Los siete misterios de México
Los siete misterios de México
El misterio de los 3 treces
EL TRIANGULO DE LAS BERMUDAS
EL FANTASMA DE LA MONJA
EL CALLEJON DEL MUERTO
LA CALLE DE LA QUEMADA
EL PUENTE DEL CLERIGO
LA ATLANTIDA
SORPRENDE ARBOL DE ESPINAS EN FORMA DE CRUZ
Monserrat Martínez, “Diario de Querétaro”
QUERETARO, Qro., 4 de Abril (OEM/Informex).- Quienes han visto este singular árbol han quedado sorprendidos por las espinas que en forma de cruz brotan de él en lugar de flores. Sin embargo, su sorpresa ha sido mayor cuando han intentado sembrarlo en otros lados, robándose para ellos un “codito” del mismo.
Ni en el norte ni del país, ni en el sur; es más, ni en tierra fértil ha brotado un árbol similar. Por eso es único… y se encuentra en el Convento de la Santa Cruz de los Milagros, en pleno corazón de la ciudad de Querétaro.
Conocido como el “árbol de las cruces”, su fama ha trascendido al mundo científico, esto porque en lugar de producir flores o frutos, tiene hojas diminutas y una serie de espinas en forma de cruz, a su vez, presenta tres espinas menores que simulan los clavos de la crucifixión.
La leyenda cuenta que el misionero Antonio de Margil de Jesús clavó su báculo en el jardín del ahora Convento de la Santa Cruz de los Milagros, y con el paso del tiempo éste se convirtió en un árbol único.
Cabe destacar que en los jardines de este convento se cuenta con más ejemplares del “árbol de la cruz”, sin embargo el ejemplar que surge del bastón del misionero es el único cuyas raíces retoñan de manera independiente.
Además tal es la perfección del trazo de las espinas que los visitantes y los creyentes las llevan como recuerdo o como reliquias, al considerarlas un fruto de un milagro de antaño.
El Convento de la Santa Cruz de los Milagros, además de albergar este singular árbol es parte toral de las celebraciones de Semana Santa en Querétaro, la Procesión del Silencio se realiza el Viernes Santo por la tarde, y cuenta con la participación de grupos hermanos y cofradías, quienes realizan un recorrido para manifestar su dolor por la muerte de Jesucristo.
Hasta ahora se han descubierto varios craneos en distintos lugares del mundo, estas son algunas:
SKULL OF DOOM: Descubierta en 1927 por Mitchell-Hedges en las ruinas mayas de Lubaantum, Belize, mientras buscaban una posible conexión con ruinas de la Atlantida. Según su relato, después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 indianos que trabajaron con ella en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz. Anna relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de sus antepasados y oraron ante ella.
MAYAN: Esta calavera está tallada en cuarzo. Tiene 20,48 cm de largo, 12,54 cm de ancho, 10,79 cm de alto y pesa 3,95 kg. Pertenece a un supuesto «Monje maya». Dicen que fue descubierta en San Augustine, Aczahuanthan, Departmento De Zacopa, Guatemala, en 1912 por un tal Héctor Montano.
ET: Descubierta en 1906 en Guatemala. Es de cuarzo ahumado. Se caracteriza por la forma puntiaguda del cráneo y mandibula pronunciada. Tiene cierto aire no humano. En la actualidad pertenece a un coleccionista Norteamericano.
Calavera expuesta en Paris: Esta calavera está tallada en cuarzo. Probablemente pertenece a la cultura Azteca del siglo XV. Representa a Mictlantccuhtli, el «Dios de la Muerte». Tiene un conducto cavado en forma vertical, por lo cual se supone que se llevaba en el extremo de un bastón. Pertenece al Musèe de El Homme en París, Francia.
Calavera expuesta en Londres: Esta calavera de cristal pertenece al Museum of Mankind, del British Museum en Londres. El museo lo compró en Tiffany’s de Nueva York en 1898 por 120 libras. Se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle. La calavera de Mitchell-Hedges, en efecto, tiene la mandíbula articulada.
FUENTES: http://www.formarse.com.ar , http://axxon.com.ar/zap/074/c-Zapping0074.htm , http://www.escalofrio.com/n/Misterios/Las_Calaveras_de_Cristal/Las_Calaveras_de_Cristal.php
El misterioso Poltergeist
La Parapsicología moderna opta por una definición más técnica: Psicocinesis Espontánea Recurrente (PKER)
A lo largo de la historia de los fenómenos fronterizos con la ciencia se ha hablado, especulado, teorizado e incluso se ha fantaseado con uno de los fenómenos considerados más evidentes y controvertidos de la Parapsicología. Estudiosos e investigadores de todo el mundo han dado vueltas y vueltas sin parar hasta hoy, en el que casi con rubor pocos llaman ya a estos fenómenos, poltergeist, cambiándolo por otra denominación: Psicocinesis Espontánea Recurrente (PKER), más técnica, quizás con la intención de hacer más cercano el fenómeno a la ciencia, aunque finalmente tanto una terminología como otra son usadas para definir los mismos fenómenos.
Gracias a las aportaciones de J. L. Jordán Peña, pude tener más claro que el concepto de Parafísica engloba una fenomenología más amplia que el de Psicocinesis.
Actualmente los estudios sobre fenómenos PK se encuentran en una fase de desarrollo global ascendente en países dónde existen laboratorios -que a veces son improvisados por algún tiempo- destinados a estos experimentos. En estos laboratorios se realizan pruebas de todo tipo, siempre bajo las supervisiones de equipos de científicos de distintas especialidades (médicos, psicólogos, psiquiatras, físicos, etc.). Claro que, normalmente cuentan con el apoyo de entidades estatales, universidades, fundaciones, etc.
Debemos considerar una distinción. Hoy se tienen bien diferenciados los fenómenos de PKER con los de PK, aunque la fuente de origen del fenómeno pueda apuntar a las mismas direcciones. A los fenómenos estudiados en laboratorio, generalmente a pequeña escala se les conoce como micro-psicocinesis, siendo considerados los de macro-psicocinesis a los conocidos poltergeist. Los primeros suelen ser estudiados utilizando diferentes sistemas electrónicos, algunos de ellos computerizados y casi siempre basados en análisis estadísticos.
Los fenómenos PKER, o de poltergeist, son más complejos a la hora de analizarlos. Sencillamente porque ocurren espontáneamente y nunca se puede predecir dónde y cuándo va a suceder uno de estos fenómenos. Los poltergeist, a lo sumo, se estudian in situ pero a posteriori, recogiendo los datos que puedan aportar los testigos del fenómeno y que en la mayoría de las veces son de escasa utilidad, debido precisamente a ese elemento sorpresa y a otros.
En la actualidad sabemos casi con toda certeza que este fenómeno se encuentra relacionado directamente con la capacidad psíquica de las personas. Pero existen diversos factores que pueden activar estas capacidades y que hasta hace relativamente poco tiempo no se han tenido en cuenta por los investigadores. Me refiero concretamente a la actividad del campo geomagnético terrestre (CGM) como posible elemento relacional. Según Paul Stevens (1) algunos estudios han demostrado que la PES se hace mayormente efectiva, generalmente, cuando existe una tranquila actividad geomagnética. No obstante, otros autores señalan que un CGM activo puede estar asociado a una buena actividad PK. Esta podría ser una primera pista.
Sabemos que la fenomenología poltergeist no es un único y aislado fenómeno. Podríamos decir incluso que se trata de la asimilación de varios fenómenos de orden físico. Si analizáramos todos los casos verdaderos de PKER veremos que existen multitud de acontecimientos físicos que se producen en un entorno especial. Parece ser que generalmente estos fenómenos espontáneos provienen de algún tipo de represión psicológica en las personas que lo viven. Muchos apuntan su dedo hacia los niños y adolescentes en una fase de desarrollo psicofísico. Cierto es que en una gran mayoría de casos esto es así, pero existen otros casos donde nunca han existido la presencia de niños o adolescentes, antes, durante y después de los fenómenos, lo cual me lleva a pensar que no es debido exclusivamente a la presencia juvenil.
Decía anteriormente que los casos poltergeist se caracterizan por sus connotaciones físicas y, aunque exista una gran diversidad de manifestaciones de este tipo, muchos investigadores y testigos de estos fenómenos han coincidido en algunas que al parecer ocurren con cierta frecuencia. Ejemplo de ello es el cambio de temperatura. Decía Enrique de Vicente en un programa televisivo (2):
«Yo he experimentado esa diferencia de temperatura en algún caso en que he estado. Pero difiero un poco de que pueda deberse a fuerzas ajenas a la persona, porque, te voy a comentar otros tipos de fenómenos entre otros muchos en los que hay esa diferencia de temperatura. Por ejemplo, en algunas apariciones marianas, en algunas apariciones de la Virgen, te refiero una que estudié a fondo. En monte Umbe, en Bilbao, Felicia Sistiaga describía perfectamente esa diferencia de temperatura en presencia de la Virgen o del Angel.»
«Otro segundo tipo de fenómeno, bien conocido por los investigadores parapsicológicos que han estudiado los fenómenos espiritistas en el siglo pasado y a principios de este siglo. Las diferencias de temperatura que se manifestaban durante las sesiones espiritistas han sido medidas con termómetros especiales y notabilísima y al mismo tiempo que se producía ese descenso o ese ascenso de temperatura, normalmente de descenso, y una serie de fenómenos, lo interesante es que disminuía el peso de la médium y producía los fenómenos, es decir, que fueran los espíritus o fuera el psiquismo de la propia médium lo que producía los fenómenos, ese sería un tema a discutir, pero lo que me parece difícil de discutir es que la energía salía de la médium.»
Síntomas como tal para un perfecto diagnóstico de un caso espontáneo de poltergeist son difíciles de agrupar para ofrecer a los investigadores un patrón de trabajo. Sin embargo, de algo sí tenemos que estar seguros ante un presunto fenómeno de este tipo y es el fraude.
