Los siete misterios de México

Los siete misterios de México

Por Manuel Carballal
Mundo Misterioso ha recorrido miles de kilómetros, a lo largo y ancho de México, para recopilar infinidad de enigmas y misterios que todavía perviven en las entrañas del país azteca. A medio camino entre el folklore, la superstición, y las fronteras de la ciencia, estos son los principales siete misterios de México…
 
1. Peyote: el misterio nacional
Desde que el antropólogo, y posterior brujo, Carlos Castaneda publicó su Enseñanzas de Don Juan, los conceptos chamán y mexicano se hicieron sinónimos. Castaneda explicaba en sus libros gracias al peyote, un cactus alucinógeno local, y a la pericia del indio yaki don Juan Matus, su percepción de la realidad se alteró iniciaticamente para siempre. A partir de ese instante desde todo el mundo viajaron hasta el país curiosos y estudiosos, en busca del Peyote.
 
Algunos de aquellos primeros viajeros de la conciencia tuvieron la fortuna de encontrarse en su camino con autoridades en la materia, como la bruja Maria Sabina, la sabia de los alucinógenos de Huautla. Huautla es una comunidad en la sierra mazateca del estado de Oaxaca donde María Sabina trabajaba con los hongos alucinógenos, y con el Peyote, para producir estados alterados de conciencia. Y hasta Huautla peregrinaron intelectuales, políticos, antropólogos, estudiantes, etc, en busca del Peyote, y otros alucinógenos chamánicos.
 
Actualmente el Instituto Nacional Indigenista de Huautla, tras comprar un terreno de 120 metros cuadrados, muy cerca de la casa donde vivió María Sabina, prepara la construcción de un Museo de María Sabina, dedicado al Peyote, los hongos alucinógenos y el chamanismo mexica.
 
Poco antes de fallecer, el 22 de noviembre de 1985, María Sabina advirtió de que los nuevos sistemas de cultivo, la contaminación, etc, mermaría la existencia del Peyote y los hongos alucinógenos en los sembrados mexicanos, y también de que muchos charlatanes intentarían aprovecharse de la fama del Peyote para estafar a los turistas. Y así fue. Sin embargo, en algunos lugares todavía se desarrollan rituales ancestrales, normalmente limitados a los mexicas nativos, donde el peyote es el elemento mágico principal.
 
Mundo Misterioso tuvo la oportunidad, impagable, de participar en una toma ritual de peyote, con chamanes mexicanos, durante el transcurso de un Temascal de Guerreros (un ancestral ritual del fuego precolombino). Y a pesar de la extrema dureza física de la experiencia, nosotros también fuimos protagonistas del extraordinario viaje psíquico que genera el «venado azul» (peyote) en el espíritu de quienes lo ingieren durante el transcurso de un ritual. Y podemos certificar que todavía hoy, bien entrado ya el siglo XXI, es posible encontrarse con el «aliado» del que hablaba Castaneda, en las entrañas de algunos bosques mexicanos. Pero el viajero deberá ser prudente y aprender a discernir entre los oportunistas que le aborden en el hotel o en la parada del autobús para venderle semillas de Peyote, o venderle un «ritual iniciático» por un puñado de dólares, y los verdaderos chamanes que conciben el peyote como un aliado espiritual, con el que no se puede comerciar…
 
2. La Llorona… La «Santa Compaña» mexicana
«Consumada la conquista -dicen los cronistas de Indias- y poco más o menos pasada la media noche, principalmente cuando había luna, los habitantes de la gran ciudad de México despertaban espantados al oír, en la calle, tristes gemidos lanzados por una mujer a quien afligía sin duda, honda pena moral o tremendo dolor físico. Las primeras noches, los vecinos contentábanse con persignarse o santiguarse, al oir aquellos lúgubres gemidos que eran, según ellos, de ánima del otro mundo; pero fueron tantos y repetidos y se prolongaron por tanto tiempo, que algunos osados y despreocupados, quisieron cerciorarse con sus propios ojos qué era aquello; y primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, y enseguida atreviéndose a salir por las calles, lograron ver a la que, en el silencio de las obscuras noches o en aquellas en que la luz pálida y transparente de la luna caía como un manto vaporoso sobre las altas torres, los techos y tejados y las calles, lanzaba agudos y tristísimos gemidos».
 
Este es el inicio de una leyenda que se prolonga desde la conquista de México hasta nuestros días. «La Llorona» es un ser espectral, al estilo de la española «Santa Compaña», que vaga por los caminos de todo el país azteca, dejándose ver por algunos vivos que tienen la fortuna de presenciar tan insólita aparición… o infortunio. La aparición de «La Llorona» como otras criaturas espectrales del folclore mexicano ha contribuido enormemente en la particular concepción que los mexicanos tienen de la muerte y del más allá. Y es que la visión de esa mujer espectral causa un profundo pánico e impotencia a todos los que aseguran haberla visto. Mundo Misterioso ha tenido la oportunidad de recoger en diferentes puntos de México testimonios reales, y recientes, de la aparición.
 
Gloria Rosa Pérez, vecina del pueblo de Ameca-Ameca, nos narraba así su escalofriante experiencia:
 
«Cuando tenía 10 añitos, mi abuela y yo asistimos al velatorio de una vecina. Al volver a casa, por el camino del pueblo (Ameca-Ameca) oímos un ruido y la abuela me dijo que me voltease a ver quien venía, y vi a una mujer vestida de blanco, con el pelo suelto, volando sobre el camino. La mujer volaba hacia nosotros pero no llego a alcanzarnos en ningún momento. Al llegar junto a un árbol se detuvo y entonces empezó a gritar. Y de pronto desapareció en el aire…»
 
Otro de los casos contemporáneos de la aparición de «La Llorona», que recopilamos personalmente en México, nos llega de labios de un testigo radicalmente opuesto a Gloria Rosa Pérez. Se trata de la experiencia de Alberto Islas, ex-policía judicial, hombre de clase social y cultural media alta, que nos recibe en su domicilio de la Colonia Miguel Hidalgo, en la periferia del Distrito Federal.
 
«Yo estaba con mi novia, hace ya muchos años, y la había acompañado a casa para despedirnos después de una tarde paseando y, en fin, lo que hacen todos los novios. Ya había anochecido, y yo acababa de dejarla en la puerta de su casa, y entonces la vi. Era una mujer, de unos treinta o cuarenta años. Llevaba un vestido blanco muy holgado, y semitrasparente. Tenía el cabello suelto, y negro como el azabache. Estaba como flotando y de pronto empezó a gritar. Eran unos gritos espeluznantes, unos lamentos de verdad sobrecogedores… y de pronto desapareció en la noche. Como si la hubiesen jalado desde el más allá…»
La tradición de «La Llorona» tiene sus raíces en la mitología de los antiguos mexicanos. Sahagún, en su Historia (libro 1º, Cap. IV), habla de la diosa Cihuacoatl, la cual «aparecía muchas veces como una señora compuesta con unos atavíos como se usan en Palacio; decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire… Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente». Nos encontramos, por tanto, ante un episodio viviente, actualizado y totalmente real para sus protagonistas, del antiquísimo folclore mexica hecho carne… eso si, carne espectral…
 
3. El valle de las luminarias
En mayo de 1607 los españoles fundaban la ciudad del valle de Santiago. Sin embargo aquella región, como todas las del México precolombino, existían mucho antes de la llegada de Hernán Cortés. Y lo que hoy es Santiago, era conocido como Camémbaro, que significa «Pais de las Siete Luminarias». Como explica con detalle J.J. Benítez en Mis enigmas favoritos, el nombre Camémbaro se debe a los 7 volcanes extinguidos (en realidad 13, aunque solo 7 importantes) que se alzan en un margen de 7 kilómetros cuadrados.
En torno a esos siete volcanes, las «siete luminarias», existen todo tipo de misterios. Ya los cronistas de indias mencionaron leyendas como la del «Chan», un monstruo que supuestamente viviría en una de las luminarias, la Alberca, que como las demás ha sustituido la incandescente lava por lagos de aguas profundas. En otros, como el Yuriría, dice la tradición que cambia el color de la aguas poco antes de los terremotos.
 
Benítez recoge en su libro testimonios directos de la aparición del Chan, como Guillermo García Aguilar, José Manuel García Rivera, etc, que nada tienen que envidiar a los relatos sobre el monstruo del lago Ness.
 
Pero tal vez uno de los enigmas más extraordianarios del Valle de las Luminarias es el que acaparó la atención internacional hace veinte años. En dichas fechas varios campesinos del valle, como Óscar Arredondo o José Carmen García, asombraron a la opinión pública con unos frutos y legumbres de colosales dimensiones. Matas de apio de un metro de altura, hojas de acelga de 1,85 m., cebollas de 15 kg. y otros prodigios vegetales, anonadaron a propios y extraños. Sin embargo la presión de las multinacionales hizo que los campesinos del Valle de las Luminarias desapareciesen de los médios de comunicación, y que dejasen de producir aquellos prodigios que podían haber contribuido notablemente a paliar el hambre en el mundo.
 
Ante la curiosidad de investigadores como Benítez, por averiguar el origen de aquella técnica secreta para producir tales legumbres gigantes, algunas voces sugirieron que se trataba de conocimientos legados por seres «no humanos», y relacionados con los ciclos de la astrología aplicados a la agricultura (¿?)
 
Pero es imposible concluir esta breve referencia al valle de las Luminarias sin citar su enigma por excelencia, apuntado ya por Ignacio Ramírez en su libro El Nigromante, a finales del siglo pasado. Y es que los siete volcanes que conforman esa región, vistos desde el aire, resultaron ser una réplica exacta de las siete estrellas de la Osa Mayor… ¿cómo puede existir una réplica en el suelo mexicano de la costelación de El Carro?… ¿Casualidad?
 
4. Volcanes: señales en el cielo y en la tierra
Cuando el visionario español Saulo Sabá se atrevió a profetizar un próximo contacto con extraterrestres, desde el plató del programa Crónicas Marcianas (el de más audiencia en todas las televisiones de España), ubicó ese inminente aterrizaje OVNI en un lugar muy concreto, y no debido al azar: El volcán Popocatepetl.
 
Los volcanes han supuesto siempre un punto de inflexión en la mitología mexica. Un buen ejemplo lo supone el Valle de las Siete Luminarias, al que ya nos hemos referido. En México esos volcanes, rodeados de leyendas, son numerosos. En algunos se realizaban sacrificios humanos, otros eran considerados una puerta incandescente al infierno, y otros el hogar de los dioses del abismo. Pero de todos los volcanes mexicanos dos resultan especialmente importantes desde el punto de vista mistérico: el Ixta y su «pareja» el Popo o Popocatepetl.
 
Según pudo averiguar Mundo Misterioso en el Museo Arqueológico de México D.F., ya Sahagún, en su Historia General de las cosas de la Nueva España (Tomo II, pág. 479 y ss) se refiere al Popocatepetl y al Ixtactepetl, y los misterios que lo rodeaban. Así que también visitamos estos volcanes y recogimos sus leyendas antiguas y contemporáneas.
 
En tiempos de la Conquista, los aztecas contaban una romántica historia sobre el origen de estos volcanes, que nada tiene que envidiar al Romeo y Julieta de Shakespeare.
 
El rey azteca, dice la leyenda, tenía una única hija, Ixta, que se desposará con el mejor de sus guerreros. Y ese resulta ser Popo, quien en plena batalla contra una tribu enemiga de los aztecas es víctima de una conspiración. Los enemigos hacen correr el rumor de que Popo ha muerto en combarte, e Ixta, llevada por la desesperación, se suicida. Cuando Popo regresa a la corte del cacique y descubre la muerte de su amada la traslada a las afueras del pueblo donde también morirá de amor. Los dioses decidieron convertir sus pirámides funerarias en dos volcanes, uno frente al otro, y desde entonces el Popo deja oir sus lamentos, y correr sus lágrimas de lava, para recordar que todavía vela la tumba de su amada Ixta.
 
Leyendas nativas aparte, esta documentado que desde antes de la Conquista se celebraban rituales de sacrificios humanos en ambos volcanes, que eran considerados morada de dioses por los antiguos mexicas. Curiosamente en los últimos cinco años tanto el Ixta, como especialmente el Popocatepetl, han sido objeto de numerosas presencias OVNI. Tanto los observatorios sismológicos, que vigilan atentamente cada sacudida de los volcanes, como los habitantes de los pueblos cercanos a los mismos, afirman escuchar sonidos extraños provenientes del interior, y misteriosas luces sobrevolando los cráteres… Los extraterrestres profetizados por Saulo Sabá no se dejaron ver ante las cámaras de televisión, sin embargo las fotografías de OVNIs sobre el Popocatepetl, como sobre otros volcanes mexicanos, cada vez son más…
 
5. Mayas: ayer y mañana de un enigma
El 11 de agosto del año 2012 será el día en que regresarán los dioses… Esto al menos es lo que aseguran los especialistas que han interpretado los grabados de ciertas estelas mayas, conservadas en emplazamientos arqueológicos de Guatemala y México, que Mundo Misterioso ha podido visitar.
 
Esta profecía es el ariete de muchos nacionalistas aztecas que, en el inicio del siglo XXI, intentan relanzar la cultura, el idioma, y las tradiciones arrebatadas por los españoles tras la conquista de México. Sin embargo ni siquiera los descendientes de aquellos mayas tienen muy claro cual fue el origen de su cultura y, lo que es más inquietante, porqué desapareció su pueblo.
 
Los emplazamientos mayas de la selva del Petén, con Palenque a la cabeza, como los enclaves arqueológicos aztecas, del norte y centro del país, todavía encierran muchos misterios.
 
La arquitectura es uno de ellos. La colosales construcciones piramidales de Teotihuacan, por ejemplo, poco tienen que envidiar a los recintos funerarios egipcios. Mundo Misterioso, por ejemplo, ha tenido la oportunidad de recorrer -en exclusiva- los túneles y galerias subterráneas de algunas de las pirámides mexicanas, cerradas al turismo, descubriendo canales de ventilación (probablemente utilizados con fines rituales) idénticos a las pirámides faraónicas.
 
Pero otro de los aspectos mistéricos de las construcciones mayas son los rituales mágicos que los sacerdotes mayas continúan haciendo en la actualidad. Chamanes como Ricardo «Gorila» Cervantes permitieron a Mundo Misterioso asistir a ceremonias ancestrales, heredadas directamente de los sacerdotes mayas, en los templos subterráneos de algunas tumbas y pirámides mayas, que permanecen vetados a los ojos de los turístas. En este caso el viajero que desee asistir a estos rituales mayas o aztecas, trasmitidos generación tras generación, de unos chamanes a otros, deberá someterse dócilmente a todo tipo de pruebas e «interrogatorios» con los que el sacerdote evaluará si es oportuno o no que el extranjero acceda a tales ritos cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. En los tiempos en que soberanos como Pacal, pisaban el suelo mexicano. Si el resultado del examen es positivo, pasará a engrosar las listas de los que aguardan, pacientemente, al año 2012… el año del regreso de los dioses.
 
6. México: Capital internacional de los OVNIs
Desde que el periodista José Jaime Maussan Flota presentó a los televidentes un documental sobre el contactado suizo Billy Meier, a principios de los noventa, las cosas han cambiado mucho. Aquel episodio de la serie 60 Minutos marcó un antes y un después en la vida de Maussan, y también en la concepción del fenómeno OVNI para los mexicanos. En 1991 Jaime Maussan fundó la empresa Programas de Investigación, y a través de ella produciría, tras el éxito de audiencia sin precedentes en la televisión mexica por el video sobre Meier, un sin fin de documentales sobre el fenómeno OVNI que alcanzaría su momento álgido con el programa Los Vigilantes. Maussan consiguió que miles de mexicanos, seguidores de sus programas televisivos saliesen a las azoteas, a los caminos y a las playas de todo el país, para vigilar los cielos con sus cámaras de video. La consecuencia fue que México se convirtió en el país del mundo con mayor número de avistamientos OVNI reportados… y grabados en video.
 
Sin entrar en polémicas, hasta los detractores de Maussan deben reconocer que él consiguió la mayor sensibilización de un país para con el fenómeno OVNI en toda la historia. Y si por un lado México se convirtió, desde finales de los noventa, en la incuestionable capital mundial de la ufología, gracias a Los Vigilantes, también debemos reconocer a Maussan el haber conseguido exclusivas periodísticas ufológicas sin precedentes. Este periodista mexicano logró quebrar el silencio del contactado Billy Meier, quien le concedió una entrevista exclusiva tras años de alejamiento de la prensa; consiguió entrevistar a astronautas -como Gordon Cooper- que le relataron sus incidentes OVNI en el espacio; consiguió filmar en el Area 51, etc.
 
Por todo ello, y entre defensores y detractores apasionados, Maussan convirtió en México el fenómeno OVNI en algo habitual. Por esa razón desde México nos han llegado casos, como el de Las Lomas, o los citados OVNIs del Popocatepetl, que se han convertido ya en clásicos para toda la ufología internacional. Y por ello también los mexicanos, sin duda la población humana con mayor grado de «cultura ufológica» al margen de matizaciones, han sido los primeros en conocer casos tan controvertidos como el de Jonathan Reed, que se han hecho ya un lugar en los clásicos más polémicos de la ufología internacional, junto a otros affaires como Roswell, Meier, Adamski o UMMO…
 
Ahora los relatos ancestrales sobre los dioses blancos, la serpiente emplumada, los carros voladores de los dioses, e incluso algunas representaciones arqueológicas realmente sugerentes, de dichos «carros voladores», son revisadas desde la optica de la ufología, lo que abre un sinfín de posibilidades a la imaginación.
 
7. Guadalupe: los ojos de un misterio
La inminente canonización del indio Juan Diego, protagonista de la aparición de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac, ha vuelto a generar una encendida polémica en la opinión publica mexicana en torno a los milagros atribuidos a dicha aparición. Según el magisterio católico, la intervención del indígena Juan Diego, beatificado el 6 de mayo de 1990 por Juan Pablo II, habría salvado la vida de un joven de 19 años que había intentado suicidarse en el Distrito Federal. Pero esta no fue la única noticia «milagrosa» relacionada con Guadalupe que el pasado año llegó a la prensa internacional…
 
La tecnología digital también arrojó nuevas claves para comprensión de uno de los fenómenos más sorprendentes de la milagrería mexicana: el misterio de los ojos de la Virgen de Guadalupe. Según declaraba a Mundo Misterioso el ingeniero José Aste Tönsmann, ese mismo año 2001 había viajado al Vaticano para presentar el fruto de sus ultimas reflexiones y estudios, en torno al «milagro de la Virgen de Guadalupe» ante la Santa Sede.
 
El reflejo transmitido por los ojos de la Virgen de Guadalupe es la escena en la que Juan Diego mostraba al obispo fray Juan de Zumárraga y a los presentes en la estancia el manto con la misteriosa imagen. Era el 9 de diciembre de 1931. La técnica que ha utilizado para sus últimos estudios el ingeniero Aste Tönsmann es la del proceso digital de imágenes usado por los satélites y por las sondas espaciales para transmitir informaciones visivas, y que confirman el resultado de análisis ópticos anteriores.
 
En la presentación de sus conclusiones ante el Vaticano, el ingeniero se aventura a ofrecer porqué considera que en los ojos de la Virgen hay un mensaje «escondido» para nuestro tiempo, cuando la tecnología es apta para descubrirlo, y cuando dicho mensaje es más necesario. «Este puede ser el caso de la imagen de la familia en el centro del ojo de la Virgen, en una época en que la familia está bajo un serio ataque en nuestro mundo moderno». Un mensaje, además -opina Tössmann- profundamente antirracista, pues varias etnias se encuentran reflejadas. Reflexión que no deja de ser especialmente oportuna en la época de racismo y xenofobia que vivimos en este principio de milenio.
 
La situación de las estrellas que decoran el mando de la Virgen, además, coinciden con la situación exacta de las constelaciones que eran visibles en el cielo el día de la aparición ante Juan Diego… ¿alguien puede imaginar más enigmas en una misma aparición? 

El misterio de los 3 treces

El misterio de los 3 treces

Por Chris Aubeck
Una manifestación recurrente en los acontecimientos sobrenaturales es el fenómeno de los “tres treces.” Es difícil saber clasificar el fenómeno porque aparece tanto en casos de poltergeist como en la ufología y parece que tiene una extensión mundial.
 
El fenómeno consiste en la repetición del número tres en situaciones extrañas. Puede que se oigan tres golpes muy fuertes en una pared exterior de la casa tres veces seguidas, o se observa algún milagro luminoso tres o nueve veces, u ocurre algo insólito tres días seguidos. La mayoría de las veces el número está relacionado con la muerte.
 
Se encuentra un caso típico en Folklore, Prince Edward Island, un libro del folklorista Ramsay Sterling publicado en Charlottetown en 1973. La informante de Sterling explicó que, en el verano de 1967, su madre había llegado para pasar unas semanas con la familia en Ellerslie.
 
«En la segunda semana que estuvo con nosotros, vino a mi dormitorio una noche muy tarde para preguntarme si yo había llamado en su puerta. Había escuchado tres golpes pero cuando se levantó para abrir la puerta y mirar, no vio a nadie en el hall. Al día siguiente descubrimos que nadie había estado cerca de su cuarto y que sólo ella había escuchado los golpes. Estábamos seguros de que se lo había imaginado todo, pero tres noches después sucedió otra vez. En esa ocasión yo también escuché lo que parecían tres golpes en el hall. De nuevo no pudimos descubrir quién o qué era responsable. La semana siguiente mi madre volvió a su casa y yo me olvidé del asunto por completo.»
 
Al día siguiente de la partida de su madre decidió acostarse temprano. Sin embargo, en el medio de la noche, fue despertada por la voz de una mujer que le llamaba. Le parecía la voz de su madre. Ya que no podía dormir, bajó a la cocina. Eran las tres de la mañana. Estaba segura de que todo había sido un sueño y dejó de pensar en ello. Pero por la mañana, una llamada telefónica de una amiga de su madre le hizo cambiar de opinión:
 
«Ella había subido al dormitorio de mi madre sobre las tres menos cuarto la noche anterior. Mi madre parecía estar muy enferma y, unos minutes después, murió. Entonces supe lo que [los sonidos] habían significado». (1)
 
Otra folklorista, Marie Trevelyan, menciona el mismo fenómeno en su libro Folk-Lore and Folk Stories of Wales [El Folklore y las Historias Tradicionales de Gales] (Londres, 1909): “Si se escuchan tres golpes en la casa por la noche, pronto habrá una muerte,” nos avisa. Este presagio de la muerte, el Tolaeth, siempre estaba relacionado con el número tres de una manera u otra. Por ejemplo, en un caso del año 1903, un pescador fue despertado en su cama por ruidos extraños en su casa, incluyendo golpes, el movimiento de las sillas y el arrastre de unos pies. Sucedió durante tres noches sucesivas, y una semana después su único hijo se ahogó en el mar.
 
En su obra, Trevelyan cuenta una antiquísima historia galesa, La Escapada Afortunada de Dewi Cwmdyfran. En este cuento, un hombre llamado Dewi, de Cwmdyfran, cerca de la ciudad de Carmarthen, pactó con el Diablo vivir hasta los cien años a cambio de su alma eterna. Para lograr esto, el Diablo le dio la instrucción de dejar un saco de trapos en su cama siempre que la Muerte se acercase o llamase a su puerta. Si Dewi se escondiera en el armario y fingiera roncar, la Muerte creería que estaba acostado y se llevaría el saco de trapos en su lugar.
 
Pasó un tiempo. Cuando llegó el día, la Muerte golpeó a la puerta tres veces. No contestó nadie. Creyendo que el hombre estaba profundamente dormido, abrió la ventana, entró y cogió el saco, huyendo a la calle con él. Algo parecido ocurrió la segunda vez, unos años después, logrando engañar a la Muerte de nuevo.
 
La tercera vez que la Muerte vino de visita a la casa de Dewi, sin embargo, después de su noventa cumpleaños, él estaba profundamente dormido, roncando en la cama. No escuchó cómo se acercaba el espíritu, y no tuvo tiempo para colocar el saco de trapos en su lugar. La Muerte entró en el cuarto triunfalmente y agarró a Dewi, quien se despertó y intentó luchar contra ella. Pero fue inútil: no se puede engañar a la muerte en su tercera visita. Por supuesto, se entiende por el titulo del cuento que Dewi, al final, no escapó de la Muerte pero sí del Diablo, cuya parte del pacto no se cumplió. (2)
 
El folklore de Adams County
Las historias de los habitantes de Adams County, Illinois, siempre me han aportado muchos datos. En los años treinta el ministro de la iglesia anglicana, Harry Middleton Hyatt, recogió miles de testimonios de entre los residentes del condado, catalogando sus costumbres, creencias y experiencias personales. Fueron publicados en un volumen de 723 páginas por la Fundación Alma Egan Hyatt en 1935 (3). El valor histórico del estudio es inestimable porque conserva y comunica los pensamientos y las ideas de la sociedad norteamericana antes de la Segunda Guerra Mundial. La obra consiste en 10.949 testimonios, con una extensa sección dedicada a las misteriosas luces, esferas de fuego, velas voladoras, estrellas y destellos que se vieron en la región en las primeras décadas del siglo XX y las interpretaciones que hacía la gente de ellos. No pudo haber ninguna influencia ufológica sobre los testimonios en ese tiempo, dado que la era de los ‘platillos volantes’ aún no había comenzado.
 
Lo primero de lo que uno se percata al leer los informes de Adams County es que las luces desconocidas del cielo y otros fenómenos se identificaban automáticamente con presagios, especialmente los de la muerte. Decenas de testimonios personales describían las luces como una señal de que alguien de la comunidad enfermaría o moriría. En algunos casos existe una conexión bastante clara, en otros es más discutible. En todos los casos se empleaba el término inglés token para hacer referencia a esos fenómenos, una palabra antigua anglosajona que procede del verbo tácen, “señalar, indicar.”
 
No sólo las luces fueron consideradas como avisos, sino también otros fenómenos extraños: animales desconocidos, voces sin dueño, y fantasmas; todos parecían traer algún mensaje. Casi siempre el número tres entraba en escena: los animales token se veían durante tres días; las voces hablaban tres veces; se oían ruidos extraños tres veces o tres días sucesivos; las llamadas importantes y las muertes ocurrían a las tres de la mañana; los acontecimientos importantes sucedían en periodos de tres meses, tres semanas o tres días. Un testigo entrevistado por Hyatt dijo:
 
«Yo creo en los tokens. Mi madre no se sentía bien y unos tres meses antes de que muriera, la mecedora donde siempre se sentaba subió y bajó tres veces, levantándose en el aire sin que nadie la tocara. Supe entonces que serían tres días, tres semanas o tres meses, y fueron tres meses».
 
Las experiencias de los abducidos
Ahora consideremos la siguiente anécdota, también de Adams County: «Yo creo en los avisos. Tenía una vecina que escuchó tres golpes en su puerta durante tres noches seguidas. Cada noche ella fue a la puerta pero no había nadie allí. La tercera noche, justo cuando ella empezó a abrir la puerta, una gran estrella apareció en la puerta. Entonces supo que indicaba la muerte: su madre moría en California alrededor de la misma ahora que apareció la estrella en su puerta».
 
¿Qué tiene que ver esta experiencia con las abducciones extraterrestres? La conexión es tan sorprendente como enigmática.
 
En su libro Transformation (1988), el abducido y novelista Whitley Strieber afirmó que había escuchado, el 27 de agosto de 1986, “nueve golpes en un lado de la casa, tres series de tres,” como un componente de su contacto con los extraterrestres. No pudo entender qué podían significar, pero presintió que estaban íntimamente relacionados con las actividades de los alienígenas que continuamente le raptaban. Si éste fuera el único caso de este tipo se podría considerar la experiencia de Strieber una mera coincidencia. Sin embargo, como él pudo comprobar, no es así. En una obra posterior, The Communion Letters, Strieber apunta que para muchos abducidos “las cosas aparecen en series de tres, u ocurren a las 3:33, o pasan tres noches seguidas.” (4)
 
Mis propias pesquisas me han llevado a la misma conclusión. Para confirmar la existencia del fenómeno de los tres treces en la ufología moderna, envié una carta al sitio web de UFO UpDates, preguntando a los miembros si tenían alguna información que añadir (5). La primera respuesta que recibí fue del abducido norteamericano John Velez. Aunque expresó cierta desconfianza acerca de las obras de Whitley Strieber, y que él mismo no había escuchado los golpes, sí apunto que ambos él y su mujer habían oído una serie de pitidos electrónicos esporádicamente durante varios años. Sonaban en tres series de tres. A veces se repetían los pitidos en ciclos de nueve durante una hora o más. Velez me explicó que la fuente del sonido no se podía localizar en su casa, la habían buscado en todas las habitaciones sin ningún éxito. Los pitidos han persistido durante sus 32 años de matrimonio.
 
Además, Velez me aseguró que había conocido muchos casos de abducciones en los que se escuchaban los mismos pitidos digitales (6). La carta de John Velez fue seguida por una del investigador Bill Hamilton, quien dijo que no sólo había encontrado el fenómeno años antes en un caso de abducción, sino que incluso poseía una grabación del sonido en una cinta! (7) Esto era fascinante, y parece demostrar que quizás un fenómeno auténtico se esconde detrás de las anécdotas tradicionales. Otra carta de Velez enviada al mismo día indicaba que el sitio web de PEER, un grupo dirigido por John Mack, había publicado informes de otros abducidos que habían oído pitidos antes de sus experiencias. Sin embargo, todavía no se ha hecho un estudio profundo acerca del origen de estos sonidos, por lo que no puedo confirmar que siempre se oigan en series de tres o nueve.
 
Una comunicación posterior del ufólogo Kevin Randle apuntó que “este fenómeno de golpes o pitidos, en múltiplos de tres, a menudo en tres series de tres, es conocido en la literatura demoníaca.”(8) La misma semana me mandó tres textos donde se ve muy bien que, de hecho, el fenómeno es bastante común en la demonología y en los casos de posesión.
 
Curiosamente, 18 meses después de la experiencia que tuvo Whitley Strieber, pero muy poco tiempo antes de la publicación de su libro, numerosas personas en Glenrock, Wyoming, fueron despertadas por “una serie de nueve golpes en tres grupos de tres en sus coches, en las paredes o en los tejados de sus casas, o en sus puertas.” Un articulo sobre el suceso se publicó en la prensa semanas antes de la publicación de Transformation (9). Según el articulo, “la serie de nueve golpes secos” fue escuchada por todos a la vez el domingo por la mañana a las 2:45 a.m. La policía recibió llamadas de varios residentes asustados, pero todos “descartaban la posibilidad de que fuera una broma… Los residentes miraron por las ventanas de sus casas rápidamente y inspeccionaron sus propiedades,” pero no vieron a nadie. Para colmo, el articulo mencionó también un OVNI que se vio en las proximidades la misma noche.
 
En su obra Breakthrough, Strieber describe de nuevo “la extraña fuerza” de los nueve golpes que sonaron “en un lado de la casa.” Procedían “de un sitio cerca del tejado donde nadie pudo haber estado.” (10)
 
Golpes en las abducciones y el folklore
Es interesante comparar su experiencia con los siguientes testimonios de Adams County: “Mi padre estaba enfermo. Era una noche cálida y yo estaba tumbado en un colchón de paja en el suelo para cuidarle, cuando sonó como si alguien cogiera una tabla y la golpeara contra el lado de la casa tres veces muy fuerte. Di un salto, porque me asustó. Miré, y vi cómo mi padre moría. Había sido un aviso, porque me había dormido y no le habría visto morir si el aviso no me hubiera despertado.”
 
“Una noche estaba sentado en el salón cuando escuché golpes en la pared. Empezaron en el techo y siguieron hasta el suelo. Lo hizo tres veces. No pude averiguar lo que fue, pero era un presagio que me comunicaba la muerte de mi hermano, porque murió en dos días.”
 
Quizás la diferencia más notable entre los casos tradicionales y los ufológicos es que en los últimos no existe una clara conexión entre los golpes y la muerte Hay cierto paralelismo en los libros de Strieber, porque tiende a hablar del papel que supuestamente desempeñan los alienígenas a la hora de la muerte, y de las experiencias extrañas de los moribundos, pero no llega a relacionar los números tres y nueve con presagios negativos. No obstante, las extrañas luces que parecían invadir su hogar coinciden muy bien con las anécdotas de Adams County, donde cada OVNI se consideraba la señal de una muerte cercana.
 
Para ver si un caso antiguo sería catalogado como un incidente ufológico por alguien especializado en el temática, envié el testimonio de un token del año 1900 a un conocido investigador de abducciones norteamericano. Éste es el token que le mandé:
 
«Hace tres años vivía en la mitad de una casa. La mujer que tenía la otra mitad tenía un niño que estaba enfermo. Al subir las escaleras, al final del último tramo, había tres escalones más que conducían al cuarto del niño. Una noche, cuando yo estaba subiendo para acostarme, sin pensar en nada en particular, al llegar casi hasta el último escalón, una luz brillante me deslumbró mientras pasaba por delante de mí como un rayo, y vi cómo se pegó con la forma de una gran estrella en el panel de la puerta del pequeño. Me asustó tanto que me fui corriendo hasta [la casa de una amiga]. Le pregunté qué creía ella que podía ser…»
 
La amiga de la testigo le dijo que probablemente descubriría el significado del token en los siguientes 24 horas. Y eso es exactamente lo que pasó: el niño “se puso peor esa noche, y murió el día siguiente cuando bajó la marea. Había sido la señal del niño que yo había visto, y rezo para nunca ver otra.” (11)
 
El ufólogo inmediatamente identificó la historia del token como indicación de una posible abducción: “He catalogado decenas de incidentes así; me parece un caso muy típico.”
 
Una experiencia religiosa
Tras recopilar diversos casos de los “tres golpes” y de la repetición del número tres en general, encontré evidencias de la recurrencia de este fenómeno a lo largo de la historia, y hasta la actualidad. Se puede encontrar el fenómeno en la literatura demonológica moderna sobre las posesiones (en la que se supone que el Diablo se burla de la trinidad al realizar sus actividades en series de tres (12)), en los ritos masónicos, en los libros ufológicos y en el folklore tradicional.
 
¿Podía tener su origen todo en la Biblia? Según el Nuevo Testamento, Cristo fue crucificado a la tercera hora, empezó a agonizar en la sexta hora y murió a la novena. Se encuentra el número tres repetido en todo el Antiguo y Nuevo Testamento: en el Libro del Génesis 1:13 la tierra surgió del agua primordial el tercer día de la creación; más adelante (Génesis 18:2), un trío de divinidades aparecen ante Abraham; tres fueron los muertos que el Mesías resucitó; tres los idiomas escritos en la cruz; tres los oficios de Jesucristo: profeta, cura y rey. De hecho, el erudito E. W. Bullinger (1837-1913) hizo un estudio del tema bajo el titulo El Número en la Sagrada Escritura: Su Diseño Sobrenatural y Significado Espiritual (disponible en inglés en Internet en http://philologos.org/bpr/files/n007.htm).
 
El fenómeno no se restringe a la religión cristiana. Los números tres y nueve están íntimamente asociados con la muerte en muchas culturas. Entre los aztecas se creía que el infierno estaba divido en nueve niveles, el soberano de cada uno también reinaba sobre nueve divinidades nocturnas. Los chamanes Chuvache de Volga, quienes también dividen sus dioses en grupos de nueve, realizan ritos de sacrificio en los que nueve verdugos matan a nueve victimas. Sus vecinos, los Cheremisse y los Yakuto, también destacan este número en sus ritos (13). En Irán, o más específicamente en el Zend Avesta, encontramos una descripción del rito funerario de lavar la ropa del difunto nueve veces: las primeras tres con orina, las siguientes tres veces con tierra, y finalmente tres veces con agua. Si alguien entra en contacto con el cadáver debe realizar un rito para el que se requieren tres agujeros llenos de orina de buey. (14)
 
Las experiencias de los sacerdotes
Algunos curas han profesado haber tenido experiencias con los golpes. El abuelo del fundador de la Iglesia Metodista, el Reverendo Samuel Wesley, estuvo involucrado en una manifestación del fenómeno en el siglo XVIII. Todo empezó el 1 de diciembre de 1716, cuando la criada de la familia Wesley escuchó unos gemidos sombríos que parecían proceder del comedor de la casa. Cuando la señora Wesley y otros miembros de la familia se enteraron lo trataron como si fuera una broma, hasta que fueron todos despertados por unos golpes fuertes en el cuarto de los niños unas noches después. Sólo Samuel Wesley no oyó nada aquella noche, y al principio los demás decidieron no decirle nada por si acaso fuera un presagio de su muerte. No obstante, cuando el fenómeno se repitió más veces y decidieron contárselo, se negó a creerles. Aquella noche él mismo escucho nueve golpes fuertes al lado de su cama.
 
A partir de entonces, toda clase de fenómenos paranormales invadieron el hogar y empezaron a preguntarse si era todo un token para el Reverendo o para su hijo mayor. Pero afortunadamente la “infestación” se acabó el febrero del año siguiente sin que se produjera muerte o desgracia alguna. (15)
 
Un caso parecido data de septiembre del año 1934. El principal testigo era el Reverendo G. S. Hewins, quien vivía en la casa parroquial en East Staffordshire, Inglaterra.
 
