Afrodita, avergonzada, suplicó a su esposo que la liberara, prometiendo romper su relación con Ares. Hefesto, ablandado por las súplicas de su esposa, decidió retirar la red y terminar con el suplicio al que había sometido a los dos amantes.

ADONIS

El mito de Adonis está relacionado con Afrodita desde la misma narración del nacimiento del joven. Los autores antiguos cuentan que Mirra, hija del rey de Chipre, afirmó que era tan bella como la misma Afrodita. En castigo por esta insolencia, la diosa hizo que en el pecho de la joven se encendiera una incontenible pasión hacia su propio padre. A sabiendas de que éste rechazaría unas relaciones incestuosas con su hija, Mirra se hizo pasar por una prostituta y, de este modo, logró acostarse con su padre. La joven quedó embarazada, y al descubrir su padre el deshonor que había caído sobre la familia, trato de matar a Mirra. Ésta suplicó entonces a los dioses que salvaran su vida y éstos, atendiendo su súplica, la convirtieron en un árbol, que en adelante llevaría el nombre de la joven, el árbol de la mirra. Sin embargo, la gestación de su hijo estaba en un estado tan avanzado que de la corteza del árbol surgió un hermoso bebé que quedó depositado a los pies de la planta.

La diosa Afrodita descubrió al bebé y lo adoptó, poniéndole de nombre Adonis. Para que creciera seguro, le confió su cuidado a Perséfone, reina del infierno, que crió al bebé hasta que alcanzó la adolescencia. Adonis se convirtió en un joven hermoso, hasta el punto de que, cuando Afrodita regresó al infierno para buscarle, Perséfone se negó a devolver la custodia de Adonis. Ante la disputa de las diosas, Zeus dictaminó que el joven pasara un tercio del año con Perséfone, un tercio con Afrodita y un tercio con quien él mismo deseara.

Tras su regreso a la tierra, el joven Adonis desarrolló una gran afición por la caza, pasión en la que la diosa Afrodita le acompañaba cada vez que podía. Pese a que gozaba de la protección de las divinidades, Adonis era un mortal, y como tal podía morir a manos de las bestias que trataba de dar caza. Afrodita le advirtió de los peligros que corría en cada cacería, pero el joven Adonis no quiso escucharla. En una ocasión en la que trataba de dar caza a un enorme jabalí, éste se volvió contra Adonis y, tras castrarle con sus colmillos dio muerte al joven. Algunos autores afirman que el jabalí fue enviado por el dios Ares, celoso de la relación que Afrodita, su amante, mantenía con el bello Adonis.

La diosa Afrodita, al descubrir el cadáver del joven, convirtió cada gota de su sangre en una anémona, de forma que su muerte quedara honrada en cada florecimiento de esta planta. Desde este momento, numerosas ciudades instauraron un culto al joven fallecido en el que éste era asociado a Afrodita.

AFRODITA EN EL CICLO TROYANO

La diosa Afrodita tuvo un papel protagonista en numerosos episodios del ciclo troyano, ayudando en todo momento a los ejércitos de Príamo. El origen de su relación con los troyanos se remonta a unas décadas antes de que estallara la guerra. Durante la celebración de las bodas de Tetis y Peleo, la diosa Eris, divinidad de la discordia, enojada por no haber sido invitada al evento, hizo acto de presencia y arrojó una manzana de oro en medio de la reunión. “Para la más bella”, fueron sus únicas palabras antes de desaparecer. Las diosas comenzaron a discutir entonces para decidir quién de ellas tenía derecho a quedarse con la manzana. Tres divinidades optaban al título de la diosa más bella: Atenea, Afrodita y Hera. Para evitar que la discusión entre ellas se tornara violenta, Zeus decidió buscar un juez imparcial que dirimiera el litigio. Escogió a Paris, un pastor que apacentaba sus reses en el monte Ida, cerca de Troya. Entregó a Hermes la manzana de oro con el encargo de que se la llevara al pastor, para que éste se la ofreciera como presente a la diosa que considerara más hermosa.