Cuando hablo de fraude no me refiero exclusivamente a un montaje preparado conscientemente por alguna mente retraída, sino más bien al fraude inconsciente, que es más difícil de detectar, pues el o los testigos creen a ciencia cierta que viven realmente una fenomenología paranormal. En infinidad de casos hemos visto como los testigos presuntamente creen estar delante de un fenómeno paranormal, cuando en la realidad no son más que fenómenos naturales malinterpretados. Luego actúa la fantasía personal, la histeria colectiva y otros factores psicológicos que le dan al asunto cierta morbosidad. Si más tarde a este morbo se le acompaña la presencia del «parapsicólogo» falto de conocimientos y de sentido común, entonces podríamos disponer a partir de aquí de un excelente guión para un novelista de ciencia-ficción o terror. Esto último fue brevemente reflexionado por Isabel Blázquez y Manuel Berrocal (3) que tras un análisis de la mayoría de casos que han estudiado ofrecen tres puntos importantes a tener en cuenta incluyendo el llamado Efecto Experimentador:
«La utilización de una fenomenología supuestamente paranormal como medio de manipular el entorno, por parte de una persona que presenta un problema de integración social.»
«Una respuesta asegurada por la unión del medio y la atracción morbosa que producen todos estos fenómenos.»
«La presencia de supuestos «parapsicólogos» que producen un importante efecto experimentador, contaminando la historia con sus propias creencias religiosas, lo cual hace que la fenomenología no sólo aumente, sino que adquiera una coherencia e integración entre ella no comprensible si no es por este sistema. Al mismo tiempo, sus actuaciones sirven para fundamentar la credibilidad de los fenómenos, y por lo tanto potenciar la manipulación.»
Hay una anécdota que narró Enrique de Vicente en el mencionado programa televisivo que me gustaría incluir aquí y que está relacionada con el tema del fraude inconsciente y lo que comentábamos que existen muchos casos de malas interpretaciones de fenómenos naturales. En este caso la reverberación de un sonido produjo estragos allá por los años 60:
«Sobre los casos que ha investigado el equipo de la Sociedad Española de Parapsicología, una mayoría de los casos les han encontrado una causa natural. Causa natural que en ocasiones se debía a anomalías psíquicas, a interpretaciones de fenómenos naturales y sobre todo a fraudes. Decíamos antes, que los niños son los más temibles en este sentido. Por ejemplo, un niño entorno al cual se incendiaban todo tipo de cosas, lo cual hacía pensar en combustiones espontáneas, pues no. Era el niño que con mucha habilidad se dedicaba a quemar de todo.»
«Otros casos que se han estudiado en Madrid, por ejemplo, han sido asombrosos. En una casa que se oían unas voces extrañas continuamente, asociadas a un baño. Hasta que se hizo una investigación y se vio que el baño con las cañerías creaban una fuente de resonancia, ¿y por qué se descubrió esto? ¿Porque se hizo una investigación? No. Porque cuando el investigador se acercó, y eran los años 60, escucho: ‘¡Aquí, Radio Madrid!’.»…
A la hora de plantearnos alguna explicación que pueda convencernos de la realidad de estos fenómenos, se nos hace realmente complicado. Hay que manejar muchos datos, ver sus coincidencias, averiguar las causas aparentes y reales, conocer mejor los estados alterados de conciencia, las capacidades psíquicas y muchos factores que puedan ofrecernos pistas para su estudio. Muchos investigadores coinciden en la hipótesis de la impregnación. Sobre este aspecto comentaba Javier Sierra en el programa televisivo comentado anteriormente:
«Hay una apostilla interesante. La Sociedad Mexicana de Parapsicología encontró en algunas investigaciones que estaban realizando en un palacio encantado en Cuernavaca, México, que no solamente los fenómenos de impregnación parecían ser la explicación, sino que había cierta acidez en las paredes que se podía detectar con tests de PH. Al hacer un análisis químico de las paredes se encontraba con que había un grado de acidez superior al normal a cualquier vivienda y trabajando, es decir, limpiando esa casa con amoníaco, el fenómeno desapareció.»
Como podemos comprobar no podemos apostar únicamente hacia esta dirección. Los fenómenos de poltergeist, como muchos otros de índole paranormal, no pueden explicarse con una única hipótesis. Siempre encontramos algo que la rebate. Por lo que considero que para explicar enteramente muchos de estos fenómenos tenemos que tener presente múltiples hipótesis.
Otro de los asuntos que desconciertan a casi todos los investigadores es el conocido fenómeno de la litotelergia o lluvias de piedras, si bien, no solamente son piedras las que caen dentro y/o fuera de una casa. Reproduciré a continuación un extracto de una conversación mantenida entre algunos estudiosos e investigadores y que hace referencia a este singular fenómeno:
«Javier Sierra: Los fenómenos de lluvias de piedras, quizás sea de los más antiguos dentro de la fenomenología poltergeist. Yo recuerdo un testimonio de Jacob G. en un libro que está dedicado íntegramente a la mitología alemana, se llama «Mitología alemana» además, y en ese libro, ya se describe un caso del año 355 a. de C. de una lluvia de piedras. Es decir, que nos estamos remontando a fenómenos realmente antiguos.»
«Enrique de Vicente: En Africa también hay, investigados por exploradores y misioneros del siglo pasado.»
«Presentador: ¿Y aquí? ¿Ustedes han investigado aquí en España algún caso?»
«Ricard Bru: Granizo en verano, pero no un poquito, bastante. Es decir, dejar toda una terraza cubierta de hielo.»
«Javier Sierra: Pero, ¿sólo la terraza?»
«Ricard Bru: Toda la terraza. Me refiero a toda la terraza cubierta de hielo y el resto del barrio sin nada.»
«Javier Sierra: ¿Cuándo y dónde ocurrió esto?»
«Ricard Bru: Esto, en Sabadell, en la provincia de Barcelona, hace tres años. Lo digo como anécdota, nos llamaron. No sabemos de donde vino el hielo, no sabemos nada. Lo que sí sabemos es que hay un caso de poltergeist también. Caso típico, la típica adolescente que está viviendo de alguna forma en esa casa.»
«Adela Ferrer: Yo tengo un caso sin resolver también, y además, en Valencia. En la Plaza Principal de Valencia hay una tienda que no me está permitido decir a que se dedicaba la tienda, pero el caso es que se han marchado de allí porque allí caían tornillos. Caían tornillos del cielo raso y yo eso lo he visto. Y no hubo manera de averiguar porqué entrabas y caían tornillos. Se desmontó todo a ver si había en el techo, y allí no había absolutamente nada y siguieron cayendo tornillos y esta gente se marchó de allí asustada. Y estoy esperando que cualquier día, del nuevo negocio que hay allí vuelvan a caer tornillos.»
«Javier Sierra: Hay una posibilidad fascinante que apunta Scott Rogo, que es un genial parapsicólogo norteamericano, que hablaba de que, al igual que se encontraron numerosísimos casos de aportes de piedras, de tornillos, de objetos de lo más insólito, hasta sellos de caucho por ejemplo, igual que existen muchísimos casos de aportes de este tipo de objetos, existe, posiblemente, igualmente igual número de desapariciones de este tipo de objetos en otras partes del mundo. Luego, Scott Rogo establecía un tanto especulativamente, pero no sin embargo, sin cierta fascinación que muchos de esos objetos que desaparecieron en una parte del mundo podrían aparecer en otra parte del mundo. Serían teleportaciones de objetos de una parte a otra que también se producen a pequeña escala en los fenómenos de poltergeist. Es decir, las tijeras que hablábamos antes de los duendes. Que desaparecen de encima de una mesa y aparecen en otra habitación de la casa.»
Decía que este fenómeno de las lluvias era desconcertante para muchos estudiosos porque realmente, casi siempre, se ha apuntado que el origen de los fenómenos paranormales se dirige a las personas, posiblemente a uno de los que viven el fenómeno o, al menos, cercano a las personas testigos de estos sucesos. Pero las lluvias de piedras u otros objetos de distinta naturaleza (incluso sustancias) son algo que, en caso de estar relacionado directamente con la PSI de la persona, vendría a demostrarnos el tremendo potencial psíquico que el ser humano dispone y que, efectivamente, el fenómeno es real.
El asunto es intrigante, pues no existe aún un patrón definido con total claridad que nos ayude a seguir una línea de estudio sobre este fenómeno. Dejando por sentado que la posibilidad de fraude puede estar en todos y cada uno de los casos, hasta que no se lleve a cabo una exhaustiva investigación de los mismos. Por una parte han sucedido fenómenos poltergeists tanto en lugares habitados como en lugares deshabitados. Tampoco podemos partir de la base de que el fenómeno es originado por una persona adolescente en un periodo de desarrollo puberal, pues conocemos casos ocurridos en familias ancianas, o en oficinas. Es decir, lejos de la presencia de estos adolescentes. No obstante sí parece ser que la clave está en una persona (no importa edad, condición o situación) que actúa en estos casos como «médium» (no refiriéndome aquí a la mediumnidad espiritista sino a la capacidad de mediadora). En la mayoría de los casos con algún cuadro psicopatológico.
A veces cuando el fenómeno ocurre en lugares deshabitados el poltergeist (en este caso algunos lo llaman «Casas Encantadas») se activa con la presencia humana, en otras ocurre indistintamente.
Después de tantos casos recogidos sobre esta fenomenología propongo una serie de clasificaciones por la actividad producida.
Por un lado podríamos distinguir básicamente dos formas de producción del fenómeno:
Actividad PK Simple, donde se produce un fenómeno único y exclusivo (un movimiento de algún objeto, sensaciones de frío, etc.)
Actividad PK Mixta, donde se producen varios fenómenos (es lo más habitual), bien en cadena o bien al unísono.
Quisiera dejar claro que no es la primera vez que tenemos conocimiento de casos de personas (sobre todo jóvenes) que realizando sin conocimientos previos, prácticas llamadas «paranormales» (como la ouija, psicografía y otras) han originado de alguna forma una fenomenología de parafísica espontánea recurrente. Esto nos deja entrever con más claridad lo que comentamos anteriormente sobre el papel de una persona que funciona como «médium».