Sobre las 4:00 de la madrugada, la mujer del reverendo oyó a alguien “deslizarse por el rellano en zapatillas.” Inmediatamente creyó que era su sobrino pequeño, que estaba con ellos y se encontraba enfermo. Sin embargo se dio cuenta de que el aire se volvía cada vez más helado mientras el ser se acercaba a su cama. Se quedó tumbada, con los ojos cerrados, si atreverse a abrirlos. Se le ocurrió que algo que jamás había experimentado le estaba vigilando, y por instinto agarró una pequeña cruz en la mano, creyendo que le protegería de toda maldad.
 
Unos momentos después (“que parecieron ser horas”) escuchó un profundo suspiro, y el ser desapareció. Como apuntó más adelante el reverendo en una carta para el gran investigador de poltergeists, Harry Price, “Su propia creencia es que se trataba de algún hombrecillo apenado, que, al salir [del cuarto], se sintió más alegre que cuando entró. Ella durmió profundamente después [pero] yo no me desperté en ningún momento, ni sentí la visita en absoluto. Ella estuvo nerviosa toda la semana.” (16)
 
Pero eso no fue todo. En septiembre de 1935 la misma mujer, quien por entonces había insistido en cambiar de dormitorio a un ala distinta de la casa, “fue despertada por tres tremendos golpes y escuchó unos pasos.” Aterrorizada, despertó a su marido para contárselo, pero no se volvió a escuchar nada raro aquella noche, ni aquel año.
 
Un año después, en septiembre de 1936, ni el reverendo ni su mujer estaban en casa y nada extraño les sucedió.
Pero en el mismo mes del año 1937, ¡ocurrió de nuevo! En esta ocasión, ahora en su dormitorio original, el reverendo escuchó “tres golpes fuertes en la puerta del cuarto a las 6:30 de la madrugada. Esta vez mi mujer no los oyó. Me pareció muy extraño e inexplicable.”
 
Es tentador especular si una segunda serie de tres golpes se habría escuchado en 1936, cuando el matrimonio se encontraba de viaje. Por otro lado, ¿es relevante que el fenómeno siempre se manifestaba en el noveno mes del año?
 
La última experiencia que el reverendo apuntó sucedió en 1938: “A las 12:30 de la noche el 17 [de septiembre], mi mujer se despertó de repente y escuchó dos golpes fuertes. Ella cree que el primero debió haberle despertado. Me despertó a mí y me dijo: ‘Ha llegado’”.
 
Strieber escribe que sus nueve golpes fueron seguidos por dos golpes juntos, que él interpreta como “fracaso” (es decir, su incapacidad de salir de su casa para investigar lo que había causado el ruido). ¿Sucedió algo parecido en la casa parroquial?
Harry Price planeó una visita a la casa del párroco en 1939 para experimentar la visita anual en persona, pero por desgracia el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que esto fuese imposible. Esto es una pena, porque habría sido interesante comprobar si las experiencias del reverendo y su mujer fueron seguidas por una enfermedad grave o una muerte familiar.
 
Para terminar, veamos unos ejemplos más recientes del fenómeno que pueden consultarse en Internet. Evidentemente, los archivos WWW no son conocidos por su fiabilidad, pero he elegido tres que son representativos de alrededor de 150 testimonios personales disponibles en la red. Por lo menos muestran que la creencia sigue viva.
 
Nova Scotia, Canadá: 1986
En la página Paranormal Story Archives del sitio web “About.com” encontramos una carta que describe un incidente token ocurrido en octubre de 1986. El autor, Rick P., dice que él y su mujer escucharon un “¡bang bang bang!” muy fuerte en la pared de su casa en Dartmouth, en Nova Scotia, Canadá. La pareja, que se encontraba leyendo tranquilamente, se asustó pero al salir no encontraron a nadie. La noche siguiente se sorprendieron al ver cómo la puerta del granero se abrió sola “unos tres pies” y se cerrara sin que nadie la tocara.
 
No pensaron que tuviera ningún significado, pero al día siguiente por la noche escucharon tres golpes fuertes en la puerta principal de la casa. Rick se levantó en seguida para abrirla, pero no había nadie allí. Creyeron que debían haber sido unos niños gastandoles una broma. Pero unos 15 minutos después oyeron un terrible sonido en el suelo de la cocina, como si un ser invisible estuviera rascándolo con sus uñas. Pudieron seguir el ruido mientras se movía desde una habitación a otra. Decidieron que se debía a ratas o ratones en el sótano. Sin embargo, al bajar por las escaleras para corroboralo, Rick y su mujer escucharon de repente tres golpes fortísimos en la puerta del patio. Rápidamente miraron por la ventana, pero, de nuevo, no había nadie, y comprobaron que tampoco había ratones en el sótano.
 
La siguiente noche los golpes se repitieron en la puerta. El matrimonio empezó a darse cuenta de que parecía como si alguien quisiera llamar su atención. Al salir al jardín comprobaron que el rocío en la hierba no había sido pisado. Luego oyeron lomismo en la puerta del garaje. Todo era inexplicable. El autor de la carta escribe que comenzaron a sospechar que el fenómeno había sido un forerunner (un sinónimo de token) de que alguien iba a morir. Dos días más tarde, su cuñado le llamó para comunicarle que su madre se estaba muriendo. De hecho, murió veinte minutos después de colgar el teléfono. (17)
 
El Ángel de los Tres Golpes: 1990s
Otro sitio que publica testimonios particulares es http://www.angels-online.com. Aquí, se recogen las historias de personas que creen que sus experiencias son manifestaciones de la voluntad de Dios. No me extrañó demasiado hallar un informe sobre el fenómeno de los tres golpes allí, entre las historias de milagros y encuentros con seres angélicos. Titulado Three Knocks, la autora anónima dice que el incidente ocurrió “hace más de cinco años,” lo cual lo data al comienzo de los 90.
 
La testigo estaba tumbada en la cama, esperando a que llagase su marido después de su turno de trabajo en un molino cercano. De repente escuchó lo que parecía ser una caja de música en alguna parte de la casa. Se levantó y buscó por la casa creyendo que su marido le había traído un regalito, pero no había nadie allí. Entonces creyó escuchar unos niños fuera jugando con una pelota: “Toc, toc, toc, como el sonido de un balón de baloncesto golpeando el suelo tres veces.”
 
En aquel momento la mujer empezó a llorar mientras le entró “una sensación sobrecogedora de paz.” Tras haber perdido su empleo y haberse quedado sin dinero, ella creía que quizás era Dios comunicándola que no debía preocuparse. Más tarde el mismo día contó a su hermana lo sucedido. Su hermana le contó que existía un refrán antiguo que decía que “cuando escuchas tres golpes, estás a punto de perder un ser querido.” Como no era una persona muy supersticiosa, no prestó ninguna atención al aviso. Sin embargo, tres días después, su madrina sufrió una trombosis y murió el mismo mes. La autora de la carta concluyó que la música y los tres ruidos se debían a la visita de un ángel cuya misión era prepararla para la perdida de alguien importante.
 
Brisbane, Australia: c.2000
El mismo fenómeno surge en un caso de poltergeist de Australia, mencionado en el sitio web australiano Archive X. Adam Royle, quien incluye su dirección electrónica en su carta, escribe que ha tenido dos experiencias con fantasmas en su vida. La primera ocurrió “entre las 9:00 y las 9:30 de la tarde.” Estaba a punto de acostarse cuando “oí tres golpes en mi armario.” Abrió la puerta para ver si su gato se había quedado atrapado dentro de alguna manera, pero no encontró nada. Como el resto de la familia estaba dormida en el otro lado de la casa, volvió a su cama y intentó olvidarlo. Pero, después de un rato, los tres golpes sonaron de nuevo. Esta vez no se sintió muy cómodo. “Lo que me desconcertaba era que las ventanas de mi cuarto estaban cerradas y vivíamos en la segunda planta de un bloque,” dice.
 
Su segunda experiencia ocurrió una mañana cuando se encontraba en la ducha. Mientras se lavaba el pelo vio “una brillante luz” que pasó lentamente ante sus ojos desde la ventana a la puerta. La puerta estaba cerrada y el sol brillaba sobre el otro lado de la casa, así que no cree que pudo haber sido la luz del sol. La carta de Royle acaba con una petición aparentemente sincera: “No creo que fueron fantasmas malvados ni nada así, pero si sabes algo de estos temas por favor escríbame…”
 
En fin. Mi postura, en lo que “el fenómeno de los tres treses” se refiere, es de cierto escepticismo pero mantengo la mente abierta a casi cualquiera sugerencia seria. Prefiero pensar que mi contribución al estudio de lo paranormal es más descriptiva que interpretativa, así que dejaré que vosotros decidáis si hay algo de cierto en estas historias.
 
En las supersticiones y la mitología existen muchos números recurrentes: el 7, el 13, incluso el 666. Pero la verdad es que no conozco otra serie de números que se repitan con tanta regularidad, tanto en los temas paranormales como en el folklore, y esta coincidencia por sí sola me parece suficientemente interesante como para justificar este articulo.
 
Sin embargo, su relación con la ufología es bastante más oscura: aún no he encontrado ninguna prueba que muestra claramente que el fenómeno de “los nueve pitidos” data de una época anterior a la publicación del libro de Whitley Strieber. ¿Acaso fue él que introdujo este elemento en las historias de abducciones? No sería la primera vez que el autor de Communion ha incorporado elementos folklóricos en las historias de abducción OVNI, pero hasta que tenga datos más concretos no puedo llegar a ninguna conclusión firme.

COMBUSTION HUMANA

COMBUSTION HUMANA
La condesa Cornelia Bandi, de 62 años, vivía cerca de Verona en abril de 1731. Según parece, la condesa se había acostado después de cenar y se quedó dormida después de conversar varias horas con su doncella. Por la mañana la doncella volvió a despertarla y presenció una escena horripilante. La habitación estaba cubierta de hollín y el suelo de un extraño líquido amarillo y grasiento que hedía de forma poco usual. La cama se hallaba intacta salvo por las sábanas revueltas, indicando que la condesa se había levantado. A un metro y medio de la cama había un montón de cenizas, dos piernas intactas con medias, entre las que yacían el cerebro, la mitad de la parte trasera del cráneo, el mentón y tres dedos ennegrecidos. Todo el resto eran cenizas que si se tocaban dejaban en la mano una humedad grasienta y hedionda.
¿Qué fue lo que le ocurrió a la condesa?, su caso es el primero documentado de lo que hoy llamamos combustión humana espontánea o CHE. A pesar de los casos existentes, bien documentados y con testigos fiables, no es un fenómeno aceptado por toda la comunidad científica, quizás porque no se le ha encontrado una explicación satisfactoria, y sin embargo sabemos lo que es.

Sin embargo sus superiores no le tomaron en serio y el caso fue archivado con la explicación del forense como válida.
Otro caso sorprendente que parece avalar lo anterior es el que le tocó sufrir a un bombero londinense, Jack Stancey, cuando acudió a un aviso en un inmueble abandonado. La casa no tenía señales de daños por fuego, pero cuando Stacey examinó su interior, se encontró el cuerpo en llamas de un vagabundo al que conocía como Bailey. Tenía una hendidura de unos diez centímetros en el abdomen y las llamas salían por ella con fuerza, como en un soplete. Para apagar esta violenta llama, Stacey dirigió el chorro de la manguera al cuerpo del vagabundo, extinguiendo la llama en su origen. No hay duda de que el fuego se inició en el interior del cuerpo. La víctima estaba con sus dientes hundidos en la escalera de madera y fue necesario una palanca para abrir sus mandíbulas. No llegó a saberse la causa real del incendio. En el edificio no había gas ni electricidad, y no se encontraron cerillas. Incluso en el caso de que el vagabundo hubiese dejado caer un cigarrillo encendido sobre sí mismo, se ha demostrado que no habría sido suficiente para producir una llama tan destructora.
 
Sin embargo, para aquellos que ya se imaginan el horrible sufrimiento de las víctimas quizás tengan alivio, se ha demostrado que la CHE sólo se produce en personas vivas porque inhalaron grandes cantidades de humo, pero afortunadamente las víctimas parecían adormecerse al iniciarse la combustión.  
 
El caso de Jack Angel parece ser una prueba de ello. En 1974, en Georgia, Estados Unidos, Angel se fue a dormir y despertó cuatro días mas tarde con unas quemaduras tan horribles que fue necesario amputarle el antebrazo derecho.
 
Por otra parte, el pijama y las sábanas de la cama estaban intactos y no sintió ningún dolor hasta varias horas después de haber recuperado la consciencia. Angel no pudo recordar cómo se hizo las lesiones, incluso bajo regresión hipnótica.
 
Se cree que la CHE puede explicarse también con la teoría del efecto mecha. Esta teoría sostiene que en un cuerpo obeso y vestido con suficientes capas de tejidos inflamables, los vestidos en llamas pueden actuar como mecha externa y la grasa del cuerpo puede arder como una vela. En caso de que el cuerpo esté en contacto continuado con una llama y halle una buena aportación de oxígeno, ni siquiera es necesario que la víctima sea obesa.
En 1982, en Londres, Jeannie Saffin, una mujer disminuída mental, ardió en llamas mientras estaba sentada en una silla de madera en la cocina de su casa. Su padre, que estaba sentado cerca, vio un destello luminoso. Al girarse hacia Jeannie, observó que estaba envuelta en llamas, pero Jeannie no gritaba ni se movía. Su padre la empujó hacia el lavadero y llamó a su yerno, que corrió a la cocina para ver qué pasaba. Pudieron apagar las llamas, pero Jeannie murió más tarde en un hospital. El agente que hacía las averiguaciones no encontró ninguna causa aparente de lo que había pasado y así lo hizo constar. Dijo que los parientes de Jeannie creían que era una víctima de la CHE. El veredicto fue muerte accidental, porque, como dijo más tarde el juez, la CHE no existe y muerte accidental es casi lo mismo que muerte por causas desconocidas.
La combustión humana espontánea es ese tipo de hechos que, hasta que la ciencia no los explica, no existen y por tanto no son causa de nada. De modo que, como en muchos otros asuntos, sólo nos queda rogar que no nos ocurra a nosotros.
La CHE se caracteriza por el extremo calor que genera, de modo que podemos distinguir el fenómeno de un incendio corriente. Normalmente es muy difícil reducir a una persona por completo a cenizas, aunque nos lo propongamos; para ello es necesario mantener la llama durante horas sin parar de echar combustible. De hecho está comprobado que un cadáver mantenido 8 horas en un crematorio a 1100º C aún deja los huesos sin muestras de degradación grave ni quedar reducidos a polvo. En los crematorios ordinarios se alcanzan los 900º C, así que no se reducen completamente a cenizas los cadáveres, quedan los huesos que pasan a un cremoledor que los muele y los deja convertidos en polvo. Siempre, y en todos los casos, las cenizas resultantes son grises, mientras que en la CHE son completamente blancas, lo que demuestra que las temperaturas son mucho mayores, algunos las estiman en 2500º C, lo que es bastante calor si tenemos en cuenta que los incendios que destruyen edificios rara vez superan los 250º C.
En el caso de Leon Eveille, de 40 años, que fue encontrado completamente quemado en el interior de su coche cerrado en Arcis-sur-Aube (Francia) el 17 de junio de 1971. El calor había fundido los cristales del coche. Se calcula que un coche al quemarse alcanza una temperatura aproximada de 700º C, pero que para que se funda el cristal la temperatura tiene que superar los 1000º C.
En 1986, cuando un saludable hombre de 58 años, que irónicamente era un bombero jubilado, ardió hasta morir en su casa de Nueva York. Todo lo que quedó de él fueron algunos huesos y dos kilos de blancas cenizas. Como en muchos de estos casos, nada de la casa resultó afectado, y ni siquiera se encendió una caja de cerillas que tenía cerca.
Otro caso fue el que le tocó al detective John Heymer, agente del Departamento de Investigación Criminal, considerado uno de los mejores investigadores en CHE. Fue requerido a principios de enero de 1980 para investigar un caso en Gwent (Reino Unido).
Cuando entró en el salón de la casa lo primero que le sorprendió fue el calor sofocante y la humedad reinante en la sala, así como el tinte anaranjado de la luz que iluminaba lo que quedaba de Henry Thomas, de 73 años. En la alfombra había un montón de cenizas blancas en el centro, en un extremo yacían un par de pies enfundados en sus medias, y en otro una calavera ennegrecida. La luz de la bombilla desnuda se mezclaba con la del día, pero lo que le daba el tinte anaranjado era la fina capa de carne vaporizada y condensada que lo cubría todo en la habitación. Lo realmente extraño del caso es que la habitación no presentaba apenas señales de incendio, tan sólo parte del sillón en el que se hallaba sentada la víctima y la alfombra bajo la que se hallaban los restos, que tan sólo estaba chamuscada unos pocos centímetros.
Pero ¿cómo puede arder el cuerpo de una persona que contiene 45 litros de agua?. Si Thomas quedó reducido a cenizas por una elevadísima temperatura, ¿cómo no ardieron otros objetos cercanos más inflamables como la alfombra o el sillón? El forense expuso su teoría sobre lo ocurrido: Thomas, que no era fumador, había caído de cabeza por accidente dentro del hogar de carbón y empezó a arder, cayó de espaldas en el sillón que sólo ardió mientras estuvo en contacto con la llama, al poco tiempo el sillón se rompió y dejó caer a Thomas sobre la alfombra hasta que murió. El resto de los objetos no ardieron debido a que la combustión del cuerpo agotó el oxígeno de la sala, no pudiendo entrar más debido a que la puerta estaba sellada con burlete.
Al investigador John Heymer todo eso le pareció falso y expuso su teoría, avalada por años de experiencia en medicina legal. El incendio era un caso claro de CHE; comenzó dentro del cuerpo del fallecido, que empezó a arder en el sillón para luego caer sobre la alfombra para quedar reducido a cenizas por completo. Para el detective la CHE es causada por la reacción entre el hidrógeno y el oxígeno a escala celular dentro del cuerpo de la víctima, y que ésta es la única fuente de calor factible que puede reducir un cuerpo a cenizas.
El resto del mobiliario no ardió porque el primer fogonazo consumió casi todo el oxígeno de la habitación, y como la reacción mencionada no necesita un ambiente con este elemento fue la única que pudo continuar hasta que no quedó mas cuerpo que ardiera.

El misterio de los círculos de trigo

El misterio de los círculos de trigo
Por Scott Corrales
Con motivo del estreno de la película Signos (Signs) el pasado día 2 de agosto, protagonizada por los actores Mel Gibson y Joaquin Phoenix, la presentadora canadiense Karen Bulow comentaba a su público en la estación radial CFRB en Toronto: «No sé por qué hay tanto interés en los dichosos círculos, soy de Saskatchewan, y venimos experimentándolos desde hace años». El comentario jocoso de la presentadora hacía eco de las creencias de los canadienses de la lejana provincia de las praderas, un lugar donde podía suceder de todo, desde encuentros con OVNIS y Bigfoot hasta -como no- círculos en las cosechas.
Pero los vecinos de la cosmopolita Toronto tal vez se habrían sentido menos seguros al saber que en 1.993, al otro lado del Lago Ontario, la pequeña población de Medina (estado de Nueva York, EUA) había recibido un extraño regalo de origen desconocido: un enorme y todavía inexplicado circulo justo en medio de los trigales y maizales de la región. No se trataba de uno de los complejos y portentosos círculos británicos, llenos de posibilidades matemáticas, astronómicas y filosóficas, sino una enorme circunferencia apta para los sembrados de los sencillos granjeros estadounidenses.
Las autoridades no supieron qué decir sobre el asunto, y los investigadores de dichos temas tomaron fotografías y lanzaron toda suerte de conjeturas. Solo el granjero, nacido en Medina, pidió que los forasteros hiciesen sus pesquisas lo más pronto posible y que lo dejaran en paz -ya era agosto, época de cosechar el maíz y llevarlo al mercado-.
Señales del mas allá
Conocidos como círculos de maíz, círculos de cultivo, agriglifos y por muchos nombres más, el fenómeno de los extraños diseños que aparecen en los cultivos en distintas partes del mundo desde hace décadas han representado un misterio apasionante para los que se han dedicado concretamente a su investigación, adoptando el mote de «cereólogos» (cereologists, en inglés). Muchos investigadores llegaron al tema por medio de la ufología (estudio de los OVNIs), mientras que otros lo hicieron motivados por el mero hecho de encontrarse ante el enigma de como fueron creados estos enormes diseños. Al comienzo de la nueva oleada de interés en los circulo de maíz, que data de comienzos de los años ’80, se consideraba -al menos entre los ufólogos-que estos círculos representaban un perfeccionamiento de los antiguos «nidos de platillos» (saucer nests, en inglés) que aparecían con frecuencia en la casuística de los primeros avistamientos OVNI en Estados Unidos y muchas partes del mundo. Era posible creer que los nuevos círculos de trigo, de dimensiones prodigiosas, representaban el aterrizaje de naves de otro mundo, cuyos sistemas de propulsión antigravitatoria -dignos de la ciencia ficción- aplastarían el maíz sin dañarlo. La explicación valía, tal vez, para los círculos sencillos como el de Medina, pero… ¿que clase de aparato podría haber hecho las formaciones británicas?
Los círculos de maíz se caracterizan por el hecho de que las plantas de maíz quedan torcidas, pero no dañadas, durante el proceso de formación del círculo; en ciertos diseños, existen anillos sumamente angostos que rodean la imagen principal, siendo un rasgo sumamente difícil de falsear. No solo eso, sino que las plantas quedan dobladas en direcciones opuestas, entrelazadas para formar capas múltiples. Los testigos que han tenido la suerte de presenciar la creación del fenómeno coinciden en que «una fuerza invisible» parecía ejercer presión desde el aire mientras que se escuchaba un sonido parecido al batir de las alas de un pájaro o un zumbido agudo, casi eléctrico, que causa averías en equipos electrónicos. A veces pueden verse destellos luminosos de color azul, rojo y anaranjado.
El misterio, según los expertos, apareció por primera vez en Australia en 1966, donde los vecinos de la provincia de Queensland, tierra de pantanos y serpientes venenosas, descubrieron óvalos perfectos y sencillos cuya creación no podía achacarse a la acción humana. Fue entonces que se les tachó de «nidos de platíllos» y pasaron a formar parte de los enigmas pendientes de la ufología. En agosto de 1.980 se descubrieron los primeros diseños circulares cerca de Westbury en la comarca británica de Wiltshire, famosa por su actividad ovni. En aquel momento, el investigador Ian Mrzyglod pensaba que se trataban de marcas producidas por el aterrizaje de un platillo volador, pero el físico Terence Meaden consideraba que los círculos de Wiltshire tenían un origen mucho menos dramático, siendo producidos por tolvaneras, que se producen en Gran Bretaña más que en ningún otro lugar en el planeta. La actividad, en consonancia con las teoría de Meaden, se repitió durante los siguientes veranos, sobre todo el de 1.983, al grado de que la prestigiosa revista Flying Saucer Review publicó varias noticias de Colin Andrews y Pat Delgado sobre las «formaciones», que ahora aparecían entrelazadas con una complejidad intrigante y geométrica.
Esto obligó al físico Meaden a revisar su teoría, agregando la posibilidad de que «fuerzas eléctricas y torbellinos múltiples con forma de embudo» pudiesen ser la causa del asunto, pero la teoría comenzaba a sonar más extraña que el fenómeno plasmado en los trigales británicos. La prensa comenzó a sospechar fraude a la par que miles de personas comenzaban a interesarse por el fenómeno de los círculos de maíz, considerándolos como mensajes de otro mundos o pedidos de ayuda por parte de la «madre naturaleza» a raíz de los desmanes de la humanidad.
Para mediados de los ’80, la organización ufológica BUFORA se constituía como la autoridad máxima en cuanto a los círculos británicos, y los principales exponentes de esta vertiente investigadora -Andrews, Delgado, George Wingfield y Jenny Randles- dominaban las páginas de las revistas sobre el tema y la autoría de una recopilación de ensayos, Mystery of the Circles (El misterio de los círculos, publicado en 1.986). Curiosamente, Mrzyglod, el primero en interesarse en el tema, se apartó de la ufología completamente, molesto por la «carencia de sentido común» entre los interesados por el fenómeno.
Los investigadores de BUFORA opinaban que los círculos eran el resultado de efectos meteorológicos y en pequeña medida, el producto de fraudes. Esta sería la última vez que los cuatro grandes estudiosos se verían de acuerdo al respecto: para 1.990, Andrews y Delgado seguirían una vertiente paranormal, atribuyendo la creación de los círculos a «fuerzas desconocidas» mientras que Jenny Randles se aferraba a las conclusiones más prosaicas como los vórtices de viento, sustentándose en la teoría de los vórtices electromagnéticos de Meaden. En 1.985, sólo había un total de 17 círculos de maíz; para 1.990, la cifra superaba más de mil.
Mientras que los expertos cambiaban de parecer o se aferraban a sus teorías, las formaciones seguían multiplicándose prodigiosamente, creando conciencia entre el público al grado que en 1.991, la recopilación de la obra musical del grupo inglés Led Zeppelin ostentaba un complejo círculo de maíz en su portada: el famoso «pictograma doble» de julio de 1.990, formado en West Kennett Long Barrows, Wiltshire.
De la ciencia a lo paranormal
Aunque BUFORA defendía a ultranza las teorías de los vórtices electromagnéticos o plasmáticos de Terence Meaden, y organizaciones como MUFON también siguieron la vertiente «científica», el fenómeno de los círculos de maíz presentaba características que rayaban en lo místico.
Algunas de las formaciones británicas (los pictogramas de Lansing y Haddington, ilustrados en la revista Cereologist de julio de 1.991) parecían mostrar el implemento religioso hindú denominado vajra, emblema de lo inquebrantable, que también aparece en el arte de las tribus nativas del oeste norteamericano. No pocos afirmaban haber tenido experiencias sobrenaturales al internarse dentro de los círculos. La Sra. Bryce Bond se sintió paralizada de manera repentina mientras que una voz le decía: «Venimos en son de paz. No te lastimaremos. Estás en el medio de nuestra nave espacial. No somos de tu dimensión». (Cereologist, primavera 1.991). Otros testigos afirmaron haber experimentado «cambios de tiempo» dentro de los círculos, y de haber visto fogatas rodeadas por campesinos medievales desde su perspectiva. Algunos psíquicos dijeron que era posible predecir el momento en que se produciría uno de los extraños fenómenos, aunque sólo tuvieron éxito en vaticinar el lugar, no la hora.
Los círculos de maíz también se vieron conectados con las apariciones marianas de Medjugorje, en la antigua Yugoslavia. Entre los mensajes recibidos por los jóvenes videntes de la Virgen que se manifestaba en dicha población bosnia figuraba la predicción de que en el mes de junio de 1.991 la Virgen dejaría una marca permanente en la tierra, evento interpretado como un circulo de maíz de grandes dimensiones o complejidad.
Círculos en EUA y Canadá
Las intrigantes formaciones geométricas aparecían como hongos en un mundo consternado por los avistamientos ovni de Bélgica (1989-91), los secuestros por alienígenas y las delirantes historias sobre extraterrestres y bases subterráneas en el oeste norteamericano. La reacción de la ufología estadounidense consistió en agregar el fenómeno de los círculos de maíz a la volátil mezcla de fenómenos que se manejaban en el momento. Algunos, como Jon Erik Bekjord, se lanzaron a la tarea de «descifrar» los círculos, empleando alfabetos antiguos como el tifinagh de los beréberes y el ogham de los antiguos celtas, obteniendo mensajes que decían «huyan de este sitio» y afines. Algunos estudiosos del nuevo fenómeno lo denominaron UGM o unidentified ground markings (marcas terrestres no identificadas), ya que los círculos, si bien manifestaron una preferencia por los trigales de Wiltshire, se producían sobre césped, nieve y otras superficies en otras partes del mundo.
En 1.991, el científico W.C. Levengood analizó muestras tomadas a un círculo aparecido en la población de Dandrige, Tennessee (EUA) un año antes, descubriendo que las emisiones de partículas alfa eran mucho más bajas de lo normal en dicho círculo. Se especuló que «algo» cambiaba la composición química de la tierra para que absorbiera agua, absorbiendo las partículas alfa. Dicha posibilidad serviría para corroborar la teoría de los vórtices plasmáticos del inglés Meaden. «La fuerza detrás de estas formaciones», declaró el sabio, «está alterando la biofísica y la bioquímica fundamental de estas plantas».
Otro estadounidense, Sheldon Wernikoff, logró duplicar en el laboratorio «los vórtices múltiples de plasma» propuestos por Meaden. (Mufon Journal, Octubre 1.991).
El estado de Pennsylvania experimentó sus propios «agriglifos» el 24 de mayo de 1.992, cuando formaciones extrañas aparecieron en los trigales de Linfield y Limerick, a poca distancia entre sí. Bruce Rideout, psicólogo de la universidad de Ursinus, fotografió ambos fenómenos y tomó muestras. Según la investigadora Linda Moulton Howe, las secciones de trigo daban el aspecto de haber sido «peinadas» en direcciones opuestas, y también fue posible apreciar un ligero doblaje o reorientación de los nódulos de crecimiento del trigo. Howe piensa que las formaciones pueden ser «marcadores hechos en tejido viviente, creados por una inteligencia avanzada para controlar experimentos realizados en el pasado, presente y futuro del planeta».
En la lejana Saskatechewan, donde los círculos de maíz son cosa común, algo sumamente raro ocurrió el 29 de agosto de 1.992. Cerca de la población de Milestone, un granjero descubrió que un simpático puerco espín había quedado «aplanado» en forma de equis -como en los dibujos animados- justo en medio de un círculo aparecido en un trigal. El animal, con peso promedio de veinte libras y estatura de doce pulgadas, había sido inexplicablemente compactado a un grosor de tres pulgadas. Joe Rennick, el propietario del cultivo manifestó que el animal silvestre debió haber quedado atrapado al borde del círculo justo cuando se estaba formando. Dado que los puerco espines forman una bola espinosa como protección contra sus enemigos, es posible que el animal haya rodado hasta el centro del círculo en formación, donde fue aplastado por fuerzas desconocidas.
Los puerco espines parecen tener mala suerte: en 1.989, en Estevan, Saskatechewan, otro puerco espín había muerto dentro de dos círculos eslabonados. El animal había quedado completamente carbonizado, descomponiéndose en una sustancia parecida al hollín. Los laboratorios de la policía montada canadiense (RCMP) determinaron que la sustancia carbonizada no había sido producida por ninguna clase de fuego o calor.
Llegaron los falsificadores
 Mientras que los creyentes en el fenómeno de los círculos de maíz meditaban sobre el posible orígen de  los mensajes que encerraban (el «visualizador remoto» Ed Dames, director de la empresa Psi-Tech, alegó haber visto platillos volando a baja altura sobre los cultivos, creando las formaciones), no se dieron cuenta de que un gran nubarrón se acercaba, amenazante, para nublar su felicidad. No se trataba en este caso de siniestros «hombres de negro» ni agentes del gobierno con ordenes de suprimir toda la información sobre los círculos, sino dos ingleses de edad avanzada, vecinos de Southampton, frecuentadores de pubs y con un sentido del humor innegable. Sus nombres: Dave Chorley y Doug Bowen, mundialmente conocidos como «Dave y Doug», como si se tratara de una antigua pareja de comediantes de vodevil.
Dave y Doug irrumpieron en el mundo de los círculos de maíz inesperadamente, alegando haber falsificado los primeros círculos de maíz en 1.975 inspirados -como no- en los misterioso nidos de ovnis en Tully, Queensland (norte de Australia) lugar en el que había residido Doug Bowen durante la década de los ’60. Una noche, compartiendo cervezas en un pub, Bowen le dijo a su amigo que no sería mala idea hacer un círculo parecido a los «nidos» australianos para ver la reacción de la comunidad ufológica. Valiéndose de una barra de hierro y un instrumento diseñado especialmente por ellos, bautizado «el aplastatallos» (una tabla de madera atado a una cuerda), Doug y Dave se lanzaron a la tarea de fabricar los famosos agriglifos.
Pero se toparon con el problema de que la prensa británica no parecía estar interesada en lo más mínimo en sus logros. No sería hasta casi seis años después, según ellos, que estando a punto de desistir en su empeño, los medios hicieron eco del «triple círculo» de Cheesefoot Head. Entusiasmados, los dos amigos siguieron sus actividades con aún más ahínco y en el mayor de los secretos, aunque uno de ellos -Bowen- se vio obligado a confesar la naturaleza de sus actividades a su mujer, quien sospechaba que sus actividades nocturnas tenían que ver más con la infidelidad que con el ingenio.
En breve, mientras que los dos amigos se desternillaban de risa al ver las reacciones que producían sus círculos entre los miembros de la comunidad ufológica inglesa y los «cereólogos», se dieron cuenta de que habían surgido otras formaciones en el maíz que no eran de su autoría, pero que tampoco llevaban la firma de los marcianos: Bowen y Chorley habían dado luz a una serie de grupos falsificadores de círculos que adoptaban nombres jocosos como La pandilla de Bill Bailey, Circlemaker4 y otros.
Entre los nuevos falsificadores se encontraba un joven periodista estadounidense, Jim Schnabel, quien acabaría por documentar sus vivencias en el libro titulado Round in Circles, que describe no sólo la manera de falsificar círculos -hasta los más complejos- sino las reacciones francamente paranóicas de los integrantes de la cereología: estos últimos opinaban que Doug y Dave no eran más que «tontos útiles» utilizados por los servicios de inteligencia para restarle prestigio al fenómeno de los agriglifos. También afirmaban que los periódicos que reproducían las fotos de los círculos estaban vinculados al gobierno, que uno de los granjeros afectados por las formaciones compartía el mismo apellido que el director del periódico había realizado «labores de defensa para el gobierno, o que un periodista que postulaba un acercamiento escéptico a los círculos de maíz era nieto de un ministro del gobieno de la ex-primer ministro Thatcher,demasiado cerca del gobierno como para no ser espía», escribe Schnabel. Ni decir tiene que las declaraciones del joven periodista cosecharon poca simpatía entre los cereólogos: Schnabel pasó a formar parte del bando de los malosos y espías que intentaban suprimir «la verdad» de los círculos de maíz.
Por otro lado, los cereólogos creyeron haber obtenido su «santo grial» en una videograbación que mostraba una bola de luz bajando del cielo, orbitando un sembrado a alta velocidad y formando un círculo de maiz antes de salir disparado a gran velocidad. El vídeo conocido como «Oliver’s Castle», representaba la respuesta al engima, hasta que se descubrió que la persona que presentó la filmación era un experto en efectos visuales. La revista británica UFO Encounters acabó publicando un artículo que descartaba rodaje como un fraude más.
Pero existían argumentos más racionales para contradecir la afirmación de que todos los círculos de maíz eran fraudulentos: Bowen y Chorley no podían adjudicarse, por ejemplo, el enorme agriglifo de Saskatechewan de 1.974, y menos los ocurridos en otras partes del mundo, especialmente cuando algunos de los círculos canadienses en 1.991 y 1.992 se formaron durante las noches en que los dos bromistas ingleses creaban sus propias formaciones en los campos de Wiltshire. También se da el caso de que los círculos fraudulentos no presentan los cambios a nivel celular detectados en EUA, Canadá y el Reino Unido, y mucho menos las diferencias magnéticas y radiactivas.
Dave Chorley falleció a fines de los ’90, y una nueva generación de «artesanos del maíz» ha surgido para proseguir la labor de crear círculos en los campos ingleses todos los veranos. Sus actividades han sido documentadas por los camarógrafos de una variedad de programas de televisión, aunque las formaciones creadas por estos grupos no exhibe la perfección de los círculos elaborados por fuerzas desconocidas hasta el momento.
¿Letrero de bienvenida o prohibido entrar?
«Si digo que soy capaz de concebir otro mundo que se encuentra en comunicación secreta con ciertos habitantes ocultos de esta Tierra, digo que también puedo concebir que otros mundos estén tratando de establecer comunicación con todos los habitantes de esta Tierra…» Estas palabras de Charles Fort, el gran estudioso de lo paranormal, escritas a comienzos del s. XX, representan para muchos la clave del misterio de los círculos de maíz.
Los que se suscriben a la creencia de que los círculos de maíz representan formas de comunicación también admiten la posibilidad de que el destinatario de dichos mensajes no sea nuestra humanidad, sino otros seres avanzados y ocultos que comparten el planeta. El mejor ejemplo sería imaginar al hombre o mujer que recoge el correo de su buzón y pone las cartas sobre una mesa o una silla, donde un perro o gato pueda olfatear los sobres o revistas y hasta echarlos a tierra, si quiere… pero la mascota jamás sabrá su propósito ni contenido, ya que no están dirigidos a ellos (con la excepción de la carta del veterinario, recordando al amo que es hora de vacunar a sus mascotas).
Por otro lado, la película Signs nos presenta los círculos de maíz no como medios de comunicación, sino como puntos de referencia de navegación, indicadores utilizados por invasores extraterrestres para coordinar sus operaciones, hecho que ha suscitado la cólera de muchos investigadores. El controvertido investigador Steven Greer, director del Proyecto Disclosure, manifestó que «distintas fuentes en los medios de comunicación y los servicios de inteligencia le habían advertido que se haría todo lo posible por fomentar el temor hacia los ovnis y los ET. Después de todo, para tener un enemigo, hay que lograr que la gente sienta odio por un individuo o grupo de personas, o en este caso, todo un género de seres». Se refirió al guión de Signs como un ejemplo de «demonización de los ET, con una interpretación sumamente limitada del fenómeno de los círculos de maíz».