Hermes se presentó en el monte Ida e informo a Paris de los designios de Zeus. El pastor aceptó el encargo, de modo que las tres diosas se fueron presentando ante él en el máximo apogeo de su belleza. Para tratar de sobornar al juez, cada una de ellas le ofreció un don en el caso de resultar elegidas. Atenea le ofreció la sabiduría. Hera la felicidad conyugal y la dicha familiar. Afrodita, por último, le prometió el amor de la mujer mortal más hermosa del mundo. Paris no dudo un instante y, ya fuera porque su regalo le parecía el más apetecible, ya porque considerara que realmente era ésta la diosa más hermosa, escogió a Afrodita y le hizo entrega de la manzana de Eris. De este modo, Hera y Atenea juraron odio eterno al pastor, mientras que Afrodita se convirtió en su protectora. La diosa no tardó en hacer efectiva su promesa. Cuando años después Paris descubrió que no era un simple pastor, sino uno de los hijos de Príamo, rey de Troya, regresó a la ciudad y paso a llevar la vida que le correspondía como príncipe. En calidad de tal, Príamo le envió como embajador a Esparta, ciudad del Peloponeso con la que Troya quería establecer una relación comercial. Cuando Paris llegó a Esparta descubrió que su rey, Menelao, se encontraba fuera de la ciudad, y que era su esposa, Helena, la que actuaba de regente. Helena era una joven, hija de Zeus, considerada la mujer más hermosa de toda la tierra. Paris quedó prendado de la belleza de Helena, y en, ese momento, Afrodita cumplió su promesa, haciendo que Helena se enamorara perdidamente del príncipe troyano. Paris raptó a la joven y partió en sus barcos, llevándose además consigo una parte de los tesoros de Esparta. Cuando Menelao regreso y descubrió el rapto de su esposa decidió declararle la guerra a la ciudad de Troya, siendo éste el origen del conflicto.

Durante la guerra, Paris siguió disfrutando de la protección de Afrodita. Dado que éste no era un gran guerrero, en cada ocasión en la que tenía que acudir al combate, la diosa se cuidaba de que los poderosos héroes griegos no hirieran a su protegido. Cada vez que Paris estaba amenazado, Afrodita le cubría con una espesa nube que le hacía invisible a sus enemigos y posteriormente le llevaba por los aires hasta sus aposentos en el palacio de Príamo, donde Helena aguardaba impaciente su regreso.

Su función de protectora de Paris no fue el único motivo que tuvo Afrodita para proteger a los troyanos en la batalla. Ella misma, décadas antes del conflicto, había amado a un joven troyano llamado Anquises, con el que tuvo un hijo, el pequeño Eneas. Eneas había crecido hasta convertirse en uno de los guerreros más poderosos aliados de Príamo. Anquises, sin embargo, había envejecido como mortal que era, y en el momento en el que estalló la guerra de Troya Afrodita ya había perdido interés en él. La diosa sí se preocupo en todo momento de proteger a su hijo en la batalla, cubriéndole con una nube protectora cada vez que Eneas estaba en peligro de ser herido por las armas griegas. Afrodita fue la responsable de advertir a Eneas de que Troya caería en manos de los griegos, advertencia gracias a la cual el héroe abandonó la ciudad antes de que los argivos la destruyeran, logrando salvar así su vida y la de su familia.

ÁMBITO DE INFLUENCIA Y CULTO

El ámbito de actuación de la diosa Afrodita fue siempre el amor pasional, la lujuria y el sexo, pero en ocasiones también se la asocia con la maternidad y la fecundidad. Debido a la importancia que en el mundo antiguo tuvieron todos estos aspectos, el culto a Afrodita estuvo muy extendido en todo el Mediterráneo. De hecho, la diosa Afrodita fue una de las divinidades que desarrolló un complejo de sincretismo más complejo, siendo asimilada a numerosas deidades menores de tipo local e incluso a grandes diosas orientales como Astarté o Isthar.

Según algunos autores, en algunos santuarios dedicados a Afrodita se practicaba la prostitución sagrada: como medio para adorar a la diosa, las sacerdotisas mantenían relaciones sexuales con los fieles que acudían al templo. Sabemos que ésta era una práctica habitual en los templos de algunas diosas orientales como Isthar o Inanna, por lo que se ha deducido que la prostitución sagrada pudiera haber sido importada a Grecia desde estas regiones.

FUENTE: http://portalmitologia.com

La Diosa Hathor

En Dendera era la diosa del amor, la belleza juvenil, la alegría, la maternidad y el erotismo. Tenía consagrado el sistro, que le sirve como emblema. El sistro tenía el poder de ahuyentar los males y los maleficios y se empleaba frecuentemente en las fiestas. Diosa también de la música y del baile; entre su sacerdocio se incluían bailarines, cantantes, actores y acróbatas; incluso en la época griega, estas artes se mantuvieron bajo la esfera de Hathor. También era la patrona de los ebrios; presidía la fiesta de la ebriedad que se celebraba en Dendera veinte días después de la inundación del Nilo. Era también “La dama de los goces“, por su carácter festivo y lúdico y “La dama de las guirnaldas” por su vinculación a la belleza.