Seguidamente he considerado realizar un desglose de la actividad psicorrágica por niveles de afectación en los testigos. Veamos:
Nivel 1: Actividad PK Simple: El testigo presta muy poca o ninguna atención al suceso. La actividad es pasajera y de muy corta duración.
Nivel 2: Actividad PK Simple o Mixta. El testigo se ve afectado emocionalmente por el fenómeno. Pueden suceder desencadenantes de fenomenología mayor. El fenómeno no es agresivo ni molesto en el ámbito físico. Fenómenos dinámicos y otros.
Nivel 3: Actividad PK Mixta. El testigo sufre emocional, física y psicológicamente. Pueden quedar restos traumáticos tras el fenómeno. El fenómeno se muestra agresivo con los objetos y levemente con el testigo. Abundante fenomenología dinámica.
Nivel 4: Actividad PK Mixta. El fenómeno toma posesión del entorno y del testigo. Se muestra agresivo con los objetos y personas.
No estamos pues ante cualquier pequeño asunto. Cuando una actividad parafísica de este tipo se hace regular durante cierto tiempo, la investigación debe llevarnos más allá de la clarificación o ayuda para futuros estudios centralizados.
NAHUALES
El Naoalli propiamente se llama brujo que de noche espanta a los hombres y chupa y los niños. Al que es curioso de este oficio, bien se le entiende cualquiera cosa de hechizos, y para usar de ellos es astuto, aprovecha y no daña. El que es maléfico y pestífero de este oficio, hace daño á los cuerpos con los dichos hechizos, saca de juicio y ahoga, es envayador ó encantador.
-(Sahagún, libro X, cap. IX)-
El brujo en México se nacionalizó con el nombre de nahual. La imaginación popular lo representaba bajo figuras espantosas y extravagantes… Se dice que era un indio viejo transformado en animal por los años, un anciano de ojos escoriados y sin pestañas, de rostro despellejado, dientes blanquísimos, sonrisa diabólica, grandes uñas y cubierto de plumas (la gente vulgar afirmaba que le salían en lugar de cabello).
Los nahuales se transforman en serpiente, lobos o coyotes, se esconden en matorrales o en la espesura del bosque para acometer a sus víctimas… Atacan a los viajeros solitarios, cuando se distrae, se ve asaltado por una bestia que lo hiere y es despedazado sin piedad. Si se es enemigo de éstos, nunca se saldrá librado. El nahual deposita en ellos un tiesto una angulosa y cortante guija debajo de la piel de su adversario, nadie lo percibe cuando actúa. La guija o tiesto se transformará en una dolorosa llaga incurable y eterna.
El nahual dirige miradas terribles y espantosas a quien desea hacer el daño, en seguida, se dirige en el suelo o en un muro delinea los perfiles del rostro de su víctima y en el lugar correspondiente a las sienes fija una espina, en el mismo instante, la persona sentirá un intenso dolor en la cabeza, éste no desaparecerá a no ser que el brujo lo extraiga por conjuros y ensalmos.
LOS NAHUALES
OAXACA
Un hombre se casó como se casan todos los hombres del mundo: enamorado. El inicio de su vida marital no fue diferente al de los demás. Él pensaba que la monotonía en la comida era debido a la inexperiencia de la novia. Pero comer moronga todos los días es algo que aburre hasta al más romántico y dedicado esposo. Este platillo lo comía frito, en tacos, en mole, hervido, sazonado, con hierbas. Era tal la cantidad y la continuidad del alimento aunado a una pesadez y cansancio en las noches, en contraste con la evidente somnolencia de su mujer en el día, que una sospecha tomó forma en su cabeza. Al caer la tarde su mujer le daba un té para la buena digestión, según decía. Dejó de tomarlo. Tirándolo en una maceta pudo descubrir que por las noches su esposa se levantaba a hurtadillas para salir de la casa. Empezó a afirmar su sospecha: su esposa era bruja.
Una noche, decidió seguirla. Fingió dormir profundamente debido a la poción. Ella se levantó sigilosa, se vistió y salió de casa para encontrarse con sus compañeros brujos. Se internaron en el monte, bromeando pensándose solos. El esposo los perseguía a prudente distancia. Llegaron a un sitio que de seguro habían visitado antes. El sorprendido hombre vio cómo se transformaron en animales. Se quitaron las cabezas disponiéndolas en fila y se fueron a molestar gente y a quitarles la sangre. Descubrió cómo conseguía el menú que cotidianamente estaba servido en su mesa. Aprovechó para cambiar la cabeza de su esposa por la de un hombre barbado y se fue a dormir. Al amanecer regresaron los hechiceros se pusieron sus cabezas a tientas, con prisa. Ante la llegada del sol se fueron corriendo.
A la mañana siguiente, el esposo la despertó con un espejo en la mano, le pidió verse, cuando lo hizo, miró la cara de su compañero de correrías y sintió vergüenza. Trató de hablar con su marido pero al resonar la voz grave de un hombre que trata de dar explicaciones con artilugios femeninos fue tal la conmoción que murió repentinamente.
Ahora el muchacho es viudo y espera casarse pronto con otra mujer. Aunque hay veces en que extraña el guisado de moronga. Nadie como su difunta para prepararla.
Licantropos
LA OUIJA
STONEHENGE, SE DEVELA EL MISTERIO???
Los expertos hallaron en Durrington Walls, muy cerca de donde se encuentra Stonehenge, en Salisbury, una serie de viviendas del período Neolítico.
Se desterraron sólo ocho viviendas, aunque se estima que habría un centenar. Cada una de ellas mide 5 metros cuadrado y está construida enteramente de madera, con pisos de piedra.
Los arqueólogos creen que probablemente este asentamiento no estaba habitado durante todo el año, sino que formaba parte del complejo Stonehenge y era usado en los ritos funerarios. Era entonces cuando los pobladores del neolítico llegaban de todos los rincones de la región para celebrar el solsticio de invierno, en el que tenían lugar banquetes pantagruélicos.
El sitio data de entre 2.600 y 2.500 AC, el mismo período en que fue construido Stonehenge. «En lo que en algún momento fueron casas, hemos hallado los restos de pisos, camas y muebles de madera», declaró el arqueólogo Mike Parker Pearson, de la Universidad de Sheffield y que participó de las excavaciones.
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Nota: Pedro Ávila Rubio
Fuente: http://www.peru.com
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Gárgolas: guardianes frente al mal
Se asoman desafiantes en las cornisas de las grandes catedrales góticas. Monstruos infernales, imágenes grotescas, muecas burlonas o animales dantescos. Cualquier representación es buena si consigue su objetivo: custodiar el recinto sagrado de los embates del Maligno. Son las defensoras pétreas, depositarias del encargo divino… Son las gárgolas.
La Leyenda que las formó
Refiere la tradición oral francesa la existencia de un dragón llamado La Gargouille, descrito como un ser con cuello largo y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas membranosas, que vivía en una cueva próxima al río Sena.
La Gargouille se caracterizaba por sus malos modales: tragaba barcos, destruía todo aquello que se interponía en la trayectoria de su fiero aliento, y escupía demasiada agua, tanta que ocasionaba todo tipo de inundaciones.
Los habitantes del cercano Rouen intentaban aplacar sus accesos de mal humor con una ofrenda humana anual consistente en un criminal que pagaba así sus culpas, si bien el dragón prefería doncellas.
En el año 600 el sacerdote cristiano Romanus llegó a Rouen dispuesto a pactar con el dragón si los ciudadanos de esta localidad aceptaban ser bautizados y construían una iglesia dedicada al culto católico.
Equipado con el convicto anual y los atributos necesarios para un exorcismo –campana, libro, vela y cruz–, Romanus dominó al dragón con la sola señal de la cruz, transformándolo en una bestia dócil que consintió ser trasladada a la ciudad, atado con una simple cuerda.
La Gargouille fue quemado en la hoguera, excepción hecha de su boca y cuello que, acostumbrados al tórrido aliento de la fiera, se resistían a arder, en vista de lo cual, se decidió montarlos sobre el ayuntamiento, como recordatorio de los malos momentos que había hecho pasar a los habitantes del lugar.
Sumideros Sagrados
Esta curiosa leyenda, más encantadora que real, viene a explicar el origen de la palabra gárgola como sinónimo de escupir agua con facilidad, intención primigenia de las esculturas ubicadas en las cornisas de iglesias y catedrales medievales.
El concepto de una proyección decorativa a través de la cual el agua se expulsase del edificio era conocido desde la antigüedad, siendo utilizado por egipcios, griegos, etruscos y romanos.
Mientras que los griegos tenían especial querencia por las cabezas de león, fueron los romanos los que utilizaron estos canalones decorativos con abundancia, tal y como lo demuestran los ejemplares de la ciudad de Pompeya, conservados intactos hasta la actualidad merced a la capa de lava que los cubrió durante la erupción del Vesubio, en el primer siglo de Nuestra Era.
Durante la Edad Media, las gárgolas se utilizaron como desagües y sumideros a través de los cuales se expulsaba el agua de la lluvia, evitando que cayera por las paredes y erosionase la piedra.
Es esta la utilidad a la que se refieren todos los idiomas europeos, cuando idearon palabras para designar estos apéndices arquitectónicos: el italiano gronda sporgente, frase muy precisa, arquitectónicamente hablando, que significa «canalón saliente»; el alemán wasserspeider, que describe lo que una gárgola puede hacer, esto es, escupir agua; el español gárgola y el francés gargouille, que derivan del latín gargula, garganta; o el inglés gargoyle, derivado de los dos anteriores.
Las primeras gárgolas aparecen a comienzos del siglo XII. Es en la época del gótico, concretamente durante el siglo XIII, cuando se transforman en el sistema predilecto de drenaje, si bien no todas ellas tenían esta utilidad.
Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon, seguidas de las que pueblan Notre-Dame de París.
Un arte terrorífico
Es raro encontrar una gárgola sola. Generalmente suelen estar agrupadas en hileras, sobre los altos de iglesias y catedrales, a modo de una sociedad de gente de piedra.