EL TRIANGULO DE LAS BERMUDAS

EL TRIANGULO DE LAS BERMUDAS

Durante la década de los ’60 y ’70, la creencia en el Triángulo de las Bermudas – ese trilátero imaginario formando por los vértices de las islas de Puerto Rico, Bermudas y Cayo Hueso en la Florida – no sólo era la moda, sino una materia de rigueur para cualquier interesado en la melange de temas que rodeaban al fenómeno OVNI y lo paranormal. La biblioteca personal de cualquier entusiasta casi seguramente incluía un buen número de libros, la mayoría de ellos ediciones rústicas, acerca de los misterios del mar: buques desvanecidos, objetos no identificados saliendo del mar, y la posibilidad de que la mítica Atlántida aún estuviese activa bajo las olas del Atlántico después de miles de años.
Autores como Charles Berlitz, Richard Winer y John Wallace Spencer se convirtieron en los máximos exponentes de la realidad de la figura geométrica en el agua que devoraba aparatos hechos por el hombre sin dejar rastro de ellos. Otros autores se vieron obligados a pescar misterios en otros mares: algunos, como Jay Gourley, los encontraron en el Lago Ontario, cuyas anomalías magnéticas siguen siendo una realidad hasta el presente; otros como Kevin Killey echaron sus redes en el «Meridiano del Diablo» cerca de la australiana isla de Tasmania.
 
Pero con el paso de los años, y la aparición de nuevas obras investigativas como la de Lawrence David Kusche, que apuntaban hacia un origen mundano de las desapariciones, o al hecho de que muchas de las embarcaciones jamás existieron, el interés por el Triángulo de las Bermudas comenzó a menguar, o al menos dejó de ser una fascinación para la nueva generación de fanáticos de lo paranormal. No obstante, todavía existe una cantidad de eventos sin explicar que tienen su origen en las aguas del Atlántico – eventos que jamás han sido incluidos en los libros que tratan sobre el tema.
 
«Atención, les habla el capitán…»
 
El 11 de junio de 1998, el vuelo 1844 de la US Airways con destino a Filadelfia desde San Juan de Puerto Rico, se encontró con una turbulencia considerable en pleno vuelo: una perturbación lo suficientemente fuerte como para suspender el servicio de bebidas y comida inmediatamente. El capitán se disculpó profusamente con los pasajeros, indicando que el aparato se encontraba «fuera del alcance de cualquier radar basado en tierra» y por consiguiente, no podía solicitar el cambio a una menor elevación. Mientras que el Boeing 737 seguía siendo juguete de las corrientes de aire, algunos pasajeros comentaron abiertamente sobre el Triángulo de las Bermudas, omitiendo las consecuencias sufridas por los aviones que entran en dicha zona. Después de varias horas, la turbulencia se redujo y el avión llegó a su destino sin percances. La turbulencia y los bolsones de aire pueden resultar atemorizantes, pero los viajes que parecen carecer de incidentes pueden ser igual de espeluznantes, como veremos a continuación:
 
      
   El ejemplar de la revista Pursuit de julio de 1973 incluyó un caso bastante dramático narrado por Robert J. Durant, conocido por sus pesquisas ufológicas. Durant entrevistó a un piloto que volaba el trayecto entre la ciudad de Nueva York y San Juan de manera rutinaria, acostumbrado a los disturbios que suelen producirse en la zona y que en ocasiones han sido lo suficientemente fuertes como para arrojar a los pasajeros de un lado de la cabina al otro. En este caso, el piloto dijo que sus oficiales y la tripulación habían comentado sobre la tranquilidad del vuelo.
Pero poco después de haberse producido el comentario, destellos de electricidad estática de color violáceo
 
 El pasajero promedio con la suerte de conseguir un asiento de ventanilla en un vuelo comercial apiñado tiene a veces más cosas que ver por la ventana que los cielos de color azul irreal y nubes blancas que se extienden hasta el infinito. Debido a la congestión de las rutas aéreas, resulta posible ver hasta otros aviones pasando de largo a alturas estratosféricas. El que esto escribe tuvo la oportunidad de mirar por la ventanilla y ver, desde una perspectiva de treinta mil pies, un buque de carga surcando las aguas del Atlántico. Si el observador fortuito llega a ver semejantes cosas, podemos esperar que las tripulaciones de los aviones de línea lleguen a ver objetos aún más inesperados.
El 13 de abril de 1963, la tripulación de un Boeing 707 viajando desde San Juan hasta Nueva York presenció algo totalmente inesperado: luego de haber despegado normalmente del aeropuerto de Isla Verde y ascendido a la altura de crucero de 30,000 pies media hora después de haber dejado Puerto Rico, el copiloto advirtió a sus compañeros de vuelo que se producía un fenómeno desconocido debajo del reactor: una enorme «burbuja» que se formaba en la superficie del Atlántico.
 
Los hombres en la cabina de vuelo del 707 no daban crédito a lo que estaban viendo. La burbuja aumentaba de tamaño, y los cálculos posteriores realizados por el piloto indicaron que el fenómeno tenía casi una milla de ancho por media milla de alto. ¿Habían presenciado, acaso, una detonación submarina, una erupción volcánica, o uno de los fenómenos característicos de la zona? Treinta y ocho años después, «la burbuja» sigue siendo un misterio. Algunos han aventurado la posibilidad de que la tripulación del 707 pudo haber presenciado la explosión submarina de un dispositivo termonuclear, o una prueba artificial siendo realizada en el fondo del mar.
 
Las manifestaciones de alta extrañeza no resultan fuera de lo común en esta región del Atlántico, aunque, a veces, su explicación resulta prosaica. El 21 de agosto de 1969, los ciudadanos de la República Dominicana presenciaron una enorme nube blanca que se expandió a dimensiones prodigiosas, formando círculos concéntricos antes de disiparse. El pánico cundió entre los testigos, quienes temían que «el fin del mundo» había llegado, o que la nube presagiaba algún evento de significado oculto. No obstante, resultó ser parte de una operación denominada «proyecto Stormfury», cuya meta consistía en acribillar a los huracanes con yoduro de plata para disminuir su potencia. Semejantes experimentos, realizados a alturas estratosféricas, a menudo resultan visibles a cientos de millas de distancia.
 
Desapariciones de alta extrañeza
 
El marinero puertorriqueño Roberto Gainer casi llegó a ocupar su puesto en la tradición de los que se han esfumado por completo en las aguas tropicales. Por suerte, la inmortalidad decidió pasarlo por alto.
 
Zarpando de San Juan en el mes de octubre de 1976 a bordo de una balandra, el navegante de 23 años de edad se disponía a disfrutar de un día de actividad marítima cuando el timón de su nave se rompió repentinamente. La balandra se vio arrastrada cientos de kilómetros hacia el mar abierto por poderosas corrientes, y el radio transmisor de Gainer carecía de la potencia necesaria como para comunicarse con la costa. Durante las dos semanas y media que siguieron, el barquito fue arrastrado a quinientas cincuenta millas de Puerto Rico. De no haber sido por la casi providencial aparición de un carguero alemán que captó la balandra en su radar, la desesperación del joven Gainer habría sido achacada al voraz Triángulo de las Bermudas.
 
Pero al igual que sucede con la aviación, hay desapariciones misteriosas que tienen matices paranormales y hasta ufológicos. El caso de Freddy Miller, relatado detalladamente por Sebastián Robiou en su monumental Manifiesto OVNI: Cuba, Puerto Rico, Republica Dominicana (Ed. Punto y Coma, 1979) corresponde a esta categoría.
 
El 5 de mayo de 1959, una embarcación salió de la ciudad de Santo Domingo con rumbo hacia la playa de Boca Chica a 20 millas de distancia. A pesar del magnífico tiempo primaveral y la tranquilidad del mar, el velero de diecinueve pies que transportaba al productor y director de televisión Freddy Miller y sus pasajeros (dos mujeres y dos niños), desaparecieron sin dejar rastro alguno. Se realizó una búsqueda de tanto las aguas dominicanas como las adyacentes utilizando los servicios de rescate de la época, pero jamás volvió a saberse nada de las cinco personas.
 
Trece años después, el 22 de septiembre de 1973, Virgilio Gómez, un gerente de ventas para una de las compañías de seguros mejor conocidas de la República Dominicana, iba de camino a visitar una granja experimental, propiedad de la universidad nacional, en las afueras de San Cristóbal, 15 millas al oeste de Santo Domingo, para aconsejar a los propietarios sobre la clase de seguros que debían tener.
 
A eso de las 9 a.m. mientras que Gómez se desplazaba hacia su destino, vio que una persona le hacía señas desde el borde del camino. «Pensé que lo prudente sería evitarlo», diría el agente de ventas posteriormente en una entrevista. «Pero al acercarme, me di cuenta que el sujete iba vestido completamente de verde y que habían dos mas parados a 5 ó 6 metros de distancia del primero. Pensando que podría tratarse de una garita militar o algún accidente, decidí reducir la marcha con cuidado. Me detuve a 10 metros de la primera persona y mantuve el motor encendido…»
 
Según Gómez, el hombre en el traje verde le dijo que se llamaba Freddy Miller, y que «supuestamente» se había ahogado junto con otras personas, aunque de hecho lo había rescatado un aparato moderno, «un módulo conocido a la gente como OVNI».
 
Creyendo que se trataba de una tomadura de pelo, Gómez le hizo el juego y le preguntó al hombre que de dónde venía. Se quedó pasmado cuando el personaje repuso sobriamente que venía de Venus, y que su rescate se debía «a sus conocimientos en la tecnología de la radio», agregando que no había cupo para los desventurados pasajeros del velero, y que tampoco habrían sobrevivido al «proceso de adaptación».
 
Gómez señaló que su interlocutor alienígena tenía una piel grisáceo-amarillenta que resultaba repugnante, carecía de pelo, y hablaba en un tono de voz grueso y ponderoso. El cuerpo del ser estaba cubierto por un mono de color verde sin cremalleras ni bolsillos. Llevaba un gran reloj pulsera «parecido al que utilizan los submarinistas» en la muñeca izquierda.
 
El agente de seguros pudo ver un vehículo a medio ocultar en la maleza al lado del camino, cosa que le hizo darse cuenta de que la situación no era una broma. La nave de configuración ovalada tenía un brillo parecido al del cromo y tenía el aspecto de una pelota de fútbol americano, sin ventanas y sin remaches.
 
El supuesto «Freddy Miller» pasó a explicarle que tanto él como sus compañeros estaban realizando investigaciones en la «fosa de Milwaukee», la trinchera submarina que alcanza profundidades de hasta 20,000 pies y que forma parte de la fosa de Puerto Rico. Los supuestos extraterrestres estaban preocupados por la posibilidad de que se produjese actividad sísmica en dicho lugar, con consecuencias devastadoras para Haití y la República Dominicana.
 
Se le aseguró a Gómez que los alienígenas «harían lo posible por evitar el cataclismo» programado para el 28 ó 29 de octubre de ese año, y le pidieron que abandonase la zona inmediatamente. Acatando la orden del extraño sujeto, el agente de seguros se alejó del lugar, inspeccionando su espejo retrovisor para ver si podía presenciar el despegue del OVNI. De repente se sintió invadido por una sensación de temor, y aceleró hasta alcanzar su destino original.
 
Al regresar a su hogar esa noche, Gómez informó a su esposa y parientes del encuentro con «Freddy Miller» y sus experiencias aquella mañana. La historia no tardó en difundirse entre los parientes de Gómez, y dentro de poco, el agente de seguros se vio obligado a relatar su experiencia durante el transcurso de una cena cívica. El caso salió en los principales periódicos dominicanos. Según fuentes, Virgilio Gómez posteriormente llegó a ver una foto familiar en grupo y pudo indicar cual de ellos era Freddy Miller.
 
A pesar de los visos de alta extrañeza del encuentro de Gómez, es un hecho innegable que la actividad sísmica era considerable el día en que se produjo el incidente. El investigador Sebastián Robiou indicó que se produjo un temblor en la fosa de Milwaukee pocas horas después del encuentro con «Freddy Miller».
 
Pero, ¿y que hay con «Freddy Miller»? Las fotos del desaparecido deportista y productor de televisión muestran a un hombre calvo, mayor y con espejuelos que no guardaba parecido alguno con el ser que conversó con Virgilio Gómez. A pesar de sus actividades en el mundo de la televisión, el verdadero Miller carecía de experiencia significativa en tecnología radial, el motivo por su resurrección a manos de los «venusinos». Aunque este caso ha caído en el olvido, ocupa un lugar de honor entre los misterios del mar.
El Triángulo: ¿desactivado por exorcismo?
 
Los cínicos afirman que la pérdida de interés en el Triángulo de las Bermudas se debe a que no se han producido desapariciones en los pasados 25 años. Los percances se deben ahora a la falta de pericia de los navegantes o a las víctimas del narcotráfico, pero las mejoras en el sistema de navegación LORAN y ahora la navegación por satélite (SATNAV) han ayudado a que el bote más pequeño regrese a puerto seguramente.
 
      
 Otros afirman que el fin del misterio en el confín occidental del Atlántico Norte se debe a circunstancias tan extrañas como las desapariciones.
A comienzos de la década de los ’50, el Reverendo Donald Omand – cuya fama en el mundo de lo paranormal alcanzaría dimensiones insospechadas después de sus exorcismos en el lago Ness y en varias casas encantadas en Inglaterra – aceptó la invitación extendida por un amigo de Miami a dar un paseo en su yate,
  
 «Dainty Dinah». Cuando el yate perdió de vista la costa de la Florida, se produjo un cambio abrupto en las condiciones meteorológicas, y la embarcación quedó a la merced de una mar embravecida y vientos aullantes. El propietario del yate informó al reverendo que los cambios repentinos eran característicos del «Triángulo de las Bermudas».
 
«Nunca sospeché que veinte años más tarde me vería enfrascado en un intento por desentrañar sus misterios y vencer las fuerzas diabólicas que lo ocupaban», escribiría Omand en sus memorias. «Aunque en aquel momento no pude atisbar el futuro, estaba muy consciente del presente».
 
El reverendo Omand describió que el sonido producido por el viento y las olas se parecía un canto, o gemidos provenientes de cientos de gargantas, cambiando de una nota musical a la otra. Se dio cuenta de que lo que presenciaba era un evento sobrenatural. «Repentinamente, la tormenta amainó y dejé de escuchar el canto. Me di cuenta entonces de que las voces que cantaban llevaban siglos de estar muertas: se trataban de las almas de los esclavos africanos que murieron en el cruce desde Africa hasta las colonias americanas. Muchos de ellos habían sido arrojados por la borda en esta parte del mar», escribió Omand. Antes de regresar a Inglaterra, el reverendo comentó su teoría con algunos estadounidenses, quienes la encontraron francamente descabellada. Pero otros, como el Rev. Martin Luther King, le escucharon con gran interés y coincidieron con su interpretación.
 
En 1977, el Rev. Omand manifestó ante un congreso internacional que la causa de los eventos en el Triángulo de las Bermudas se debía a los cientos de esclavos que murieron en tormentas, o que fueron echados al mar por estar enfermos o en mal estado antes de llegar a las Indias Occidentales o Norteamérica. «[Entre ellos] pudo haber habido una personalidad dominante, casi seguramente un hechicero, quien maldijo esta región del mar. Sabemos que en el Africa existe esta clase de personas y yo mismo he experimentado la envergadura de sus poderes».
 
El 16 de enero de 1978, el reverendo Omand realizó su exorcismo del Triángulo, un evento cuidadosamente sincronizado con otras ceremonias que se llevarían a cabo en Miami y en Puerto Rico. «Se ofrecerán plegarias por todos los que han muerto en el Triángulo, y por los esclavos que murieron durante el cruce desde Africa, pidiendo a Dios que el amargado corazón, vivo o muerto, responsable por las condiciones del mar, conociese la compasión cristiana y pudiese superar los poderes del Maligno».
 
A las 7:30 a.m., el reverendo comenzó el exorcismo, concluyendo con el rito mozárabe y la invocación final, esparciendo agua bendita sobre las aguas del Atlántico. Omand se desmayó poco después de haber concluido el rito, advirtiendo a los presentes que era algo que siempre le sucedía.
 
Doce días después, el 28 de enero de 1978, un Boeing 727 de la aerolínea National que volaba entre Miami y Newark, perdió potencia en sus tres motores y cayó casi en picado una distancia de siete mil pies. La avería en los tres motores era algo que iba contra todos los cánones de la aviación moderna, pero cinco minutos después, los tres motores volvieron a funcionar y no hubo muertos que lamentar. Se afirmó que el final feliz del incidente se debió al éxito de la ceremonia realizada por el reverendo Omand.
 
Conclusión
 
¿Existen regiones en el mar que infundan más temor que otras, o que son más misteriosas que otras, o acaso sólo se debe a la percepción humana de los hechos? Después de todo, cada uno de los cuerpos de agua de nuestro mundo tiene su propia casuística de enigmas sin resolver y regiones en dónde se producen anomalías. Debido a la ubicación del continente americano con respecto al Atlántico, y los patrones de conquista y emigración seguidos por las naciones europeas, tal vez conocemos este mar un poco mejor que otros, pero exista o no un Triángulo de las Bermudas, siempre habrá misterios marinos que comentar. 

Zona del Silencio

Zona del Silencio, puerta del universo
Un desierto cuya inmensidad bordean montañas con aspecto de cráteres, donde abundan aerolitos esparcidos en sus alrededores, así como el recuerdo de un cohete espacial que cayo en su árido territorio, hacen de la misteriosa Zona del Silencio, en el norte del País un escenario sideral.
A esta impresión contribuye la magnifica vista de la bóveda celeste que se tiene desde ahí, la cual permite apreciar constantes lluvias de estrellas y algunos satélites artificiales en movimiento, acompañada del manto silencioso que efectivamente cubre este lejano paraje, a donde se dice no penetran las ondas electromagnéticas de la radio.
En el llamado Vértice de Trino, confluencia de los estados de Coahuila, Durango y Chihuahua, delimitada por la peculiar Sierra del Diablo y vigilada por el solitario cerro llamado Pastelone o de San Ignacio, la Zona del Silencio produce realmente ese encuentro con la callada quietud de la naturaleza por la sensación de vacío y alejamiento que caracteriza el lugar.
Sin embargo, una poderosa energía magnética, responsable de la atracción de los cuerpos celestes hacia el sitio, es en realidad lo que puebla este singular desierto mexicano y lo reviste de un ambiente denso que pesa sobre el visitante, remontándolo a otra dimensión, distinta de la normal. Así, la Zona del Silencio ofrece no solo un paisaje insólito sino también una experiencia sensorial.
Para su fortuna, ha sido designada «Reserva de la Biosfera de Mapimí», y el Instituto de Estudios del Desierto, organismo gubernamental duranguense, vigila que su prodigiosa flora -que incluye a los endógenos nopales morados- y su sorprendente fauna -tortugas y reptiles únicos en el mundo – se mantengan alejadas de la contaminación mundana.
Por eso, es difícil penetrar a la Zona del Silencio a través de polvorientas e interminables brechas, y los campesinos de ejidos como Las Lilas, en Coahuila, dan la impresión de ser los mas alejados de la civilización moderna, viviendo en un confín del mundo, solitario y remoto.
A 64 kilómetros de la carretera que va de Torreón a Químicas del Rey, en Coahuila, y otros tantos del ferrocarril que conecta con Estación Carrillo, Chihuahua, o de la salida hacia Ceballos, Durango, el desierto ocupa al menos 160 mil hectáreas de silenciosa y desolada extensión.
 
 Cayó el Athenas y llego la fama
En los primeros años de la década de los 70, un cohete de la NASA llamado Athenas cayo en la región debido a un desperfecto.
Varias semanas duro su búsqueda en las inmediaciones de Medanos, sitio ubicado en la parte duranguense de la Zona del Silencio que se caracteriza por sus formaciones rocosas similares a estalagmitas, como dedos de una mano gigante.
A pesar del esfuerzo de los técnicos norteamericanos, los aparatos de radar utilizados no aportaban dato alguno, e incluso el rastreo desde el aire resulto infructuoso.
Cuando al fin fue localizado el cohete, se tendió un tramo de vía férrea desde Estación Carrillo, pero la revista México Desconocido afirma que los especialistas no solo se llevaron el cohete, sino también varias toneladas de arena del desierto con el pretexto de que estaba contaminada, bajo un fuerte dispositivo de seguridad.
Eso origino rumores de que la zona poseía cualidades magnéticas desconocidas, que aumentaron cuando el lugareño Harry de la Peña descubrió un punto a donde no llegaban las ondas de radio. Sus declaraciones originaron una investigación realizada por universitarios de Torreón, quienes propusieron la teoría de que un cono magnético cubría esta región y bloqueaba diferentes tipos de señales.
Sin embargo, el autor de este articulo si pudo sintonizar la radio en la ladera del Cerro Pastelone, y se afirma que quienes se dedican a estudiar la región no han podido localizar de nuevo la tal «zona silenciosa».
 
Es posible que el magnetismo mencionado mas bien influye en la frecuencia con la que se pueden apreciar numerosas estrellas fugaces que «caen» hacia el desierto y se acercan tanto que parecen bolas de fuego.
Este fenómeno natural que agrega movimiento a la bóveda celeste coincide con la aparición un globo sonda que pasa cada 90 minutos, y es claramente visible desde el lugar, por lo que algún observador podría confundirlo con un objeto volador no identificado.
Entre cráteres, estrellas, cohetes y misterio, la aventura espacial se complementa al visitar una de las zonas donde cayó un meteorito, ubicado en el ejido Las Lilas, en la que es claramente visible un área circular cubierta con rocas metalicas pulverizadas.
Un letrero indica el sitio preciso con una única leyenda: «Meteorito»l. Al internarse en su pedregoso contorno se aprecian las muestras de roca metálica lisa por la ignición o bien, porosa como espuma del metal que hierve a gran velocidad antes de chocar contra la Tierra.
Es importante agacharse a recopilar algunos aerolitos, de muy distinta textura a las rocas comunes, porque dicen que representan la buena suerte que viene del espacio.
 
Habitantes del Silencio
Manos recias y piel curtida por el fuerte sol caracterizan a Miguel García, comisariado ejidal de Las Lilas, lejano poblado en el que viven 18 familias.
«No, por aquí no pasa nada», expreso al negar posibles avistamientos de naves o meteoros, señalando que la vida en la desértica zona es tranquila, aunque no fácil. Al darle la mano, se percibe la rudeza del trabajo que ejecuta don Miguel y la aridez del clima que le ha agrietado la piel.
En regiones como esta, se establecen fideicomisos de riesgo compartido para estimular la ganadería con capital gubernamental, y hacer posible la economía de la región. En particular, en Las Lilas se invirtieron este año 224 millones 51 mil pesos para habilitar ocho mil 865 hectáreas de agostadero con 350 «unidades animal» que equivalen a vacas con becerro o bien, caballos.
Siguiendo la indicación de don Miguel, fue posible dar con un banco de fósiles, otro elemento de interés que también posee la Zona del Silencio.
Por haber sido en la Era Cenozoica parte del Mar de Thetis, el gran desierto chihuahuense que abarca esta región esta lleno de caracoles y conchas marinas fosilizados, que esporádicamente surgen de las candentes arenas. Un letrero pide a los visitantes que no se lleven los fósiles, pero difícilmente alguien vigila que la orden se cumpla.
Solo están presentes los extraños nopales de color violeta, los numerosos cactus que llaman «viejitos» por sus espinas que simulan cabello blanco, los nopales rastreros que sirven de alimento al ganado, o matorrales como el hojase o la gobernadora.
La fauna silvestre de la región incluye las escasas tortugas endógenas, que están siendo conservadas en el Instituto de Estudios del Desierto para evitar su extinción, así como a veloces liebres, palomas silvestres que cantan al salir el sol, uno que otro coyote, y otros reptiles que por fortuna permanecen ocultos en tiempo de calor.
Para abandonar la Zona del Silencio, hay que batallar con los peligrosos bancos de arena, en los que los vehículos pueden quedarse varados. El calor es sofocante. Poco a poco se va reduciendo la alta efigie del Pastelone al alejarse hacia la carretera, sin perder su aspecto de cráter lunar, similar a los que muestra en la lejanía la Sierra del Diablo.
La atmosfera sorprendente de un desierto magnético, que atrae meteoros a la Tierra y donde el silencio reina a lo largo de kilómetros de blancas arenas, quedo atrás, al fin. Regresar de la Zona del Silencio es como volver de otro mundo a la realidad.
LA ZONA DEL SILENCIO.
Región desértica del noroeste de México, donde existen amplias fajas de terreno en las que no funcionan los aparatos radiorreceptores, radiotransmisores ni televisores. Se desconoce su delimitación y su extensión exacta, pero se le sitúa a 50 km del poblado de Ceballos, en los límites de los estados de Durango, Coahuila y Chihuahua. En 1966, el ingeniero Augusto Harry de la Peña, geofísico de la empresa Petróleos Mexicanos, se internó en la región para revisar unas instalaciones y cuando quiso comunicarse con sus compañeros, el radio de su automóvil no funcionó. Cuando regresó a la estación central pidió que revisaran el aparato, pero no se le encontró ninguna avería. Esto le sucedió una vez más y pensó que era un coincidencia, pero cuando le ocurrió una tercera vez decidió investigar la causa. Su primera conclusión fue que en la región había áreas en las que la transmisión y recepción de las señales de radio eran imposibles. Peña llamó a estas áreas: «zonas de silencio», nombre que más tarde se le adjudicaría a toda la región. En 1966, el ingeniero Carlos Cabrera Cruz, investigador de la Comisión Nacional de Energía Nuclear, y su equipo, realizaron pruebas de polarización vertical con transmisores walkie talkie de 27 megahertz en amplitud modulada, y demostraron que las ondas de radio no se propagan fácilmente en estas áreas, sino que son absorbidas, probablemente, por campos de energía electromagnética. El 11 de julio de 1970 una nave especial tipo Athena, que fue lanzada desde la base New River, Utah, para ser recibida en White Sands, Nuevo México, sufrió un desperfecto en su sistema de dirección y se desvió más de 1.500 km para caer cerca del cerro de San Ignacio, la parte más electromagnética de la Zona del Silencio. La búsqueda, el hallazgo y el rescate de la nave requirieron tres semanas, pero los científicos de la NASA permanecieron en el área mucho tiempo más, durante el cual hicieron un muestreo completo de la región. Levantaron planos topográficos y fotogramétricos; tomaron muestras de tierra, de minerales, de insectos y de plantas; quemaron la hierba del perímetro donde había caído la nave y se llevaron las cenizas. Hasta la fecha no se han dado a conocer los resultados de esta investigación. Según los estudios realizados por otros científicos, el electromagnetismo característico de la Zona del Silencio tiene tres causas posibles: la corriente de un mar o un gran río subterráneo; la composición del subsuelo, en donde puede haber grandes depósitos de petróleo, carbón o magnetita; y la gran cantidad de meteoritos que caen en la región (se han contado 38 meteoritos en un lapso de tres horas). Todo el suelo de la región está cubierto de fragmentos espaciales, desde micro meteoritos hasta piezas mayores. Gran parte de la superficie de estos meteoritos se desintegra a su paso por la atmósfera y se convierte en polvo metálico, que se deposita en el suelo y en las piedras de la región. Otros fenómenos de importancia que ocurren en la Zona del Silencio son la absorción de energía solar, que es 35% mayor que en otras regiones del mundo, y el intenso bombardeo de radiaciones cósmicas. Estos hechos han provocado mutaciones en las plantas y en los animales del lugar. La Zona del Silencio es un área representativa de las regiones áridas del norte mexicano y a pesar de la escasez de lluvias, posee una fauna de una riqueza asombrosa. Por esta razón fue declarada, por la UNESCO, Reserva de la Biosfera. De de este lugar es la tortuga gigante, que es la tortuga terrestre más grande de Norteamérica y una de las más grandes del mundo. Este animal carece de cola, tiene una quilla que le impide meter la cabeza en el caparazón y posee ojos amarillos para protegerse de los rayos solares. Otros habitantes del área son el coyote, el punga, el lobo, el venado, el antílope, la víbora de cascabel, la liebre, el camaleón, el lagarto del desierto y la rata canguro (un animal que no toma agua en toda su vida). La flora del área está constituida principalmente por un arbusto conocido como gobernadora; nopales de color violeta, que desarrollaron esa coloración para protegerse de los intensos rayos solares; palma sin frutos, fibrosa y muy resistente; sangre de drago; lechuguilla, cardenche espinosa y líquenes. Además del misterio que la envuelve y de los fenómenos extraños que allí ocurren, la Zona del Silencio ofrece al visitante la incomparable y seductora belleza del desierto inmensamente iluminado, con sus extrañas formas de vida y crepúsculos extraordinariamente bellos.
 
 
La enigmática «Zona del Silencio»
 
Durango, (Notimex).- El fuerte viento levanta intensas tolvaneras, el sol que hacía «arder la arena» queda oculto en sólo unos segundos, mientras roedores, alacranes y víboras se esconden, es la «Zona del Silencio», llamado por algunos «La Puerta del Universo».
La primera porción de tierra que emergió del agua del actual territorio mexicano, hace mil millones de años, fue parte del Mar de Tetis, hoy es una porción del semidesierto donde se hace difícil la vida para el ser humano, y su característica es la incomunicación.
Las ondas de radio no llegan ni salen y los oídos duelen, además, en este gran espacio de 50 kilómetros cuadrados, en pleno desierto de Chihuahua, es frecuente la caída de meteoritos.
De acuerdo con datos históricos, en los primeros años de la década de los 70, un cohete Athenas de la Agencia Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), cayó por un desperfecto en esta región.
Varias semanas duró la búsqueda de la nave en las inmediaciones de Medanos, sitio ubicado en la parte duranguense de la Zona del Silencio, que se caracteriza por sus formaciones rocosas similares a las estalagmitas.
A pesar del esfuerzo de los técnicos estadunidenses, los aparatos de radar utilizados no aportaban dato alguno, e incluso el rastreo desde el aire resultó infructuoso.
Cuando al fin fue localizado el cohete, se tendió un tramo de vía férrea desde Estación Carrillo, para llevar los restos de esa nave.
La población cree que los especialistas no sólo se llevaron el cohete, sino también varias toneladas de arena del desierto, con el pretexto de que estaba contaminada.
A partir de ese hecho, se reforzó la versión de que la Zona del Silencio poseía cualidades magnéticas desconocidas.
Años antes, el técnico de la empresa Petróleos Mexicanos (Pemex), Augusto Harry de la Peña, descubrió un punto donde no llegaban las ondas de radio.
La Zona del Silencio comprende una superficie de 50 kilómetros cuadrados en el noreste de Durango, se ubica en el paralelo 27, en el cual, por coincidencia, se localizan también el Triángulo de las Bermudas y las Pirámides de Egipto.
Enigmático lugar, donde las ondas hertzianas no pueden transmitirse normalmente, hoy es uno de los sitios de mayor interés turístico en la entidad, sobre todo para quienes gustan del turismo de aventura.
A unos 200 kilómetros al noreste de la ciudad de Gómez Palacio, en la Comarca Lagunera de Durango, dicha zona se le ha relacionado con el Triángulo de las Bermudas, debido a una intensa actividad magnética.
En 1966, el geofísico Harry de la Peña se internó en la zona con el propósito de revisar unas instalaciones, pero cuando quiso utilizar su radio no lo pudo hacer.
Aunque lo mandó revisar en dos ocasiones, pensando que se trataba de una falla del equipo, luego del tercer intento empezó a sospechar que se trataba de algún fenómeno.
La Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN) comisionó a Carlos Cabrera Cruz y un equipo de investigación, que descubrió en la franja afluencia de energía entre 30 y 70 por ciento, a veces esporádica y otras cíclica que interrumpía la comunicación.
Con esta investigación quedó de manifiesto que en dicha zona las ondas de radio no se propagaban con facilidad, como en cualquier otra parte del mundo y se lanzó la hipótesis de que eran absorbidas por campos de energía electromagnéticos.
Por otra parte, en 1969 el astrónomo Bernard Lovell detectó un meteorito desde un observatorio en Jodrel Bank, Inglaterra, comenzó a seguir su trayectoria, mientras seguía también la de la nave espacial soviética sonda-Venus.
Al trazar las direcciones coincidió con otros científicos que el meteorito y la nave espacial tenían trayectoria de impacto, cuyos datos sirvieron para que ésta cambiara su rumbo, y sorpresivamente, el meteorito también lo hizo para seguir la trayectoria de impacto.
 
Tras nuevo cambio de ruta en la nave espacial, el meteorito volvió a su ruta original, en la atmósfera de la Tierra sufrió particiones y el pedazo más grande dio una vuelta completa y cayó cerca de la población de Allende, Chihuahua, junto a la Zona del Silencio.
Por la noche, la Zona del Silencio se convierte en un planetario por su impresionante vista de la bóveda celeste y permite apreciar lluvias de estrellas y algunos satélites artificiales en movimiento.
Por su importancia, la Zona del Silencio quedó enclavada dentro de la «Reserva de la Biósfera de Mapimí».
El Instituto de Estudios del Desierto, organismo gubernamental duranguense, vigila que su flora, la cual incluye a endógenos nopales morados, y su sorprendente fauna, tortugas y reptiles únicos en el mundo, se mantengan alejadas de la contaminación.
La fauna silvestre de la región incluye veloces liebres, palomas silvestres que cantan al salir el sol, uno que otro coyote, y otros reptiles que por fortuna permanecen ocultos en tiempo de calor.
La zona alberga a cactáceas como el arco iris (echinoserus pectinatus), otros con un fruto, como chilitos rojos (mammilaria Pottsii), crece abundantemente el zacate navajilla, delicioso bocado para el ganado vacuno y se encuentra el falso peyote cara de piedra fósil (ariocarpus fissauratus), que le llaman la roca viviente.
En esa zona también existen arbustos, que están representados por encinos enanos y algunos huizaches, que sirve de sombra a los animales.
Para los aventureros, la Zona del Silencio es toda una experiencia que inicia en bicicleta
por el poblado de Cevallos, cabecera del municipio de Mapimí, y punto de entrada a la Reserva de la Biósfera del Mapimí.
La Reserva de la Biósfera del Bolsón de Mapimí fue la primera en su tipo en el país, y muy a pesar de los biólogos y científicos que la administran, aquí también está la famosa Zona del Silencio, misma que atrae a muchos visitantes, tanto nacionales como extranjeros.
Hace mil millones de años esta zona fue generadora de vida marina, hoy forma parte del Desierto Chihuahuense, donde rara vez llueve (260 milímetros al año), forzando tanto a la flora como a la fauna del lugar, a desarrollar técnicas especializadas para sobrevivir en este hábitat.
Es en este espacio de extrañas formas de vida, de atardeceres multicolores, de noches estrelladas y de acontecimientos sin precedente, donde convergen los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila. NTX/GC/CL/HTV
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COMO LLEGAR A LA ZONA DEL SILENCIO
Para llegar a la Zona del Silencio puede llegarse desde Torreón, Coahuila, por la carretera 49 rumbo a Jiménez, Chihuahua. Tras 82 km se llega al pueblo de Ceballos, Durango, desde donde deben transitarse 55 km hacia el este por brecha.
Se recomienda al visitante llevar un buen vehículo para entrar en este sitio, aunque el acceso es relativamente fácil; también es indispensable la contratación de un guía experto y llevar suficiente agua.
En el mismo poblado de Ceballos pueden conseguirse suficientes suministros para alistarse a la aventura en la Zona del Silencio. Otra curiosidad es que mucha gente de Ceballos son coleccionistas en cierne, pues poseen cantidades impresionantes de meteoritos y fósiles de aquél lugar de formas insólitas, los que pueden verse si así lo solicita el visitante.