Su árbol sagrado era el sicomoro; entre sus múltiples manifestaciones y funciones estaba el de nodriza del rey y a veces se la representa como un sicomoro con un pecho con el que amamanta al rey, ofreciéndole con ello la divinidad. Se la adoraba en un sicomoro cercano a Menfis; también se encarnaba en un sicomoro que había en las montañas libias, consideradas como el límite entre el reino de los vivos y los muertos, y ahí ofrecía agua y pan a las almas que pasaban y sujetaba la escala por la que éstas subían al cielo. No sólo el sicomoro le estaba consagrado sino que además era “la vaca que  asoma entre los papiros” y durante la estación de recogida de papiros se celebraban fiestas en su honor. En Tebas, como patrona de la región de la muerte, tenía asimismo un papel relacionado con el Más Allá como proveedora de comida y bebida a las almas que hacían su viaje por el mundo de los muertos y era la que recibía al difunto en su entrada al Más Allá; por lo que era llamada “Señora del Occidente” o “Diosa de la Montaña Occidental”. Además un capítulo del Libro de los Muertos declara que aquellos que se dirijan a la diosa de la forma correcta podrán ser transportados por esta sobre su lomo. En los mitos se refieren a ella tanto como madre e hija de Ra; así pues, como madre ella da a luz al sol a través de la humedad de la niebla (confusión), y como hija, es su Ojo solar (Sejmet), el intenso calor del sol que puede matar.Era a la vez la vaca que amamanta a los seres vivos con su leche sagrada y la leona feroz que vivía en el desierto, capaz de acabar con la vida.

En tiempos ptolemaicos apareció un ritual basado en la idea de que Hathor y Horus constituían un matrimonio; así en la fiesta de “La Buena Reunión”, celebrada en en el mes de Epifi, la imagen de Hathor salía del santuario de Dendera y navegaba hacia el templo de Horus en Edfú; tras varias celebraciones, la pareja divina realizaba su boda; y después de pasar juntos la noche, Hathor volvía a su templo; tuvo dos hijos con él: Harsomtus, de Edfú, e Ihy, de Dendera. En Kom Ombo era la esposa de Sobek. En Menfis era la diosa de las mujeres

Se la representa como diosa con cuernos o con orejas de vaca y tocado tripartito; el concepto del cielo como vaca, ampliamente difundido en el Delta, fue la causa de que Hathor presentara forma bovina. Porta el sistro, el bastón de papiro y el anj. De acuerdo con un antiguo mito, se suponía que ella había elevado al joven sol al cielo por medio de sus cuernos. Más tarde aparece como mujer con cabeza de vaca, y finalmente con cabeza humana que lleva a veces orejas y cuernos de vaca. En su forma animal puede aparecer como leona, vinculada con Sejmet, o gata.

Fue asimilada a Sejmet y a Bastet y a Isis en un periodo tardío; según la historia de Ra, Hathor, convertida en Sejmet era el Ojo que su padre Ra envió para que destruyera a los hombres, que le habían desobedecido; pero luego se arrepintió, la emborrachó para que no lo hiciera y, desde entonces se convirtió en Hathor, la diosa del amor. Otros relatos dicen que el Ojo solar tomó la forma de la diosa Tefnut y que, cuando la diosa fue pacificada se convirtió en la gata Bastet. Fue identificada con Nebethetepet, como Hathor-Nebethetepet, siendo adorada así como diosa paredra de Ra en Heliópolis. A pesar de la importancia de su papel en relación con Horus, Hathor es ante todo una diosa de vinculación claramente lúdica, asociada al baile, las danzas, la música y al amor y placer sexual, y por eso los griegos la identificaron con Afrodita, dando a su ciudad el nombre de Afroditópolis; los semitas la llamaban Baalat, “La Señora”; en Biblos fue identificada con Astarté. Presidía los nomos VI, X y XIV del Alto Egipto. En la península del Sinaí, en Serabit el-Jadim, tenía un templo como “Señora de la turquesa”, quizás debido a su papel de protectora de lo que sucede en las entrañas de la tierra. En Abu Simbel, Ramsés II le dedicó el pequeño templo en el que se la identifica con Nefertari. También tenía otro templo en la isla de Filé y en Deir el-Medina éste de época ptolemaica. Otro centro de culto fue Imau (Kom el-Hisn).