Las gárgolas del primer gótico apenas si estaban elaboradas, pero según fueron proliferando, el diseño se fue haciendo cada vez más elaborado, transformándose en auténticas obras de arte. El rasgo distintivo de sus expresiones es que nunca eran bellas sino intencionadamente horribles, grotescas o irónicas.
En general, el gótico se caracteriza por ser más realista que el románico, con la excepción de las gárgolas, que parecen perpetuar la fascinación, típicamente románica, por las criaturas grotescas y monstruosas.
Desde finales del siglo XIII las gárgolas se hicieron más complicadas, abandonándose la representación de animales, que fueron reemplazados por figuras humanas. Aumentaron su tamaño y se transformaron en figuras más exageradas y caricaturizadas.
Las connotaciones demoníacas se abandonaron en el siglo XV, cuando se extremaron las poses y expresiones faciales, perdiendo sus significados religiosos y haciéndose más cómicas.
Las gárgolas eran algo más que una decoración funcional, si bien su significado profundo permanece aún sin determinar. Entre las numerosas que pueblan los edificios medievales no se han podido encontrar dos iguales, demostración de la extraordinaria imaginación de sus constructores.
La documentación contemporánea a su elaboración ofrece muy poca ayuda en la resolución del enigma sobre su significado derivado, en gran medida, de la costumbre medieval por crear ambigüedad, lo que provoca y permite múltiples sentidos.
La gran variedad, tanto en formas como en significados, va en contra del uso típicamente medieval, esto es, educativo; si se quería enseñar es evidente que debía entenderse el mensaje transmitido a través de las gárgolas. Es por ello que encontramos gárgolas no sólo en iglesias y catedrales, sino también en edificios seculares y casas privadas.
Guardianes de la Fe
Son muchas las explicaciones que se han intentado buscar, a lo largo de los siglos, para explicar el significado oculto de las gárgolas. Se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas.
En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores.
De todas las explicaciones posibles, la más aceptada es aquella que nos habla de ellas como guardianes de la Iglesia, signos mágicos que mantienen alejado al diablo. Esta interpretación puede explicar el porqué de tan diabólicos y espantosos aspectos y su ubicación fuera del recinto sagrado.
Esta línea argumental es la seguida por Richard de Fournival, Obispo de Amiens en el siglo XIII, y autor de Roman d’Ablandane, donde cuenta cómo el maestro cantero Flocars hizo dos gárgolas de cobre, que situó en la puerta de entrada a la ciudad de Amiens, con la intención de que evaluaran las pretensiones de todo aquel que quisiera entrar en ella.
Si el individuo era malévolo, las gárgolas escupían un veneno sobre él que lo mataba; por el contrario, si era una buena persona, los guardianes se encargaban de escupir oro y plata.
Señales Demoníacas
Entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a las gárgolas destacan aquellas que las asimilan a representaciones del demonio, tan presente en el imaginario colectivo medieval, que recuerda al cristiano la necesidad de seguir los preceptos religiosos si quiere escapar del infierno.
Así, muchas de las llamadas gárgolas grotescas parecen representar a dragones, diablos y demonios, símbolos del mal para el cristiano de la Edad Media.
El dragón fue el animal fantástico más reproducido por el arte medieval. La palabra dragón deriva del sánscrito dric, que significa «mirar», en referencia a la capacidad de este animal para destruir con sus ojos.
Mientras que otros, como el león, podían alternar su carácter maléfico y benéfico, según la representación que se considerase, el dragón siempre ha significado, dentro del arte occidental, maldad y destrucción. De esta forma, muchas veces se ha representado al diablo como un dragón.
Aunque el arte medieval no predeterminó una representación fija del dragón, sí puede observarse en todos ellos la existencia de alas semejantes a las de un murciélago, animal asociado a la oscuridad y el caos. Alas que, probablemente, indican el origen angélico del demonio.
Como es de sobra conocido, antes que Lucifer se revelase y fuera expulsado del paraíso, era el más bello de todos los ángeles. Pero cuando cayó, toda su belleza se transformó en fealdad, cambiando su nombre por el de Satán, que significa «adversario u oponente».
Si uno es el diablo, Satán, muchos son los demonios, espíritus maléficos servidores del ángel caído. Su representación en la iconografía medieval recoge todo lo que de repugnante y desagradable tenía la naturaleza: si Dios era el Creador de todas las cosas bellas, su oponente, Satán, sólo podía representar lo feo, sórdido y despreciable.
Ciertas gárgolas muestran estas características, sólo atribuibles al demonio y sus servidores. Si bien la apariencia externa es humana, hay numerosos signos demoníacos: los cuernos, las orejas animales puntiagudas, los colmillos, las barbas, las alas membranosas, la cola, los pies en forma de patas hendidas y desgarradoras, los cuerpos desprovistos de vello y el semblante amenazador…
Una gárgola con alguna de estas características, sino todas, era inmediatamente asociada al mal, por parte de sus espectadores medievales.
La fisionomía polimórfica de estas gárgolas diabólicas era la expresión perfecta de la habilidad del demonio para transformarse, para presentarse ante el cristiano desprevenido bajo diversos disfraces.
Fuente de Información: Revista Enigmas
Autor: Mar Rey Bueno
Fuente: http://www.escalofrio.com/n/Misterios/Las_Gargolas/Las_Gargolas.php
El Callejón del Diablo
Hasta hace algunos años existía, a corta distancia de lo que hoy es el centro de la ciudad, una estrecha callejuela conocida con el nombre de Callejón del Diablo. La citada vía, que empezaba en el descampado de San Martín y desembocaba en la Zanja, consistía en un pasadizo sombrío bordeado de árboles frondosos y atravesaba un paraje solitario en el que, a modo de vivienda, se descubría una casucha paupérrima habitada por un tísico. Como se comprende, ya sea por el enfermo, por el nombre del callejón o quizá por su lobreguez, el hecho es que poca gente se aventuraba de día por esa ruta; y quien la utilizaba, procuraba salvar su recorrido apresuradamente. Naturalmente, de noche únicamente los temerarios se atrevían a cruzar la tal callejuela; teniendo para ello que valerse de todos sus sentidos, pues después del ocaso reinaba allí una profunda obscuridad.
Y viene el cuento. En cierta ocasión, uno de aquellos bravos que son capaces de tragarse el propio diablo volvía a casa, luego de una sabrosa plática con sus compañeros de la ritual tertulia nocturna. Se internó en el callejón y, hallándose casi a mitad del camino, acertó a vislumbrar una figura que se apoyaba en el tronco de uno de los árboles mencionados. Tuvo un ligero sobresalto, per inmediatamente se recuperó y mustió para sus adentros: -¿Con que forajidos a mí, eh? ¡Ahora verás!-. Y empuñando las manos, se dirigió resueltamente hace el sujeto. Ya se encontraba a unos metros del individuo cuando, de pronto, se iluminó la escena y surgió ante los ojos del valiente un ser horrendo que reía malignamente. El noctámbulo sintió que la tierra se hundía bajo sus plantas; pero, acicateado por su instinto de conservación, en lugar de desmayarse se puso pies en polvorosa, logrando así evadirse de una segura desgracia.
La noticia de que el callejón de marras se aparecía el demonio cundió entre la población y, a consecuencia del incidente ocurrido al trasnochador de la historia, se propaló que otras personas ya habían sido asustadas por el monstruoso espectro. Y, si regularmente el callejón era escasamente transitado en las noches, al comprobarse que Lucifer se había establecido en él, ya nadie osaba ni por equivocación usar este camino después de ocultarse el sol.
Y, como sucede siempre que se trata de las calamidades públicas, alguien ducho en cuestiones diabólicas aconsejó que, para evitar que el diablo comenzara a incursionar fuera de su reducto y se abatiese sobre la comunidad quién sabe con qué malditos fines, se depositaran diariamente bajo el árbol infernal algunas ofrendas, de preferencia joyas y monedas de oro. Y así se hizo. Lo curioso del caso es que los supersticiosos que todas las mañanas iban a dejar obsequios a Satán, observaban que los del día anterior se habían esfumado, lo que les afirmaba en su convicción de que el diablo se complacía con los regalos que el pueblo le brindaba.
Pero el misterio llegó a oídos de dos fornidos pescadores sanfrancisqueños, que ya se las habían visto en sus correrías marinas hasta con basiliscos, de manera que estaban curados de espanto. Y dialogaron así los lobos de mar: -¿Qué te parece lo del diablo de San Martín?
-A mi me parece que hay gato encerrado, y que el diablo ése tiene costumbres de ratero. Y tengo para mí que, como buenos hijos de Dios, si hay algo que no debemos permitir es el robo a sus ovejas, aunque el ladrón sea el mismo Belcebú
-¿Crees que podamos hacer algo?-, preguntó el primero; -Sospecho que sí-, contestó filosóficamente el interpelado.
Esa vez, al filo de la medianoche, dos siluetas penetraron resueltamente en el pavoroso callejón. Y, como es de rigor, el presunto diablo esperaba pacientemente apoyado en su árbol para infundir el terror del más allá al desprevenido transeúnte que se arriesgase a ingresar en aquellos dominios del infierno. Ya estaba el padre de las tinieblas listo para encender su cartucho de azufre y mostrarse a los que se aproximaban cuando súbitamente, a la luz de una antorcha nacida de la nada, vio emerger la imagen peluda, armada de negros cuernos y larga cola, del auténtico Satanás. No se reponía todavía de la sorpresa cuando experimento en las posaderas la mordedura de un fuego que le quemaba las entrañas, y que no era más que un tizón al rojo vivo que diestramente acababa de aplicarle en esa región uno de los pescadores; pues ya supondrá el lector que los sanfrancisqueños eran los autores del contraataque diabluno. Presa de un pánico indescriptible, el cavernícola sólo atinó a decir: -¡Jesús, el diablo quiere llevarme!-; y, profiriendo aullidos demoníacos, emprendió velocísima carrera, comparados con la cual los récords olímpicos no son sino juegos de niños.