Las Líneas De Nazca

Las Líneas De Nazca
En el Perú, a 400 kilómetros al sur de Lima y a 50 kilómetros de la costa del Pacífico, se extiende la meseta desértica de Nazca, cubierta de gran cantidad de dibujos y figuras geométricas que solo pueden apreciarse desde el aire. 
No fue sino hasta 1927, mil años después de la presunta desaparición de los nazcas, que comenzamos a vislumbrar la magnitud del misterio, cuando un piloto peruano descubrió casualmente la increíble red dibujada en el suelo. El arqueólogo americano Paul Kosok, el primer investigador que intento resolverlo, llegó al lugar en 1939.
 Increíbles figuras de animales se encuentran en las pampas de Nazca.
Extendiéndose sobre más de 500 Km2, las líneas de Nazca fueron trazadas despejando la fina capa de piedras oscuras que cubren el desierto para dejar al descubierto el suelo más claro.
Hay marcas de tres tipos bien definidos: líneas rectas, en zigzag o dibujos espirales que pueden alcanzar hasta 5 Km de largo; figuras geométricas en forma de franjas de gran tamaño que se asemejan a las «pistas de aterrizaje»; representaciones de animales que sobrepasan frecuentemente los 150 metros de largo.
En la ladera de ciertas elevaciones que bordean el desierto, dibujos de seres humanos de una ejecución diferente y más primitiva que son atribuidos a los paracas, predecesores de los nazcas en la región.
Las figuras trazadas geométricamente a través de los relieves del terreno, como si estos no existieran, y recubiertas por el polvo de los siglos resurgieron en todo su esplendor gracias al trabajo de una matemática alemana llamada María Reiche. Les dedicó toda su vida a partir de 1945, dividiendo su tiempo entre la investigación y la conservación de las líneas trazadas en el cielo.
¿El Mayor Libro Astronómico?
Al igual que Paul Kosov, al que comenzó por secundar y a quién debemos la definición anterior, María Reiche piensa que las líneas rectas (que forman generalmente motivos solares que se entrecruzan) constituyen una especie de calendario astronómico que permite calcular fechas y estaciones.
¿Quiénes y qué aparatos utilizaron para hacer estas figuras, si solo se pueden ver desde el cielo?.
Sin embargo los estudios por computación realizados en 1968 por el astrónomo norteamericano Gerald Hawkins (famoso por descubrir los alineamientos astronómicos de Stonehenge) no permiten encontrar una cantidad de alineamientos suficiente para sobrepasar el simple efecto de la casualidad.
Sin embargo la etnóloga Simone Waisbard y su hijo Jack, experto en informática, se percatan al estudiar el plan del conjunto de figuras geométricas y de representaciones de seres vivos, de que se trata de un calendario meteorológico. O más bien de numerosos calendarios superpuestos en el curso de los siglos, lo que deja suponer por ejemplo la sobreimpresión de una «pista» sobre un magnífico pájaro de más de 100 metros de longitud. Otro experto en el tema, el explorador inglés Tony Morrison, atribuye a los dibujos trazados un significado religioso, basado en las costumbres y en la religión de los nazcas. Para él, las líneas son senderos sagrados que unen altares (que pueden ser materializados por los numerosos montículos de piedras unidas por estas líneas); los dibujos, homenajes a los dioses del cielo, y las grandes «pistas», los lugares de reunión para el culto.
Transportar y Levantar Estatuas
¿Cómo pudieron los nazcas trazar dibujos tan perfectos sin verlos? María Reiche afirmó que lo hicieron agrandando «maquetas», de las que encontró huellas cerca de algunas figuras animales.
¿Qué finalidad tienen esas figuras? ¿Son un libro astronómico, un sistema de riego, una manera de orientarse desde el aire?
El norteamericano Jim Woodman, junto al aeronauta inglés Julian Nott, intentó probar que los nazcas sabían fabricar globos aerostáticos para supervisar el trazado de las figuras. Trabajando a partir de dibujos encontrados sobre piezas de alfarería y después de constatar la presencia de huellas de fuego al centro de la red de las pistas, fabricó un globo en 1975, el Cóndor I, con cuerdas y telas del mismo tipo de las que fueron encontradas en las momias nazcas, y le colgó una barquilla de caña en forma de pequeña góndola. El globo se elevó 90 metros antes de caer, salvándose milagrosamente ambos aeronautas. Pero existen pruebas de que los nazcas pudieron volar… Hipótesis osada pero más sensata que la del suizo Erich von Daniken, para quien las «pistas» serían un aeropuerto rudimentario para extraterrestres que vinieron a visitar nuestro planeta en el pasado. A menos que los magníficos dibujos de animales sean una señalización gigante edificada por los fieles en el curso de los siglos para guiar a unos «dioses» para su hipotético retorno. 

EL FANTASMA DE LA MONJA

EL FANTASMA DE LA MONJA

Cuando existieron personajes en esa época colonial inolvidable, cuando tenemos a la mano antiguos testimonios y se barajan nombres auténticos y acontecimientos, no puede decirse que se trata de un mito, una leyenda o una invención producto de las mentes de aquél siglo. Si acaso se adornan los hechos con giros literarios y sabrosos agregados para hacer más ameno un relato que por muy diversas causas ya tomó patente de leyenda. Con respecto a los nombres que en este cuento aparecen, tampoco se ha cambiado nada y si varían es porque en ese entonces se usaban de una manera diferente nombres, apellidos y blasones.
 Durante muchos años y según consta en las actas del muy antiguo convento de la Concepción, que hoy se localizaría en la esquina de Santa María la Redonda y Belisario Domínguez, las monjas enclaustradas en tan lóbrega institución, vinieron sufriendo la presencia de una blanca y espantable figura que en su hábito de monja de esa orden, veían colgada de uno de los arbolitos de durazno que en ese entonces existían. Cada vez que alguna de las novicias o profesas tenían que salir a alguna misión nocturna y cruzaban el patio y jardínes de las celdas interiores, no resistían la tentación de mirarse en las cristalinas aguas de la fuente que en el centro había y entonces ocurría aquello. Tras ellas, balanceándose al soplo ligero de la brisa noctural, veían a aquella novicia pendiente de una soga, con sus ojos salidos de las órbitas y con su lengua como un palmo fuera de los labios retorcidos y resecos; sus manos juntas y sus pies con las puntas de las chinelas apuntando hacia abajo.
 Las monjas huían despavoridas clamando a Dios y a las superioras, y cuando llegaba ya la abadesa o la madre tornera que era la más vieja y la más osada, ya aquella horrible visión se había esfumado.
 Así, noche a noche y monja tras monja, el fantasma de la novicia colgando del durazno fue motivo de espanto durante muchos años y de nada valieron rezos ni misas ni duras penitencias ni golpes de cilicio para que la visión macabra se alejara de la santa casa, llegando a decir en ese entonces en que aún no se hablaba ni se estudiaban estas cosas, que todo era una visión colectiva, un caso típico de histerismo provocado por el obligado encierro de las religiosas.
 Más una cruel verdad se ocultaba en la fantasmal aparición de aquella monja ahorcada, colgada del durazno y se remontaba a muchos años antes, pues debe tenerse en cuenta que el Convento de la Concepción fue el primero en ser construído en la Capital de la Nueva España, (apenas 22 años después de consumada la Conquista y no debe confundirse convento de monjas-mujeres con monasterio de monjes-hombres), y por lo tanto el primero en recibir como novicias a hijas, familiares y conocidas de los conquistadores españoles.
 Vivían pues en ese entonces en la esquina que hoy serían las calles de Argentina y Guatemala, precisamente en donde se ubicaba muchos años después una cantina, los hermanos Avila, que eran Gil, Alfonso y doña María a la que por oscuros motivos se inscribió en la historia como doña María de Alvarado.
 Pues bien esta doña María que era bonita y de gran prestancia, se enamoró de un tal Arrutia, mestizo de humilde cuna y de incierto origen, quien viendo el profundo enamoramiento que había provocado en doña María trató de convertirla en su esposa para así ganar mujer, fortuna y linaje.
 A tales amoríos se opusieron los hermanos Avila, sobre todo el llamado Alonso de Avila, quien llamando una tarde al irrespetuoso y altanero mestizo, le prohibió que anduviese en amoríos con su hermana.
 -Nada podeís hacer si ella me ama -dijo cínicamente el tal Arrutia-, pues el corazón de vuestra hermana ha tiempo es mío; podéis oponeros cuanto queráis, que nada lograréis.
 Molesto don Alonso de Avila se fue a su casa de la esquina antes dicha y que siglos después se llamara del Relox y Escalerillas respectivamente y habló con su hermano Gil a quien le contó lo sucedido. Gil pensó en matar en un duelo al bellaco que se enfrentaba a ellos, pero don Alonso pensando mejor las cosas, dijo que el tal sujeto era un mestizo despreciable que no podría medirse a espada contra ninguno de los dos y que mejor sería que le dieran un escarmiento. Pensando mejor las cosas decidieron reunir un buen monto de dinero y se lo ofrecieron al mestizo para que se largara para siempre de la capital de la Nueva España, pues con los dineros ofrecidos podría instalarse en otro sitio y poner un negocio lucrativo.
 Cuéntase que el metizo aceptó y sin decir adiós a la mujer que había llegado a amarlo tan intensamente, se fue a Veracruz y de allí a otros lugares, dejando transcurrir los meses y dos años, tiempo durante el cual, la desdichada doña María Alvarado sufría, padecía, lloraba y gemía como una sombra por la casa solariega de los hermanos Avila, sus hermanos según dice la historia.
 Finalmente, viendo tanto sufrir y llorar a la querida hermana, Gil y Alonso decidieron convencer a doña María para que entrara de novicia a un convento. Escogieron al de la Concepción y tras de reunir otra fuerte suma como dote, la fueron a enclaustrar diciéndole que el mestizo motivo de su amor y de sus cuitas jamás regresaría a su lado, pues sabían de buena fuente que había muerto.
 Sin mucha voluntad doña María entró como novicia al citado convento, en donde comenzó a llevar la triste vida claustral, aunque sin dejar de llorar su pena de amor, recordando al mestizo Arrutia entre rezos, angelus y maitines. Por las noches, en la soledad tremenda de su celda se olvidaba de su amor a Dios, de su fe y de todo y sólo pensaba en aquel mestizo que la había sorbido hasta los tuétanos y sembrado de deseos su corazón.
 Al fin, una noche, no pudiendo resistir más esa pasión que era mucho más fuerte que su fe, que opacaba del todo a su religión, decidió matarse ante el silencio del amado de cuyo regreso llegó a saber, pues el mestizo había vuelto a pedir más dinero a los hermanos Avila.
 Cogió un cordón y lo trenzó con otro para hacerlo más fuerte, a pesar de que su cuerpo a causa de la pasión y los ayunos se había hecho frágil y pálido. Se hincó ante el crucificado a quien pidió perdón por no poder llegar a desposarse al profesar y se fue a la huerta del convento y a la fuente.
 Ató la cuerda a una de las ramas del durazno y volvió a rezar pidiendo perdón a Dios por lo que iba a hacer y al amado mestizo por abandonarlo en este mundo.
 Se lanzó hacia abajo…. Sus pies golpearon el brocal de la fuente.
 Y allí quedó basculando, balanceándose como un péndulo blanco, frágil, movido por el viento.
 Al día siguiente la madre portera que fue a revisar los gruesos picaportes y herrajes de la puerta del convento, la vio colgando, muerta.
 El cuerpo ya tieso de María de Alvarado fue bajado y sepultado ese misma tarde en el cementerio interior del convento y allí pareció terminar aquél drama amoroso.
 Sin embargo, un mes después, una de las novicias vió la horrible aparición reflejada en las aguas de la fuente. A esta aparición siguieron otras, hasta que las superiores prohibieron la salida de las monjas a la huerta, después de puesto el sol.
 Tal parecía que un terrible sino, el más trágico perseguía a esta familia, vástagos los tres de doña Leonor Alvarado y de don Gil González Benavides, pues ahorcada doña María de Alvarado en la forma que antes queda dicha, sus dos hermanos Gil y Alonso de Avila se vieron envueltos en aquella conspiración o asonada encabezada por don Martín Cortés, hijo del conquistador Hernán Cortés y descubierta esta conjura fueron encarcelados los hermanos Avila, juzgados sumariamente y sentenciados a muerte.
 El 16 de julio de 1566 montados en cabalgaduras vergonzantes, humillados y vilipendiados, los dos hermanos Avila, Gil y Alonso fueron conducidos al patíbulo en donde fueron degollados. Por órdenes de la Real Audiencia y en mayor castigo a la osadía de los dos Avila, su casa fue destruída y en el solar que quedó se aró la tierra y se sembró con sal.
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

EL SEÑOR DEL REBOZO

EL SEÑOR DEL REBOZO

A mediados del Siglo XVI funcionaba ya como convento Dominico, el edificio situado a espaldas del que fuera templo de Santa Catalina de Siena, ubicado en la calle de su nombre hoy República Argentina. Fundado por ayuda pecuniaria de tres mujeres sumamente religiosas y ricas conocidas por «Las Felipas», este convento recibía la ayuda de casas y encomiendas y rentas producto de una especie de fideicomiso de estas Felipas y así comenzó a recibir monjas que se acogían a la advocación de Santa Catalina de Siena.
 En el Templo que como se dice y se sabe, daba a la hoy calle de la República Argentina, estaba entrando a la derecha, un Cristo de madera, esculpido por anónimo escultor, uno de tantos imagineros que dejó para siempre su arte religioso sin que se recuerde su nombre. Era un Cristo de mirada triste, de palidez mortal, con grandes llagas sangrantes y una corona de espinas cuyas puntas parecían clavarse en la carne, la madera que asimismo escurría sangre. Daba lástima esta triste figura del Señor colocada a la entrada del templo, con su cuerpo llagado, flácido y apenas cubierto con un trozo de túnica morada.
 Tal vez este triste aspecto del Cristo cargando la Cruz fue lo que motivó a una monja que llegó como novicia bajo el nombre de Severa de Gracida y Alvarez y que más tarde adoptara al profesar, el de Sor Severa de Santo Domingo. Pues bien esta monja, cada vez que iba a misa al templo de Santa Catalina, se detenía para murmurar un par de oraciones al Señor cargado con tan pesada cruz al grado de que cada día lo advertía más agobiado, más triste, más sangrante.
 Pasaban los años y a medida que la monja Sor Severa de Santo Domingo solía pasar más tiempo ante el Cristo, mayor era su devoción, mayor su pena y más grande la fe que profesaba al hijo de Dios.
 Así pasaron los años, treinta y dos para ser más exactos, la monja se hizo vieja, enferma, cansada, pero no por eso declinó en su adoración por el Señor de la Cruz a cuestas, sino que aumentó a tal grado de que lo llamaba desde su celda en donde había caído enferma de enfermedad y de vejez.
 Una noche ululaba el viento, se metía por las rendijas, por el portillo sin vidrio ni madera, calaba hasta los huesos viejos y cansados de la monja. El aire azotaba la lluvia y la noche se hacía insoportable.
 -!Jesús.. Cristo mío! -gritó la monja con voz casi inaudible, pero llena de dolor, tratando de abandonar su lecho de enferma-, dejádme que cubra vuestro enjuto y aterido cuerpo… venid a mi señor, y mostráos ante esta pecadora que sólo ha sabido amarte y adorarte en religiosa reverencia.
 Arreció el vendabal…
 Y lo insólito de esta historia ocurrió entonces. Llamaron quedamente a la puerta de la celda de la enferma monja y ésta con muchos trabajos se levantó y abrió, para encontrarse ante la figura triste de un mendigo, casi desnudo, que parecía implorar pan y abrigo.
 La monja tomó un mendrugo, un trozo de la hogaza que no había tocado y le ofreció el pan mojado en aceite, agua y sacando de su ropero un chal, un rebozo de lana, cubrió el aterido cuerpo del mendigo.
 Terminado de hacer esto, el cuerpo de la monja se estremeció, lanzó un profundo suspiro y falleció.
 Al día siguiente hallaron su cuerpo yerto, pero oloroso a santidad, a rosas, con una beatífica sonrisa en su rostro marchitado por los años y la enfermedad.
 Y allá en el templo de Santa Catalina de Siena, cubriendo el enjuto y sangrante cuerpo del Señor con la cruz a cuestas, el rebozo o chal de la vieja monja.
 Desde entonces y considerado esto como un milagro, un acto inexplicable, las religiosas y los fieles bautizaron a esta imagen como «El Señor del Rebozo» y este cristo estuvo muchos años expuesto a la veneración de los feligreses, hasta la exclaustración de las monjas y cuando el gobierno cedió este hermoso y legendario templo, primero para templo protestante y después para biblioteca.
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

EL CALLEJON DEL MUERTO

EL CALLEJON DEL MUERTO

Corría el año de 1600 y a la capital de la Nueva España continuaban llegando mercaderes, aventureros y no pocos felones, gentes de rompe y razga que venían al Nuevo Mundo con el fin de enriquecerse como lo habían hecho los conquistadores. Uno de esos hombres que llegaba a la capital de la Nueva España con el fin de dedicarse al comercio, fue don Tristán de Alzúcer que tenía un negocio de víveres y géneros en las Islas Filipinas, pero ya por falta de buen negocio o por querer abrirle buen camino en la capital a su hijo del mismo nombre, arribó cierto día de aquél año a la ciudad.
 Después de recorrer algunos barrios de la antigua Tenochtitlán don Tristán de Alzúcer se fue a radicar en una casa de medianía allá por el rumbo de Tlaltelolco y allí mismo instaló su comercio que atendía con la ayuda de su hijo, un recio mocetón de buen talante y alegre carácter.
 Tenía este don Tristán de Alzúcer a un buen amigo y consejero, en la persona de su ilustrísima, el Arzobispo don Fray García de Santa María Mendoza, quien solía visitarlo en su comercio para conversar de las cosas de Las Filipinas y la tierra hispana, pues eran nacidos en el mismo pueblo. Allí platicaban al sabor de un buen vino y de los relatos que de las islas del Pacífico contaba el comerciante.
 Todo iba viento en popa en el comercio que el tal don Tristán decidió ampliar y darle variedad, para lo cual envió a su joven hijo a la Villa Rica de la Vera Cruz y a las costas malsanas de la región de más al Sureste.
 Quiso la mala suerte que enfermara Tristán chico y llegara a tal grado su enfermedad que se temió por su vida. Así lo dijeron los mensajeros que informaron a don Tristán que era imposible trasladar al enfermo en el estado en que se hallaba y que sería cosa de medicinas adecuadas y de un milagro, para que el joven enfermo de salvara.
 Henchido de dolor por la enfermedad de su hijo y temiendo que muriese, don Tristán de Alzúcer se arrodilló ante la imagen de la Virgen y prometió ir caminando hasta el santuario del cerrito si su hijo se aliviaba y podía regresar a su lado.
 Semanas más tarde el muchacho entraba a la casa de su padre, pálido, convalesciente, pero vivo y su padre feliz lo estrechó entre sus brazos.
 Vinieron tiempos de bonanza, el comercio caminaba con la atención esmerada de padre e hijo y con esto, don Tristán se olvidó de su promesa, aunque de cuando en cuando, sobre todo por las noches en que contaba y recontaba sus ganancias, una especie de remordimiento le invadía el alma al recordar la promesa hecha a la Virgen.
 Al fin un día envolvió cuidadosamente un par de botellas de buen vino y se fue a visitar a su amigo y consejero el Arzobispo García de Santa María Mendoza, para hablarle de sus remordimientos, de la falta de cumplimeinto a la promesa hecha a la Virgen de lo que sería conveniente hacer, ya que de todos modos le había dado las gracias a la Virgen rezando por el alivio de su v&aacutestago.
 -Bastará con eso, -dijo el prelado-, si habéis rezado a la Virgen dándole las gracias, pienso que no hay necesidad de cumplir lo prometido.
 Don Tristán de Alzúcer salió de la casa arzobispal muy complacido, volvió a su casa, al trabajo y al olvido de aquella promesa de la cual lo había relevado el Arzobispo.
 Más he aquí que un día, apenas amanecida la mañana, el Arzobispo Fray García de Santana María Mendoza iba por la calle de La Misericordia, cuando se topó a su viejo amigo don Tristán de Alzúcer, que p&aacutelido, ojeroso, cadavérico y con una túnica blanca que lo envolvía, caminaba rezando con una vela encendida en la mano derecha, mientras su enflaquecida siniestra descansaba sobre su pecho.
 El Arzobispo le reconoció enseguida, y aunque estaba más p&aacutelido y delgado que la última vez que se habían visto, se acercó para preguntarle.
 – A dónde váis a estas horas, amigo Tristán Alzúcer?
 – A cumplir con la promesa de ir a darle gracias a la Virgen-, respondió con voz cascada, hueca y tenebrosa, el comerciante llegado de las Filipinas.
 No dijo más y el prelado lo miró extrañado de pagar la manda, aun cuando él lo había relevado de tal obligación .
 Esa noche el Arzobispo decidió ir a visitar a su amigo, para pedirle que le explicara el motivo por el cual había decidido ir a pagar la manda hasta el santuario de la Virgen en el lejano cerrito y lo encontró tendido, muerto, acostado entre cuatro cirios, mientras su joven hijo Tristán lloraba ante el cadáver con gran pena.
 Con mucho asombro el prelado vio que el sudario con que habían envuelto al muerto, era idéntico al que le viera vestir esa mañana y que la vela que sostenían sus agarrotados dedos, también era la misma.
 -Mi padre murió al amanecer -dijo el hijo entre lloros y gemidos dolorosos-, pero antes dijo que debía pagar no sé qué promesa a la Virgen.
 Esto acabó de comprobar al Arzobispo, que don Tristan Alzúcer estaba muerto ya cuando dijo haberlo encontrado por la calle de la Misericordia.
 En el ánimo del prelado se prendió la duda, la culpa de que aquella alma hubiese vuelto al mundo para pagar una promesa que él le había dicho que no era necesario cumplir.
 Pasaron los años…
 Tristán el hijo de aquel muerto llegado de las Filipinas se casó y se marchó de la Nueva España hacia la Nueva Galicia. Pero el alma de su padre continuó hasta terminado el siglo, deambulando con una vela encendida, cubierto con el sudario amarillento y carcomido.
 Desde aquél entonces, el vulgo llamó a la calleja de esta historia, El Callejón del Muerto, es la misma que andando el tiempo fuera bautizada como calle República Dominicana.
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

LA CALLE DE LA QUEMADA

LA CALLE DE LA QUEMADA

Muchas de las calles, puentes y callejones de la capital de la Nueva España tomaron sus nombres debido a sucesos ocurridos en las mismas, a los templos o conventos que en ellas se establecieron o por haber vivido y tenido sus casas personajes y caballeros famosos, capitanes y gentes de alcurnia. La calle de La Quemada, que hoy lleva el nombre de 5a. Calle de Jesús María y según nos cuenta esta dramática leyenda, tomó precisamente ese nombre en virtud a lo que ocurrió a mediados del Siglo XVI.
 Cuéntase que en esos días regía los destinos de la Nueva España don Luis de Velasco I., (después fue virrey su hijo del mismo nombre, 40 años más tarde), que vino a reemplazar al virrey don Antonio de Mendoza enviado al Perú con el mismo cargo. Por esa misma fecha vivían en una amplia y bien fabricada casona don Gonzalo Espinosa de Guevara con su hija Beatriz, ambos españoles llegados de la Villa de Illescas, trayendo gran fortuna que el caballero hispano acrecentó aquí con negocios, minas y encomiendas. Y dícese en viejas crónicas desleídas por los siglos, que si grande era la riqueza de don Gonzalo, mucho mayor era la hermosura de su hija. Veinte años de edad, cuerpo de graciosas formas, ojos glaucos, rostro hermoso y de una blancura de azucena, enmarcado en abundante y sedosa cabellera bruna que le caía por los hombros y formaba una cascada hasta la espalda de fina curvadura.
 Asegurábase en ese entonces que su grandiosa hermosura corría pareja con su alma toda bondad y toda dulzura, pues gustaba de amparar a los enfermos, curar a los apestados y socorrer a los humildes por los cuales llegó a despojarse de sus valiosas joyas en plena calle, para dejarlas en esas manos temblorosas y cloróticas.
 Con todas estas cualidades, de belleza, alma generosa y noble cuna a lo cual se sumaba la inmensa fortuna de su padre, lógico es pensar que no le faltaron galanes que comenzaron a requerirla en amores para posteriormente solicitarla como esposa. Muchos caballeros y nobles galanes desfilaron ante la casa de doña Beatríz, sin que esta aceptara a ninguno de ellos, por más que todos ellos eran buenos partidos para efectuar un ventajoso matrimonio.
 Por fin llegó aquel caballero a quien el destino le había deparado como esposo, en la persona de don Martín de Scópoli, Marqués de Piamonte y Franteschelo, apuesto caballero italiano que se prendó de inmediato de la hispana y comenzó a amarla no con tiento y discreción, sino con abierta locura.
 Y fue tal el enamoramiento del marqués de Piamonte, que plantado en mitad de la calleja en donde estaba la casa de doña Beatríz o cerca del convento de Jesús María, se oponía al paso de cualquier caballero que tratara de transitar cerca de la casa de su amada. Por este motivo no faltaron altivos caballeros que contestaron con hombría la impertinencia del italiano, saliendo a relucir las espadas. Muchas veces bajo la luz de la luna y frente al balcón de doña Beatriz, se cruzaron los aceros del Marqués de Piamonte y los demás enamorados, habiendo resultado vencedor el italiano.
 Al amanecer, cuando pasaba la ronda por esa calle, siempre hallaba a un caballero muerto, herido o agonizante a causa de las heridas que produjera la hoja toledana del señor de Piamonte. Así, uno tras otro iban cayendo los posibles esposos de la hermosa dama de la Villa de Illescas.
 Doña Beatriz, que amaba ya intensamente a don Martín, por su presencia y galanura, por las frases ardientes de amor que le había dirigido y las esquelas respetuosas que le hizo llegar por manos y conducto de su ama, supo lo de tanta sangre corrida por su culpa y se llenó de pena y de angustia y de dolor por los hombres muertos y por la conducta celosa que observaba el de Piamonte.
 Una noche, después de rezar ante la imagen de Santa Lucía, vírgen mártir que se sacó los ojos, tomó una terrible decisión tendiente a lograr que don Martín de Scúpoli marqués de Piamonte y Franteschelo dejara de amarla para siempre.
 Al dia siguiente, después de arreglar ciertos asuntos que no quiso dejar pendientes, como su ayuda a los pobres y medicinas y alimentos que debían entregarse periódicamente a los pobres y conventos, despidió a toda la servidumbre, después de ver que su padre salía con rumbo a la Casa del Factor.
 LLevó hasta su alcoba un brasero, colocó carbón y le puso fuego. Las brasas pronto reverberaron en la estancia, el calor en el anafre se hizo intenso y entonces, sin dejar de invocar a Santa Lucía y pronunciando entre lloros el nombre de don Martín, se puso de rodillas y clavó con decisión, su hermoso rostro sobre el brasero.
 Crepitaron las brasas, un olor a carne quemada se esparció por la alcoba antes olorosa a jazmín y almendras y después de unos minutos, doña Beatriz pegó un grito espantoso y cayó desmayada junto al anafre.
 Quiso Dios y la suerte que acertara a pasar por allí el fraile mercedario Fray Marcos de Jesús y Gracia, quien por ser confesor de doña Beatriz entró corriendo a la casona después de escuchar el grito tan agudo y doloroso.
 Encontró a doña Beatriz aún en el piso, la levantó con gran cuidado y quiso colocarle hierbas y vinagre sobre el rostro quemado, al mismo tiempo que le preguntaba qué le había ocurrido.
 Y doña Beatriz que no mentía y menos a Fray Marcos de Jesús y Gracia que era su confesor, le explicó los motivos que tuvo para llevar al cabo tan horrendo castigo. Terminando por decirle al mercedario que esperaba que ya con el rostro horrible, don Martín el de Piamonte no la celaría, dejar&iacuta; de amarla y los duelos en la calleja terminarían para siempre.
 El religioso fue en busca de don Martín y le explicó lo sucedido, esperando también que la reacción del italiano fuera en el sentido en que doña Beatriz había pensado, pero no fue así. El caballero italiano se fue de prisa a la casa de doña Beatriz su amada, a quien halló sentada en un sillón sobre un cojín de terciopelo carmesí, su rostro cubierto con un velo negro que ya estaba manchado de sangre y carne negra.
 Con sumo cuidado le descubrió el rostro a su amada y al hacerlo no retrocedió horrorizado, se quedó atónito, apenado, mirando la cara hermosa y blanca de doña Beatriz, horriblemente quemada. Bajo sus antes arqueadas y pobladas cejas, había dos agujeros con los párpados chamuscados, sus mejillas sonrosadas, eran cráteres abiertos por donde escurría sanguaza y los labios antes bellos, carnosos, dignos de un beso apasionado, eran una rendija que formaban una mueca horrible.
 Con este sacrificio, doña Beatriz pensó que don Martín iba a rechazarla, a despreciarla como esposa, pero no fue así. El marqués de Piamonte se arrodilló ante ella y le dijo con frases en las que campeaba la ternura:
 -Ah, doña Beatriz, yo os amo no por vuestra belleza física, sino por vuestras cualidades morales, sóis buena y generosa, sóis noble y vuestra alma es grande…
 El llanto cortó estas palabras y ambos lloraron de amor y de ternura.
 -En cuanto regrese vuestro padre, os pediré para esposa, si es que vos me amáis. Terminó diciendo el caballero.
 La boda de doña Beatriz y el marqués de Piamonte se celebró en el templo de La Profesa y fue el acontecimiento más sensacional de aquellos tiempos. Don Gonzalo de Espinosa y Guevara gastó gran fortuna en los festejos y por su parte el marqués de Piamonte regaló a la novia vestidos, alhajas y mobiliario traídos desde Italia.
 Claro está que doña Beatriz al llegar ante el altar se cubría el rostro con un tupido velo blanco, para evitar la insana curiosidad de la gente y cada vez que salía a la calle, sola al cercano templo a escuchar misa o acompañada del esposo, lo hacía con el rostro cubierto por un velo negro.
 A partir de entonces, la calle se llamó Calle de la Quemada, en memoria de este acontecimiento que ya en cuento o en leyenda, han repetido varios autores, siendo estos datos los auténticos y que obran en polvosos documentos.
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

EL PUENTE DEL CLERIGO

EL PUENTE DEL CLERIGO

Allá por el año de 1649 en que ocurre esta verídica historia que los años trasformaron en macabra leyenda, el sitio en que tuvieron lugar estos hechos consignados en las antiguas crónicas eran simplemente unos llanos en los que se levantaban unas cuantas casucas formando parte de la antigua parcialidad de Santiago Tlatelolco; sin embargo cruzando apenas la acequia llamada de Texontlali, cuyas aguas zarcas iban a desembocar a la laguna (junto al mercado de La Lagunilla siglos después), había unas casas de muy buena factura en una de las cuales y cruzando el puente que sobre la dicha acequia existía fabricado de mampostería con un arco de medio punto y alta balaustrada, vivía un religioso llamado don Juan de Nava, que oficiaba en el templo de Santa Catarina. Este sacerdote tenía una sobrina a su cuidado, muy linda, muy de buen ver y en edad en que se sueña con un marido, llamada doña Margarita Jáuregui.
 El tercer personaje de esta increíble, pero verídica historia que aparece a fojas 231 de las memorias de Fray Marcos López y Rueda, que fuera obispo de Yucatán y Virrey provisional de la Nueva España, lo fue un caballero y portugués de muy buena presencia y malas maneras llamado don Duarte de Zarraza.
 Por decirse de familia ilustre el galán portugués asistía a los saraos y fiestas virreinales y como doña Margarita Jáuregui, por haber sido hija de afortunado caballero también tenía acceso a los salones palaciegos, cierta vez se conocieron en una de esas fiestas.
 Conocer a tan hermosa dama y comenzar a enamorarla fue todo uno para el enamoradizo portugués, que indagó y fue hasta la casa del fraile situada al cruzar el puente de la acequia antes mencionada. Sus requiebros, su presencia frecuente, sus regalos y sus cartas encendidas pronto inflamaron el pecho de doña Margarita Jáuregui que estaba en el mero punto de edad para el casorio, por lo que pronto accedió a los requerimientos amorosos del portugués.
 Pero don Fray Juan de Nava también indagó muchas cosas de don Duarte de Zarraza y supo que allá en su tierra además de haber dejado muchas deudas, también abandonó a dos mujeres con sus respectivos vástagos, que aquí en la capital de la Nueva España llevaba una vida disipada y silenciosa y que vivía en la casa gaya y se exhibía con las descocadas barraganas. Además tenía varias queridas en encontrados rumbos de la ciudad y andaba en amoríos con diez doncellas.
 Por todos estos motivos, el cura Juan de Nava prohibió terminantemente a su sobrina que aceptara los amores del porfiado portugués, pero ni doña Margarita ni don Duarte hicieron caso de las advertencias del clérigo y continuaron con sus amoríos a espaldas del ensotanado tío.
 Dos veces el cura Juan de Nava habló con el llamado Duarte de Zarraza ya en tono violento prohibiéndole que se acercara tan solo a su casa o al puente de la acequia de Tezontlali, pero en contestación recibió una blasfemia, burlas y altanería de parte del de Portugal.
 Y tanto se opuso el sacerdote a esos amores y tantas veces reprendió a la sobrina y a Zarraza, que este decidió quitar del medio al clérigo, porque según dijo, nadie podía oponerse a sus deseos.
 Siguiendo al pie de la letra añejas y desleídas crónicas, sabemos que el perverso portugués decidió matar al clérigo precisamente el 3 de abril de ese año de 1649 y al efecto se fue a decirle a doña Margarita Jáuregui, que ya que su tío-tutor no los dejaría casarse, deberían huir para desposarse en La Puebla de los Angeles. La bella mujer convino en seguir al galán burlando la voluntad del cura.
 El día señalado estaba conversando por la ventana de la casa a eso de la caída de la tarde, cuando Duarte de Zarraza vio venir al cura, acercarse al puente sobre la acequia de Texontlali y sin decirle nada a Margarita, se alejó del balcón y corrió hacia el puente.
 No se sabe lo que dijeron, mejor dicho discutieron clérigo y portugués, pero de pronto, Duarte de Zarraza sacó un puñal en cuyo pomo aparecía grabado el escudo de su casa portuguesa y clavó de un golpe furioso en el cráneo al cura
 El cura cayó herido de muerte y el portugués lo arrastró unos cuantos pasos y lo arrojó a las aguas lodosas de la acequia por encima de la balaustrada del puente.
 Como era de muchos conocida la oposición del clérigo a sus amoríos con Margarita su sobrina, Duarte de Zarraza decidió ocultarse primero y después huir a Veracruz, en donde permaneció cerca de un año.
 Pasado ese tiempo, el portugués regresó a la capital de la Nueva españa y decidió ir a ver a Margarita Jáuregui, para pedirle que huyera con él, ya que estaba muerto el cura su tío.
 Esperó la noche y se encaminó hacia el rumbo norte, por el lado de Tlatelolco…
Llegó al puente de la acequia, pero no pudo pasarlo, de hecho jamás llegó a cruzarlo vivo. Al día siguiente viandantes mañaneros lo descubrieron muerto, horriblemente desfigurado el rostro por una mueca de espanto, como espanto sufrieron los descubridores, ya que don Duarte de Zarraza yacía estrangulado por un horrible esqueleto cubierto por una sotana hecha jirones, manchada de limo, de lodo y agua pestilente. Las manos descarnadas de aquél muerto, en el cual se identificó en el acto al clérigo don Juan de Nava, estaban pegadas al cuello de Zarraza, mientras brillaba a los primeros rayos del sol de la mañana, la hoja de un puñal que estaba hendiendo su mondo cráneo y en cuyo pomo aparecía el escudo de la casa de Zarraza.
 No había duda, el clérigo había salido de su tumba pantanosa en la que permaneció todo el tiempo que el portugués estuvo ausente y al volver a la ciudad emergió para vengarse.
 Esto dicen las crónicas, esto contó años más tarde la leyenda y por eso, al puente sin nombre y a la calle que se formó andando el tiempo, se le conoció por muchos años, como la calle del Puente del Clérigo, hoy conocida por 7a., y 8a., de Allende dando como referencia el antiguo callejón del Carrizo.
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

EL ARMADO

EL ARMADO

Allá a principios del Siglo XVI los habitantes de la Capital de la Nueva España veían salir a este hombre misterioso del rumbo del Callejón de Illescas, que hoy es Calle de Pedro Ascencio. Callado, mustio, si acaso saludando con un: «Vaya usted con Dios» o «Santas y buenas tardes tenga su merced», o «Dios Guarde a su Persona», se perdía entre las sombras del callejón de Los Gallos, cruzaba los pantanosos llanos y llegaba a Corpus Christi. De allí siempre con su paso lento, se llegaba hasta las puertas del Convento de San Francisco y penetrando con resolución se iba a postrar de hinojos ante el altar y capilla del Señor de Burgos.
 Grandes y prolongados gemidos escapaban de su pecho, gruesos goterones de llanto resbalaban por entre la rejilla de hierro de su celada y en un tintinear de espadas y armadura, se inclinaba hasta besar el suelo siete veces.
 Allí permanecía orando, gimiendo y pidiendo perdón sin que nadie osara acercarse para enterarse qué clase de culpas solicitaba expiar. Después, se levantaba y continuaba su camino hasta hallar otra iglesia en donde penetraba para repetir sus lloros y sus oraciones.
 Primero los transeúntes lo miraban con miedo, con ojos interrogantes y después con respeto y lástima, pues se decía que era un penitente que arrepentido de sus graves culpas, andaba de la Capilla del Señor de Burgos hasta cuantos altares le era permitido el tiempo, hasta llegada la medianoche en que se le veía alejarse recorriendo los callejones de Arsinas, de los Betlhemistas, de La Celada, de los Sepulcros, de Santo Domingo y de los Monasterios, para perderse como ya se dijo, por el rumbo del callejón de Illescas.
 Sin duda alguna se trataba de un caballero, a juzgar por la ropa que vestía, negra toda, de seda y astracán, de asfodelo y paños cubierto este atuendo con la pesada armadura que portaba, su espada en la que todos reconocieron como hoja de hidalgo caballero y un puñal de izquierda o de misericordia, pues en un duelo a estoque jamás se remata al rival cuando ya agoniza, sino que se le remata con este puñal misericordioso que llega a cortar la vida de una vez.
 Así, año tras año y noche tras noche, se veía cruzar callejones y plazuelas, entrar al templo y sollozar a los pies del Señor de Burgos, a este caballero misterioso a quien se llegó a conocer como «El Armado».
 Servíale una mujer enteca y fría, que sólo salía para comprar lo indispensable para el alimento diario y para escuchar misa en la iglesia de la Concepción, pero jamás se interrogó a esta sirvienta ni se supo el nombre ni la alcurnia de su amo «El Armado». Las gentes decían que se trataba de un conocido caballero que malo había sido en su juventud y que había violado damas y engañado esposos, que había maltratado indios y engañado a encomenderos y en fin, que llevó una vida crapulosa de la cual estaba arrepentido y purgaba sus culpas pidiendo perdón en capillas y conventos.
 Al fin, un día, cuando la vieja enteca y fría salió a comprar hogaza de pan y vino, descubrió que su amo pendía colgado de uno de los balcones de la casa, casa magnífica, de piedra y cantera, con grandes balcones enrejados.
 Corrió la vieja de un lado a otro llamando a la Justicia y a poco se presentaban alguaciles y corchetes.
 Se descolgó el cuerpo de «El Armado» y se vió a través de la celada un rostro enjuto, lloroso y triste todavía.
 En la empuñadura de su espada de caballero estaba enlazada solo una palabra «paz» y dos estrellas. En el interior de su casa, que era todo lujo y brillantez, se hallaron grandes y pesadas talegas llenas de oro y plata, cofres con joyas y objetos de arte y cuanto puede tener para ostentación y lujo un gran señor, cuyo nombre escapó a la acuciosa investigación y oidores y alguaciles.
 Y cuentan que años después y aún a principios de siglo, algunas gentes que pasaban a deshoras de la noche podían ver a «El Armado», colgado de los hierros de aquella casona ya ruinosa y quienes con valor se acercaban, escuchaban sus gemidos y veían que por entre la rejilla de la celada, resbalaban lágrimas de pena.
 No se supo el nombre y el vulgó bautizó a ese callejón como «El Callejón de el Armado», en memoria de aquel suceso espeluznante.
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