Además de la fiesta de la “Buena Reunión”, se celebraba la “Sede de la Primera Fiesta”, en el Nuevo Año, la víspera del primer mes de Thot, que coincidía con el regreso de la inundación. Otra fiesta suya se celebraba el día 8 del mes de Meshir. Había también siete Hathores, consideradas sus hijas o una manifestación de ella misma, cuyo papel era análogo al de las hadas de cuento pues, cuando nacía un niño, las siete Hathores iban a su lado y le anunciaban su destino; se decía de ellas que conocían el futuro y el momento de la muerte de cada egipcio y que, si un príncipe nacía desafortunado, podían cambiarle su destino por otro mejor; de ahí que protegieran la dinastía y la nación. También pertenecen al culto funerario como encargadas de proporcionar alimento y bebida al difunto. Estas Hathores se representaban como jóvenes tocando tambores y con los cuernos y el disco; o en forma de vaca, haciéndose acompañar por un toro, “el toro del Oeste, señor de la eternidad” y cuatro remos que simbolizaban los puntos cardinales. En época ptolemaica fueron identificadas con las Pléyades.

FUENTE: http://egiptologia.org

El misterio del faro de Eilean Mor

En 1900, las únicas almas que viven en la isla escocesa de Eilean Mor, eran tres fareros.

El día después de Navidad, una nave de abastecimiento llegó a la isla. Para sorpresa de la tripulación, los fareros no los estaban esperando en el pequeño muelle de la isla. Después de soplar el cuerno de la nave y lanzar una bengala, aún no había actividad en la isla. Un guardián del faro de reemplazo llamado Joseph Moore fue enviado finalmente a investigar.

A medida que subía las estrechas escaleras que conducen al faro, Moore recordó haber sido golpeado con una sensación de temor sin nombre. Mientras se acercaba a la puerta, vio que estaba cerrada con llave. Pisando con cuidado en el interior, también se dio cuenta de que dos de las tres chaquetas impermeables que por lo general se mantienen en la sala, no estaban. Al llegar a la cocina, se encontró con los restos de una comida y una silla tirada en el suelo. El reloj de la cocina había dejado de funcionar. Los fareros no estaban en ninguna parte.

La investigación adicional reveló las inscripciones inquietantes en el registro del faro. La entrada del 12 de diciembre fue escrito por un guardián llamado Thomas Marshall. En ella, Marshall afirmó que la isla había sido golpeada por los vientos severos, peor que todo lo que había experimentado en su carrera. A pesar de que el faro fue lo suficientemente sólido como para sobrevivir a cualquier tormenta, Marshall escribió que el Guardián Principal, James Ducat, era muy tranquilo. El tercer guardia, William McArthur, era un marinero experimentado y un famoso peleador. La entrada del registro termina anotando que el había estado llorando.

Further registró que la tormenta continuaba rugiendo por unos días. Estando seguros en su faro, los tres hombres habían comenzado a rezar. La última anotación decía: «La tormenta terminó, mar en calma. Dios está por encima de todo. »

Aunque el faro era visible desde la cercana isla de Lewis, ninguna tormenta fue informada en la Eilean Mor durante los días señalados en la entrada de registro.

FUENTE: http://www.losmasraros.com

La mansión Redpath.

Otro misterio centenario es el ocurrido en 1901, el asesinato de Ada Maria Mills Redpath y su hijo, Clifford, en su lujosa mansión de Montreal. Ada era una viuda muy rica que sufría de artritis reumatoide. Su hijo, en cambio, era tan saludable como un caballo y estaba en el proceso de preparación para hacer el examen de la barra canadiense. Un periódico especula que Clifford no podía manejar el estrés del examen y mató a su madre antes de suicidarse. Otro periódico afirmó que la viuda Redpath sufría de insomnio severo, tanto que ella trató de quitarse la vida. Cuando su hijo intervino, fue disparado accidentalmente hasta la muerte por su propia madre.

Lo raro, es que el forense escribió en su informe sobre el caso,  los detalles cedidos por un médico que ni siquiera estaba en la escena del crimen. En dicha prueba, el informe concluyó que Clifford era un epiléptico y debía haber tenido un episodio de locura temporal el día que él y su madre murió. Aún más extraño es el hecho de que la policía nunca fue llamada a la mansión. La tragedia ocurrió un jueves por la noche y en menos de 48 horas se realizaron los entierros. En cuestión de semanas, la vida en el barrio reanudó su rutina habitual. Nadie mencionó los asesinatos nunca más.

La mansión Redpath sigue siendo uno de los misterios más fascinantes en la historia de Canadá.

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Las luces Hessdalen y Foo Fighters

En 1997, Harald Dale estaba acampando con su familia en el valle de Hessdalen, Noruega. Justo después de las 6:30h, una noche, Harald, salió a lavarse los dientes cuando notó algo extraño. Tres luces en una formación de triángulo estaban parpadeando en el cielo oscuro. Las luces sólo flotaban allí, la intensidad de su brillo iba cambiando con cada parpadeo. Harald entró corriendo a llamar a sus hijos para que lo vieran. Unos minutos más tarde, las luces desaparecieron. Harald se había convertido en una de las muchas personas en presenciar el misterioso fenómeno conocido como los las luces Hessdalen. .