A la noche siguiente, los pescadores se apostaron en el callejón, y, aunque montaron guardia hasta el alba, el diablo no apareció por ningún lado. Sin embargo, al poco tiempo de la vergonzosa retirada del adversario, se averiguó que un prominente personaje de la localidad se debatía entre la vida y la muerte a causa de una extraña y repentina enfermedad que, en forma de llagas, se le manifestó en los glúteos, aparentemente producidas por quemaduras profundas. El individuo sanó porque, según opinión del vulgo, se arrepintió de sus culpas y donó a una institución par pobres un lote de joyas, entre las cuales muchos creyeron reconocer las que ofrecieron al diablo junto al árbol.
Así fue ahuyentado el Angel Malo de su madriguera de San Martín. Y solamente quedó como recuerdo de los sucesos acaecidos el sugestivo nombre de Callejón del Diablo con que se designó durante largos años al siniestro recoveco antes de que, con el avance de la urbanización, desapareciera definitivamente de la red de vías pintorescas de la ciudad.
Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS
Folklore Campechano
Autor: Guillermo González Galera
Editado por el Depto. de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma del Sudeste
Septiembre de 1977
El Espectro de la Puerta de Tierra
-Déme otro atolito, mamá Rita, pero bien caliente; ¿usted quiere otro compa?.
-Si compadre; y póngale bastante canelita, mamita, que así me gusta más.
Este diálogo tenía lugar frente a la Puerta de Tierra, bajo el portal que existe en esa barriada. Mamá Rita era una viejecirta que, durante años, había vendido atole, tamales y demás antojitos a los parroquianos que frecuentaban el sitio, centro del movimiento comercial de la ciudad, que constituía una de las entradas y salidas hacia el interior. El portal estaba acondicionado como mesón rústico, y sus mesas casi siempre las ocupaban viajeros, negociantes y personas que disfrutaban contemplando la actividad que allí se desplegaba.
A la hora en que conversaban los actores de esta historia, alrededor de la media noche, escasos clientes había en el mesón y ya no se veían transeúntes en la calle. El vigilante cabeceaba sentado sobre un madero adosado al portalón, y a la luz vacilante de los mecheros se adivinaba el perfil de la muralla. Los trasnochadores de marras, estimulados con el calor del atole e incitados por la soledad reinante, derivaron en su plática al las consejas de ultratumba
¿Ya estará por llegar el volán de Hampolol?
-¿Por qué pregunta, compadre?
-Le diré compa. Es que me acuerdo de que, cuando yo hacía viajes por esos pueblos, una vez me pasó algo que, nada más de pensarlo, me pone la carne de gallina
-A ver, a ver, compadre, cuénteme, cuénteme.
-Pues si, compa, de esto ya hace algunos años. Más o menos como ahora, venía yo de Bolonchenticul por el camino que usted seguramente conoce, con más piedras que el pellejo de un atacado de viruelas. Por suerte no era época de lluvias, porque de haber sido así no estaría yo contándoselo.
–¡Siga, siga, compadre, que se pone interesante!
-Pues, como le decía, venía por el bendito camino, cuando de repente veo adelante, como a unas cincuenta varas, una lucecita. Aunque yo no soy miedoso, como usted sabe, compa, me preparé por si se trataba de un salteador. Pero, mientras me acercaba, empecé a sentir que me temblaban las piernas. Yo no soy supersticioso, compa; pero como uno oye tantas cosas, pues pensé, a lo mejor es un espanto; porque dicen que así se tiembla cuando se aparece un alma. De todas maneras armándome de valor seguí por el mismo camino, pues no había otro, hasta que llegué a la lucecita. Y no lo va usted a creer, compa; había un hombre todo vestido de negro, acurrucado junto a la lucecita, al que yo no podía distinguir desde lejos; y, al querer bajarme para ver en que podía ayudarlo, él alzó la vista y………
-¿Qué pasa, compadre? ¿Se te olvidó el cuento?
Antes de contestar, el compadre se tomó el resto de su atole ya frío, y dijo:
-¡Otro atolito, mamá Rita, para que yo me calme!
Pero la vendedora ya se había retirado a descansar de modo que el compadre tuvo que prescindir del paliativo del atole, y prosiguió:
-¡Qué va compadre! ¡Si eso no se puede olvidar! ¡Y aquí viene lo mejor! Alzó la cabeza para mirarme, y haga usted de cuenta, compa, las brasas de un fogón, así eran sus ojos, que echaban chispas. Enseguida comprendí; ¡Era el demonio, compa! Los caballos se pusieron a relinchar y yo, muerto de susto, no me podía mover! Solamente pude decir: ¡Jesucristo! ¡Y vi cómo el Malo retrocedió tapándose la cara, como si alguien lo estuviese golpeando! Entonces, reaccionando, azucé a las bestias, que emprendieron una loca carrera. Pero felizmente, llegamos al próximo poblado sin novedad. Y ése es el cuento, compa; por eso preguntaba yo si habrá entrado el volán de Uayamón, no sea que al carretero le paso lo que a mí en Bolonchenticul.
-Pues, mire, compadre, ahora yo le voy a contar lo que mi me sucedió. Y conste que es la primera vez que lo voy a decir.
Entretanto, los conversadores se habían quedado solos en el mesón del portal, y en la calle desierta únicamente se veían las sombras de la muralla alargándose sobre el suelo al resplandor de los hachones colgados de la Puerta de Tierra.
-Ahí le va el cuento, compadre. Como usted sabe, mi mamacita, que en paz repose, murió hace ya varios años. Y usted sabe también que Dios no nos mandó hijos; así que en la casa de usted no vivimos más que mi mujer y un servidor. Una noche, faltando poco para el cabo de año de la difunta, fui despertado por alguien que me llamaba. Sacudí a Eduviges, que estaba profundamente dormida, para preguntarle si ella me llamó; pero su respuesta, con perdón de la palabra, fue un insulto, que no quiero repetir, y siguió durmiendo. Cuando ya volvía yo a mi sueño, oí de nuevo que me llamaban. Me senté en la hamaca sorprendido, y miré hacia el rincón de donde salía la voz. ¡Y le juro por Dios, compadre, que allí estaba mi madre! Ya se imaginará usted que me quedé más mudo que una pared titiritando como un perro empapado. Se dirigió el fantasma a donde yo me encontraba, y me dijo: Hijo, siento asustarte, pero no te voy a causar daño, únicamente deseo que no olvides ofrecerme tres misas por mi cabo de año, aunque a tu mujer no le agrade. Y te prometo que ya no me volverás a ver. Y se esfumó. Al día siguiente puse a Eduviges al corriente de lo ocurrido, pero se rió y me dijo cuatro frescas. Y no se celebraron las misas que pidió mi mamacita.
-¿Y que pasó después, compa?
El compadre hablaba tenuemente, y de reojo observaba la calle quieta y obscura.
-Pues esto fue lo que pasó. Que una noche Eduviges me despertó con gritos y, señalando al rincón, tartamudeaba: ¡Allí, allí! Y, efectivamente, era otra vez la difunta.
Dominándome, le pregunté qué quería y ella me recordó que no me había ocupado de sus misas. Y regresó al otro mundo. Como pude, tranquilicé a Eduviges, que cayó presa de un acceso nervioso, y, luego de una semana de fiebre y convalecencia, fue ella quien me rogó que la llevara a la iglesia para solicitar las misas en sufragio del alma de mi mamacita. Y nunca más he vuelto a verla en el rincón de la casa.
Por un instante los dos compadres callaron, pensativos. Y no era que temiesen a lo desconocido; pero no intentaban levantarse de sus sillas. Con aprensión atisbaban hacia la calle que conducía a la Puerta de Mar, oscura como una boca de lobo. De pronto, los alertó un ruido que provenía del lado oriental de la calle de la muralla.
Pusieron atención y oyeron pasos: alguien se acercaba. Y no se equivocaban. Súbitamente surgió ante ellos una figura cadavérica que portaba un féretro sobre sus hombros. Sin percatarse de los trasnochadores, el macabro personaje desfiló frente a ellos, que no salían de su asombro. El enviado del inframundo se deslizó junto al guardia que dormía plácidamente y se perdió rumbo al castillo de San Juan.
-¡Vámonos, compadre, antes de que regrese!
Pero el compadre yacía en el suelo casi desmayado. El compa sacó arrastrado a su amigo de debajo de la mesa y, venciendo su terror, corrieron como venados perseguidos por un cazador.
Una media hora más tarde volvió a pasar por la Puerta de Tierra, ahora de occidente a oriente, el cadáver con su féretro a cuestas. Pero no era ningún fantasma. Simplemente se trataba de Chang, un chino carpintero que había llevado un ataúd de regalo a un compatriota suyo –porque, como sin duda estará informado el lector, los chinos tienen en gran estima un regalo de esa naturaleza-; pero, por supuesto, el conterráneo dormía a tales horas a pierna suelta, y por esa razón Chang se vio obligado a retornar a su carpintería con el fúnebre obsequio.
Pero los compadres ya no visitaron más la Puerta de Tierra, porque no deseaban revivir la experiencia de encontrarse con el espectro que, según ellos, rondaba noche a noche por las calles de la muralla.
FUENTE: LEYENDAS MAYAS
EL EXORCISTA, LA VERDADERA HISTORIA
El reciente caso de una joven exorcizada por Juan Pablo II en el Vaticano ha vuelto a suscitar el interés público por la posesión diabólica. Además, al estreno de la película Poseídos hay que sumar un nuevo montaje del clásico film El Exorcista, basado en un suceso real que vamos a detallarles. La Iglesia, siempre reacia a hablar del diablo, se ve desbordada por los casos de presuntos endemoniados que, en la actualidad, acuden hoy a ella en busca de ayuda. Mientras, sus exorcistas advierten que las prácticas espiritistas, la ouija, los ritos satánicos y los maleficios abren la puerta a este estremecedor fenómeno.
William Peter Blatty, autor de El Exorcista, era un joven estudiante de literatura en la universidad jesuita de Georgetown (estado de Washington, EE UU) cuando, en agosto de 1949, leyó una noticia en el diario The Washington Post: «Un sacerdote libra a un joven de Mount Rainier de las garras del demonio». Veinticinco años después, tras investigar los hechos y cambiar – a petición del padre Bowdern, sacerdote que practicó aquel exorcismo – la identidad del protagonista, por la de una niña, escribió una novela de la que se vendieron trece millones de ejemplares.