LA ATLANTIDA

LA ATLANTIDA

La leyenda de la Atlántida es Universal y todos los pueblos del mundo aceptan como hecho, la existencia hace milenios y milenios, de este maravilloso continente cuya cultura dejó escrita en vagos relatos Homero y los grandes escritores e historiadores de la antigüedad.
 El Océano Atlántico se conecta con la Atlántida, porque se dice y asegura que allí existió este enoerme continente hundido para siempre; Atl, que significa agua en lengua náhuatl, también se identifica con ese nombre fabuloso Atl-Atlántida y se cree que de allí vino su voz.
 Sin embargo, nadie hasta ahora ha podido ubicar con certeza el lugar del mar o de la tierra en donde estuvo La Atlántida, que aseguran fue un país de maravillas, de gran cultura y adelantos científicos.
 Se dice que la raza atlante desapareció para siempre tragada en forma inmisericorde por las aguas, en medio de un cataclismo espantoso, tan tremendo y destructor como el mismo diluvio y sin embargo, relatos y leyendas aventuradas hacen suponer que algunas de las razas y pueblos que llegaron a Mesoamérica -especialmente la maya-, fueron originarios del continente perdido.
 Esta aseveración se presta a discusiones y agrias polémicas puesto que asegura que los teotihuacanos fueron también atlantes y que los olmecas y que los mixtecos y que muchos habitantes de América, antes de la conquista llegaron de La Atlántida.
 El obstáculo principal para aceptar esta teoría, la presenta el lenguaje, pues la lengua hablada por mayas, toltecas, mixtecos, zapotecas, totonacas, teotihuacanos y olmecas eran y siguen siendo distintas y sus culturas también aunque se han encontrado ciertas semejanzas tanto en sus cuestiones políticas como religiosas. Pero es que tanto el antropólogo, como el arqueólogo, como el investigador, piensan en La Atlántida como un solo continente, con una misma cultura y un mismo idioma, unas mismas costumbres y una sola religión y no hay una cosa más equivocada, puesto que La Atlántida fue un continente inmenso que se sumergió en las aguas pero en el cual estaban asentadas varias naciones que hablaban distintas lenguas y tenían varias costumbres y culturas.
 Pueden ser entonces descendientes o supervivientes de aquellos atlantes, los pueblos que arribaron a Mesoamérica trayendo sus pasmosas culturas que aún hoy asombran a los más eruditos y los llenan de interrogantes con respecto a cómo pudieron hacer esto y como lograr a aquellos prodigios de edificios, de tallado escultórico, de transporte de pesadísimos monolítos y de material de construcción. Cómo llegaron al conocimiento de la astronomía y la aritmética, y el calendario y las artes y la orfebrería.
 Aceptado esto, debe echarse por tierra la idea de que los cultos y maravilloso pobladores de Mesoamérica, no fueron producto de la evolución, que no saltaron de las chozas o de las tribus nómadas a un asentamiento cultural asombroso, pus tal cosa no se logra en unos miles de años.
 ¿En dónde estuvo y existió pues la Atlántida?
 Cuentan los viejos más viejos que los viejos, que allá en los tiempos remotos, cuando el mundo y el mar tenían otra forma, florecieron por el lado Poniente o sea el Mar Pacífico, una formidable cultura que se localizaba en el Continente de Lemuria. Los lemures fueron tipos que habían llegado a una casi perfección en leyes, artes, cultura, religión, sociedad, etc.
 Por el lado del Oriente o el pavoroso Mar Atlántico, estaba el inmenso continente de La Atlántida, en donde también se había alcanzado un alto grado de madurez cultural, artística, política y de organización social y religiosa. Se trabajaban los metales preciosos y las piedras finas.
 Entonces ocurrió el más formidable cataclismo de que se tenga memoria. Se levantaron los mares, se revolvieron las montañas, se hundieron los continentes y surgieron otras tierras y en medio de ese caos espantoso, algunos lograron sobrevivir, escapar entre los océanos tormentosos abordo de bajeles abordados a última hora y con gran premura.
 Como es lógico suponer, los lemures arribaron a las costas de lo que hoy es América, en sus costas del Océano Pacífico, que desde entonces yace quieto y azul. Llevaron sus costumbres y cultura y se asentaron en tierras que fueron de Incas, en la Isla de Pascua, a lo largo de las costas que les brindaron asilo y protección, lugar para un nuevo asentamiento.
 Por el Golfo de México que es hoy, arribaron varios grupos de La Atlántida, hombres miembros de pueblos de la misma tierra pero de distintas naciones y esos pueblos se llamaron olmecas, procedentes de Olman, tierra del hule, los mayas, los totonacas, los mixtecas o zapotecas. De allí ciertas diferencias étnicas y de lengua y de costumbres, de cultura. Los teotihuacanos se adentraron hasta el altiplano, por temor a un nuevo cataclismo que pudiera barrer las costas, buscando la seguridad de una altura que los mantuviera al margen de un nuevo desastre.
 Tal dicen los viejos más viejos que los viejos, que no dejaron crónicas escritas ni talladas de este suceso, porque todos estos pueblos lo sabían y conocían. No hay detalles de esta arribazón de gentes procedentes de La Atlántida y todos son atlantes como hoy pudieran ser europeos los alemanes, frenceses, ingleses, italianos, etc., que no son idénticos ni en lenguas, ni en costumbres, ni en sangre.
De allí la divergencia también de las dos culturas correspondientes a las costas americanas, la peruana, la inca, los viricochas, los gigantes del Machu Pichu, la cultura del valle de Nasca, los colosales monolitos y construcciones de Tiahuanaco, en fin.
 Dicen los viejos más viejos que los viejos que todo esto sucedió mucho antes de que los chichimecas, los otomíes y esas tribus nómadas se unieran en un plan belicoso y destructor, para apoderarse de los grandes centros culturales y religiosos y destruir esas asombrosas civilizaciones de las que por fortuna aún nos quedan vestigios sorprendentes.
 
Esta puede ser la explicación de las grandes incógnitas de los calendarios, de los numerales, de las cuestiones astronómicas de cómo pudieron trasladar enormes piedras, bloques, monolitos y construir altos edificios, haciendo uso de su gran conocimiento de la hidráulica, de la física, de la mecánica y de todos esos elementos que les facilitaron esas obras titánicas.
 Todo esto cuentan los viejos más viejos que los viejos y aseguran que lo contaban los olmecas, única raza de la cual no se conservan escritos, de la que se desconoce su lenguaje y sus caracteres ideográficos, porque decían con gran razón, que todos los pueblos sabían su origen, su tragedia y nadie olvidaba el gran cataclismo que los arrojó a estas playas.
 Eran tiempos en que el mar no estaba en donde está y la tierra tenía diversas formas, unas formas distintas a las actuales. Esta es la leyenda que se va deformando y olvidando al paso de los siglos….
 

Fuente: Leyendas Mexicanas de antes y después de la Conquista Carlos Franco Sodja Edit. EDAMEX

ESPINAS EN FORMA DE CRUZ

SORPRENDE ARBOL  DE ESPINAS EN FORMA DE CRUZ

Monserrat Martínez, “Diario de Querétaro”
QUERETARO, Qro., 4 de Abril (OEM/Informex).- Quienes han visto este singular árbol han quedado sorprendidos por las espinas que en forma de cruz brotan de él en lugar de flores. Sin embargo, su sorpresa ha sido mayor cuando han intentado sembrarlo en otros lados, robándose para ellos un “codito” del mismo.
Ni en el norte ni del país, ni en el sur; es más, ni en tierra fértil ha brotado un árbol similar. Por eso es único… y se encuentra en el Convento de la Santa Cruz de los Milagros, en pleno corazón de la ciudad de Querétaro.
Conocido como el “árbol de las cruces”, su fama ha trascendido al mundo científico, esto porque en lugar de producir flores o frutos, tiene hojas diminutas y una serie de espinas en forma de cruz, a su vez,  presenta tres espinas menores que simulan los clavos de la crucifixión.
La leyenda cuenta que el misionero Antonio de Margil de Jesús clavó su báculo en el jardín del ahora Convento de la Santa Cruz de los Milagros, y con el paso del tiempo éste se convirtió en un árbol único.
Cabe destacar que en los jardines de este convento se cuenta con más ejemplares del “árbol de la cruz”, sin embargo el ejemplar que surge del bastón del misionero es el único cuyas raíces retoñan de manera independiente.
Además tal es la perfección del trazo de las espinas que los visitantes y los creyentes las llevan como recuerdo o como reliquias, al considerarlas un fruto de un milagro de antaño.
El Convento de la Santa Cruz de los Milagros, además de albergar este singular árbol es parte toral de las celebraciones de Semana Santa en Querétaro, la Procesión del Silencio se realiza el Viernes Santo por la tarde, y cuenta con la participación de grupos hermanos y cofradías, quienes realizan un recorrido para manifestar su dolor por la muerte de Jesucristo.

El enigma del velo de la Verónica

El enigma del velo de la Verónica

El Santuario que acoge la reliquia, conocida antiguamente como «la madre de todos los iconos», confiada a los Frailes Menores Capuchinos, se encuentra en un pequeño pueblo (difícil de ubicar en los mapas) de los Abruzos, en los montes Apeninos, a unos 200 kilómetros de Roma.
 
Monapello, 01 de septiembre de 2006.- El Santo Rostro es un velo de 17×24 centímetros. Cuando el peregrino se acerca al velo, descubre la imagen de un hombre que sufre, por los golpes de la pasión como la que sufrió Cristo.
 
El padre Heinrich Pfeiffer S.I., profesor de iconología e historia del arte cristiano en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, ha estudiado durante trece años este velo y ha sido el primer científico en asegurar que se trata del velo de la Verónica que antes se custodiaba en el Vaticano.
 
En el libro apócrifo de los Hechos de Pilato (siglo VI), se habla de una mujer, conocida con el nombre de Verónica, que enjugó con un velo el rostro de Cristo en el Vía Crucis.
 
A pesar de estas fuentes inciertas, que se encuentran ya en el siglo IV, según constata el padre Pfeiffer, alemán, la historia del Velo de la Verónica está presente a través de los siglos en la tradición católica. En su película «Jesús de Nazaret», la recoge el director de cine Franco Zeffirelli.
 
Con motivo del primer año santo de la historia, en el año 1300, el Velo de la Verónica se convirtió en una de las «Mirabilia urbis» (maravillas de la ciudad de Roma) para los peregrinos que pudieron visitar la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
 
Lo confirma el mayor poeta de la historia de Italia, Dante Alighieri (1265-1321), en el canto XXXI del «Paraíso» (versos 103-111) en la «Divina Comedia».
 
Las huellas del velo de la Verónica se perdieron en los años sucesivos al Año Santo 1600, cuando el velo fue hallado en Manoppello.
 
Según estudios históricos citados por el padre Pfeiffer, con motivo de la reestructuración de la Basílica de San Pedro, realizada por el Papa Pablo V (1605-1621), en 1608 se abatió la Capilla en la que se custodiaba y es probable que en esa ocasión fuera robada la reliquia.
 
En 1618, el archivista del Vaticano Giacomo Grimaldi hizo una lista de los objetos de la antigua Basílica de San Pedro, en la que habla del relicario que custodiaba el Velo, especificando que los cristales estaban rotos.
 
El padre Pfeiffer explica que en el velo de Manoppello, en el margen inferior, se puede ver todavía un pequeño fragmento de cristal del anterior relicario, lo que demostraría su procedencia del Vaticano.
 
Según la «Relación Histórica», escrita en 1646 por el sacerdote capuchino Donato da Bomba, en 1608 una señora, Marzia Leonelli, para sacar a su marido de la cárcel, vendió por 400 escudos el Velo de la Verónica, que había recibido como dote, a Donato Antonio de Fabritiis.
Dado que la reliquia no se encontraba en buenas condiciones, de Fabritiis la entregó en 1638 a los padres capuchinos de Manoppello.
 
Fray Remigio da Rapino recortó los bordes del Velo y lo colocó entre dos marcos de madera de nogal. Los marcos y los cristales son los que todavía hoy conservan el velo en Manoppello.
 
Esta relación, de la que no hay otras pruebas históricas, diverge de la reconstrucción del padre Pfeiffer, narrando la historia popular de la llegada del icono a los Abruzos, en manos de un peregrino, en 1506. Hasta 1638, el icono habría pasado por varias manos. Con la creación de esta leyenda, opinan algunos de los investigadores, se podría haber tratado de ocultar el robo del Vaticano.
 
 
El profesor Donato Vittori, de la Universidad de Bari, hizo un examen del velo en 1997 con los rayos ultravioleta, descubriendo que las fibras no tienen ningún tipo de pigmentación. Al observarse la reliquia con el microscopio se descubre que no está pintada y que no esta tejida con fibras de color.
 
A través de sofisticadas técnicas fotográficas digitales, se ha podido constatar que la imagen es idéntica en ambos lados del velo, como si fuera una diapositiva.
 
La iconógrafa Blandina Pascalis Shlöemer ha demostrado que la imagen de la Sábana Santa de Turín se sobrepone perfectamente al Santo Rostro de Manoppello (con más de diez puntos de referencia).
 
El padre Pfeiffer ha recogido las principales obras artísticas de la historia que se inspiran en el velo de la Verónica, hasta que Pablo V prohibiera su reproducción, tras el probable robo en el Vaticano, y todas parecen tener por modelo la reliquia de Manoppello.
 
El padre Pfeiffer, que este viernes estará en Manoppello con el Papa, explica: «Cuando los diferentes detalles se encuentran reunidos en una sola imagen, esta última debe haber sido el modelo de todas las demás. Todas las demás pinturas imitan un solo modelo: la Verónica de Roma. Por este motivo, podemos concluir que el Velo de Manoppello no es más que el original de la Verónica de Roma».
 

LAS CALAVERAS DE CRISTAL

EL FASCINANTE ENIGMA DE LAS CALAVERAS DE CRISTAL
Las calaveras de cristal están cortadas con la forma de una calavera humana, varían en forma, tamaño y tipo de cristal. Algunas son auténticas, talladas por los mayas y otras culturas, mientras que la mayoría que podemos contemplar en la actualidad, fueron talladas recientemente.
Los lugares en que se han hallado estos objetos están ubicados generalmente en Centroamérica, especialmente en ruinas aztecas y mayas, aunque han habido noticias y rumores de posibles hallazgos en Suramérica, pero no han sido confirmados.
Además de asombrarnos con la forma en que fueron talladas, o la incapacidad para determinar como lo hicieron, existen afirmaciones de que a su alrededor se producen fenómenos inexplicables y extraños.
La más conocida de estas calaveras, así como la más misteriosa, es la de Mitchell-Hedges. Tiene características muy similares a la de una verdadera calavera humana, como dientes y una mandíbula con movimiento. Hasta ahora no se ha logrado determinar la forma en que fue tallada, ya que se trata de un trabajo imposible de realizar por los más talentosos escultores o ingenieros de nuestra época. Fabricada con cristal puro de cuarzo, tanto la mandíbula como el cráneo provienen de la misma roca. Exceptuando pequeñas anomalías, es anatómicamente perfecta, posiblemente la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño, 12,7 cm. de altura, mientras que su peso es de 5 kg. Tantos los prismas ubicados en la base, como las lentes pulidas a mano de los ojos, se combinan para producir un brillo muy intenso. El cráneo, perfectamente tallado en cristal de roca, presenta un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs), de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o mediante el uso de un diamante podría obtenerse algo parecido. Pero los mayas no poseían la suficiente capacidad técnica como para enfrentarse a semejante empresa.
Fue el explorador británico F.A. Mitchell-Hedges quien afirmó que fue desenterrada por su hija, Anna, en 1924, durante una expedición realizada en las ruinas mayas de Lubaantum, Belize, mientras buscaban huellas de la Atlántida, en uno de los templos, tras mover unas grandes piedras que cubrían un altar.
Según su relato, después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 indianos que trabajaron con ella en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz, después de que rogaron y lloraron por dos semanas. Anna relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de sus antepasados y oraron ante ella.
Frank Dorland, un restaurador de arte que hizo varios experimentos con el cráneo por seis años, afirmó que una vez un halo lo circundó por varios minutos, escuchó sonidos agudos, parecidos a campanilleos y que llenaron su casa, otras veces dentro del cráneo aparecieron luces e imágenes de cráneos, montañas y otros objetos , así como un olor característico proveniente de su interior.
Según otras fuentes, es posible que Mitchell-Hedges la hubiese adquirido durante una subasta en Londres, en 1943. También hay quien afirma que tal vez adquiriese la calavera en uno de sus viajes por México y la colocara allí como regalo de cumpleaños para su hija. Pero a pesar de esta y otras acusaciones de fraude, ninguna ha podido ser demostrada como cierta.
En 1970 la familia Mitchell-Hedges entregó el cráneo a los laboratorios de Hewlett Packard para su estudio, en los cuales pudo comprobarse que el cristal fue tallado en contra del eje natural del cristal, a pesar de que los modernos escultores no lo harían, porque esto provocaría la rotura de la pieza de cuarzo, ni siquiera utilizando la tecnología láser, ya que tendría idénticos resultados sobre el cristal. Otro de los hallazgos sorprendentes consistió en que no hallaron evidencia ni rastros de que se hayan utilizado herramientas metálicas. El dato más desconcertante fue que los expertos estimaron el tiempo necesario para completar el trabajo en al menos 300 años.
Los expertos del British Museum hacen remontar la calavera a la civilización azteca, fechando el origen ( con muchas dudas ) alrededor del 1300/1400 después de Cristo.
Otras dos calaveras de cristal se encuentran en el Museum of Mankind, en Londres, Inglaterra, y en el Trocadero Museum, en París, Francia. Ambas fueron halladas por soldados en México durante la década de 1890, y están talladas sobre puro cristal de cuarzo, aunque no tan elaboradamente como la de Mitchell Hedges.
La calavera expuesta en el Museum of Mankind se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle. La calavera de Mitchell-Hedges, en efecto, tiene la mandíbula articulada, como en un cráneo verdadero; mientras que la llamada Calavera Británica tiene la mandíbula fija. Los investigadores están de acuerdo en afirmar que los dos objetos han sido construidos por las mismas manos. El Museum of Mankind lo adquirió de Tiffany’s, el célebre joyero de Nueva York, en el 1898, por 120 libras. Él encargado de la transición fue cierto Kunz, que en un libro suyo sobre los minerales, cita la calavera. Los ejecutivos de Tiffany’s no fueron capaces de (o no quisieron) dar explicaciones sobre su origen.
Unos 12 años después, sería el British Museum quien entró en posesión de esta calavera. La llegada de la calavera al British Museum, coincidió con una serie de extraños acontecimientos. A parte las afirmaciones, antes escasamente probadas, de repentinos desplazamientos de objetos o repentinas invasiones de perfumes diferentes e inexplicables, fue el personal de limpieza del museo en las horas nocturnas, quienes alimentaron las creencias que atribuyen a la calavera poderes ocultos. Finalmente consiguieron que la calavera fuera cubierta por un pesado paño durante las horas nocturnas.
El antropólogo Morant realizó un estudio comparativo de ambas calaveras, llegando a conclusiones que no son compartidas por otros estudiosos. Morant dejó constancia de que ambas eran similares en muchos detalles anatómicos, llegando a afirmar que, por su forma, ambas habían sido modeladas sobre la calavera de una mujer, que eran representaciones de un mismo cráneo y que la una era copia de la otra, siendo la de Mitchell-Hedges la primera.
En el 1950, la calavera del British Museum fue examinada de nuevo y de tal examen se descubrió qué la calavera tenía su origen en México, que se remontaba 1400 – 1500 d.C. y qué el material fue cuarzo brasileño.
Una tercera calavera de cristal expuesto al Musèe de El Homme de París, idéntica en el estilo a los otras dos pero de dimensiones meno-res, puede proveer informaciones particularmente interesantes. Los expertos del Museo afirman que hizo parte de un «cetro mágico» azteca del siglo XIII o XIV d.C., y que fue usado para alejar a las serpientes y prever el futuro. Tiene un agujero que la atraviesa de arriba a abajo (supuestamente hecho por un grupo cristiano para colocar en ella una cruz) y el estilo, la forma y el corte son similares a otras calaveras descubiertas en diversas ruinas de México.
Existen incontables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres. La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica la los medios con que fueron creadas, ya que ninguna de esta culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor.
A las abundantes anécdotas y creencias surgi-das alrededor de estas raras piezas, y a las originarias atribuciones de poderes utilizados en los rituales en los que, presumiblemente, fueron usadas, son sumadas muchos otras que van desde el ocultismo, lo paranormal y la ufología.

El misterio de las calaveras es enriquecido también por una leyenda que se remontaría a los mayas. Tal leyenda cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal a tamaño natural, y cuando todas sean redescubiertas y asocia-das, les transmitirán a los hombres todo su conocimiento. La leyenda, en cambio, nos ad-vierte que eso ocurrirá solamente cuando los hombres sean íntegros moralmente. Esta leyen-da que se transmite como una tradición oral, ha contribuido al nacimiento de un mito, aquel de las calaveras malditas. Todo eso, además, no es inmune al atractivo que los mayas suscitan como pueblo.

Hasta ahora se han descubierto varios craneos en distintos lugares del mundo, estas son algunas:
 SKULL OF DOOM: Descubierta en 1927 por Mitchell-Hedges en las ruinas mayas de Lubaantum, Belize, mientras buscaban una posible conexión con ruinas de la Atlantida. Según su relato, después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 indianos que trabajaron con ella en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz. Anna relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de sus antepasados y oraron ante ella.
 MAYAN: Esta calavera está tallada en cuarzo. Tiene 20,48 cm de largo, 12,54 cm de ancho, 10,79 cm de alto y pesa 3,95 kg. Pertenece a un supuesto «Monje maya». Dicen que fue descubierta en San Augustine, Aczahuanthan, Departmento De Zacopa, Guatemala, en 1912 por un tal Héctor Montano.
 ET: Descubierta en 1906 en Guatemala. Es de cuarzo ahumado. Se caracteriza por la forma puntiaguda del cráneo y mandibula pronunciada. Tiene cierto aire no humano. En la actualidad pertenece a un coleccionista Norteamericano.
 Calavera expuesta en Paris: Esta calavera está tallada en cuarzo. Probablemente pertenece a la cultura Azteca del siglo XV. Representa a Mictlantccuhtli, el «Dios de la Muerte». Tiene un conducto cavado en forma vertical, por lo cual se supone que se llevaba en el extremo de un bastón. Pertenece al Musèe de El Homme en París, Francia.
 Calavera expuesta en Londres: Esta calavera de cristal pertenece al Museum of Mankind, del British Museum en Londres. El museo lo compró en Tiffany’s de Nueva York en 1898 por 120 libras. Se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle. La calavera de Mitchell-Hedges, en efecto, tiene la mandíbula articulada.
FUENTES: http://www.formarse.com.ar , http://axxon.com.ar/zap/074/c-Zapping0074.htm , http://www.escalofrio.com/n/Misterios/Las_Calaveras_de_Cristal/Las_Calaveras_de_Cristal.php

El misterioso Poltergeist

El misterioso Poltergeist

La Parapsicología moderna opta por una definición más técnica: Psicocinesis Espontánea Recurrente (PKER)

A lo largo de la historia de los fenómenos fronterizos con la ciencia se ha hablado, especulado, teorizado e incluso se ha fantaseado con uno de los fenómenos considerados más evidentes y controvertidos de la Parapsicología. Estudiosos e investigadores de todo el mundo han dado vueltas y vueltas sin parar hasta hoy, en el que casi con rubor pocos llaman ya a estos fenómenos, poltergeist, cambiándolo por otra denominación: Psicocinesis Espontánea Recurrente (PKER), más técnica, quizás con la intención de hacer más cercano el fenómeno a la ciencia, aunque finalmente tanto una terminología como otra son usadas para definir los mismos fenómenos.
 
Gracias a las aportaciones de J. L. Jordán Peña, pude tener más claro que el concepto de Parafísica engloba una fenomenología más amplia que el de Psicocinesis.
 
Actualmente los estudios sobre fenómenos PK se encuentran en una fase de desarrollo global ascendente en países dónde existen laboratorios -que a veces son improvisados por algún tiempo- destinados a estos experimentos. En estos laboratorios se realizan pruebas de todo tipo, siempre bajo las supervisiones de equipos de científicos de distintas especialidades (médicos, psicólogos, psiquiatras, físicos, etc.). Claro que, normalmente cuentan con el apoyo de entidades estatales, universidades, fundaciones, etc.
 
Debemos considerar una distinción. Hoy se tienen bien diferenciados los fenómenos de PKER con los de PK, aunque la fuente de origen del fenómeno pueda apuntar a las mismas direcciones. A los fenómenos estudiados en laboratorio, generalmente a pequeña escala se les conoce como micro-psicocinesis, siendo considerados los de macro-psicocinesis a los conocidos poltergeist. Los primeros suelen ser estudiados utilizando diferentes sistemas electrónicos, algunos de ellos computerizados y casi siempre basados en análisis estadísticos.
 
Los fenómenos PKER, o de poltergeist, son más complejos a la hora de analizarlos. Sencillamente porque ocurren espontáneamente y nunca se puede predecir dónde y cuándo va a suceder uno de estos fenómenos. Los poltergeist, a lo sumo, se estudian in situ pero a posteriori, recogiendo los datos que puedan aportar los testigos del fenómeno y que en la mayoría de las veces son de escasa utilidad, debido precisamente a ese elemento sorpresa y a otros.
 
En la actualidad sabemos casi con toda certeza que este fenómeno se encuentra relacionado directamente con la capacidad psíquica de las personas. Pero existen diversos factores que pueden activar estas capacidades y que hasta hace relativamente poco tiempo no se han tenido en cuenta por los investigadores. Me refiero concretamente a la actividad del campo geomagnético terrestre (CGM) como posible elemento relacional. Según Paul Stevens (1) algunos estudios han demostrado que la PES se hace mayormente efectiva, generalmente, cuando existe una tranquila actividad geomagnética. No obstante, otros autores señalan que un CGM activo puede estar asociado a una buena actividad PK. Esta podría ser una primera pista.
 
Sabemos que la fenomenología poltergeist no es un único y aislado fenómeno. Podríamos decir incluso que se trata de la asimilación de varios fenómenos de orden físico. Si analizáramos todos los casos verdaderos de PKER veremos que existen multitud de acontecimientos físicos que se producen en un entorno especial. Parece ser que generalmente estos fenómenos espontáneos provienen de algún tipo de represión psicológica en las personas que lo viven. Muchos apuntan su dedo hacia los niños y adolescentes en una fase de desarrollo psicofísico. Cierto es que en una gran mayoría de casos esto es así, pero existen otros casos donde nunca han existido la presencia de niños o adolescentes, antes, durante y después de los fenómenos, lo cual me lleva a pensar que no es debido exclusivamente a la presencia juvenil.
 
Decía anteriormente que los casos poltergeist se caracterizan por sus connotaciones físicas y, aunque exista una gran diversidad de manifestaciones de este tipo, muchos investigadores y testigos de estos fenómenos han coincidido en algunas que al parecer ocurren con cierta frecuencia. Ejemplo de ello es el cambio de temperatura. Decía Enrique de Vicente en un programa televisivo (2):
 
«Yo he experimentado esa diferencia de temperatura en algún caso en que he estado. Pero difiero un poco de que pueda deberse a fuerzas ajenas a la persona, porque, te voy a comentar otros tipos de fenómenos entre otros muchos en los que hay esa diferencia de temperatura. Por ejemplo, en algunas apariciones marianas, en algunas apariciones de la Virgen, te refiero una que estudié a fondo. En monte Umbe, en Bilbao, Felicia Sistiaga describía perfectamente esa diferencia de temperatura en presencia de la Virgen o del Angel.»
«Otro segundo tipo de fenómeno, bien conocido por los investigadores parapsicológicos que han estudiado los fenómenos espiritistas en el siglo pasado y a principios de este siglo. Las diferencias de temperatura que se manifestaban durante las sesiones espiritistas han sido medidas con termómetros especiales y notabilísima y al mismo tiempo que se producía ese descenso o ese ascenso de temperatura, normalmente de descenso, y una serie de fenómenos, lo interesante es que disminuía el peso de la médium y producía los fenómenos, es decir, que fueran los espíritus o fuera el psiquismo de la propia médium lo que producía los fenómenos, ese sería un tema a discutir, pero lo que me parece difícil de discutir es que la energía salía de la médium.»
 
Síntomas como tal para un perfecto diagnóstico de un caso espontáneo de poltergeist son difíciles de agrupar para ofrecer a los investigadores un patrón de trabajo. Sin embargo, de algo sí tenemos que estar seguros ante un presunto fenómeno de este tipo y es el fraude.
Cuando hablo de fraude no me refiero exclusivamente a un montaje preparado conscientemente por alguna mente retraída, sino más bien al fraude inconsciente, que es más difícil de detectar, pues el o los testigos creen a ciencia cierta que viven realmente una fenomenología paranormal. En infinidad de casos hemos visto como los testigos presuntamente creen estar delante de un fenómeno paranormal, cuando en la realidad no son más que fenómenos naturales malinterpretados. Luego actúa la fantasía personal, la histeria colectiva y otros factores psicológicos que le dan al asunto cierta morbosidad. Si más tarde a este morbo se le acompaña la presencia del «parapsicólogo» falto de conocimientos y de sentido común, entonces podríamos disponer a partir de aquí de un excelente guión para un novelista de ciencia-ficción o terror. Esto último fue brevemente reflexionado por Isabel Blázquez y Manuel Berrocal (3) que tras un análisis de la mayoría de casos que han estudiado ofrecen tres puntos importantes a tener en cuenta incluyendo el llamado Efecto Experimentador:
 
«La utilización de una fenomenología supuestamente paranormal como medio de manipular el entorno, por parte de una persona que presenta un problema de integración social.»
«Una respuesta asegurada por la unión del medio y la atracción morbosa que producen todos estos fenómenos.»
«La presencia de supuestos «parapsicólogos» que producen un importante efecto experimentador, contaminando la historia con sus propias creencias religiosas, lo cual hace que la fenomenología no sólo aumente, sino que adquiera una coherencia e integración entre ella no comprensible si no es por este sistema. Al mismo tiempo, sus actuaciones sirven para fundamentar la credibilidad de los fenómenos, y por lo tanto potenciar la manipulación.»
 
Hay una anécdota que narró Enrique de Vicente en el mencionado programa televisivo que me gustaría incluir aquí y que está relacionada con el tema del fraude inconsciente y lo que comentábamos que existen muchos casos de malas interpretaciones de fenómenos naturales. En este caso la reverberación de un sonido produjo estragos allá por los años 60:
 
«Sobre los casos que ha investigado el equipo de la Sociedad Española de Parapsicología, una mayoría de los casos les han encontrado una causa natural. Causa natural que en ocasiones se debía a anomalías psíquicas, a interpretaciones de fenómenos naturales y sobre todo a fraudes. Decíamos antes, que los niños son los más temibles en este sentido. Por ejemplo, un niño entorno al cual se incendiaban todo tipo de cosas, lo cual hacía pensar en combustiones espontáneas, pues no. Era el niño que con mucha habilidad se dedicaba a quemar de todo.»
«Otros casos que se han estudiado en Madrid, por ejemplo, han sido asombrosos. En una casa que se oían unas voces extrañas continuamente, asociadas a un baño. Hasta que se hizo una investigación y se vio que el baño con las cañerías creaban una fuente de resonancia, ¿y por qué se descubrió esto? ¿Porque se hizo una investigación? No. Porque cuando el investigador se acercó, y eran los años 60, escucho: ‘¡Aquí, Radio Madrid!’.»…
 
A la hora de plantearnos alguna explicación que pueda convencernos de la realidad de estos fenómenos, se nos hace realmente complicado. Hay que manejar muchos datos, ver sus coincidencias, averiguar las causas aparentes y reales, conocer mejor los estados alterados de conciencia, las capacidades psíquicas y muchos factores que puedan ofrecernos pistas para su estudio. Muchos investigadores coinciden en la hipótesis de la impregnación. Sobre este aspecto comentaba Javier Sierra en el programa televisivo comentado anteriormente:
 
«Hay una apostilla interesante. La Sociedad Mexicana de Parapsicología encontró en algunas investigaciones que estaban realizando en un palacio encantado en Cuernavaca, México, que no solamente los fenómenos de impregnación parecían ser la explicación, sino que había cierta acidez en las paredes que se podía detectar con tests de PH. Al hacer un análisis químico de las paredes se encontraba con que había un grado de acidez superior al normal a cualquier vivienda y trabajando, es decir, limpiando esa casa con amoníaco, el fenómeno desapareció.»
 
Como podemos comprobar no podemos apostar únicamente hacia esta dirección. Los fenómenos de poltergeist, como muchos otros de índole paranormal, no pueden explicarse con una única hipótesis. Siempre encontramos algo que la rebate. Por lo que considero que para explicar enteramente muchos de estos fenómenos tenemos que tener presente múltiples hipótesis.
Otro de los asuntos que desconciertan a casi todos los investigadores es el conocido fenómeno de la litotelergia o lluvias de piedras, si bien, no solamente son piedras las que caen dentro y/o fuera de una casa. Reproduciré a continuación un extracto de una conversación mantenida entre algunos estudiosos e investigadores y que hace referencia a este singular fenómeno:
 
«Javier Sierra: Los fenómenos de lluvias de piedras, quizás sea de los más antiguos dentro de la fenomenología poltergeist. Yo recuerdo un testimonio de Jacob G. en un libro que está dedicado íntegramente a la mitología alemana, se llama «Mitología alemana» además, y en ese libro, ya se describe un caso del año 355 a. de C. de una lluvia de piedras. Es decir, que nos estamos remontando a fenómenos realmente antiguos.»
 
«Enrique de Vicente: En Africa también hay, investigados por exploradores y misioneros del siglo pasado.»
«Presentador: ¿Y aquí? ¿Ustedes han investigado aquí en España algún caso?»
 
«Ricard Bru: Granizo en verano, pero no un poquito, bastante. Es decir, dejar toda una terraza cubierta de hielo.»
 
«Javier Sierra: Pero, ¿sólo la terraza?»
 
«Ricard Bru: Toda la terraza. Me refiero a toda la terraza cubierta de hielo y el resto del barrio sin nada.»
 
«Javier Sierra: ¿Cuándo y dónde ocurrió esto?»
 
«Ricard Bru: Esto, en Sabadell, en la provincia de Barcelona, hace tres años. Lo digo como anécdota, nos llamaron. No sabemos de donde vino el hielo, no sabemos nada. Lo que sí sabemos es que hay un caso de poltergeist también. Caso típico, la típica adolescente que está viviendo de alguna forma en esa casa.»
 
«Adela Ferrer: Yo tengo un caso sin resolver también, y además, en Valencia. En la Plaza Principal de Valencia hay una tienda que no me está permitido decir a que se dedicaba la tienda, pero el caso es que se han marchado de allí porque allí caían tornillos. Caían tornillos del cielo raso y yo eso lo he visto. Y no hubo manera de averiguar porqué entrabas y caían tornillos. Se desmontó todo a ver si había en el techo, y allí no había absolutamente nada y siguieron cayendo tornillos y esta gente se marchó de allí asustada. Y estoy esperando que cualquier día, del nuevo negocio que hay allí vuelvan a caer tornillos.»
 