Este fenómeno de las luces se remonta al siglo 19. Han sido vistas brillar en diferentes colores, incluyendo azul, rojo y amarillo, y se han observado flotando a poca distancia por encima de la tierra o cruzando el cielo a gran velocidad. Las luces eran particularmente activas durante la década de 1980, con un máximo de 20 informes de testigos presenciales cada semana.

Los científicos han estado estudiando las luces durante años, pero aún tienen que llegar a una explicación ampliamente aceptada. Las teorías incluyen el polvo ionizado, las partículas de combustible en el aire, y, naturalmente, los ovnis.

El término «Foo Fighters» se aplicó a varios avistamientos de ovnis que se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, los pilotos de combate y las tripulaciones en los buques de guerra observaron luces extrañas en el cielo y objetos de plata que parecían discos.

A finales de 1942, un piloto de la Real Fuerza Aérea estaba volando “Hurricane”, un avión de combate, sobre Francia, cuando se dio cuenta de dos extrañas luces volando hacia su avión. Supuso que era un trazador al fuego hasta que se dio cuenta de que las luces en realidad lo estaban siguiendo, repitiendo todos los movimientos que hacia mientras estaba en el aire. No importa lo mucho que lo intentara, el piloto no pudo evadir las luces. También notó que guardaban un espacio aún entre ellos mientras lo perseguían. Sólo después de varios kilómetros desparecieron de su vista.

Este extraño incidente se produjo apenas cuatro meses después de que los infantes de marina en las Islas Salomón dijeron haber visto una formación de más de 150 objetos de color plateado corriendo a través del cielo. Los marines observaron que los objetos hacían un ruido extraño y que no tenían colas o alas como los aviones. Toda mención de los avistamientos fue suprimida hasta que la guerra se acercaba a su fin. Los primeros informes no salieron en los periódicos hasta diciembre de 1944.

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Los Melungeons

En 1690, los comerciantes franceses, inesperadamente, se tropezaron un asentamiento misterioso en el sur de los Apalaches. Se informó de que la gente de allí vivían en cabañas de madera y tenían la piel de un color oliva inusual y rasgos faciales que recuerdan a los europeos. Dado que se parecían a los comerciantes del norte de África con los que los franceses habían hecho negocios en Europa, supusieron que se habían tropezado con una colonia de Moors.

Nada se supo más de los colonos extraños hasta 1784, cuando un hombre, John Sevier, visitó lo que más tarde sería conocido como el Condado de Hancock, Tennessee. Sevier descubrió una colonia de gente a la que describió como tener rasgos europeos y la piel oscura. Aunque los propios colonos decían ser portugueses, Sevier, aparentemente, no les creyó, también llegando a la conclusión de que eran Moors.

Sobre la década de 1800, los misteriosos colonos se habían extendido desde Tennessee hasta zonas aisladas de Virginia y Kentucky. Las comunidades vecinas les llamaban los melungeons y aprovecharon cada oportunidad para degradar y discriminarlos. Las madres apalaches asustarían a sus hijos con cuentos de la gente oscuras en las montañas.

El origen de los melungeons sigue siendo desconocido. La teoría más común es que son una mezcla de blancos, negros y nativos americanos antepasados. Otros han sugerido que son los descendientes de la colonia perdida de Roanoke, que son marineros portugueses náufragos, antiguos pobladores fenicios, o incluso una de las tribus perdidas de Israel. Los registros oficiales del censo han cambiado enormemente, etiquetando los melungeons como el blanco, el portugués, el nativo americano o «mulato» en diferentes momentos de la historia.

En 1999, surgió una nueva evidencia de que los melungeons pudieron haber sido uno de los primeros pobladores del viejo mundo en América del Norte. Según el Dr. Brent Kennedy, de Wise Universidad de Virginia, los melungeons pueden ser descendientes de los turcos otomanos, traídos al nuevo mundo como siervos y abandonados en la zona de Sir Francis Drake después de haberlos capturado por los españoles. El término «Melungeon» pudo haber venido de «Melunn-Jinn,» palabra árabe que se utiliza para un alma maldita abandonada por Dios. Dado que este es todavía sólo una teoría, los orígenes del pueblo Melungeon siguen siendo un misterio.

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Las Taulas de Menorca

Las taulas son megalitos antiguos que están en la isla española de Menorca, se parecen mucho al famoso Stonehenge. Se cree que las taulas fueron erigidas por los antiguos habitantes de la isla en algún momento después del año 2000 aC. No hay pruebas concretas de por qué las estructuras fueron construidas o por qué sólo se encuentran en Menorca, y no en cualquiera de las islas vecinas.