Dos años más tarde la convirtió en el guión de la mítica película del mismo nombre. Según Blatty, Bowdern, obligado por el juramento de secreto a no hablar del exorcismo, le dijo únicamente: «Puedo asegurar que el caso en que me vi implicado era auténtico».
El arzobispado local ha eludido en diversas ocasiones la entrega de los documentos oficiales respecto a este caso, «por razones serias y validas» según sus propias palabras, pero nunca ha negado su existencia. Hoy, sin embargo, conocemos todos los detalles gracias a Tomas B. Allen quien, cuarenta años después, consiguió que el padre Halloran – uno de los nueve jesuitas que asistieron a Bowdern – le facilitara un diario del exorcismo. Este escrito fue hallado en 1978, durante las obras del hospital de los hermanos de los pobres de Saint Louis, en una de cuyas habitaciones, clausurada hasta esa fecha, se produjo el exorcismo último y definitivo. Se trata de veintiséis páginas mecanografiadas en las que se recogen los testimonios de 48 personas que asistieron a la víctima y contemplaron de cerca su endiablado estado.
El maligno se manifiesta
Todo empezó con el ruido de un suave goteo en casa de los Mannheim – los nombres son falsos –, en Mount Rainier (estado de Washington). Allí vivía Robbie, un chico de 13 años, con su abuela materna, su madre y su padre. El persistente sonido se inició un sábado por la noche. El niño y su abuela se hallaban solos y realizaron una gira por las habitaciones buscando el origen del ruido. Al entrar en el dormitorio de la anciana, vieron que en un cuadro en el que se representaba a Jesús estaba torcido y se movía como si alguien golpeara la pared tras él. El goteo cesó para dar paso al chirrido de unos arañazos tras la pared, «como si una garra rascara la madera». Los arañazos continuaron oyéndose durante once días. Comenzaban hacia las siete de la tarde y paraban a media noche. Curiosamente, se detuvieron el día en que murió Harriet, una tía espiritista de Robbie, que había enseñado al muchacho a manejar el tablero ouija. A partir de aquel momento, Robbie pasaba horas enteras jugando con la ouija, intentando entrar en contacto con su querida tía difunta.
Fuera ésta o no la causa de la posesión, el hecho es que los fenómenos paranormales comenzaron a producirse a su alrededor sin interrupción. Al irse a dormir oía pasos junto a su cama y, durante el día, objetos y muebles pesados se deslizaban por el aire o se volcaban solos. Sus parientes podían ver girar vertiginosamente las sillas en que Robbie se sentaba. Él insistía en que no era culpa suya. Pero la fenomenología crecía y llegó a un punto de paroxismo la noche en que, para ahuyentar el miedo del chico, su abuela y su madre se acostaron con él. De pronto el colchón levitó y colcha y sábanas – completamente estiradas – se elevaron ante sus ojos como si algo invisible tirara de las esquinas.
La familia consultó a médicos, psiquiatras y psicólogos, que declararon normal a Robbie. También a médiums que diagnosticaron una crisis de adolescente que pasaría a su tiempo. Pero Robbie ya no podía siquiera ir al colegio: su pupitre daba saltos y golpeaba los de los demás niños. Había comenzado a volverse hosco y reservado. Además, durante las noches tenía pesadillas en las que parecía hablar con alguien. Sus padres se dirigieron a un sacerdote luterano llamado Schulze quien, creyendo estar ante un poltergeist, rezó por el muchacho. Pero, tras pasar una noche con él y ser testigo directo de la aterradora fenomenología que rodeaba a Robbie y, sobre todo, al aparecer el 26 de enero sobre el pecho del niño unos arañazos en forma de letra, «como si alguien los hubiera trazado desde dentro con un cuchillo», Schulze comenzó a pensar que un poder maligno había invadido al muchacho.
Es sabido que la posesión demoníaca se manifiesta, progresivamente, de tres formas: infestación (el demonio actúa sobre la materia circundante y produce fenómenos telequinéticos de toda índole); obsesión (atormenta a la víctima sin hacerla perder el conocimiento pero de modo evidente); y posesión (invade el cuerpo de la persona y lo trata como propiedad suya). Para Schulze, Robbie estaba a punto de pasar a la tercera fase, así que recomendó a la familia consultar a un sacerdote católico: «Ellos entienden de estas cosas». Y es que, mientras las iglesias luteranas no conceden ninguna credibilidad teológica a la existencia del demonio, la católica tiene una larga tradición de exorcismos que se remonta a los realizados por Jesús. Además, desde los comienzos de la Cristiandad, cuentan para practicarlos con un ritual que se formalizó en 1614 bajo el nombre de Rituale Romanum.
Que así como los Mannheim se pusieron en contacto con el padre Hughes, párroco de la iglesia católica más cercana. Al principio éste se limitó a darles agua bendita y unos cirios consagrados, remedios infalibles contra el demonio. Pero la botella con agua bendita explotó al entrar en el dormitorio de Robbie y las velas, al ser prendidas, lanzaron tales llamas que casi incendiaron la casa. Entonces Hughes decidió visitar al chico. Al parecer, Robbie estaba en la cama, en estado de trance, y le recibió diciéndole en latín: «Oh, sacerdote de Cristo, sabes que soy un demonio. ¿Por qué me molestas?».
Precisamente, según el Rituale Romanum, la capacidad de hablar o entender una lengua extranjera desconocida anteriormente por la persona es una de las características de la posesión, sobre todo si va unida a la exhibición de una fuerza sobrehumana, el conocimiento de hechos ocultos o futuros y una profunda aversión hacia lo sagrado que se manifiesta incluso hacia las medallas, cruces o reliquias ocultas. Así que Hughes – tal y como indica el ritual – solicitó permiso para practicar un exorcismo al arzobispo de Washington, O’Boyle, quien, incomprensiblemente, se lo concedió.
Y es que en el Rituale se dice expresamente que «el sacerdote designado para hacer un exorcismo, además de distinguirse por su piedad, prudencia y vida íntegra, debe ser inmune a cualquier ansia de engrandecimiento personal y no confiar en su poder sino en el divino, así como de edad madura y reverenciado no sólo por su cargo sino por sus cualidades morales». Características todas ellas que Hughes, a sus 29 años de edad, no había tenido tiempo de reunir. Tampoco siguió el joven párroco otra instrucción del ritual, a saber: «Recurrir a un estudio profundo del asunto (…) examinando los autores aprobados y los casos producidos». Quizá por todo ello, aunque realizó una confesión general, ofreció misa y oraciones especiales e incluso ayunó, el exorcismo resultó trágico.
A finales de febrero, Robbie fue ingresado en el Georgetown Hospital, dirigido por jesuitas y atendido por monjas que guardaron el más absoluto secreto. Fue atado con correas a una cama y permaneció tumbado con los ojos cerrados, aparentemente tranquilo. Al entrar Hughes en la habitación, tocado con birrete negro, estola púrpura al cuello y con un reluciente aspersor de agua bendita, Robbie «despertó» y con voz perentoria le ordenó quitarse la cruz que llevaba oculta. Asimismo se dice que empezó a proferir juramentos en lengua semítica y aramea y en su pecho comenzaron a aparecer nuevos arañazos.
Hughes se arrodilló junto a la cama con el ritual en las manos, recitó la Letanía de los Santos en latín y luego el Padre Nuestro con el que comienzan las oraciones propias del exorcismo, pero al decir «Mas líbranos del mal», Robbie logró desasir una de sus manos y aflojar una pieza del somier… La monja y el auxiliar presentes oyeron de pronto un alarido de Hughes… Robbie había rajado el brazo izquierdo del sacerdote desde el hombro hasta la muñeca. Alguien dijo que para cerrar la herida fueron necesarios más de 100 puntos. El exorcismo no prosiguió. Hughes sufrió una crisis nerviosa y abandonó Mount Rainier durante un tiempo.
Jesuitas en acción
Las murmuraciones de los vecinos, la desesperación o el hecho de que el cuerpo de Robbie empezara a actuar como un tablero ouija formando palabras con arañazos, fueron el detonante para que sus padres se trasladaran a St. Louis, donde tenían parientes. Allí, la familia pidió consejo al padre J. Bishop, profesor de teología.
Bishop habló con sus superiores y parece que la comunidad jesuita se hizo cargo del asunto. El 9 de marzo, éste visitó por primera vez a los Mannheim. Les interrogó sobre lo sucedido y realizó aspersiones con agua bendita por toda la casa. Especialmente en el dormitorio de Robbie, donde además practicó un exorcismo simple y colocó una reliquia de Santa Margarita sobre la almohada. Todo fue inútil. La reliquia salió disparada y rompió un espejo y el propio Bishop presenció el frenético movimiento de la cama de Robbie y los arañazos que aparecieron en su cuerpo. Al día siguiente habló con el padre William S. Bowdern, jesuita de 52 años, responsable de la iglesia de San Javier y considerado como un hombre santo por quienes le conocían. Por indicación del arzobispo Ritter, habría de ser Bowdern quien llevara a cabo el exorcismo.
El 10 de marzo por la noche, Bishop y Bowdern hablaron con Robbie y rezaron el rosario con él. El niño parecía tranquilo, pero en cuanto le dejaron solo en su habitación volvió a gritar pidiendo ayuda. Poco después mostraba dos arañazos en forma de cruz en sus antebrazos, algo que no dejó de extrañar a los jesuitas que en secreto habían llevado una reliquia del antebrazo de san Javier. Los sacerdotes calmaron a Robbie y le bendijeron. Pero, en cuanto le abandonaron, Robbie sufrió una gran crisis durante la cual una librería de 25 kilos se movió sola colocándose ante la puerta de su dormitorio. Su madre logró introducirse por una rendija en la habitación a tiempo para ver cómo el crucifijo y las reliquias que los sacerdotes le habían puesto se deslizaban solos por su cuerpo hasta quedar a los pies de la cama. Los muebles habían cambiado de sitio por sí mismos, el niño se retorcía de dolor debido a los arañazos y las sacudidas del colchón eran frenéticas.