«Javier Sierra: Hay una posibilidad fascinante que apunta Scott Rogo, que es un genial parapsicólogo norteamericano, que hablaba de que, al igual que se encontraron numerosísimos casos de aportes de piedras, de tornillos, de objetos de lo más insólito, hasta sellos de caucho por ejemplo, igual que existen muchísimos casos de aportes de este tipo de objetos, existe, posiblemente, igualmente igual número de desapariciones de este tipo de objetos en otras partes del mundo. Luego, Scott Rogo establecía un tanto especulativamente, pero no sin embargo, sin cierta fascinación que muchos de esos objetos que desaparecieron en una parte del mundo podrían aparecer en otra parte del mundo. Serían teleportaciones de objetos de una parte a otra que también se producen a pequeña escala en los fenómenos de poltergeist. Es decir, las tijeras que hablábamos antes de los duendes. Que desaparecen de encima de una mesa y aparecen en otra habitación de la casa.»
 
Decía que este fenómeno de las lluvias era desconcertante para muchos estudiosos porque realmente, casi siempre, se ha apuntado que el origen de los fenómenos paranormales se dirige a las personas, posiblemente a uno de los que viven el fenómeno o, al menos, cercano a las personas testigos de estos sucesos. Pero las lluvias de piedras u otros objetos de distinta naturaleza (incluso sustancias) son algo que, en caso de estar relacionado directamente con la PSI de la persona, vendría a demostrarnos el tremendo potencial psíquico que el ser humano dispone y que, efectivamente, el fenómeno es real.
 
El asunto es intrigante, pues no existe aún un patrón definido con total claridad que nos ayude a seguir una línea de estudio sobre este fenómeno. Dejando por sentado que la posibilidad de fraude puede estar en todos y cada uno de los casos, hasta que no se lleve a cabo una exhaustiva investigación de los mismos. Por una parte han sucedido fenómenos poltergeists tanto en lugares habitados como en lugares deshabitados. Tampoco podemos partir de la base de que el fenómeno es originado por una persona adolescente en un periodo de desarrollo puberal, pues conocemos casos ocurridos en familias ancianas, o en oficinas. Es decir, lejos de la presencia de estos adolescentes. No obstante sí parece ser que la clave está en una persona (no importa edad, condición o situación) que actúa en estos casos como «médium» (no refiriéndome aquí a la mediumnidad espiritista sino a la capacidad de mediadora). En la mayoría de los casos con algún cuadro psicopatológico.
A veces cuando el fenómeno ocurre en lugares deshabitados el poltergeist (en este caso algunos lo llaman «Casas Encantadas») se activa con la presencia humana, en otras ocurre indistintamente.
Después de tantos casos recogidos sobre esta fenomenología propongo una serie de clasificaciones por la actividad producida.
Por un lado podríamos distinguir básicamente dos formas de producción del fenómeno:
 
Actividad PK Simple, donde se produce un fenómeno único y exclusivo (un movimiento de algún objeto, sensaciones de frío, etc.)
Actividad PK Mixta, donde se producen varios fenómenos (es lo más habitual), bien en cadena o bien al unísono.
Quisiera dejar claro que no es la primera vez que tenemos conocimiento de casos de personas (sobre todo jóvenes) que realizando sin conocimientos previos, prácticas llamadas «paranormales» (como la ouija, psicografía y otras) han originado de alguna forma una fenomenología de parafísica espontánea recurrente. Esto nos deja entrever con más claridad lo que comentamos anteriormente sobre el papel de una persona que funciona como «médium».
Seguidamente he considerado realizar un desglose de la actividad psicorrágica por niveles de afectación en los testigos. Veamos:
 
Nivel 1: Actividad PK Simple: El testigo presta muy poca o ninguna atención al suceso. La actividad es pasajera y de muy corta duración.
Nivel 2: Actividad PK Simple o Mixta. El testigo se ve afectado emocionalmente por el fenómeno. Pueden suceder desencadenantes de fenomenología mayor. El fenómeno no es agresivo ni molesto en el ámbito físico. Fenómenos dinámicos y otros.
Nivel 3: Actividad PK Mixta. El testigo sufre emocional, física y psicológicamente. Pueden quedar restos traumáticos tras el fenómeno. El fenómeno se muestra agresivo con los objetos y levemente con el testigo. Abundante fenomenología dinámica.
Nivel 4: Actividad PK Mixta. El fenómeno toma posesión del entorno y del testigo. Se muestra agresivo con los objetos y personas.
 
No estamos pues ante cualquier pequeño asunto. Cuando una actividad parafísica de este tipo se hace regular durante cierto tiempo, la investigación debe llevarnos más allá de la clarificación o ayuda para futuros estudios centralizados.

NAHUALES

NAHUALES

El Naoalli propiamente se llama brujo que de noche espanta a los hombres y chupa y los niños. Al que es curioso de este oficio, bien se le entiende cualquiera cosa de hechizos, y para usar de ellos es astuto, aprovecha y no daña. El que es maléfico y pestífero de este oficio, hace daño á los cuerpos con los dichos hechizos, saca de juicio y ahoga, es envayador ó encantador.
 
-(Sahagún, libro X, cap. IX)-
 
El brujo en México se nacionalizó con el nombre de nahual. La imaginación popular lo representaba bajo figuras espantosas y extravagantes… Se dice que era un indio viejo transformado en animal por los años, un anciano de ojos escoriados y sin pestañas, de rostro despellejado, dientes blanquísimos, sonrisa diabólica, grandes uñas y cubierto de plumas (la gente vulgar afirmaba que le salían en lugar de cabello).
 
Los nahuales se transforman en serpiente, lobos o coyotes, se esconden en matorrales o en la espesura del bosque para acometer a sus víctimas… Atacan a los viajeros solitarios, cuando se distrae, se ve asaltado por una bestia que lo hiere y es despedazado sin piedad. Si se es enemigo de éstos, nunca se saldrá librado. El nahual deposita en ellos un tiesto una angulosa y cortante guija debajo de la piel de su adversario, nadie lo percibe cuando actúa. La guija o tiesto se transformará en una dolorosa llaga incurable y eterna.
 
El nahual dirige miradas terribles y espantosas a quien desea hacer el daño, en seguida, se dirige en el suelo o en un muro delinea los perfiles del rostro de su víctima y en el lugar correspondiente a las sienes fija una espina, en el mismo instante, la persona sentirá un intenso dolor en la cabeza, éste no desaparecerá a no ser que el brujo lo extraiga por conjuros y ensalmos.
 
LOS NAHUALES
 
OAXACA
 
Un hombre se casó como se casan todos los hombres del mundo: enamorado. El inicio de su vida marital no fue diferente al de los demás. Él pensaba que la monotonía en la comida era debido a la inexperiencia de la novia. Pero comer moronga todos los días es algo que aburre hasta al más romántico y dedicado esposo. Este platillo lo comía frito, en tacos, en mole, hervido, sazonado, con hierbas. Era tal la cantidad y la continuidad del alimento aunado a una pesadez y cansancio en las noches, en contraste con la evidente somnolencia de su mujer en el día, que una sospecha tomó forma en su cabeza. Al caer la tarde su mujer le daba un té para la buena digestión, según decía. Dejó de tomarlo. Tirándolo en una maceta pudo descubrir que por las noches su esposa se levantaba a hurtadillas para salir de la casa. Empezó a afirmar su sospecha: su esposa era bruja.
 
Una noche, decidió seguirla. Fingió dormir profundamente debido a la poción. Ella se levantó sigilosa, se vistió y salió de casa para encontrarse con sus compañeros brujos. Se internaron en el monte, bromeando pensándose solos. El esposo los perseguía a prudente distancia. Llegaron a un sitio que de seguro habían visitado antes. El sorprendido hombre vio cómo se transformaron en animales. Se quitaron las cabezas disponiéndolas en fila y se fueron a molestar gente y a quitarles la sangre. Descubrió cómo conseguía el menú que cotidianamente estaba servido en su mesa. Aprovechó para cambiar la cabeza de su esposa por la de un hombre barbado y se fue a dormir. Al amanecer regresaron los hechiceros se pusieron sus cabezas a tientas, con prisa. Ante la llegada del sol se fueron corriendo.
 
A la mañana siguiente, el esposo la despertó con un espejo en la mano, le pidió verse, cuando lo hizo, miró la cara de su compañero de correrías y sintió vergüenza. Trató de hablar con su marido pero al resonar la voz grave de un hombre que trata de dar explicaciones con artilugios femeninos fue tal la conmoción que murió repentinamente.
 
Ahora el muchacho es viudo y espera casarse pronto con otra mujer. Aunque hay veces en que extraña el guisado de moronga. Nadie como su difunta para prepararla.

Licantropos

Licantropos

La licantropía es la metamorfosis del humano en lobo, en realidad, a través de las regiones de los Balcanes y la Eslava se encuentra que en los mismos términos denotan ambos: vampiro y hombre lobo, indicando que son virtualmente sinónimos. Como veremos, tanto el vampiro como el hombre lobo, representan dos aspectos del mismo enigma oscuro del comienzo de este fenómeno y vida en muerte.
 
Los licántropos son seres humanos que pueden transformarse en animales.
 
Se pueden distinguir 3 tipos de licántropos:
 
            Licántropos auténticos, para los que la licantropía es un rasgo genético.
 
Licántropos infectados, su licantropía aparece al ser heridos por un licántropo auténtico.
 
Licántropos artificiales, pueden controlar su licantropía mediante objetos mágicos.
 
Los licántropos suelen tener dos formas; la del humano y la híbrida. La forma híbrida posee rasgos del animal al que se asemeja, y posee también rasgos humanos. La forma híbrida es del tamaño del animal, y no del humano. Algunos licántropos presentan una tercera forma, que se corresponde únicamente con la del animal, sin ningún rasgo humano.
 
Cualquier criatura que haya sido herida por un licántropo, pero no muerta, puede contraer su licantropía. La probabilidad de que esta licantropía pase a la víctima es mayor cuanto más fuerte sea el licántropo auténtico.
 
Para extirpar la maldición es necesario lanzar el conjuro adecuado durante una noche de luna llena, aunque este sistema no es infalible. Esta aflicción sólo puede ser extirpada a los licántropos infectados.
 
Los licántropos auténticos tienen absoluto control sobre su cuerpo, pueden cambiar de forma a voluntad, y no sufren alteraciones con las fases de la luna o la oscuridad. Estas situaciones sólo afectan a los licántropos infectados. Éstos son humanos por el día y suelen cambiar de forma al llegar la noche y con la luna llena.
 
Un licántropo infectado que adopta la forma híbrida ve como se incrementa su fuerza a la vez que pierde el control de sus actos. Los deseos de matar y cazar se hacen muy fuertes. Al regresar a la forma humana, suelen tener amargos recuerdos de los actos realizados.
 
En la forma híbrida o de animal, los licántropos sólo son heridos por la plata o armas mágicas, ya que los demás objetos producen heridas que curan muy rápido.
 
El grupo de los licántropos artificiales es bastante más complejo. Sólo algunos miembros de ciertas hermandades pueden ser honrados con el objeto mágico causante de su licantropía. Cuando tocan el objeto se transforman en un licántropo, y pueden volver a la forma humana cuando lo deseen siempre que lleven el objeto.
 
Para terminar, decir que un licántropo muerto vuelve a la forma humana independientemente de su estado al ser muerto.
 
Los licántropos más conocidos son;
 
Hombre lobo
 
Hombre oso
 
Hombre tigre
 
Lobo de Mar
 
Mujer cisne
 
 Hombre lobo, según una antigua superstición, hombre que se transforma, por sí mismo o por causas ajenas, en un lobo en apariencia y naturaleza. El hombre lobo, que a veces se transforma bajo la influencia de la luna llena, vaga sin propósito fijo por la noche, devorando niños o cadáveres. Varios escritores clásicos han proporcionado en sus obras relatos sobre estas transformaciones, extendiéndose la superstición por toda Europa durante la edad media tardía, en la que varios hombres fueron acusados y condenados por ser hombres lobo. El término licantropía se refiere a la alucinación que padecen algunas personas que creen haberse convertido en lobo.
 
Lobisón o lobisome: no es un hombre lobo, sino un cerdo perro que únicamente se humaniza cuando se lo desangra.
 
 
«Pero de repente, una nube negra cubrió por completo la luna, y todo era oscuridad negra completa, y a través de la oscuridad él oyó lobos aullando y alaridos en el horrendo ardor de la persecución, y allí pasó delante de él una horrible procesión de lobos (lobos negros con ojos fieramente rojos), y con ellos hombres que tenían cabezas de lobos y lobos que tenían cabezas de hombres, y por encima de ellos volaban lechuzas…»
 
El lobo siempre ha sido la Bestia Simbólica de la muerte y de los Secretos del Inframundo, Odin es acompañado de dos lobos Geri y Freki, y la divinidad Italiana y Etrusca, Hades era descrito usando la cabeza de un lobo como tocado. El lobo es un morador del más allá, los dominios Silvestres del mundo fantasmal y es tan feroz e implacable como las fauces mismas de la muerte.
 
La metamorfosis del licántropo y la salida del alma eran entre las muchas acusaciones hechas en contra de los devotos del culto a la brujería medieval, la Vieja Religión de Wikka, la cual estaba tanto muy difundida como culto subterráneo a través de Europa.
 
El escritor Richard Rowlands escribió en su obra, «UNA RESTITUCIÓN DE INTELIGENCIA DECAIDA», («A RESTITUTION OF DECAYED INTELLIGENCE»), publicada en 1605, lo que sigue:
 
«Los hombres lobos son ciertos hechiceros, los cuales, después de ponerse ungüento en sus cuerpos, con un ungüento que hacen por el instinto del diablo….. y colocándose una faja encantada, no sólo ante la vista de los demás lobos, pero en su pensamiento adquieren tanto forma como la naturaleza de lobos, mientras sigan usando tal faja.»
 
El famoso cinturón de piel de lobo del hechicero, el cual debía de medir tres dedos de ancho y con una hebilla con nueve leguas, es un símbolo mágico de todo el «Hamr» o la forma del lobo y que en efecto, al ajustarse esta faja mágica, se convertía en la forma y piel completa de la bestia.
 
El saber popular Británico acerca del hombre lobo encontró camino hacia la colonia Francesa de Haití en las Indias Occidentales allá por el siglo dieciocho y fue fusionado con la tradición Dahomediana involucrando ciertos cultos totémicos y sociedades de hechiceros. En el vidú el hombre lobo o «Loup Garou» es ampliamente temido y está conectado con las tan llamadas «Sectas Rojas» de los siniestros ritos Petro, miembros de tales cultos como los del Cerdos Grises (Cochon Gris), las sociedades Zobop y Bi-Sango, usan vestimentas rojas, tocados con cuernos y se distinguen por un anillo de plata portando el símbolo de una torre.
La hora del anochecer, entre el día y la noche, también es otro tiempo para el inicio de lo mágico y en la campiña Francesa la hora del anochecer es descrita como el momento «entre el perro y el lobo».
 
Los miembros de tales sociedades temibles son hechiceros (Bocors) quienes trabajan con una «punta caliente», una fuente de gran poder mágico derivado del «Petro-loa, los feroces dioses y espíritus del fuego y de la oscuridad quienes patrocinan especialmente a Bocors. La diosa oscura Ersulie Zan-Dor es la amante de las «Sectas Rojas» en Haití cultivan la punta del hombre lobo», por la cual pueden asumir la forma licantrópica para viajar por la noche. Se toman otras formas y estas incluyen los gatos, puercos, caballos, leopardos bús o cocodrilos.
 
Los Loup-garous se piensa que son hombres lobo que vuelan, quienes remontan el vuelo por los cielos nocturnos dejando una cola fosforecente, como la de los cometas y quienes son nombrados «agrupamiento de hombres lobo». Ellos se extienden hacia delante buscando sangre que tomar y emboscan a los viajeros en lugares solitarios, obligándolos a juntarse con ellos en sus ritos y juergas ultra mundanas.
 
La metamorfosis de humano en animal y los viajes en apariencias de formas variadas son tema fundamental de la consciencia humana en todo el mundo y se encuentran como parte del cuerpo de la mitología del vampiro y del licántropo en Europa.
 
Se dice que en los Clanes antiguos formados por los HAOMAVARKA IRANIES «LOBOS DE HAOMA» usaban el intoxicante sagrado HAOMA («EL SOMA HINDU») para entrar en trance de formas cambiantes.

LA OUIJA

LA OUIJA

¿Porqué será que las personas que dicen no creer en los temas ocultos,
son las mas fascinadas en este tema, en especial tratando de descubrir lo misterioso de la tabla OUIJA?
 
¿DE DONDE PROVIENE?
 
Segun me he enterado, desde tiempos remotos, para el año 540 a.c.
El filósofo Pitágoras usaba un artefacto similar cuando se reunía en «círculos» en los que «una tabla mística que se movía con ruedas» hacia signos que el filósofo y uno de sus estudiantes interpretaban a los consultantes como revelaciones del mundo oculto.
 
En la remota China, antes del nacimiento de Confusio, se usaba algo paresido, lo que parecía ser una forma «no peligrosa» de comunicarse con los espíritus de los muertos.
 
En nuestra era, para el año 1966, la compañia de juguetes «Parker Brothers» compró los derechos sobre el juego de la ouija y ha sido desde entonces su fabricante. Sin embargo la ouija, en diferentes versiones, se ha popularizado tanto que se puede obtener hasta en las jugueterias locales y tiendas por departamentos.
 
«Parker Brothers» y otros fabricantes, nos traen la OUIJA o QUIJA al mercado como un simple juego , han querido enterrar la relación de la ouija con el mundo espiritual oculto.
 
Tras el «juego» o fenómeno de la Ouija, no se esconde ningún tipo de truco ni de fraude,
 
Tiene que haber una persona «sensitiva» es decir, alguno de los participantes debe ser un buen canal psíquico y comportarse como hilo conductor a través del cual la comunicación pueda ser debidamente conducida. Existe en realidad el medium y el espiritu.
 
Se dice que el tablero es movido por un espiritu. Muchos investigadores lo señalan como un «espiritu burlon» el cual si no se sabe trabajar, regresaria y seria peligroso.
 
Por tal motivo, no podemos mirar este tablero como un simple juego.
Es algo paranormal, mistico, oculto, que luego de haberlo «jugado» te daras cuenta que entraste a un mundo desconocido, oculto…
 
Segun dicen algunos expertos, hay que tener cuidado al realizar este «juego» en especial los niños. Podemos encontrarnos con entidades peligrosas que pueden apoderarse de nuestras mentes e incluso, muchas de ellas, terminan instalándose en nuestra casa sin que nada ni nadie pueda librarnos de ellas.
 
El «juego» de la ouija consiste en poner las manos sobre una pequeña plataforma llamada «aguja» que se desplaza lentamente sobre un tablero, movida por alguna fuerza misteriosa. El tablero está inscrito con números y las letras del alfabeto. Los jugadores esperan respuesta a sus preguntas según las letras sobre las que se mueva la plataforma. La «diversión» está en la curiosidad y el misterio de comunicarse con algún espíritu que revela secretos y, cuanto mas parezca «funcionar», mas la ouija (y el espíritu detrás de ella) atrae y te ata hasta convertirse en una obsesión.
 
¿Qué hay tras la ouija?
 
Éste es el gran dilema y la eterna pregunta. A priori no se puede negar ni afirmar rotundamente nada si no se está en posesión de una abundante casuística experimental que más tarde deberá ser sometida a un sistemático estudio analítico. La gran abundancia de datos acumulados parece demostrar que existe una verdad subyacente en este sistema de comunicación con otros planos de existencia. Sin embargo, y como muchas veces se ha repetido, puede ser peligroso entregarse total y abiertamente a la credulidad.
Durante muchos años y como mero espectador, pues no he querido que mi emotividad pudiera influir en las observaciones, he seguido de cerca innumerables casos referentes a la práctica de la ouija y sus consecuencias. Antes de exponer las diferentes técnicas y llegar a conclusiones, enumeraremos dos teorías diametralmente opuestas que se han formulado para explicar este fenómeno. Con estas hipótesis ocurre lo mismo que cuando se postularon inicialmente el principio corpuscular de la luz y, con posterioridad, el vibratorio. El primero de ellos aclaraba perfectamente un cierto comportamiento del fenómeno luminoso, pero el otro quedaba totalmente inexplicado, y viceversa. Hoy sabemos que la luz es a la vez corpúsculo y vibración.
 
Con referencia al tema que nos ocupa, unos niegan rotundamente cualquier connotación con un presunto «más allá» o con sistemas de vida ajenos a nuestra dimensión. Según esta
postura, todo se debe a un afloramiento de nuestro inconsciente, donde se encuentran ocultas nuestras represiones, deseos y anhelos no cumplidos. Durante la práctica de la ouija se produciría una relajación de los mecanismos bioeléctricos del consciente, es decir, cierta
desconexión con el yo. En este momento aflorarían todas aquellas ideas y motivaciones almacenadas en el inconsciente, apoderándose del sistema transmisor de las neuronas, y del muscular. Esta idea, mantenida por muchas personas excesivamente «racionalistas», es de una simplicidad total, no explicando muchos casos de comunicación con la ouija ni aclarando ciertos fenómenos concomitantes que suelen darse. Para los defensores de esta tesis, lo mas simple es decir que todo se debe a estados alterados de conciencia.
El caso contrario es el de aquellos que no dudan lo más mínimo en afirmar que mantienen contactos con personas difuntas, espíritus, seres superiores, extraterrestres y un largo etcétera de supuestas entidades.
 
 
 
 
Antes de teorizar y contemplar el amplio abanico de circunstancias posibles y reales que acompañan a la ouija, desearía explicar algunos casos vividos y controlados por mí a lo largo de varios años. Como quiera que algunos de ellos no cuadran ni mucho menos con la hipótesis expuesta anteriormente, deben admitirse otras explicaciones más trascendentales, paranormales o «fronterizas» en el sentido de aquellos fenómenos y sucesos que parecen hallarse en la «frontera» con otras realidades. Expondré algunos ejemplos de esta casuística:
 
Caso nº 1
 
Durante tres o cuatro años, un grupo de amigos de alto nivel cultural se reunían los sábados por la tarde para practicar la ouija. Como quiera que comenzaron a observar algunos fenómenos curiosos durante las sesiones, me invitaron a las mismas en calidad de observador. En una de ellas se recibió una comunicación de alguien que decía llamarse Antonio. Al parecer se encontraba en una carretera junto a un camión volcado en la cuneta, y decía que había mucha gente junto a él, pero nadie le hacia caso y no sabia lo que pasaba. Finalmente dio un número de teléfono, tras lo cual se cortó el contacto. Una semana más tarde, el grupo de experimentación decidió llamar a ese teléfono… El resultado fue asombroso: el número correspondía a la vivienda de un camionero llamado Antonio, que había fallecido en un accidente al quedarse dormido al volante de su vehículo. El hecho había ocurrido el mismo día que se practicaba la ouija.
 
Caso nº 2
 
En la provincia de Barcelona, un grupo de tres matrimonios acompañados por algunos de sus hijos, después de cenar improvisaron una ouija como simple pasatiempo. Durante largo rato, el master -pequeño vaso o plancha que se desliza sobre el tablero- permaneció inmóvil, por lo que decidieron dar por terminada la experiencia. Pero alguien propuso hacer un intento más. En esta ocasión, el master comenzó a desplazarse. Al principio muy tímidamente, y luego ganando velocidad, fue de un lado a otro marcando repetidamente la palabra «MUERTE». Uno de los asistentes se sintió especialmente angustiado, ya que su madre, una mujer de avanzada edad, estaba hospitalizada. Pese a lo tardío de la hora, al llegar a casa llamó al centro sanitario, donde le comunicaron que el estado postoperatorio seguía su curso normal y que el diagnostico era muy favorable. Entre los asistentes a esta experiencia se encontraba un joven de 17 años. Dos días después de la sesión, el muchacho sufría un grave accidente de ciclomotor al chocar de frente con un turismo que circulaba en dirección contraria. La muerte fue instantánea.
 
Caso nº 3
 
Este caso no tiene por fortuna connotaciones tan trágicas como los anteriores; más bien al contrario. El Sr.X es una excelente persona que hace seis años quedó en el paro, con una numerosa familia a la que mantener. En pocos meses sus ahorros se disiparon, e inútilmente recorrió multitud de empresas en busca de trabajo. A finales de noviembre se encontró casualmente con un amigo, el cual le insistió para que le acompañara a su casa, y consultara la ouija, que solía practicar con su esposa, asegurándole en más de una ocasión que les «habían» ayudado. A regañadientes el Sr.X acompañó a su amigo. Momentos después se iniciaba la sesión y no se hicieron esperar los resultados, comunicándosele al Sr.X que sus problemas tendrían una pronta solución. Días después nuestro amigo recibió de un familiar del que llevaba años sin saber nada una pequeña participación de Lotería de Navidad. El número fue agraciado con el «Gordo», por lo que cobró una cantidad que le permitió vivir con cierto desahogo hasta encontrar trabajo estable.
 
Caso nº 4
 
Ya de madrugada, Juan Vicente recibió una inesperada llamada telefónica. Un amigo después de disculparse por llamarle a tan inadecuada hora, le comunicó que, haciendo ouija en casa de otro conocido, el master les comunicó: «Juan Vicente no debe hacer el viaje. Que no lo haga.». El desplazamiento aludido en el mensaje era una excursión de unos diez días por Austria. Posiblemente mi buen amigo desde un principio no estaba muy decidido a realizarlo, pero el caso es que, quizá por influencia de la ouija, tomó la decisión de no salir de viaje con sus compañeros. Ocurrió que, precisamente en esos días, Juan Vicente recibió la notificación de que su solicitud de ingreso en una importante empresa había sido aceptada. De no haber podido presentarse en un plazo de 72 horas, otro hubiera ocupado el puesto.
Los hechos expuestos han sido escogidos al azar de entre los muchos que tengo recogidos en mis archivos. En estos cuatro escuetos casos, la explicación de que todo se debe a un fraude mas o menos inconsciente queda totalmente descartada, viéndonos en la necesidad de recurrir a otras hipótesis que a lo largo del presente artículo iremos exponiendo.
 
COINCIDENCIAS CON LA PSICOFONÍA
 
Hace algunos años, un grupo de alumnos míos aficionados a la ouija o vasografía me invitaron a una sesión, y tuve la idea de grabar en cinta el desarrollo de la misma, para lo cual coloqué un micrófono sobre el tablero a una altura de unos sesenta centímetros. A una de las sesiones asistían dos señoras cuyo nombre era Teresa. El master deletreó que conocía a Teresa, a lo cual se preguntó seguidamente a cual de las dos se refería. Después de unos segundos de titubeo, llegó la contestación: «A la más joven». Cuando volví a casa escuché detenidamente la cinta grabada durante la sesión, y quedé sorprendido. Tras formularse la pregunta, antes de que el master contestara, una voz diáfana había quedado grabada diciendo: «A la joven». No fue ésta la única sorpresa. En dos ocasiones más a lo largo de la misma cinta, habían quedado grabadas contestaciones que se adelantaban al más o menos lento deletrear del master. Posteriormente, y ante estos resultados, en más de una ocasión he realizado grabaciones durante experiencias de vasografía, pudiendo comprobar la entrada de inclusiones paranormales que tienen relación con las preguntas o comentarios hechos durante las experiencias. No termina aquí la correlación entre la ouija y la práctica de las psicofonías. Citemos un nuevo ejemplo:
 
Sabido es por todos los investigadores de psicofonías que las voces dicen proceder de tres fuentes diferentes. En su mayoría se manifiestan como personas difuntas. Un tanto por ciento se identifican como seres superiores que nunca han sido humanos y que nunca lo serán. Por último están aquellas que dicen ser seres físicos procedentes de otros sistemas o dimensiones diferentes a las nuestras. Se deduce fácilmente por la casuística acumulada durante años sobre experiencias realizadas por diferentes grupos o personas, que en el caso de la ouija ocurre exactamente lo mismo. Dejando a un lado los casos de fraude inconsciente en la ouija y aceptando sólo los que ofrecen una mayor garantía de autenticidad, causa sorpresa observar que estos diferente orígenes de las entidades coinciden en los resultados de la ouija, las psicofonías y las psicoimágenes. Este dato pone de manifiesto un denominador común digno de ser tenido en cuenta antes de sacar precipitadamente conclusiones, pero nos atreveríamos a decir que en las tres prácticas subyace una misma realidad.
Durante algunas experimentaciones se ha procedido a grabar en vídeo la sesión, y al visualizar la grabación se han detectado entradas por audio que contestan con antelación a las preguntas realizadas. En algunas ocasiones, en el momento de la entrada de las psicofonías se han producido distorsiones en la imagen. No se puede ni mucho menos asegurar que estas distorsiones sean un fenómeno de concomitancia, o simple fruto de la casualidad. En mi opinión, y dada la falta de casuística experimental, tiendo a creer que sólo se trata de una coincidencia, pero es un hecho que debe ser considerado.
 
EVOLUCIÓN TÉCNICA DE LA OUIJA
 
Como en todas las investigaciones de los fenómenos «fronterizos», también en la ouija se ha intentado introducir avances técnicos que dieran al hecho mayor grado de fiabilidad. Hagamos un pequeño resumen de estas modificaciones técnicas:
Algunos practicantes parecen haber observado que durante las sesiones, se dan ciertos fenómenos llamados de «concomitancia», los cuales personalmente no he tenido la ocasión de ratificar en su totalidad. Entre ellos, dos son relativamente fáciles de evidenciar. Uno es el descenso de temperatura durante la experimentación. Determinar este fenómeno requiere aparatos muy sensibles que carezcan de inercia térmica. El segundo es la alteración de los campos magnéticos: éste es mucho más fácil de determinar, simplemente colocando dos o tres brújulas en diferentes puntos alrededor del tablero. Últimamente he empleado como master una brújula flotante sobre unos finos deslizadores. En más de una ocasión realizo experiencias similares con uno o dos compañeros totalmente incrédulos, y hemos podido observar el hecho de que, antes de iniciarse cualquier movimiento del master-brújula, la aguja magnética del mismo señalaba en algunas ocasiones fuertes desviaciones u oscilaciones, incluso antes de apoyar los dedos. Este hecho característico puede deberse a la presencia de una determinada persona, ya que al faltar alguno de los participantes en fenómeno deja de producirse.
 
La ouija, también conocida como quija en el idioma español, es considerada por algunos como un método de adivinación. Para otros, como un instrumento para comunicarse con los muertos y el más allá; y para unos terceros, como un juego que causa curiosidad y cierto temor.
 
Consiste en un triángulo o trípode de madera que se mueve sobre un tablero que contiene letras, números y cuatro palabras: sí, no, quizá y adiós. Se utiliza de la siguiente manera: varias personas se colocan alrededor del tablero y colocan sus manos sobre el triángulo. Se comienzan a formular preguntas sobre el pasado, el presente o el futuro y la energía del más allá logra que el triángulo se mueva sobre las letras o palabras concediendo respuestas.
 
Sobre su origen se sabe menos que sobre su funcionamiento. De la historia de este juego se dice que su nombre proviene de los vocablos «OUI», sí en francés y «JA», sí en alemán. Sin embargo, no es una tesis completamente comprobada.
 
Se cree que ya en tiempos de Pitágoras, en los años 450 A.C., ya era utilizada en sesiones de filósofos en los que los signos que eran obtenidos por la tabla eran interpretados por este maestro de los números y su alumno Filolao. Otras explicaciones apuntan hacia la China, cuando antes del nacimiento de Confucio, se utilizaban algunos métodos para comunicarse con los muertos.
 
Antes de la llegada de Colón al continente americano se estima que llegó la ouija a América, pues los indígenas habitantes de estas tierras utilizaban unas tablas que les servían para localizar objetos o personas perdidas.
 
La primera ouija fue diseñada en 1853 por el francés M. Planchette. El estadounidense Elija J. Bond realizó otro diseño y William Fuld compró los derechos y la patentó en 1883, aunque no fue hasta 1890 que fue puesta a la venta en la ciudad de Maryland, en Estados Unidos con un precio inicial de US$ 1,50.
 
Desde que comenzó a venderse hasta ahora este juego ha contado con millones de seguidores que buscan en esta tabla respuestas a sus inquietudes. Para los conocedores del tema, existen dos visiones sobre la forma en que estas preguntas son replicadas. La primera, tiene una noción espiritualista e indica que son los seres del más allá los que envían mensajes a los humanos; la segunda, más terrenal, señala que es el subconsciente de quien hace los cuestionamientos el que genera las respuestas que éste quiere escuchar.
 
Otra de las dudas comunes ante este juego tiene que ver con el bien y el mal. ¿Puede ocasionar algún daño a quien la utiliza? Diferentes páginas de Internet dedicadas al tema coinciden en este punto: todo dependerá de quién pregunta y del objetivo que desee alcanzar. Lo que sí se recomienda es que se use por intervalos que no sobrepasen las dos horas a la semana; así mismo se aconseja no estar solo en el momento de la consulta y tratar de ser positivo al momento de preguntar. El resto es parte de la imaginación, la mente y la energía.
 
Cómo usar la ouija
 
* Debe ser usado por al menos dos personas.
* El tablero debe colocarse en una mesa pequeña, de tal manera que todos los integrantes puedan alcanzar el tablero.
* Las personas deben colocar sus manos en el triángulo de una manera suave, cuidando de no presionarlo con fuerza.
* Una vez que comience la sesión, se recomienda que una de las personas invite al espíritu a que se comunique con ellos. Se aconseja decir que quieren conversar con un espíritu de bien.
* Luego comienzan las preguntas. Deben hacerse lentamente, para evitar las confusiones.
 
TEN CUIDADO CON LO QUE PIDES……..

Tratan de develar misterio de posible tumba de Jesús

Tratan de develar misterio de posible tumba de Jesús
 
 
NUEVA YORK (AP) – Para resolver la cuestión de si los restos de Jesús y de María Magdalena habrían sido depositados en dos osarios de piedra caliza descubiertos en un suburbio de Jerusalén, los creadores de un nuevo documental adoptaron novedosos enfoques, incluyendo consultas a expertos en estadística.
Pero algunos expertos en religión, así como arqueólogos, no se mostraron convencidos por las cifras.
Los cineastas exhibieron los dos osarios el lunes mientras promocionaban su documental «The Lost Tomb of Christ» (La tumba perdida de Cristo), que el Canal Discovery presentará el 4 de marzo en Estados Unidos. El documental fue producido por James Cameron, el director de la película «Titanic».
La tesis del documental es que 10 osarios antiguos descubiertos en un suburbio de Jerusalén en 1980 pudieran contener los restos de Jesús y su familia, de acuerdo a una nota de prensa del canal.
Uno de los osarios tiene la inscripción «Judah, hijo de Jesús», lo que, de acuerdo al documental, pudiera indicar que Jesús tuvo un hijo. Y el simple hecho de que Jesús tuviese un osario contradiría la creencia cristiana de que Cristo resucitó y ascendió al cielo.
La mayoría de los cristianos creen que el cuerpo de Jesús pasó tres días en el sitio que hoy ocupa la Iglesia del Santo Sepulcro, en la ciudad vieja en Jerusalén. El sitio identificado en el documental de Cameron está en el sur de Jerusalén, lejos de la iglesia. El documental fue dirigido por el canadiense Simcha Jacobovici.
Un panel de expertos se sumó el lunes a los cineastas en la Biblioteca Pública de Nueva York para discutir el tema.
James Tabor, profesor de estudios religiosos de la universidad de Carolina del Norte, en Charlotte, dijo que la resurrección de Jesús debe considerarse «de una manera espiritual, y que su cadáver quedó detrás».
Pero Albert Mohler, presidente del Seminario Teológico de los Baptistas del Sur, dijo que la cristiandad «siempre entendió que la resurrección física de Cristo estuvo en el centro de la fe».
Cameron dijo por su parte que se sentía muy entusiasmado por haberse vinculado al documental, dirigido por Jacobovici, cineasta de Toronto.
«Nosotros no tenemos registros físicos de la existencia de Jesús», dijo Cameron. «Por lo tanto, esta película … muestra por primera vez evidencia tangible, física, arqueológica» de la existencia de Cristo.
La primera de las inscripciones en los osarios, escritas en arameo, dice «Yeshua bar Yosef», o «Jesús, hijo de José». La segunda, en hebreo, dice, «Maria», la tercera en hebreo, dice «Matia» o «Mateo». La cuarta inscripción, en hebreo, dice, «Yose». La quinta, en griego, dice «Mariamene e Mara», que, de acuerdo a los cineastas, significa «María la patrona» o «María la maestra». La sexta, en arameo, dice, «Yehuda bar Yeshua» o «Judá, hijo de Jesús».
Jacobovici señaló que los osarios no parecían inicialmente muy singulares porque todos los nombres eran muy comunes.
Pero los cineastas pidieron a expertos en estadísticas que calcularan la posibilidad de que cualquier otra familia en el Jerusalén del primer siglo de nuestra era hubiesen tenido ese conjunto de nombres.
«Las cifras van de uno en 100 a uno en 1.000 de que podría haber existido otra familia» con esa serie de nombres, dijo Andrey Feuerverger, profesor de matemáticas en la universidad de Toronto.
De todas maneras, la controversia continúa.
Osnat Goaz, portavoz de la agencia gubernamental israelí de arqueología, rehusó comentar antes de que el documental ser transmitido. Goaz dijo que la Autoridad de Antigüedades aceptó enviar dos osarios a Nueva York, pero dijo que no contenían restos humanos. «Nosotros aceptamos enviar los osarios, pero eso no significa que estamos de acuerdo con los documentalistas», dijo.
Las afirmaciones del documental han causado la ira de líderes cristianos en Jerusalén.
«La evidencia histórica, religiosa y arqueológica muestra que el lugar en el que Cristo fue sepultado es la Iglesia de la Resurección», dijo Attallah Hana, clérigo greco ortodoxo en Jerusalén. El documental, dice, «contradice los principios religiosos y los principios históricos y espirituales que nos sostienen».
Stephen Pfann, un erudito bíblico en la Universidad de la Tierra Santa en Jerusalén que fue entrevistado para el documental, dice que la hipótesis de los realizadores no es sólida.
Pfann ni siquiera está seguro de que el nombre «Jesús» en los osarios fue interpretado correctamente. El piensa que lo más probable es que se trate del nombre «Hanun». Las escrituras semíticas antiguas son notoriamente difíciles de descifrar.
 