Naturalmente , las teorías abundan. Algunos creen que las piedras simbolizan un templo de algún tipo. Waldemar Fenn, un arqueólogo alemán, ha señalado que todas las taulas dan al sur, lo que lleva a especular que se erigieron como un monumento religioso para medir el movimiento de la luna. Su teoría se conoce como la Teoría de la luna Taula.

Desafortunadamente, la teoría de Fenn sólo se podría aplicar a 12 de los 13 taulas intactas. Esta no coincide con el megalito que se encuentra en el lado norte de la isla. La verdadera razón de la construcción de las taulas sigue siendo desconocida.

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La Serpiente Tsukán.

En diversas comunidades rurales del Estado de Yucatán, se escucha con frecuencia testimonios acerca de la existencia una serpiente llamada Tsukán. De acuerdo con los relatos este extraño ser vive, cuida y es dueño del cenote o de la gruta con la que se le asocia. Para aproximar su tamaño, los que se refieren a ella, generalmente dicen que “es tan grande que su cabeza es como la de un caballo”. Además, al igual que éste, tiene crines. Se cuenta que algunos cazadores han estado muy cerca de la mítica serpiente en aquellas ocasiones en las que van a emboscarse en la entrada de las cuevas en espera de sus presas que eventualmente entran a beber agua o merodean en busca de algún alimento. Sin embargo, en vez de sorprender, ellos resultan sorprendidos porque puede estar alojada en esa cueva una Tsukán. En estos encuentros destaca la mención del brillo de sus ojos en la oscuridad de la noche o de la gruta.

En otras versiones, se hace referencia al grosor y a la apariencia de su cuerpo el cual se puede confundir con un tronco. Un campesino se sentó en lo que creyó que era el tronco de un árbol y al rato su asiento se movió por sí solo; entonces descubrió que era una Tsukán. Cuando la Tsukán está atravesada en el camino, no se le ve la cola, ni la cabeza; ambas se pierden en el monte. Los campesinos u otras personas que han tenido la experiencia de hallarla en su camino, prefieren regresar por donde vinieron que brincarla. Surge también el temor que si una persona intenta pasar sobre ella, entonces puede ser atrapada en ese momento. Los hombres de campo saben que no deben intentar matarla, pues alguna desgracia les acaecería. Las consecuencias de encontrarse con una Tsukán suelen ser una parálisis temporal, fiebres, enfermedades, lesiones permanentes o la muerte misma.

En algunos relatos se dice que alguien dio muerte a la Tsukán, generalmente con una escopeta, pero esa acción audaz no sirve para nada porque al poco tiempo se vuelve a ver a la serpiente con crines. Otras versiones dicen que cuando ya están viejas, les salen alas y vuelan hacia el mar donde se retiran para morir. Pero la especie mitológica Tsukán no desaparece.

Los campesinos deben ser precavidos cuando están cerca de las grutas, pues la Tsukán para alimentarse sólo tiene que abrir la boca y los animales del campo son absorbidos por el calor de su aliento. Hay algunas versiones en las que se dice que la Tsukán vive en un pozo artificial; entonces la gente nota que cuando algún pájaro vuela sobre el pozo, es atraído por la serpiente que está en el fondo del mismo; entonces se mete y nunca más se le ve salir. Otro detalle que está en casi todas las versiones es que no cualquiera la puede ver, sino es cuestión de “suerte”.

La serpiente entre los mayas generó un poderoso símbolo que se puede encontrar en la tradición oral de hoy, el relato de una enorme serpiente llamada Tsukan, que vive en las cuevas y en los cenotes del estado de Yucatán, es motivo de respeto y miedo entre los habitantes de las comunidades rurales. Se dice que su cuerpo es tan grueso como el tronco de un árbol y su cabeza es tan grande como la de un caballo, quien se atreva a hacerle daño sufre las consecuencias de su acto con alguna enfermedad o la muerte misma. Tsukán es eterna y omnipresente. El estudio antropológico de este mito permite ahondar en aspectos históricos y sociales que, en conjunto, ofrecen una explicación sobre este tipo de narrativa tan asombrosa como vigente.

FUENTE: http://www.antropologia.uady.mx/

El Bunyip.

El Bunyip o kianpraty, también comparado con el Yowie, es una criatura mitológica del folclore australiano.

Las descripciones de los Bunyips varían enormemente. Usualmente se describen como monstruos marinos. Algunas características de descripciones comunes incluyen una cola de caballo, aletas, colmillos de morsa o cuerno y algunos dicen que pelaje negro. De acuerdo con la leyenda, se dice que rondan en pantanos, billabongs, arroyos y ríos. En las noches pueden escucharse sus llamados, mientras devoran cualquier animal que se acerque a sus guaridas.