Tras haber ayunado, celebrado misa y hecho su confesión general, el 16 de marzo por la noche, Bowdern inició el exorcismo que habría de prolongarse en sucesivas sesiones hasta el 18 de abril. Comenzó pidiendo al niño que hiciera un examen de conciencia. Luego fue en busca de toda la familia y de los otros sacerdotes: Bishop, que habría de escribir el diario, y Halloran, de 26 años, cuya fuerza era necesaria para sujetar al poseso. Tras rociar con agua bendita la cama, que no dejaba de moverse, comenzó a leer las letanías del ritual. Cuando dijo: «Yo te ordeno, espíritu impuro, seas quien seas, junto con todos tus asociados que han tomado posesión de este siervo de Dios, que, por los misterios de la Encarnación, Pasión, Resurrección y Ascensión de nuestro Señor me digas mediante alguna señal tu nombre, el día y la hora de tu partida…», ronchones rojos y arañazos cruzaron la garganta, los muslos, el estómago, la espalda y el rostro de Robbie. En su pecho apareció la palabra hell (infierno), y había sangre suficiente para ser secada con un pañuelo. Sobre el escaso vello púbico del niño también se dibujó la letra X y la palabra go (ir). Bowdern interpretó que el demonio se iría en diez días a través de la orina o los excrementos. En lo primero se equivocó. En lo segundo no. Pues, en cada sesión de exorcismo, salían de Robbie grandes cantidades de orina maloliente.
A partir de ese día, la lucha contra el mal fue ganando la batalla. Durante otra sesión, al preguntar al demonio su nombre, se dibujó con arañazos sobre el pecho de Robbie la palabra spite (rencor). No obstante, durante el día Robbie era un muchacho normal, algo característico de los posesos. Sólo durante los períodos de crisis, que a veces duraban horas y que, salvo en raras ocasiones, se presentaron siempre de noche, parecía ser otra persona. Chillaba, ladraba, reía diabólicamente, insultaba y maldecía al oír las plegarias o el nombre de Jesús. Y, al ir avanzando el exorcismo, comenzó a hablar con una voz profunda, ronca, y a volverse más violento. Gritaba obscenidades a los sacerdotes, les acusaba de terribles actos sexuales y les escupía. Su delgado cuerpo se arqueaba tanto que podía tocarse la cabeza con los dedos de los pies. Cantaba melodías que desconocía. Agitaba los brazos desesperadamente y, en cuanto se veía libre de ataduras, soltaba violentos puñetazos.
La última señal
Robbie era luterano y el padre Bowdern decidió bautizarle para acogerle en el seno de la Iglesia Católica. Además, el bautismo es otra forma de exorcizar. Sin embargo, tras recibir este sacramento, se tornó más agresivo. La voz del demonio salía con más frecuencia durante las crisis, hablaba con más autoridad, y profería más obscenidades. Su rostro adquiría expresiones diabólicas y sus uñas, extraordinariamente largas, arañaban su pecho.
Conforme avanzaba la batalla, a los períodos de crisis se sucedían estados de calma en los que el chico proyectaba un aura siniestra que los exorcistas llaman «el roce de Satanás». En cierta ocasión estuvo cuatro días muy tranquilo, pero era sólo otra treta del maligno que, «a veces, deja al cuerpo libre de molestias para hacer creer que ha sido expulsado», señala el Rituale.
Finalmente, tras pasar por un verdadero calvario, durante el cual estuvo alojado en la rectoría de la Iglesia de San Javier, Robbie regresó en tren a Maryland y volvió de nuevo a Saint Louis. El niño fue ingresado a principios de abril en el hospital de los hermanos de los pobres.
El día 18 de ese mes, el padre Bowdern, consumido por el prolongado ayuno y la vigilia, se enfrentó a la que sería la última batalla. Robbie había comulgado ese día y los hermanos de los pobres habían puesto en su habitación una estatua del arcángel San Miguel venciendo al dragón. Con el último amén del exorcismo la habitación pareció invadida de una calma absoluta y Robbie habló con una nueva voz, clara, autoritaria, rica y profunda: «Satanás, Satanás, soy san Miguel y te ordeno a ti y a los otros espíritus malignos que abandonéis el cuerpo en nombre de Dominus, inmediatamente, ¡ahora, ahora, ahora!». Entonces, durante 7 u 8 minutos, Robbie se debatió entre violentísimas contorsiones. Luego, dijo con calma: «Se ha ido». Miró a los sacerdotes y aseguró sentirse bien. Todos se felicitaron. Todos menos Bowdern, que ya no se fiaba del maligno y esperaba una señal característica del final exitoso del exorcismo. Robbie contó que había visto en sueños como el arcángel se había encarado con el diablo haciéndole retroceder hacia una cueva cerrada con barrotes en cuya entrada estaba la palabra spite. Cuando los demonios desaparecieron, notó como si algo tirara de su estómago. Luego se sintió relajado y feliz como no lo había estado desde el 15 de enero. A la mañana siguiente comulgó en la capilla del hospital. Por la tarde durmió una larga siesta. Cuando despertó parecía no recordar nada de su penosa experiencia. «¿Dónde estoy? ¿Qué ha ocurrido?», preguntó. En esos momentos, una explosión resonó en todo el hospital. Era la señal que Bowdern esperaba. Cuando Robbie salió del hospital, su habitación fue clausurada con llave. En el cajón de la mesilla permaneció el diario de Bishop hasta ser hallado en 1978.
Poco después de finalizar el exorcismo, durante una misa celebrada por Bowdern en la iglesia de San Francisco Javier, el ábside se iluminó y ante los asombrados jesuitas allí reunidos brilló por un instante la imagen de san Miguel, con una espada llameante en la mano.
La casa donde se iniciaron los hechos fue quemada durante un ejercicio de bomberos. Hoy tan sólo queda el solar, pero nadie quiere comprarlo.
A pesar de las amenazas de muerte prematura que el demonio hizo a los exorcistas, el padre Bowdern murió en 1983 con 86 años y Bishop en 1978 con 72. En cuanto a Robbie, su vida transcurrió con normalidad. Se casó y tuvo dos hijos.
No tuvieron tanta suerte algunas de las personas implicadas en el rodaje del film, William Friedkin, el director, recibió numerosas amenazas por parte de grupos satanistas. Cuatro miembros del equipo murieron en misteriosas circunstancias. La desaparición de objetos – incluidas varias cintas con escenas ya filmadas – era frecuente. En fin, tal cúmulo de desgracias que ha llevado a algunos a sugerir que sobre la película pesa una maldición.
Parapsicología, psiquiatría y posesión
Algunos psiquiatras creen que los «endemoniados» son víctimas de esquizofrenia o personalidad múltiple, ocasionada por abusos sexuales sufridos en la infancia. Otros sugieren que se debe al síndrome de Gilles la Tourette, cuyos afectados maldicen, gruñen y se retuercen de manera incontrolada; aunque este mal es incurable y la posesión, sin embargo, se cura. Por su parte, la doctora Judith L. Rapoport lo achaca al desorden obsesivo compulsivo (OCD).
El padre Martínez Sierra, teólogo y profesor de la Universidad de Comillas (Madrid) ha declarado que «antes de determinar si alguien está poseído o no, hay que desterrar absolutamente una posible enfermedad mental o la existencia de fenómenos parapsicológicos. Por eso, antes de aprobar un exorcismo se exigen informes de psiquiatras y parapsicólogos. Tan sólo si la persona presenta varias de las características señaladas por el ritual (aversión exagerada a lo sagrado, conocimiento de cosas ocultas o de lenguas ignoradas, y fuerza sobrehumana) puede tratarse el caso como una posesión. En cualquier caso, al demonio no le es preciso llegar a ésta para dificultar el reinado de Dios».
Por su parte, el padre Fortea, párroco de la diócesis de Alcalá de Henares (Madrid), esta de acuerdo en que sacerdotes y psiquiatras han de trabajar conjuntamente en casos de supuestos posesos. Aunque, tal y como explica en su tesina, El exorcismo actual, varias razones distinguen claramente al poseso del enfermo mental. «Los posesos son personas absolutamente normales cuando salen de los períodos de crisis, no padecen delirios ni alucinaciones, cosa que no ocurre a los esquizofrénicos. Tampoco puede tratarse de epilépticos, pues los espasmos y agitación que sufren duran más de los 15 minutos que se prolongan estos ataques.
Además, durante la posesión, las convulsiones y crisis de violencia van en aumento, en lugar de disminuir, como ocurre con los enfermos mentales, y simultáneamente a ellas aparece una nueva identidad que razona y contesta coherentemente. En todo caso, no deja de ser curioso que este extraño síndrome demonopático de disociación de la personalidad, con el que numerosas personas acuden a las consultas de los psiquiatras desaparezca para siempre con una oración litúrgica, cuando desde un punto de vista psiquiátrico, con el exorcismo se debería reforzar la sugestión del enfermo. Por supuesto que algunas personas pueden fingir que estan poseídas, pero para desenmascararlos basta decir el fragmento de un discurso de Cicerón en latín; si se agitan frenéticamente, entonces el sacerdote puede enviarlos con tranquilidad al psiquiatra. Es absurdo también – nos explica Fortea – sostener, como hacen algunos, que los posesos liberados por Jesús padecían en realidad enfermedades diversas. «Nunca se utiliza en los Evangelios la palabra posesión como sinónimo de enfermedad. Y además, si Jesús no creía en la posesión, ¿por qué no nos confirmó que estábamos en un error?
Por el contrario, en Lucas 13,32 Jesús mismo se atribuye el poder de expulsar demonios y lo distingue de la virtud de curar enfermos. En realidad Jesús es el Gran Exorcista, y la Era Mesiánica se distingue por que al fin los demonios pueden ser expulsados del Reino de Dios». Ayudante del padre Amorth en Roma, Fortea, para quien «el demonio no tiene cuerpo, tan sólo se manifiesta a través del cuerpo invadido», tuvo la oportunidad de asistir a varios exorcismos. «Lo que ocurre en una posesión es algo más moderado y sorprendente a la vez que lo relatado en la película El Exorcista. No es usual que en un mismo caso se reúna toda la fenomenología que se produjo durante el caso en que se basó el film; normalmente el poseso se limita a blasfemar ante lo sagrado, caer en trance y poner los ojos en blanco, además de agitar los brazos mientras se le dicen las oraciones. Pero puedo asegurar que algo maligno emana de la persona».