Fuente: Yahoo! Noticias

STONEHENGE, SE DEVELA EL MISTERIO???

STONEHENGE, SE DEVELA EL MISTERIO???

Durante siglos el monumento de Stonehenge ha estado envuelto en misterio. Los antiguos historiadores, influenciados por mitos y leyendas locales de la época, atestiguaban que el lugar fue construido por el Mago Merlín, otros apuntaban al Rey Arturo como su arquitecto. Los primeros académicos lo legitimaban como un lugar de ciencia y religión, «obra de druidas», decían. Tampoco faltaron las teorías de ufólogos: «allí aterrizan los ovnis» o «es un gran telescopio usado por extraterrestres».
Y aunque el misterio de quién hizo Stonehenge persiste, hay nuevas evidencias que están ayudando a aclarar el enigma. Un equipo de arqueólogos británicos descubrió el sitio donde habitaron los constructores del monumento de piedras concéntricas, en el suroeste de Inglaterra.
Los expertos hallaron en Durrington Walls, muy cerca de donde se encuentra Stonehenge, en Salisbury, una serie de viviendas del período Neolítico.
Se desterraron sólo ocho viviendas, aunque se estima que habría un centenar. Cada una de ellas mide 5 metros cuadrado y está construida enteramente de madera, con pisos de piedra.
Los arqueólogos creen que probablemente este asentamiento no estaba habitado durante todo el año, sino que formaba parte del complejo Stonehenge y era usado en los ritos funerarios. Era entonces cuando los pobladores del neolítico llegaban de todos los rincones de la región para celebrar el solsticio de invierno, en el que tenían lugar banquetes pantagruélicos.
El sitio data de entre 2.600 y 2.500 AC, el mismo período en que fue construido Stonehenge. «En lo que en algún momento fueron casas, hemos hallado los restos de pisos, camas y muebles de madera», declaró el arqueólogo Mike Parker Pearson, de la Universidad de Sheffield y que participó de las excavaciones.
 
 
 
Nota: Pedro Ávila Rubio

LA SABANA SANTA

LA SABANA SANTA
 Y
EL SANTO SUDARIO DE TURIN.
LAS PRUEBAS DE LA EXISTENCIA FISICA DE CRISTO
 

La imagen del famoso sudario de Turín, ¿fue hecha por el cuerpo de Cristo o no es más que una falsificación de un pintor medieval?. Relatamos aquí la historia de la más controvertida de las reliquias.
Durante las Cruzadas y los años inmediatamente posteriores, los monjes mendicantes recorrían Europa vendiendo objetos que, según decían, provenían de Tierra Santa, supuestas reliquias procedentes de la Iglesia primitiva. Entre las que han quedado registradas figuran los nudillos de San Pedro, las flechas que mataron a San Sebastián, retazos del manto de la Virgen y migas resecas de la última Cena. La misma ubicuidad de algunos de estos objetos convirtió a la Iglesia en un hazmerreír y proporcionó argumentos a Martín Lutero y a Calvino. Se dice que, repartidas por las iglesias de Italia, España y el sur de Francia, aún quedan las suficientes astillas de la Cruz como para formar un bosque bastante grande.
No es raro, pues, que la Iglesia Católica se fuese mostrando desconfiada, si no hostil, ante estos objetos, y a fines del siglo XIX el Vaticano proclamó que ninguna reliquia, «así sea la más sagrada de la cristiandad», podía ser considerada auténtica.
Este escueto edicto fue promulgado para contrarrestar la extraordinaria afirmación, por parte de un científico y agnóstico francés, de que un pedazo de tela conocido como el Santo Sudario de Turín era el genuino sudario de Cristo. Pero la reputación del doctor Yves Delage era tal que la ciencia se hizo cargo del tema donde lo abandonó la superstición, y durante los últimos 80 años se han venido realizando intentos para descubrir el misterio del lienzo, culminando con el Proyecto de Investigación del Sudario de Turín en octubre de 1978.
Durante cinco días la tela sufrió una serie de pruebas exhaustivas en las que unos 40 reputados científicos utilizaron instrumentos propios de la era espacial. Y aunque todavía no se ha publicado un resumen completo de su trabajo, es evidente que el proyecto ha respondido a algunas preguntas, pero ha planteado otras aún más sorprendentes.
El Santo Sudario de Turín es un lienzo rectangular de 4 m de longitud por 1 m de anchura. En su superficie puede apreciarse la impresión amarillento parduzca de un cuerpo humano desnudo y con barba. Unas manchas oscuras, que se consideran de sangre, se superponen a la figura, sobre todo en la cabeza, las muñecas, los pies y el costado izquierdo. En la tela aparecen imágenes de la parte anterior y posterior del cuerpo, articuladas, por así decirlo, en la coronilla, provista de una especie de corona de laurel.
La primera mención probable del sudario tuvo lugar en 1203, cuando el cronista Robert de Clari escribió que el año precedente, durante el saqueo de Constantinopla por los caballeros cristianos, en la cuarta Cruzada, había visto un sydoine (sudario) que llevaba «la figura de Nuestro Señor». Desgraciadamente, decía, había desaparecido en el tumulto.
Unos 150 años después apareció la primera mención fidedigna del actual sudario de Turín, y todo parece indicar que se trataba del que había visto Robert de Clari. La tela estaba en posesión de un caballero con pocos escrúpulos llamado Geoffrey de Charney, señor de la ciudad francesa de Lirey. En 1389 la fama de la reliquia era tal que su propietario decidió exhibirla por dinero, actitud que produjo numerosos celos en la vecindad, ya que en aquella época las reliquias populares escaseaban y los ingresos que podían significar eran considerables. Bien fuera por simples celos, o bien por motivos honorables, el obispo de Troyes se quejó al papa Clemente VII de Aviñón del negocio de Charney, y su versión constituyó el punto de partida de la acusación que se ha hecho con más frecuencia al sudario: que era una falsificación, una obra… «astutamente pintada, según declara el artista que lo realizó».
Al parecer, el papa Clemente debió de encontrar algo endeble la argumentación del obispo, pues decidió que el sudario podía ser exhibido como objeto de devoción, aunque no fuera necesariamente una reliquia «auténtica».
Durante más de 60 años el sudario continuó atrayendo peregrinos, hasta que en 1453 la nieta de Geoffrey, Marguerite de Charney, lo cedió -o quizá lo vendió, aunque los motivos no son claros- a Luis I, duque de Saboya. Los De Charney habían expuesto la reliquia en un simple marco, pero su nuevo propietario, por piedad o por exhibicionismo, lo enmarcó en un relicario de plata y construyó un santuario especial -la Sainte Chapelle- en Chambéry, capital del ducado. En 1532 se produjo un incendio casi desastroso en la Sainte Chapelle; el calor fundió el relicario de plata y gotas de metal licuado produjeron quemaduras en la tela, que fue rápidamente mojada para evitar que ardiera. Las quemaduras más importantes fueron hábilmente remendadas, y tanto las zonas chamuscadas como las manchas de agua serían muy útiles durante la investigación de 1978.
En 1578 el sudario hizo su último viaje, a través de los Alpes, en dirección al Piamonte, donde el duque de Saboya de la época había establecido su capital en Turín. La tela fue instalada en la catedral, cerca de los apartamentos reales, y allí ha permanecido desde entonces, salvo un pequeño período durante la última guerra mundial, en que fue guardada en una cámara acorazada. Ahora es propiedad del ex rey Humberto II de Italia, actual duque de Saboya (que vive exiliado en Portugal), y está al cuidado de «su» arzobispo, Anastasio Ballestreno, en la catedral de Turín.
Desde el comienzo de su historia conocida, los observadores notaron que algo, sutil a indefinido, estaba «mal» en la imagen del sudario. El papa Clemente VII de Aviñón, por ejemplo, dijo que si era una falsificación, lejos de haber sido «astutamente pintada» , como afirmaba el obispo de Troyes, estaba bastante mal hecha. Alberto Durero, que la examinó en la Sainte Chapelle a principios del siglo XVI, quedó desconcertado. Intentó dibujarla varias veces, pero sentía que, aunque las proporciones anatómicas eran correctas, el modelo estaba «deformado» de un modo indefinible.

En 1898 el sudario reveló su primer extraño secreto. Durante aquel año fue sacado del relicario de plata para ser exhibido excepcionalmente al público, y un fotógrafo de Turín, Secondo Pia, recibió el encargo de tomarle unas fotografías. Cuando reveló las placas, lo que apareció no fue la extraña y borrosa imagen del sudario, sino los rasgos perfectamente definidos de un hombre: ¡el mismo sudario era un negativo fotográfico!
Las implicaciones del descubrimiento no pasaron inadvertidas al doctor Yves Delage, reputado médico, zoólogo y miembro destacado de la Academia de Ciencias francesa, que se propuso descubrir cómo se había formado la imagen tantos siglos antes de la invención de la fotografía. Pero sus razones no eran desinteresadas, pues el doctor Delage era un agnóstico y militante anticatólico, y no pensaba permitir que la Iglesia atribuyera propiedades sobrenaturales al sudario.
Durante tres años, Delage y un joven y brillante biólogo llamado Paul Joseph Vignon estudiaron la imagen a intentaron reproducirla. En primer lugar contrataron artistas para que copiasen la imagen usando pigmentos medievales, pues suponían que la pintura podía haberse desvanecido de forma que las zonas más oscuras se hubiesen vuelto las más brillantes con el paso del tiempo, produciendo una imagen «negativa». Pero ninguno de los experimentos tuvo éxito.
Posteriormente comenzaron de nuevo las investigaciones partiendo de la base de que la tela había sido el sudario de alguien. El lienzo pertenecía a un tipo de tejido elaborado en Palestina hasta el siglo V de nuestra era. Las ejecuciones por crucifixión fueron prohibidas por los romanos en el siglo IV, de modo que el hombre del sudario había sido crucificado en Palestina antes de esa fecha. Según la tradición bíblica, Cristo había sido enterrado apresuradamente un viernes, para evitar el sábado judío. El cuerpo había sido «ungido», pero no lavado. Durante aquella época, los ungüentos fúnebres más corrientes en Palestina eran la mirra y el áloe. Vignon sabía que el sudor de un cuerpo muerto produce urea que, al descomponerse, despide vapores de amoníaco. Así pues, experimentó con dicho producto y tela «sensibilizada» con mirra y áloe, logrando reproducir manchas parduzcas parecidas a las del sudario.
Para Delage, ésa era la respuesta al enigma de la formación de la imagen. Pero cuando presentó sus descubrimientos a la Academia de Ciencias, en 1902, fue mucho más lejos. Estaba convencido, dijo, de que el sudario era el de Cristo. Por un lado, señaló, existía el relato bíblico de un hombre que había sido crucificado de forma muy poco corriente: además de ser clavado en la cruz, había sido azotado, coronado de espinas y, finalmente, atravesado por una lanza. Por otra parte, allí estaba un trozo de lienzo, probablemente originario de Palestina, que representaba a un hombre que había padecido exactamente la misma clase de tortura y muerte. Delage añadió que su conclusión no afectaba para nada sus puntos de vista antirreligiosos. Consideraba el sudario como una evidencia histórica, señalando que si una prueba de tanto peso se hubiera descubierto en relación con un personaje mitológico como Aquiles, por ejemplo, habría sido aceptada más fácilmente. Tal como estaban las cosas, el aura emocional que rodeaba sus conclusiones sólo oscurecía la realidad científica.
No hay duda de que en esto Delage tenía razón. Los miembros de la Academia, predominantemente católicos, se mostraron nerviosos ante las implicaciones que podían seguirse de sus descubrimientos y los rechazaron, tomando hasta la insólita medida de suprimirlos al negarse a imprimir las pruebas cuidadosamente recogidas en sus notas.
Cuando la Academia de Ciencias rechazó los hallazgos del doctor Yves Delage -quien estaba convencido de que la sábana de Turín era el auténtico sudario de Cristo-, el tema quedó en suspenso durante 30 años. En 1932, otro francés, esta vez un patólogo forense llamado Pierre Barbet, comenzó a estudiar la imagen desde el punto de vista médico, aprovechando un conjunto de fotografías mucho más claras que habían sido tomadas el año anterior.
El primer punto que intrigó al doctor Barbet fue la posición de las heridas causadas por los clavos en las muñecas y no en las palmas de las manos, como se representaba tradicionalmente. Experimentando con cadáveres, descubrió que la carne de las manos no puede soportar el peso de un cuerpo muerto, y menos el de un cuerpo vivo que se contorsiona; la carne se desgarra rápidamente. Como desde el siglo IV de nuestra era no se habían practicado crucifixiones, era lógico que los pintores tradicionales ignorasen el procedimiento; ¿cómo podía, entonces, haberlo sabido un falsificador medieval? Barbet descubrió que la única forma de crucificar un cuerpo era atravesando el radio con los clavos a la altura de la muñeca, como sucedía en el sudario. Además, un clavo colocado así dañaría el nervio mediano, provocando la retracción involuntaria de los pulgares hacia la palma de la mano: otro hecho evidente y poco conocido que aparece en el sudario.
Las «manchas de sangre» que hay alrededor de la herida del costado muestran también rastros de un líquido claro, lo que coincide con la descripción bíblica de la «sangre y el agua» que brotaron del flanco de Cristo. Pero la muerte por crucifixión sobreviene no por la pérdida de sangre, sino a causa de la asfixia y el shock. Debido a la posición estirada del cuerpo, los pulmones quedan comprimidos; la víctima se levanta apoyándose en los clavos que sujetan sus pies y sus muñecas y consigue respirar, aunque a costa de un dolor intensísimo. Cada movimiento va debilitando progresivamente a la víctima, hasta que, finalmente, no puede incorporarse y se ahoga. La sofocación provoca el depósito de mucosidad en la base de los pulmones, y Barbet pudo demostrar que una herida de lanza en el costado de un cuerpo humano atravesaría el extremo del pulmón izquierdo, dejando salir dicho líquido.
El informe del doctor Barbet provocó un renovado interés de los hombres de ciencia por la naturaleza del sudario, y prestigiosos «sindonólogos» -término derivado de la palabra griega que significa sudario- solicitaron un examen científico exhaustivo. Pero hubo que esperar hasta los años 70 para que el ex rey Humberto cediera ante las presiones. Fechar adecuadamente el sudario era una de las tareas prioritarias, pero la forma obvia de hacerlo, usando el proceso del carbono 14, hubiera provocado la destrucción de una parte del sudario, y Humberto se resistió. Sin embargo, en 1973 se invitó a dos reputados científicos europeos para que usaran métodos más ortodoxos. El profesor Max Frei, destacado forense suizo, y el profesor Gilbert Raes, experto en tejidos de la Universidad de Gante (Bélgica), tuvieron acceso al lienzo. Primero informaron que «la imagen es completamente superficial, por cuanto sólo los filamentos superiores de la trama están afectados. No se observa pigmentación ni aun magnificando la imagen».
Frei recogió partículas de polvo para que fueran analizadas en un laboratorio, encontrando 48 tipos diferentes de polen. La identificación de granos de polen, que sobreviven casi indefinidamente aun en las condiciones menos favorables, es uno de los procesos más exactos de la moderna ciencia forense. Como era de esperar, la mayor parte de los granos provenían de Francia y el norte de Italia, pero siete tipos resultaron pertenecer a plantas halófilas (amantes de la sal) que suelen encontrase alrededor del Mar Muerto y en otras zonas de Palestina. Aunque el descubrimiento era ciertamente interesante, no constituía una prueba definitiva del origen del sudario, ya que el polen es trasladado a largas distancias por el viento y podía haber sido transmitido por las ropas de los viajeros, máxime si se tiene en cuenta que, durante los primeros tiempos, el sudario fue exhibido sin protección alguna.
Pero Gilbert Raes recogió una pequeña cantidad de hebras, y las pruebas que consiguió apoyan la tesis. El hilo utilizado en la confección del sudario procedía de una especie de algodón cultivada en Oriente Medio, y había sido tejido en un tipo de trama cruzada, método muy caro comparado con el de la trama lisa normal de Palestina. La hilatura había sido realizada a mano, y hay que tener en cuenta que en Europa se utilizó la rueca desde 1150, aproximadamente. Además, las hebras de hilo habían sido blanqueadas antes de la elaboración del tejido, procedimiento muy arcaico.
En 1974 se produjo el importante descubrimiento de que el sudario constituía un negativo fotográfico. Dos científicos de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, John Jackson y Eric Jumper, examinaron fotografías del sudario con un complejo instrumento: el analizador de imagen VP-8. Usando una computadora en conjunción con el VP-8, lograron construir en cartón laminado un modelo tridimensional del hombre del sudario. Esto convenció a un grupo de científicos de que merecía la pena estudiar a fondo el sudario y, en marzo de 1977, el Proyecto de Investigación del Sudario de Turín logró la autorización del ex rey Humberto para iniciar pruebas «no destructivas».
El 8 de octubre de 1978, después de ser expuesto al público, el sudario fue sacado de su contenedor y trasladado al Palacio Real de Turín, donde fue estudiado por 36 investigadores que habían llevado consigo 72 cajas de equipo ultramoderno. Entre ellos había físicos, bioquímicos, forenses, patólogos, especialistas en microfotografía y -algo incongruente- representantes de la Nuclear Technology Corporation de Estados Unidos.
Tres años después, los descubrimientos del equipo aún no han sido publicados íntegramente, pero, a pesar de la coincidencia de opiniones, el misterio del sudario sigue tan impenetrable como siempre. El único que discrepaba entre los 36 investigadores fue Walter C. McCrone, director de una empresa privada de análisis químicos de Chicago. Precisamente el doctor McCrone fue quien probó que la tinta del mapa «vikingo» de Vinland era de origen medieval, y su opinión sobre el sudario estaba en la misma línea, aunque admitió que no estuvo presente durante la reunión principal en el Palacio Real y trabajó con muestras.
En una serie de conferencias que dio en Gran Bretaña en 1980, el doctor McCrone dijo que sus pruebas microscópicas revelaron manchas de óxido de hierro, un pigmento tradicional. «Pero no puedo revelar cómo se las arregló el artista -dijo-. Creo, que el sudario es una falsificación, pero no puedo probarlo.» Pensaba que una prueba por el método del carbono 14 lo fecharía en el siglo XIV: « …. en esa época las falsificaciones estaban en boga. Creo que el resto del grupo no va a descubrir si el sudario es auténtico o no. Probablemente dirán que la figura es muy similar a una imagen quemada, pero que no pueden distinguirla de ella. Hasta dónde llegarán después, no lo sé» .
Uno de los principales investigadores químicos, Ray Rogers, del National Scientific Laboratory de Los Álamos, descubrió que la imagen consistía en una capa ligera de color amarillento que sólo afectaba a la superficie exterior de las fibras. El color no estaba «difuso, no había penetrado en la tela, no se había corrido hacia los lados ni depositado entre los hilos», como habría sucedido, si se hubiese pintado o frotado con pigmentos. En este punto el incendio de 1532 resultó útil: un calor suficiente para quemar la tela tendría que haber alterado el colorido de cualquier pigmento próximo, pero no sucedió así. El color era uniforme hasta el borde de las zonas chamuscadas. Además, con el agua que se usó para apagar las llamas, la pintura a la aguada o a la tinta se hubiese corrido, pero no fue así. En 1980, Rogers dijo: La mayor parte de nosotros cree que el sudario no ha sido pintado. Salvo una pequeña cantidad de óxido de hierro, no encontramos ningún pigmento. Y no creemos que líquidos ni vapores hayan producido la imagen que estamos viendo.
El especialista en espectroscopia Sam Pellicori, del Santa Bárbara Research Center, decidió examinar la teoría «vaporográfica» de Delage y Vignon, quienes afirmaron que la imagen había sido formada por una reacción química entre el sudor del cuerpo y especias. Pero, como explica Pellicori, en la imagen aparecen también la cara y otras partes del cuerpo que no debieron entrar en contacto con el lienzo.
El proceso de la formación de la imagen en el sudario es incomprensible. La mejor forma de describirlo es como la «ebullición» del material superficial de la parte exterior del tejido. Algunos detalles indican que eso pudo haber sido causado por un violento estallido de energía radiante. Las «manchas de sangre» que aparecen en la imagen fueron estudiadas. La primera y más importante conclusión fue que se habían depositado de forma normal; aparecían como «positivas» en el «negativo» del sudario, y cuando el forro, aplicado a la tela en el siglo XVI, fue descosido, se descubrió que había resultado manchado únicamente en la zona de la «sangre».
El doctor John Heller, del New England Institute, dijo que ninguna de las pruebas había demostrado que las antiguas manchas no eran de sangre, pero que algunas indicaban que podían serlo. Las manchas estaban rodeadas por otras secundarias microscópicas, muy parecidas a las que deja el suero de la sangre. Los rayos ultravioleta hicieron fluorescentes las manchas, y los rayos X revelaron el porcentaje exacto de hierro que correspondía a la sangre. Y lo que es más importante, Heller encontró cristales diminutos entre los hilos de la trama en las zonas manchadas de sangre, y consideró que era hemoglobina «alterada por el tiempo».
La forma y la dirección de las manchas eran «auténticas», como si se tratase de un cuerpo recién crucificado. Las manchas de las heridas de las muñecas, por ejemplo, discurrían por los antebrazos hasta el codo, tal como ocurriría en un cuerpo colgado de una cruz, había regueros de sangre a la altura de la frente y contusiones muy marcadas por pequeños coagulos en el rostro y en el cuerpo. Además, la sangre de la herida del costado se había corrido hasta depositarse en la espalda, por debajo de la cintura… otro detalle auténtico.
Finalmente, toda la superficie del cuerpo estaba cubierta de cicatrices en pares paralelos, probablemente las marcas causadas por dos flageladores que manejaban flagrae romanos, azotes de dos correas con puntas de plomo o hueso.
El color de la imagen estaba distribuido uniformemente, con los contornos más difuminados,cuanto más se consideraba que estaban alejados los miembros de la sábana. Esto era fácilmente apreciable en el rostro,donde faltaba el límite exacto de las órbitas oculares, de la naríz, de las mejillas y del labio inferior. No obstante, las heridas marcaban un contorno bien definido y las manchas de sangre obedecían a la situación cóncava o convexa de las zonas del cuerpo en que se encontraban.
Aquello suponía una oportunidad única pues la imagen que se mostraba en el negativo permitía estudiar detalladamente todas las heridas que se apreciaban en la supuesta representación de la figura de Jesucristo.
Citaremos algunas de ellas, extraídas de los informes médicos, donde se constata esta pormenorización en los detalles:
·         El cartílago de la nariz aparece roto y desviado a la derecha. Podría deberse a una caída, pues se han encontrado restos microscópicos de tierra rica en argonita (mineral muy presente en el terreno de Jerusalén) en esta zona del rostro, además de la rodilla izquierda y en las plantas de los pies.
·         Bajo la región cigomática o malar derecha (el pómulo), aparece una gran contusión. Preguntados eminentes traumatólogos, consideraron que era exactamente igual al efecto que produciría un bastonazo propinado con un palo corto y redondo de unos cinco centímetros de diámetro.
·         En el labio inferior hay llagas contusas iguales a las que produciría un fuerte puñetazo. El arco ciliar (la ceja) derecho está tumefacto, hinchado.
·         Las marcas sangrantes de la corona de espinas muestran más de cincuenta orificios, donde los que presentan mayor flujo sanguíneo se corresponden exactamente con las venas y arterias reales. Venas que pertenecían a un sistema circulatorio totalmente desconocido en la Edad Media.
·         A lo largo de todo el cuerpopueden verse marcas idénticas a las que dejaría el instrumento que utilizaban los romanos para flagelar a un reo, y del que no se tenía conocimiento hasta que fue encontrado en excavaciones arqueológicas contemporáneas, el “Flagrum taxillatum”. Además , se han podido contar más de seiscientas contusiones, y las marcas de los azotes rondan el número de ciento veinte.
·         La herida del costado tiene una forma elíptica del mismo diámetro que una lanza romana, 4.4 x 1.4 cm. Asimismo, fue clavada en el costado derecho, siguiendo la práctica romana de dar ese golpe a un enemigo que protegía su corazón con el escudo que llevaba en la izquierda.
Junto a estas consideraciones , aparecieron otras tan sorprendentes como el descubrimiento del halo de suero alrededor de las heridas y que no podía ser apreciado a simple vista, salvo con la ayuda de un microscopio; o las marcas de los clavos en el carpo y no en las palmas, como siempre se representó,  de aquí podemos deducir que en un primer momento la sangre brotó estando el cuerpo en posición vertical ,suspendido en la cruz y con la cabeza reclinada hacia el lado derecho como constatan las manchas que hacen que en el lóbulo derecho sean más densas, 60 minutos después sería descendido de la cruz e inclinado boca abajo, haciendo que la sangre y el suero pulmonar brotaran nuevamente por la nariz y la boca. La disposición de las manchas de sangre demuestran que el Pañolón de Oviedo se coloco posiblemente a modo de «cono» cubriendo totalmente la cabeza del ajusticiado, siendo compatible con un casco de espinas y coincidiendo con el arco formado por esta y los objetos punzantes que se clavaron en el cuero cabelludo del reo formando múltiples regueros de sangre y orificios en el paño. La persona «portadora» del paño, por los rastros de sangre, era adulto, con larga cabellera y barbado. La boca en el momento de aplicar el paño sobre su cabeza estaba casi cerrada, la nariz aplastada y desviada hacia la derecha ,producto de un golpe o por la presión y torsión del paño inicialmente. La zona suboccipital presenta manchas que se corresponden a heridas punzantes y cabeza, cuello y espalda se hallaban manchados de sangre cuando fue envuelto en el paño.
Todos estos detalles y otros más, mostraban que la persona que aparece reflejada en el sudario fue víctima de un reiterado y duro maltrato, con todo tipo de golpes propinados con los puños y con una vara. Lo que confirmaba el relato de los evangelios, donde se narra del excesivo castigo que le propinaron los romanos a Jesucristo.
 Quedan en pie dos grandes interrogantes acerca del santo sudario de Turín. Primero, si la imagen fue creada por «un violento estallido de energía radiante», ¿qué provocó este estallido?. Y segundo, la pregunta que hizo Yves Delage en 1902 a los miembros de la Academia de Ciencias: «Si no es el sudario de Cristo, ¿de quién es?»
Como ha comentado Kenneth Weaver, editor de la revista científica National Geographic y testigo de las investigaciones: «Eso, afirman tanto los científicos como los teólogos, está y estará siempre fuera del terreno de las pruebas».
Ya lo dijo el sabio que lo importante del viaje no era el destino final, sino el trayecto.
              La Sábana Santa y el Santo Sudario / Galaxia del Libro, S.A./ José Antonio Solís
              Revista Año Cero.
              Revista Evidencias de Fé.

Gárgolas: guardianes frente al mal

Gárgolas: guardianes frente al mal

Se asoman desafiantes en las cornisas de las grandes catedrales góticas. Monstruos infernales, imágenes grotescas, muecas burlonas o animales dantescos. Cualquier representación es buena si consigue su objetivo: custodiar el recinto sagrado de los embates del Maligno. Son las defensoras pétreas, depositarias del encargo divino… Son las gárgolas.

La Leyenda que las formó

Refiere la tradición oral francesa la existencia de un dragón llamado La Gargouille, descrito como un ser con cuello largo y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas membranosas, que vivía en una cueva próxima al río Sena.

La Gargouille se caracterizaba por sus malos modales: tragaba barcos, destruía todo aquello que se interponía en la trayectoria de su fiero aliento, y escupía demasiada agua, tanta que ocasionaba todo tipo de inundaciones.

Los habitantes del cercano Rouen intentaban aplacar sus accesos de mal humor con una ofrenda humana anual consistente en un criminal que pagaba así sus culpas, si bien el dragón prefería doncellas.

En el año 600 el sacerdote cristiano Romanus llegó a Rouen dispuesto a pactar con el dragón si los ciudadanos de esta localidad aceptaban ser bautizados y construían una iglesia dedicada al culto católico.

Equipado con el convicto anual y los atributos necesarios para un exorcismo –campana, libro, vela y cruz–, Romanus dominó al dragón con la sola señal de la cruz, transformándolo en una bestia dócil que consintió ser trasladada a la ciudad, atado con una simple cuerda.

La Gargouille fue quemado en la hoguera, excepción hecha de su boca y cuello que, acostumbrados al tórrido aliento de la fiera, se resistían a arder, en vista de lo cual, se decidió montarlos sobre el ayuntamiento, como recordatorio de los malos momentos que había hecho pasar a los habitantes del lugar.

Sumideros Sagrados

Esta curiosa leyenda, más encantadora que real, viene a explicar el origen de la palabra gárgola como sinónimo de escupir agua con facilidad, intención primigenia de las esculturas ubicadas en las cornisas de iglesias y catedrales medievales.

El concepto de una proyección decorativa a través de la cual el agua se expulsase del edificio era conocido desde la antigüedad, siendo utilizado por egipcios, griegos, etruscos y romanos.

Mientras que los griegos tenían especial querencia por las cabezas de león, fueron los romanos los que utilizaron estos canalones decorativos con abundancia, tal y como lo demuestran los ejemplares de la ciudad de Pompeya, conservados intactos hasta la actualidad merced a la capa de lava que los cubrió durante la erupción del Vesubio, en el primer siglo de Nuestra Era.

Durante la Edad Media, las gárgolas se utilizaron como desagües y sumideros a través de los cuales se expulsaba el agua de la lluvia, evitando que cayera por las paredes y erosionase la piedra.

Es esta la utilidad a la que se refieren todos los idiomas europeos, cuando idearon palabras para designar estos apéndices arquitectónicos: el italiano gronda sporgente, frase muy precisa, arquitectónicamente hablando, que significa «canalón saliente»; el alemán wasserspeider, que describe lo que una gárgola puede hacer, esto es, escupir agua; el español gárgola y el francés gargouille, que derivan del latín gargula, garganta; o el inglés gargoyle, derivado de los dos anteriores.

Las primeras gárgolas aparecen a comienzos del siglo XII. Es en la época del gótico, concretamente durante el siglo XIII, cuando se transforman en el sistema predilecto de drenaje, si bien no todas ellas tenían esta utilidad.

Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon, seguidas de las que pueblan Notre-Dame de París.

Un arte terrorífico

Es raro encontrar una gárgola sola. Generalmente suelen estar agrupadas en hileras, sobre los altos de iglesias y catedrales, a modo de una sociedad de gente de piedra.

Las gárgolas del primer gótico apenas si estaban elaboradas, pero según fueron proliferando, el diseño se fue haciendo cada vez más elaborado, transformándose en auténticas obras de arte. El rasgo distintivo de sus expresiones es que nunca eran bellas sino intencionadamente horribles, grotescas o irónicas.

En general, el gótico se caracteriza por ser más realista que el románico, con la excepción de las gárgolas, que parecen perpetuar la fascinación, típicamente románica, por las criaturas grotescas y monstruosas.

Desde finales del siglo XIII las gárgolas se hicieron más complicadas, abandonándose la representación de animales, que fueron reemplazados por figuras humanas. Aumentaron su tamaño y se transformaron en figuras más exageradas y caricaturizadas.

Las connotaciones demoníacas se abandonaron en el siglo XV, cuando se extremaron las poses y expresiones faciales, perdiendo sus significados religiosos y haciéndose más cómicas.

Las gárgolas eran algo más que una decoración funcional, si bien su significado profundo permanece aún sin determinar. Entre las numerosas que pueblan los edificios medievales no se han podido encontrar dos iguales, demostración de la extraordinaria imaginación de sus constructores.

La documentación contemporánea a su elaboración ofrece muy poca ayuda en la resolución del enigma sobre su significado derivado, en gran medida, de la costumbre medieval por crear ambigüedad, lo que provoca y permite múltiples sentidos.

La gran variedad, tanto en formas como en significados, va en contra del uso típicamente medieval, esto es, educativo; si se quería enseñar es evidente que debía entenderse el mensaje transmitido a través de las gárgolas. Es por ello que encontramos gárgolas no sólo en iglesias y catedrales, sino también en edificios seculares y casas privadas.

Guardianes de la Fe

Son muchas las explicaciones que se han intentado buscar, a lo largo de los siglos, para explicar el significado oculto de las gárgolas. Se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas.

En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores.

De todas las explicaciones posibles, la más aceptada es aquella que nos habla de ellas como guardianes de la Iglesia, signos mágicos que mantienen alejado al diablo. Esta interpretación puede explicar el porqué de tan diabólicos y espantosos aspectos y su ubicación fuera del recinto sagrado.

Esta línea argumental es la seguida por Richard de Fournival, Obispo de Amiens en el siglo XIII, y autor de Roman d’Ablandane, donde cuenta cómo el maestro cantero Flocars hizo dos gárgolas de cobre, que situó en la puerta de entrada a la ciudad de Amiens, con la intención de que evaluaran las pretensiones de todo aquel que quisiera entrar en ella.

Si el individuo era malévolo, las gárgolas escupían un veneno sobre él que lo mataba; por el contrario, si era una buena persona, los guardianes se encargaban de escupir oro y plata.

Señales Demoníacas

Entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a las gárgolas destacan aquellas que las asimilan a representaciones del demonio, tan presente en el imaginario colectivo medieval, que recuerda al cristiano la necesidad de seguir los preceptos religiosos si quiere escapar del infierno.

Así, muchas de las llamadas gárgolas grotescas parecen representar a dragones, diablos y demonios, símbolos del mal para el cristiano de la Edad Media.

El dragón fue el animal fantástico más reproducido por el arte medieval. La palabra dragón deriva del sánscrito dric, que significa «mirar», en referencia a la capacidad de este animal para destruir con sus ojos.

Mientras que otros, como el león, podían alternar su carácter maléfico y benéfico, según la representación que se considerase, el dragón siempre ha significado, dentro del arte occidental, maldad y destrucción. De esta forma, muchas veces se ha representado al diablo como un dragón.

Aunque el arte medieval no predeterminó una representación fija del dragón, sí puede observarse en todos ellos la existencia de alas semejantes a las de un murciélago, animal asociado a la oscuridad y el caos. Alas que, probablemente, indican el origen angélico del demonio.

Como es de sobra conocido, antes que Lucifer se revelase y fuera expulsado del paraíso, era el más bello de todos los ángeles. Pero cuando cayó, toda su belleza se transformó en fealdad, cambiando su nombre por el de Satán, que significa «adversario u oponente».

Si uno es el diablo, Satán, muchos son los demonios, espíritus maléficos servidores del ángel caído. Su representación en la iconografía medieval recoge todo lo que de repugnante y desagradable tenía la naturaleza: si Dios era el Creador de todas las cosas bellas, su oponente, Satán, sólo podía representar lo feo, sórdido y despreciable.

Ciertas gárgolas muestran estas características, sólo atribuibles al demonio y sus servidores. Si bien la apariencia externa es humana, hay numerosos signos demoníacos: los cuernos, las orejas animales puntiagudas, los colmillos, las barbas, las alas membranosas, la cola, los pies en forma de patas hendidas y desgarradoras, los cuerpos desprovistos de vello y el semblante amenazador…

Una gárgola con alguna de estas características, sino todas, era inmediatamente asociada al mal, por parte de sus espectadores medievales.

La fisionomía polimórfica de estas gárgolas diabólicas era la expresión perfecta de la habilidad del demonio para transformarse, para presentarse ante el cristiano desprevenido bajo diversos disfraces.

Fuente de Información: Revista Enigmas
Autor: Mar Rey Bueno
Fuente: http://www.escalofrio.com/n/Misterios/Las_Gargolas/Las_Gargolas.php

El Callejón del Diablo

El Callejón del Diablo

Hasta hace algunos años existía, a corta distancia de lo que hoy es el centro de la ciudad, una estrecha callejuela conocida con el nombre de Callejón del Diablo. La citada vía, que empezaba en el descampado de San Martín y desembocaba en la Zanja, consistía en un pasadizo sombrío bordeado de árboles frondosos y atravesaba un paraje solitario en el que, a modo de vivienda, se descubría una casucha paupérrima habitada por un tísico. Como se comprende, ya sea por el enfermo, por el nombre del callejón o quizá por su lobreguez, el hecho es que poca gente se aventuraba de día por esa ruta; y quien la utilizaba, procuraba salvar su recorrido apresuradamente. Naturalmente, de noche únicamente los temerarios se atrevían a cruzar la tal callejuela; teniendo para ello que valerse de todos sus sentidos, pues después del ocaso reinaba allí una profunda obscuridad.