En criptozoología algunos dicen que el animal extinto, el Diprotodon, es el origen de tal leyenda.

De entre los monstruos que pueblan los mitos y las leyendas de Australia, existen algunos que verdaderamente pueden reclamar lealtad a la dinastía del dragón. El más popular es el bunyip – una bestia de agua dulce de potencial proteico, pues hay testigos que lo han comparado con una foca, una potra, un emú, una vaca marina, un bulldog e, inevitablemente, un dragón.

A mediados de la década de 1800, un cráneo no identificado fue encontrado a lo largo de una orilla del río en Nueva Gales del Sur, que parecía demostrar la existencia de bunyips. Muchos observadores no estaban convencidos, y cree que el descubrimiento del cráneo era un engaño. La investigación se detuvo porque el cráneo desapareció misteriosamente después de unos días en exhibición en el Museo de Australia en Sydney. Coincidentemente, los informes de avistamientos bunyip aumentaron dramáticamente durante este tiempo.

Los investigadores han ofrecido sus propias bases científicas posibles para los cuentos populares bunyip. Dependiendo del investigador, el monstruo del lago bunyip podría ser:

En relación con el doyarchu, también llamado el «Irish cocodrilo».

  • Un lobo de río
  • Un marsupial acuático sin descubrir
  • Una variedad desconocida de foca de agua dulce
  • Un Diprotodon, extinguió hace unos 20.000 años, que se sabe que han aterrorizado a los primeros colonizadores australianos
  • Un Lobo marino australiano, que emite un fuerte grito similar a la bunyip cuando está atrapado en el interior inundando
  • Sobre la base de esqueletos fosilizados de animales que los aborígenes australianos topé, como el del canguro gigante prehistórico, el procoptodon, cuyos fósiles indican que pesaron más de 5,8 kg o 500 libras.

A pesar de que hoy en día la mayoría de los australianos consideran que el bunyip es un ser mítico, no han descartado su tradición. De hecho, la Biblioteca Nacional de Australia patrocina una exposición itinerante sobre bunyips, y varios cuentos populares aparecen en el sitio web del gobierno. Además, un conjunto de cuatro sellos de correos se ha emitido con diferente versión de su semejanza con motivo del legendario bunyip.

FUENTES: https://www.elpensante.com  https://es.wikipedia.org  http://www.paranormal-encyclopedia.com/

El Ucumar.

Es un ser con apariencia de hombre petiso y panzón.  El Ucumar Tiene el cuerpo todo cubierto de pelos con manos y pies muy grandes. Se dice que posee una fuerza extraordinaria y que sus gruñidos ensordecen. Se lo ha visto en la zona de pedemonte, por lo que se piensa que vive en cuevas de las montañas.

En Salta, se intentó ubicar a los ucumari conocidos como los únicos osos de Sudamérica, que habitaron, según se cree, hace miles de años. Tenían un collar blanco y todas las características de los úrsidos europeos o de Norteamérica. También se cree que el oso de anteojos, difundido en parte de América del Sur pudo haber sido el inspirador de este particular ser mitológico.

El Dr. Manuel Lizondo Borda, en su Estudio de las, Voces Tucumanas, (Derivadas del Quichua), explica así este vocablo: «Llamábase así a un hombre casi bestial, feo, peludo, que vivía en los montes tucumanos, hace varios anos, y que ocupó mucho la atención pública hasta que fue preso por las autoridades: Se le atribuían raptos de muchachas. (Con este nombre se asustaba a los chicos, para quienes significaba algo así como el monstruo)».

Ucumar: es voz quichua y aymara y significa en ambos idiomas: Oso.

Con sus constantes aportes, el señor Marcelo Mirabal, de Jujuy, nos envió esta versión un tanto distinta de las oídas hasta el momento, diciendo que en la zona de las Yungas es muy conocido el Ucumar, al que también se le llama “UKUMAN”. En este caso, disintiendo con Lizondo Borda, enuncia que proviene de la voz quichua y quiere decir “cuerpo, parte material de un ser animado”. Eso es lo que era : sólo un cuerpo. Un cuerpo horrible sin alma aparente. Las cosas tan feas tienen prohibido rondar por el abanico de los sentimientos. Y era mujer, cubierta de pelos negros, largos, sucios, duros, pero elásticos. De las líneas de su rostro sólo se destacaban dos ojos pequeños, intensos, oscuros y hundidos. Los pelos que le nacían en la frente caían sobre la nariz y la boca, separados apenas por bufidos y manotazos a uno y otro lado. La boca era un tajo enorme y baboso, y los dientes salidos, aislados unos de otros, cada cual con su propio ángulo.