Opinión de la Iglesia
El hecho de que Juan Pablo II tuviera que hacer frente, en septiembre de 2000, a una joven endemoniada, ha puesto de actualidad el fenómeno de la posesión diabólica. La Iglesia admite la existencia del diablo y, aunque no es un dogma de fe, también acepta que el maligno tiene poder para poseer a una persona. Así, en el Nuevo Catecismo se lee: «El exorcismo esta dirigido a la expulsión de los demonios o a la liberación de una posesión demoniaca a través de la autoridad espiritual que Cristo confió a su Iglesia». En Italia, la cifra de supuestos posesos debe ser muy elevada, pues la Conferencia Episcopal de este país ha pedido a los párrocos más rigor selectivo a la hora de reclamar exorcismos.
Asimismo, ha decidido imprimir cuanto antes en versión italiana el Rituale Romanum, revisado en 1998 par la Congregación del Culto Divino. En él hay algunas oraciones para rezar en solitario contra el maligno. Por su parte, el padre Gabriele Amorth, con más de 50.000 exorcismos a sus espaldas, ha declarado que «el mundo esta lleno de demonios dispuestos a adueñarse de personas, animales y cosas. Y existen varias vías: el ocultismo, los cultos satánicos y los maleficios». De la misma opinión es el padre Suñer, exorcista durante cuatro años de la diócesis de Barcelona: «Cualquier práctica esotérica puede permitir que el demonio entre en una persona si ésta invoca a Satanás».
Rituale Romanum
Entre las reglas a seguir por el exorcista que se indican en el Rituale Romanum de la Iglesia Católica para expulsar al diablo estan:
Colocar un crucifijo ante la vista del poseso o en sus propias manos. Ponerle reliquias y medallas. Pero no acercarle demasiado la Santa Hostia pues puede maltratarla.
No dialogar nunca con el demonio y ordenarle que se limite a contestar a las preguntas que se le dirijan. No creerle si simula ser un ángel o un difunto.
No dar crédito a lo que vea u oiga que hace o dice el poseso.
Preguntar a la víctima el nombre y número de entes malignos que lo poseen.
Preguntar en que época y por qué o cómo se produjo la posesión, así como el día y hora en que abandonara al poseso.
Exorcizar con autoridad enérgica, insistiendo en las palabras que más hacen sufrir al poseso.
Hacer la señal de la cruz en las zonas del cuerpo donde el poseso acuse alteración.
Rociar con agua bendita el cuerpo del poseso.
Repetir las frases y palabras que más atormenten al demonio.
Deben estar presentes los familiares para que vean cómo reacciona el poseso y le sujeten firmemente. Deben rezar durante la ceremonia y ser rociados por el exorcista con agua bendita.
No hay que dar pábulo a las trampas y engaños que usan los demonios para hacer creer que han abandonado al poseso. En ocasiones incluso les dejan comulgar o les muestran alguna visión beatífica.
Hay que recurrir siempre al ayuno y la oración pues, según dijo Jesús (Mateo 17,20), hay una especie de demonios que no puede ser expulsada más que por la oración y el ayuno.
RELATOS DE BRUJAS
Las brujas que chupan a las personas
Una vez venía yo del ejido, montado en un burro pardo, con unos lazos
nuevos, y cuando me emparejé con unas torres viejas de la hacienda,
pasó chiflando un animal de ésos, una bruja. Entonces me acordé yo de
los lazos nuevos del burro, y que me bajo y se los quito. Porque para
atraparlas se necesita hacer un nudo por cada una de las doce verdades
del mundo, y hay que decirlas primero, y luego, al revés. Y entonces ya
dije todo eso y cuando iba a terminar se oyó un zumbido de algo que
bajaba y un golpe, como si dejaran caer unos petates, y fue que alcancé
a rezar completo y la bruja no llegó hasta donde yo estaba y cayó en los
mezquites.
Otras veces, las brujas lo alcanzan a uno, y como son animales que
andan volando mucho por aquí, la gente les teme, porque si lo alcanzan
a uno, lo tumban y lo chupan y le sacan unos moretones muy grandes,
pero no se siente nada, porque queda uno como desmayado. Una vez
que andaba distraído, con un hermano mío, estábamos aquí cerca, en la
noche, platicando, cuando oímos el ruido. Pero ya la teníamos encima y
ahí quedamos tirados hasta la madrugada. Y las marcas duran bastante
tiempo.
Timoteo Zapata Huerta, 74 años, campesino, Venado,
S. L. P., 25 de julio de 1994.
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Las brujas I
Esto le sucedió a mi familia, yo todavía no nacía. Vivían mis papás en
casa de mi abuelito, en un jacalito cerca de aquí. Ellos tenían una niñita
de unos meses. Entonces pasó, como dicen que pasa donde hay niños
muy pequeños: vienen las brujas por los tres primeros días de cada mes.
Y entonces esos días tienen que velar al niño para que no le pase nada.
Mi papá ya había oído un animal que se arrastraba y que aleteaba, como
un guajolote, pero con alas de petate. Pero no había pasado nada, y, ya
para la tercera noche, a mi papá y a mi mamá los dominó el sueño y se
quedaron dormidos. Y a la mañana vieron que la niñita ya estaba muerta
y tenía sus deditos morados, porque de ahí los chupan las brujas. Por
eso, siempre que hay niños chiquitos, la gente los cuida, cada mes, tres
noches seguidas, para que no lleguen a llevárselos.
Josefina Velázquez, 40 años, campesina, Venado,
S. L. P., 26 de julio de 1994
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Las brujas II
Esto sucedió allá por las minas, en un lugar que le dicen Las Cruces.
Dicen que iban caminando dos hombres y vieron, por allá, una luz, y
que uno dijo: “Mira, allá va una bruja, vamos agarrándola”. Y entonces
se quitaron las fajas y comenzaron a rezar y a echar nudos. Y así iban. Y
después de caminar un rato, ya que estaban como a cien metros de la
luz, uno dijo que ya no podía seguir, y el otro le preguntó: “¿Te sabes las
doce verdades del mundo?” “Sí, dijo el otro, ya bien preocupado”. “Pues
contéstamelas”, le dijo a su amigo. Y así siguieron caminando, pero como
a unos veinte metros después, cayó el que había dicho que ya no podía,
y se apagó la luz. El otro amigo pensó: “Éste ya valió”;7 pero rápido se
acercó y sacó el cuchillo y se lo enterró al animal aquel. Y hundió bien el
puñal y salieron chispas de luz. Entonces el hombre siguió caminando y
seguía soltando nudos, por si había otra. Y, en eso, oyó algo que se movía
atrás y volteó, y era su compañero, que todavía estaba vivo y se había
salvado porque él atacó rápido a la bruja.
Muy seguido se ven las luces de las brujas volando. Y la gente le teme
a pasar por ahí, en la noche, y nunca se meten con ellas, como estos
hombres que por poco y ahí se quedan.
Francisco Cortez, 87 años, campesino, Ejido La
Labor de la Cruz, Municipio Charcas, S. L. P., 27
de julio de 1994.
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La bruja y el nagual
Por aquí, donde está el molino viejo, dicen que es muy peligroso pasar
en las noches que cambian las estaciones, porque quedan todavía las
ánimas de una bruja y un nagual que se pelearon hace mucho tiempo.
En el tiempo que todavía no había ni el molino viejo, sino que era como
un almacén de una hacienda más antigua, cuentan que, una vez, esos
dos animales se pelearon tanto, que la bruja acabó por comerse al nagual.
Y desde entonces, por aquí las brujas hacen más daño, porque uno
no las reconoce, pues se pueden transformar en nagual y en mujer y
nomás se le dejan venir a uno encima y no da tiempo de decir nada.
A mi bisabuelo le sucedió, eso me decía mi abuela, porque ella lo vio.
Su papá iba caminando, y ella había salido a esperarlo a la puerta y lo
vio de lejos que ya venía. Y en eso pasó una señora que lo saludó muy
amable y que siguió caminando, y, de pronto, oyó unos ruidos y vio
cómo su papá, que ya venía, se estaba retorciendo en el piso, como peleando
con algo. Y cuando se quedó tirado, salió corriendo como un
coyote, que es el nagual; pero decía mi abuela que todos eran la misma
bruja. Y ha habido otros casos; por eso hicieron el molino nuevo, porque
nadie quería venir hasta acá al amanecer, cuando todavía está oscuro.
Juana López Murguía, 59 años, molinera, Cedral,
S. L. P., 30 de julio de 1994.
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La Yusca
Unos dicen que era una mujer que se volvió bruja, y otros dicen que no,
que es una bruja, pero que también se aparece como mujer. Pero aquí la
vemos siempre en forma de señora con rebozo. Dicen que un día, al
principio de ella, como era bruja, tenía que hacer unos trabajos volando;
entonces se quitó sus ojos y los escondió en un agujerito que hay en la
pared de afuera de la iglesia. Y ella se puso unos ojos de tenamaste,9
para poder ver bien en la noche. Y cuando volvió de su trabajo, ya no
encontró sus ojos y se quedó con esos que son como ojos de gato. Y por
eso, de día anda por ahí sin poder ver nada: camina con un bordón y
nomás anda tanteando el camino; pero en las noches camina rete bien. Y
siempre va con una canastita para pedir limosna y un rebozo. Y aparece
en todos los velorios, como si viera a los muertos, porque nadie le avisa
que hay muertito, y de repente aparece la Yusca en el velorio y le canta
en persona a los difuntos. Y luego, ya que se va a hacer de día, se va otra
vez. Y nadie le dice nada, yo creo que porque no hace daño.
Enriqueta Rojas Morales, 70 años, La Estancia,
Cedral, S. L. P., 30 de julio de 1994.