Si tenía senos o no era cuestión de polémica entre los habitantes de la aldea, mitad selva mitad andes.

Cuando nació, su padre quiso ahogarla. La madre, la protegió entre sus brazos y no la abandonó nunca. Tuvo más amor por el pequeño monstruo que por sus cinco hermosos hijos anteriores. Por su celo y por su pena fue quedando sola y enfermó. Mientras agonizaba, con más fuerza que nunca abrazó y miró a ese cuerpo extraño que ella había parido.

Arrancaron de su cuerpo, rígido ya el engendro que bramaba y aullaba. Quiso la suerte que fuera arrojada a un rincón de la enorme choza, hasta tanto se cumplieran los ritos funerarios con la madre. Cuando regresaron los hermanos y el padre sin saber que hacer, entre los murmullos de la otra gente, la encontraron acurrucada y lanzado sonidos extraños, como si llorara. No fue por misericordia que salvo la vida, Se había miedo en la choza.

Como no se le veían órganos genitales, pero sus piernas se manchaban de rojo cada luna, fue la “ucumara”.

Se hizo enorme, hosca y gruñona y al parecer, temerosa.

Uno de los hombres de la aldea, de su mismo tiempo, entre crepúsculos y soledades se acercaba furtivo a la aldea- choza con creciente asiduidad. No temía ni lo inmutaban los gruñidos y saltos ostentosos con que la “ucumara” retribuía sus visitas, que eran breves, pero tensas. Un día le arrojó frutas y otro día un trozo de carne humana. La tribu devoraba a los prisioneros de guerra y el dueño del enemigo muerto era el dueño del banquete. La “ucumara” comió y no dejó restos. Estaba entendido entonces que apreciaba el obsequio y por consiguiente el hombre lo repitió tantas veces como pudo, recibiendo en pagos gruñidos más suspirados, saltos menos agresivos.

Un día la aldea en pleno se encaminó al río distante, para cumplir la ceremonia anual de adoración a la creciente tumultuosa y atronadora que traía el deshielo de las cumbres blancas. El hombre regresó, eligiendo rincones para no ser visto y luego de una lucha feroz, violó a la “ucumara”.

A partir de entonces su hosquedad fue total y su furia aumentó. Odió a los hombres y al mundo circundante. Las piedras de su choza desaparecieron, arrojadas con increíble fuerza contra todo ser viviente que se aproximara.

Cuando no tuvo más piedras, huyó.

Regresó una tarde tormentosa y raptó a su violador sin que nadie se atreviera a detenerla, menos aún la víctima, vencida su resistencia a golpes y arrastrado de una pierna por los peñascos y huaycos hasta la pétrea guarida donde, imaginamos, llegó mas muerto que vivo. Allí tuvo que elegir entre la vida y las nupcias: escogió el amor, y por un tiempo su ritmo fue el ritmo de la “ucumara” que, ya grávida y desconcertada, con el abdomen hinchado y palpitante, pensaba más en sí, que en su complaciente prisionero. Un día creyó encontrar oportunidad, cuando el monstruo gemía con los dolores del parto.

Huyó de la caverna, rápido y temeroso, pero la “ucumara” entre rugidos y dolor, lo alcanzó. Le arrancó la cabeza y arrastró el cuerpo de su amor hasta la caverna. Entre llantos y convulsiones se lo comió.

Poco después nació otra UCUMARA, toda cubierta de pelos, negros, duros, pero elásticos, de la cabeza a los pies. Amamantó a su hija, le enseñó a comer carne roja y cuando el retoño ya cazaba con sus manos, con un rugido del alma, murió de muerte sencilla y se fue al cielo de los monstruos, en la paz de la montaña.

La leyenda se bifurca a partir del nacimiento del UCUMAR . Una vertiente afirma que el llanto del monstruo, por la muerte de su madre, era tan fuerte y desgarrados que llegó a los oídos de Wiracocha – espuma de mar- dios blanco de largas barbas rubias que gobernaba el Cuzco ( El Imperio Inca se extendía desde Peru hasta casi el centro de Argentina ) y para calmar su pena, le prometió la inmortalidad. Otro venero mitológico sostiene que Wiracocha se presentó al ucumar y para castigarlo por sus crímenes y lascivia, le dio la vida eterna vagando por los cerros y selvas. Así también lapidan a los violadores sobre quienes pendía la permanente amenaza de ser devorados por el ucumar.

La leyenda, de origen peruano, está muy difundida en Salta y Jujuy. En nuestra provincia se ubica al monstruo en los departamentos de San Pedro y Ledesma rondando los ingenios azucareros. La imaginación popular lo hacía prisionera o accionista de uno de ellos.

FUENTE: http://www.folkloredelnorte.com.ar/