Y viene el cuento. En cierta ocasión, uno de aquellos bravos que son capaces de tragarse el propio diablo volvía a casa, luego de una sabrosa plática con sus compañeros de la ritual tertulia nocturna. Se internó en el callejón y, hallándose casi a mitad del camino, acertó a vislumbrar una figura que se apoyaba en el tronco de uno de los árboles mencionados. Tuvo un ligero sobresalto, per inmediatamente se recuperó y mustió para sus adentros: -¿Con que forajidos a mí, eh? ¡Ahora verás!-. Y empuñando las manos, se dirigió resueltamente hace el sujeto. Ya se encontraba a unos metros del individuo cuando, de pronto, se iluminó la escena y surgió ante los ojos del valiente un ser horrendo que reía malignamente. El noctámbulo sintió que la tierra se hundía bajo sus plantas; pero, acicateado por su instinto de conservación, en lugar de desmayarse se puso pies en polvorosa, logrando así evadirse de una segura desgracia.

La noticia de que el callejón de marras se aparecía el demonio cundió entre la población y, a consecuencia del incidente ocurrido al trasnochador de la historia, se propaló que otras personas ya habían sido asustadas por el monstruoso espectro. Y, si regularmente el callejón era escasamente transitado en las noches, al comprobarse que Lucifer se había establecido en él, ya nadie osaba ni por equivocación usar este camino después de ocultarse el sol.

Y, como sucede siempre que se trata de las calamidades públicas, alguien ducho en cuestiones diabólicas aconsejó que, para evitar que el diablo comenzara a incursionar fuera de su reducto y se abatiese sobre la comunidad quién sabe con qué malditos fines, se depositaran diariamente bajo el árbol infernal algunas ofrendas, de preferencia joyas y monedas de oro. Y así se hizo. Lo curioso del caso es que los supersticiosos que todas las mañanas iban a dejar obsequios a Satán, observaban que los del día anterior se habían esfumado, lo que les afirmaba en su convicción de que el diablo se complacía con los regalos que el pueblo le brindaba.

Pero el misterio llegó a oídos de dos fornidos pescadores sanfrancisqueños, que ya se las habían visto en sus correrías marinas hasta con basiliscos, de manera que estaban curados de espanto. Y dialogaron así los lobos de mar: -¿Qué te parece lo del diablo de San Martín?

-A mi me parece que hay gato encerrado, y que el diablo ése tiene costumbres de ratero. Y tengo para mí que, como buenos hijos de Dios, si hay algo que no debemos permitir es el robo a sus ovejas, aunque el ladrón sea el mismo Belcebú

-¿Crees que podamos hacer algo?-, preguntó el primero; -Sospecho que sí-, contestó filosóficamente el interpelado.

Esa vez, al filo de la medianoche, dos siluetas penetraron resueltamente en el pavoroso callejón. Y, como es de rigor, el presunto diablo esperaba pacientemente apoyado en su árbol para infundir el terror del más allá al desprevenido transeúnte que se arriesgase a ingresar en aquellos dominios del infierno. Ya estaba el padre de las tinieblas listo para encender su cartucho de azufre y mostrarse a los que se aproximaban cuando súbitamente, a la luz de una antorcha nacida de la nada, vio emerger la imagen peluda, armada de negros cuernos y larga cola, del auténtico Satanás. No se reponía todavía de la sorpresa cuando experimento en las posaderas la mordedura de un fuego que le quemaba las entrañas, y que no era más que un tizón al rojo vivo que diestramente acababa de aplicarle en esa región uno de los pescadores; pues ya supondrá el lector que los sanfrancisqueños eran los autores del contraataque diabluno. Presa de un pánico indescriptible, el cavernícola sólo atinó a decir: -¡Jesús, el diablo quiere llevarme!-; y, profiriendo aullidos demoníacos, emprendió velocísima carrera, comparados con la cual los récords olímpicos no son sino juegos de niños.

A la noche siguiente, los pescadores se apostaron en el callejón, y, aunque montaron guardia hasta el alba, el diablo no apareció por ningún lado. Sin embargo, al poco tiempo de la vergonzosa retirada del adversario, se averiguó que un prominente personaje de la localidad se debatía entre la vida y la muerte a causa de una extraña y repentina enfermedad que, en forma de llagas, se le manifestó en los glúteos, aparentemente producidas por quemaduras profundas. El individuo sanó porque, según opinión del vulgo, se arrepintió de sus culpas y donó a una institución par pobres un lote de joyas, entre las cuales muchos creyeron reconocer las que ofrecieron al diablo junto al árbol.

Así fue ahuyentado el Angel Malo de su madriguera de San Martín. Y solamente quedó como recuerdo de los sucesos acaecidos el sugestivo nombre de Callejón del Diablo con que se designó durante largos años al siniestro recoveco antes de que, con el avance de la urbanización, desapareciera definitivamente de la red de vías pintorescas de la ciudad.

Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS
Folklore Campechano
Autor: Guillermo González Galera
Editado por el Depto. de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma del Sudeste
Septiembre de 1977

El Espectro de la Puerta de Tierra

El Espectro de la Puerta de Tierra

-Déme otro atolito, mamá Rita, pero bien caliente; ¿usted quiere otro compa?.

-Si compadre; y póngale bastante canelita, mamita, que así me gusta más.

Este diálogo tenía lugar frente a la Puerta de Tierra, bajo el portal que existe en esa barriada. Mamá Rita era una viejecirta que, durante años, había vendido atole, tamales y demás antojitos a los parroquianos que frecuentaban el sitio, centro del movimiento comercial de la ciudad, que constituía una de las entradas y salidas hacia el interior. El portal estaba acondicionado como mesón rústico, y sus mesas casi siempre las ocupaban viajeros, negociantes y personas que disfrutaban contemplando la actividad que allí se desplegaba.

A la hora en que conversaban los actores de esta historia, alrededor de la media noche, escasos clientes había en el mesón y ya no se veían transeúntes en la calle. El vigilante cabeceaba sentado sobre un madero adosado al portalón, y a la luz vacilante de los mecheros se adivinaba el perfil de la muralla. Los trasnochadores de marras, estimulados con el calor del atole e incitados por la soledad reinante, derivaron en su plática al las consejas de ultratumba

¿Ya estará por llegar el volán de Hampolol?

-¿Por qué pregunta, compadre?

-Le diré compa. Es que me acuerdo de que, cuando yo hacía viajes por esos pueblos, una vez me pasó algo que, nada más de pensarlo, me pone la carne de gallina

-A ver, a ver, compadre, cuénteme, cuénteme.

-Pues si, compa, de esto ya hace algunos años. Más o menos como ahora, venía yo de Bolonchenticul por el camino que usted seguramente conoce, con más piedras que el pellejo de un atacado de viruelas. Por suerte no era época de lluvias, porque de haber sido así no estaría yo contándoselo.

–¡Siga, siga, compadre, que se pone interesante!

-Pues, como le decía, venía por el bendito camino, cuando de repente veo adelante, como a unas cincuenta varas, una lucecita. Aunque yo no soy miedoso, como usted sabe, compa, me preparé por si se trataba de un salteador. Pero, mientras me acercaba, empecé a sentir que me temblaban las piernas. Yo no soy supersticioso, compa; pero como uno oye tantas cosas, pues pensé, a lo mejor es un espanto; porque dicen que así se tiembla cuando se aparece un alma. De todas maneras armándome de valor seguí por el mismo camino, pues no había otro, hasta que llegué a la lucecita. Y no lo va usted a creer, compa; había un hombre todo vestido de negro, acurrucado junto a la lucecita, al que yo no podía distinguir desde lejos; y, al querer bajarme para ver en que podía ayudarlo, él alzó la vista y………

-¿Qué pasa, compadre? ¿Se te olvidó el cuento?

Antes de contestar, el compadre se tomó el resto de su atole ya frío, y dijo:

-¡Otro atolito, mamá Rita, para que yo me calme!

Pero la vendedora ya se había retirado a descansar de modo que el compadre tuvo que prescindir del paliativo del atole, y prosiguió:

-¡Qué va compadre! ¡Si eso no se puede olvidar! ¡Y aquí viene lo mejor! Alzó la cabeza para mirarme, y haga usted de cuenta, compa, las brasas de un fogón, así eran sus ojos, que echaban chispas. Enseguida comprendí; ¡Era el demonio, compa! Los caballos se pusieron a relinchar y yo, muerto de susto, no me podía mover! Solamente pude decir: ¡Jesucristo! ¡Y vi cómo el Malo retrocedió tapándose la cara, como si alguien lo estuviese golpeando! Entonces, reaccionando, azucé a las bestias, que emprendieron una loca carrera. Pero felizmente, llegamos al próximo poblado sin novedad. Y ése es el cuento, compa; por eso preguntaba yo si habrá entrado el volán de Uayamón, no sea que al carretero le paso lo que a mí en Bolonchenticul.

-Pues, mire, compadre, ahora yo le voy a contar lo que mi me sucedió. Y conste que es la primera vez que lo voy a decir.

Entretanto, los conversadores se habían quedado solos en el mesón del portal, y en la calle desierta únicamente se veían las sombras de la muralla alargándose sobre el suelo al resplandor de los hachones colgados de la Puerta de Tierra.

-Ahí le va el cuento, compadre. Como usted sabe, mi mamacita, que en paz repose, murió hace ya varios años. Y usted sabe también que Dios no nos mandó hijos; así que en la casa de usted no vivimos más que mi mujer y un servidor. Una noche, faltando poco para el cabo de año de la difunta, fui despertado por alguien que me llamaba. Sacudí a Eduviges, que estaba profundamente dormida, para preguntarle si ella me llamó; pero su respuesta, con perdón de la palabra, fue un insulto, que no quiero repetir, y siguió durmiendo. Cuando ya volvía yo a mi sueño, oí de nuevo que me llamaban. Me senté en la hamaca sorprendido, y miré hacia el rincón de donde salía la voz. ¡Y le juro por Dios, compadre, que allí estaba mi madre! Ya se imaginará usted que me quedé más mudo que una pared titiritando como un perro empapado. Se dirigió el fantasma a donde yo me encontraba, y me dijo: Hijo, siento asustarte, pero no te voy a causar daño, únicamente deseo que no olvides ofrecerme tres misas por mi cabo de año, aunque a tu mujer no le agrade. Y te prometo que ya no me volverás a ver. Y se esfumó. Al día siguiente puse a Eduviges al corriente de lo ocurrido, pero se rió y me dijo cuatro frescas. Y no se celebraron las misas que pidió mi mamacita.

-¿Y que pasó después, compa?

El compadre hablaba tenuemente, y de reojo observaba la calle quieta y obscura.

-Pues esto fue lo que pasó. Que una noche Eduviges me despertó con gritos y, señalando al rincón, tartamudeaba: ¡Allí, allí! Y, efectivamente, era otra vez la difunta.

Dominándome, le pregunté qué quería y ella me recordó que no me había ocupado de sus misas. Y regresó al otro mundo. Como pude, tranquilicé a Eduviges, que cayó presa de un acceso nervioso, y, luego de una semana de fiebre y convalecencia, fue ella quien me rogó que la llevara a la iglesia para solicitar las misas en sufragio del alma de mi mamacita. Y nunca más he vuelto a verla en el rincón de la casa.

Por un instante los dos compadres callaron, pensativos. Y no era que temiesen a lo desconocido; pero no intentaban levantarse de sus sillas. Con aprensión atisbaban hacia la calle que conducía a la Puerta de Mar, oscura como una boca de lobo. De pronto, los alertó un ruido que provenía del lado oriental de la calle de la muralla.

Pusieron atención y oyeron pasos: alguien se acercaba. Y no se equivocaban. Súbitamente surgió ante ellos una figura cadavérica que portaba un féretro sobre sus hombros. Sin percatarse de los trasnochadores, el macabro personaje desfiló frente a ellos, que no salían de su asombro. El enviado del inframundo se deslizó junto al guardia que dormía plácidamente y se perdió rumbo al castillo de San Juan.

-¡Vámonos, compadre, antes de que regrese!

Pero el compadre yacía en el suelo casi desmayado. El compa sacó arrastrado a su amigo de debajo de la mesa y, venciendo su terror, corrieron como venados perseguidos por un cazador.

Una media hora más tarde volvió a pasar por la Puerta de Tierra, ahora de occidente a oriente, el cadáver con su féretro a cuestas. Pero no era ningún fantasma. Simplemente se trataba de Chang, un chino carpintero que había llevado un ataúd de regalo a un compatriota suyo –porque, como sin duda estará informado el lector, los chinos tienen en gran estima un regalo de esa naturaleza-; pero, por supuesto, el conterráneo dormía a tales horas a pierna suelta, y por esa razón Chang se vio obligado a retornar a su carpintería con el fúnebre obsequio.

Pero los compadres ya no visitaron más la Puerta de Tierra, porque no deseaban revivir la experiencia de encontrarse con el espectro que, según ellos, rondaba noche a noche por las calles de la muralla.

FUENTE: LEYENDAS MAYAS

EL EXORCISTA

EL EXORCISTA, LA VERDADERA HISTORIA 

El reciente caso de una joven exorcizada por Juan Pablo II en el Vaticano ha vuelto a suscitar el interés público por la posesión diabólica. Además, al estreno de la película Poseídos hay que sumar un nuevo montaje del clásico film El Exorcista, basado en un suceso real que vamos a detallarles. La Iglesia, siempre reacia a hablar del diablo, se ve desbordada por los casos de presuntos endemoniados que, en la actualidad, acuden hoy a ella en busca de ayuda. Mientras, sus exorcistas advierten que las prácticas espiritistas, la ouija, los ritos satánicos y los maleficios abren la puerta a este estremecedor fenómeno.

William Peter Blatty, autor de El Exorcista, era un joven estudiante de literatura en la universidad jesuita de Georgetown (estado de Washington, EE UU) cuando, en agosto de 1949, leyó una noticia en el diario The Washington Post: «Un sacerdote libra a un joven de Mount Rainier de las garras del demonio». Veinticinco años después, tras investigar los hechos y cambiar – a petición del padre Bowdern, sacerdote que practicó aquel exorcismo – la identidad del protagonista, por la de una niña, escribió una novela de la que se vendieron trece millones de ejemplares.

Dos años más tarde la convirtió en el guión de la mítica película del mismo nombre. Según Blatty, Bowdern, obligado por el juramento de secreto a no hablar del exorcismo, le dijo únicamente: «Puedo asegurar que el caso en que me vi implicado era auténtico».

El arzobispado local ha eludido en diversas ocasiones la entrega de los documentos oficiales respecto a este caso, «por razones serias y validas» según sus propias palabras, pero nunca ha negado su existencia. Hoy, sin embargo, conocemos todos los detalles gracias a Tomas B. Allen quien, cuarenta años después, consiguió que el padre Halloran – uno de los nueve jesuitas que asistieron a Bowdern – le facilitara un diario del exorcismo. Este escrito fue hallado en 1978, durante las obras del hospital de los hermanos de los pobres de Saint Louis, en una de cuyas habitaciones, clausurada hasta esa fecha, se produjo el exorcismo último y definitivo. Se trata de veintiséis páginas mecanografiadas en las que se recogen los testimonios de 48 personas que asistieron a la víctima y contemplaron de cerca su endiablado estado.

El maligno se manifiesta

Todo empezó con el ruido de un suave goteo en casa de los Mannheim – los nombres son falsos –, en Mount Rainier (estado de Washington). Allí vivía Robbie, un chico de 13 años, con su abuela materna, su madre y su padre. El persistente sonido se inició un sábado por la noche. El niño y su abuela se hallaban solos y realizaron una gira por las habitaciones buscando el origen del ruido. Al entrar en el dormitorio de la anciana, vieron que en un cuadro en el que se representaba a Jesús estaba torcido y se movía como si alguien golpeara la pared tras él. El goteo cesó para dar paso al chirrido de unos arañazos tras la pared, «como si una garra rascara la madera». Los arañazos continuaron oyéndose durante once días. Comenzaban hacia las siete de la tarde y paraban a media noche. Curiosamente, se detuvieron el día en que murió Harriet, una tía espiritista de Robbie, que había enseñado al muchacho a manejar el tablero ouija. A partir de aquel momento, Robbie pasaba horas enteras jugando con la ouija, intentando entrar en contacto con su querida tía difunta.

Fuera ésta o no la causa de la posesión, el hecho es que los fenómenos paranormales comenzaron a producirse a su alrededor sin interrupción. Al irse a dormir oía pasos junto a su cama y, durante el día, objetos y muebles pesados se deslizaban por el aire o se volcaban solos. Sus parientes podían ver girar vertiginosamente las sillas en que Robbie se sentaba. Él insistía en que no era culpa suya. Pero la fenomenología crecía y llegó a un punto de paroxismo la noche en que, para ahuyentar el miedo del chico, su abuela y su madre se acostaron con él. De pronto el colchón levitó y colcha y sábanas – completamente estiradas – se elevaron ante sus ojos como si algo invisible tirara de las esquinas.

La familia consultó a médicos, psiquiatras y psicólogos, que declararon normal a Robbie. También a médiums que diagnosticaron una crisis de adolescente que pasaría a su tiempo. Pero Robbie ya no podía siquiera ir al colegio: su pupitre daba saltos y golpeaba los de los demás niños. Había comenzado a volverse hosco y reservado. Además, durante las noches tenía pesadillas en las que parecía hablar con alguien. Sus padres se dirigieron a un sacerdote luterano llamado Schulze quien, creyendo estar ante un poltergeist, rezó por el muchacho. Pero, tras pasar una noche con él y ser testigo directo de la aterradora fenomenología que rodeaba a Robbie y, sobre todo, al aparecer el 26 de enero sobre el pecho del niño unos arañazos en forma de letra, «como si alguien los hubiera trazado desde dentro con un cuchillo», Schulze comenzó a pensar que un poder maligno había invadido al muchacho.

Es sabido que la posesión demoníaca se manifiesta, progresivamente, de tres formas: infestación (el demonio actúa sobre la materia circundante y produce fenómenos telequinéticos de toda índole); obsesión (atormenta a la víctima sin hacerla perder el conocimiento pero de modo evidente); y posesión (invade el cuerpo de la persona y lo trata como propiedad suya). Para Schulze, Robbie estaba a punto de pasar a la tercera fase, así que recomendó a la familia consultar a un sacerdote católico: «Ellos entienden de estas cosas». Y es que, mientras las iglesias luteranas no conceden ninguna credibilidad teológica a la existencia del demonio, la católica tiene una larga tradición de exorcismos que se remonta a los realizados por Jesús. Además, desde los comienzos de la Cristiandad, cuentan para practicarlos con un ritual que se formalizó en 1614 bajo el nombre de Rituale Romanum.

Que así como los Mannheim se pusieron en contacto con el padre Hughes, párroco de la iglesia católica más cercana. Al principio éste se limitó a darles agua bendita y unos cirios consagrados, remedios infalibles contra el demonio. Pero la botella con agua bendita explotó al entrar en el dormitorio de Robbie y las velas, al ser prendidas, lanzaron tales llamas que casi incendiaron la casa. Entonces Hughes decidió visitar al chico. Al parecer, Robbie estaba en la cama, en estado de trance, y le recibió diciéndole en latín: «Oh, sacerdote de Cristo, sabes que soy un demonio. ¿Por qué me molestas?».

Precisamente, según el Rituale Romanum, la capacidad de hablar o entender una lengua extranjera desconocida anteriormente por la persona es una de las características de la posesión, sobre todo si va unida a la exhibición de una fuerza sobrehumana, el conocimiento de hechos ocultos o futuros y una profunda aversión hacia lo sagrado que se manifiesta incluso hacia las medallas, cruces o reliquias ocultas. Así que Hughes – tal y como indica el ritual – solicitó permiso para practicar un exorcismo al arzobispo de Washington, O’Boyle, quien, incomprensiblemente, se lo concedió.

Y es que en el Rituale se dice expresamente que «el sacerdote designado para hacer un exorcismo, además de distinguirse por su piedad, prudencia y vida íntegra, debe ser inmune a cualquier ansia de engrandecimiento personal y no confiar en su poder sino en el divino, así como de edad madura y reverenciado no sólo por su cargo sino por sus cualidades morales». Características todas ellas que Hughes, a sus 29 años de edad, no había tenido tiempo de reunir. Tampoco siguió el joven párroco otra instrucción del ritual, a saber: «Recurrir a un estudio profundo del asunto (…) examinando los autores aprobados y los casos producidos». Quizá por todo ello, aunque realizó una confesión general, ofreció misa y oraciones especiales e incluso ayunó, el exorcismo resultó trágico.

A finales de febrero, Robbie fue ingresado en el Georgetown Hospital, dirigido por jesuitas y atendido por monjas que guardaron el más absoluto secreto. Fue atado con correas a una cama y permaneció tumbado con los ojos cerrados, aparentemente tranquilo. Al entrar Hughes en la habitación, tocado con birrete negro, estola púrpura al cuello y con un reluciente aspersor de agua bendita, Robbie «despertó» y con voz perentoria le ordenó quitarse la cruz que llevaba oculta. Asimismo se dice que empezó a proferir juramentos en lengua semítica y aramea y en su pecho comenzaron a aparecer nuevos arañazos.

Hughes se arrodilló junto a la cama con el ritual en las manos, recitó la Letanía de los Santos en latín y luego el Padre Nuestro con el que comienzan las oraciones propias del exorcismo, pero al decir «Mas líbranos del mal», Robbie logró desasir una de sus manos y aflojar una pieza del somier… La monja y el auxiliar presentes oyeron de pronto un alarido de Hughes… Robbie había rajado el brazo izquierdo del sacerdote desde el hombro hasta la muñeca. Alguien dijo que para cerrar la herida fueron necesarios más de 100 puntos. El exorcismo no prosiguió. Hughes sufrió una crisis nerviosa y abandonó Mount Rainier durante un tiempo.

Jesuitas en acción

Las murmuraciones de los vecinos, la desesperación o el hecho de que el cuerpo de Robbie empezara a actuar como un tablero ouija formando palabras con arañazos, fueron el detonante para que sus padres se trasladaran a St. Louis, donde tenían parientes. Allí, la familia pidió consejo al padre J. Bishop, profesor de teología.

Bishop habló con sus superiores y parece que la comunidad jesuita se hizo cargo del asunto. El 9 de marzo, éste visitó por primera vez a los Mannheim. Les interrogó sobre lo sucedido y realizó aspersiones con agua bendita por toda la casa. Especialmente en el dormitorio de Robbie, donde además practicó un exorcismo simple y colocó una reliquia de Santa Margarita sobre la almohada. Todo fue inútil. La reliquia salió disparada y rompió un espejo y el propio Bishop presenció el frenético movimiento de la cama de Robbie y los arañazos que aparecieron en su cuerpo. Al día siguiente habló con el padre William S. Bowdern, jesuita de 52 años, responsable de la iglesia de San Javier y considerado como un hombre santo por quienes le conocían. Por indicación del arzobispo Ritter, habría de ser Bowdern quien llevara a cabo el exorcismo.

El 10 de marzo por la noche, Bishop y Bowdern hablaron con Robbie y rezaron el rosario con él. El niño parecía tranquilo, pero en cuanto le dejaron solo en su habitación volvió a gritar pidiendo ayuda. Poco después mostraba dos arañazos en forma de cruz en sus antebrazos, algo que no dejó de extrañar a los jesuitas que en secreto habían llevado una reliquia del antebrazo de san Javier. Los sacerdotes calmaron a Robbie y le bendijeron. Pero, en cuanto le abandonaron, Robbie sufrió una gran crisis durante la cual una librería de 25 kilos se movió sola colocándose ante la puerta de su dormitorio. Su madre logró introducirse por una rendija en la habitación a tiempo para ver cómo el crucifijo y las reliquias que los sacerdotes le habían puesto se deslizaban solos por su cuerpo hasta quedar a los pies de la cama. Los muebles habían cambiado de sitio por sí mismos, el niño se retorcía de dolor debido a los arañazos y las sacudidas del colchón eran frenéticas.

Tras haber ayunado, celebrado misa y hecho su confesión general, el 16 de marzo por la noche, Bowdern inició el exorcismo que habría de prolongarse en sucesivas sesiones hasta el 18 de abril. Comenzó pidiendo al niño que hiciera un examen de conciencia. Luego fue en busca de toda la familia y de los otros sacerdotes: Bishop, que habría de escribir el diario, y Halloran, de 26 años, cuya fuerza era necesaria para sujetar al poseso. Tras rociar con agua bendita la cama, que no dejaba de moverse, comenzó a leer las letanías del ritual. Cuando dijo: «Yo te ordeno, espíritu impuro, seas quien seas, junto con todos tus asociados que han tomado posesión de este siervo de Dios, que, por los misterios de la Encarnación, Pasión, Resurrección y Ascensión de nuestro Señor me digas mediante alguna señal tu nombre, el día y la hora de tu partida…», ronchones rojos y arañazos cruzaron la garganta, los muslos, el estómago, la espalda y el rostro de Robbie. En su pecho apareció la palabra hell (infierno), y había sangre suficiente para ser secada con un pañuelo. Sobre el escaso vello púbico del niño también se dibujó la letra X y la palabra go (ir). Bowdern interpretó que el demonio se iría en diez días a través de la orina o los excrementos. En lo primero se equivocó. En lo segundo no. Pues, en cada sesión de exorcismo, salían de Robbie grandes cantidades de orina maloliente.

A partir de ese día, la lucha contra el mal fue ganando la batalla. Durante otra sesión, al preguntar al demonio su nombre, se dibujó con arañazos sobre el pecho de Robbie la palabra spite (rencor). No obstante, durante el día Robbie era un muchacho normal, algo característico de los posesos. Sólo durante los períodos de crisis, que a veces duraban horas y que, salvo en raras ocasiones, se presentaron siempre de noche, parecía ser otra persona. Chillaba, ladraba, reía diabólicamente, insultaba y maldecía al oír las plegarias o el nombre de Jesús. Y, al ir avanzando el exorcismo, comenzó a hablar con una voz profunda, ronca, y a volverse más violento. Gritaba obscenidades a los sacerdotes, les acusaba de terribles actos sexuales y les escupía. Su delgado cuerpo se arqueaba tanto que podía tocarse la cabeza con los dedos de los pies. Cantaba melodías que desconocía. Agitaba los brazos desesperadamente y, en cuanto se veía libre de ataduras, soltaba violentos puñetazos.

La última señal

Robbie era luterano y el padre Bowdern decidió bautizarle para acogerle en el seno de la Iglesia Católica. Además, el bautismo es otra forma de exorcizar. Sin embargo, tras recibir este sacramento, se tornó más agresivo. La voz del demonio salía con más frecuencia durante las crisis, hablaba con más autoridad, y profería más obscenidades. Su rostro adquiría expresiones diabólicas y sus uñas, extraordinariamente largas, arañaban su pecho.

Conforme avanzaba la batalla, a los períodos de crisis se sucedían estados de calma en los que el chico proyectaba un aura siniestra que los exorcistas llaman «el roce de Satanás». En cierta ocasión estuvo cuatro días muy tranquilo, pero era sólo otra treta del maligno que, «a veces, deja al cuerpo libre de molestias para hacer creer que ha sido expulsado», señala el Rituale.

Finalmente, tras pasar por un verdadero calvario, durante el cual estuvo alojado en la rectoría de la Iglesia de San Javier, Robbie regresó en tren a Maryland y volvió de nuevo a Saint Louis. El niño fue ingresado a principios de abril en el hospital de los hermanos de los pobres.

El día 18 de ese mes, el padre Bowdern, consumido por el prolongado ayuno y la vigilia, se enfrentó a la que sería la última batalla. Robbie había comulgado ese día y los hermanos de los pobres habían puesto en su habitación una estatua del arcángel San Miguel venciendo al dragón. Con el último amén del exorcismo la habitación pareció invadida de una calma absoluta y Robbie habló con una nueva voz, clara, autoritaria, rica y profunda: «Satanás, Satanás, soy san Miguel y te ordeno a ti y a los otros espíritus malignos que abandonéis el cuerpo en nombre de Dominus, inmediatamente, ¡ahora, ahora, ahora!». Entonces, durante 7 u 8 minutos, Robbie se debatió entre violentísimas contorsiones. Luego, dijo con calma: «Se ha ido». Miró a los sacerdotes y aseguró sentirse bien. Todos se felicitaron. Todos menos Bowdern, que ya no se fiaba del maligno y esperaba una señal característica del final exitoso del exorcismo. Robbie contó que había visto en sueños como el arcángel se había encarado con el diablo haciéndole retroceder hacia una cueva cerrada con barrotes en cuya entrada estaba la palabra spite. Cuando los demonios desaparecieron, notó como si algo tirara de su estómago. Luego se sintió relajado y feliz como no lo había estado desde el 15 de enero. A la mañana siguiente comulgó en la capilla del hospital. Por la tarde durmió una larga siesta. Cuando despertó parecía no recordar nada de su penosa experiencia. «¿Dónde estoy? ¿Qué ha ocurrido?», preguntó. En esos momentos, una explosión resonó en todo el hospital. Era la señal que Bowdern esperaba. Cuando Robbie salió del hospital, su habitación fue clausurada con llave. En el cajón de la mesilla permaneció el diario de Bishop hasta ser hallado en 1978.

Poco después de finalizar el exorcismo, durante una misa celebrada por Bowdern en la iglesia de San Francisco Javier, el ábside se iluminó y ante los asombrados jesuitas allí reunidos brilló por un instante la imagen de san Miguel, con una espada llameante en la mano.

La casa donde se iniciaron los hechos fue quemada durante un ejercicio de bomberos. Hoy tan sólo queda el solar, pero nadie quiere comprarlo.

A pesar de las amenazas de muerte prematura que el demonio hizo a los exorcistas, el padre Bowdern murió en 1983 con 86 años y Bishop en 1978 con 72. En cuanto a Robbie, su vida transcurrió con normalidad. Se casó y tuvo dos hijos.

No tuvieron tanta suerte algunas de las personas implicadas en el rodaje del film, William Friedkin, el director, recibió numerosas amenazas por parte de grupos satanistas. Cuatro miembros del equipo murieron en misteriosas circunstancias. La desaparición de objetos – incluidas varias cintas con escenas ya filmadas – era frecuente. En fin, tal cúmulo de desgracias que ha llevado a algunos a sugerir que sobre la película pesa una maldición.

Parapsicología, psiquiatría y posesión

Algunos psiquiatras creen que los «endemoniados» son víctimas de esquizofrenia o personalidad múltiple, ocasionada por abusos sexuales sufridos en la infancia. Otros sugieren que se debe al síndrome de Gilles la Tourette, cuyos afectados maldicen, gruñen y se retuercen de manera incontrolada; aunque este mal es incurable y la posesión, sin embargo, se cura. Por su parte, la doctora Judith L. Rapoport lo achaca al desorden obsesivo compulsivo (OCD).

El padre Martínez Sierra, teólogo y profesor de la Universidad de Comillas (Madrid) ha declarado que «antes de determinar si alguien está poseído o no, hay que desterrar absolutamente una posible enfermedad mental o la existencia de fenómenos parapsicológicos. Por eso, antes de aprobar un exorcismo se exigen informes de psiquiatras y parapsicólogos. Tan sólo si la persona presenta varias de las características señaladas por el ritual (aversión exagerada a lo sagrado, conocimiento de cosas ocultas o de lenguas ignoradas, y fuerza sobrehumana) puede tratarse el caso como una posesión. En cualquier caso, al demonio no le es preciso llegar a ésta para dificultar el reinado de Dios».

Por su parte, el padre Fortea, párroco de la diócesis de Alcalá de Henares (Madrid), esta de acuerdo en que sacerdotes y psiquiatras han de trabajar conjuntamente en casos de supuestos posesos. Aunque, tal y como explica en su tesina, El exorcismo actual, varias razones distinguen claramente al poseso del enfermo mental. «Los posesos son personas absolutamente normales cuando salen de los períodos de crisis, no padecen delirios ni alucinaciones, cosa que no ocurre a los esquizofrénicos. Tampoco puede tratarse de epilépticos, pues los espasmos y agitación que sufren duran más de los 15 minutos que se prolongan estos ataques.

Además, durante la posesión, las convulsiones y crisis de violencia van en aumento, en lugar de disminuir, como ocurre con los enfermos mentales, y simultáneamente a ellas aparece una nueva identidad que razona y contesta coherentemente. En todo caso, no deja de ser curioso que este extraño síndrome demonopático de disociación de la personalidad, con el que numerosas personas acuden a las consultas de los psiquiatras desaparezca para siempre con una oración litúrgica, cuando desde un punto de vista psiquiátrico, con el exorcismo se debería reforzar la sugestión del enfermo. Por supuesto que algunas personas pueden fingir que estan poseídas, pero para desenmascararlos basta decir el fragmento de un discurso de Cicerón en latín; si se agitan frenéticamente, entonces el sacerdote puede enviarlos con tranquilidad al psiquiatra. Es absurdo también – nos explica Fortea – sostener, como hacen algunos, que los posesos liberados por Jesús padecían en realidad enfermedades diversas. «Nunca se utiliza en los Evangelios la palabra posesión como sinónimo de enfermedad. Y además, si Jesús no creía en la posesión, ¿por qué no nos confirmó que estábamos en un error?

Por el contrario, en Lucas 13,32 Jesús mismo se atribuye el poder de expulsar demonios y lo distingue de la virtud de curar enfermos. En realidad Jesús es el Gran Exorcista, y la Era Mesiánica se distingue por que al fin los demonios pueden ser expulsados del Reino de Dios». Ayudante del padre Amorth en Roma, Fortea, para quien «el demonio no tiene cuerpo, tan sólo se manifiesta a través del cuerpo invadido», tuvo la oportunidad de asistir a varios exorcismos. «Lo que ocurre en una posesión es algo más moderado y sorprendente a la vez que lo relatado en la película El Exorcista. No es usual que en un mismo caso se reúna toda la fenomenología que se produjo durante el caso en que se basó el film; normalmente el poseso se limita a blasfemar ante lo sagrado, caer en trance y poner los ojos en blanco, además de agitar los brazos mientras se le dicen las oraciones. Pero puedo asegurar que algo maligno emana de la persona».

Opinión de la Iglesia

El hecho de que Juan Pablo II tuviera que hacer frente, en septiembre de 2000, a una joven endemoniada, ha puesto de actualidad el fenómeno de la posesión diabólica. La Iglesia admite la existencia del diablo y, aunque no es un dogma de fe, también acepta que el maligno tiene poder para poseer a una persona. Así, en el Nuevo Catecismo se lee: «El exorcismo esta dirigido a la expulsión de los demonios o a la liberación de una posesión demoniaca a través de la autoridad espiritual que Cristo confió a su Iglesia». En Italia, la cifra de supuestos posesos debe ser muy elevada, pues la Conferencia Episcopal de este país ha pedido a los párrocos más rigor selectivo a la hora de reclamar exorcismos.

Asimismo, ha decidido imprimir cuanto antes en versión italiana el Rituale Romanum, revisado en 1998 par la Congregación del Culto Divino. En él hay algunas oraciones para rezar en solitario contra el maligno. Por su parte, el padre Gabriele Amorth, con más de 50.000 exorcismos a sus espaldas, ha declarado que «el mundo esta lleno de demonios dispuestos a adueñarse de personas, animales y cosas. Y existen varias vías: el ocultismo, los cultos satánicos y los maleficios». De la misma opinión es el padre Suñer, exorcista durante cuatro años de la diócesis de Barcelona: «Cualquier práctica esotérica puede permitir que el demonio entre en una persona si ésta invoca a Satanás».

Rituale Romanum

Entre las reglas a seguir por el exorcista que se indican en el Rituale Romanum de la Iglesia Católica para expulsar al diablo estan:

Colocar un crucifijo ante la vista del poseso o en sus propias manos. Ponerle reliquias y medallas. Pero no acercarle demasiado la Santa Hostia pues puede maltratarla.

No dialogar nunca con el demonio y ordenarle que se limite a contestar a las preguntas que se le dirijan. No creerle si simula ser un ángel o un difunto.

No dar crédito a lo que vea u oiga que hace o dice el poseso.

Preguntar a la víctima el nombre y número de entes malignos que lo poseen.

Preguntar en que época y por qué o cómo se produjo la posesión, así como el día y hora en que abandonara al poseso.

Exorcizar con autoridad enérgica, insistiendo en las palabras que más hacen sufrir al poseso.

Hacer la señal de la cruz en las zonas del cuerpo donde el poseso acuse alteración.

Rociar con agua bendita el cuerpo del poseso.

Repetir las frases y palabras que más atormenten al demonio.

Deben estar presentes los familiares para que vean cómo reacciona el poseso y le sujeten firmemente. Deben rezar durante la ceremonia y ser rociados por el exorcista con agua bendita.

No hay que dar pábulo a las trampas y engaños que usan los demonios para hacer creer que han abandonado al poseso. En ocasiones incluso les dejan comulgar o les muestran alguna visión beatífica.

Hay que recurrir siempre al ayuno y la oración pues, según dijo Jesús (Mateo 17,20), hay una especie de demonios que no puede ser expulsada más que por la oración y el ayuno.

RELATOS DE BRUJAS

RELATOS DE BRUJAS

Las brujas que chupan a las personas

Una vez venía yo del ejido, montado en un burro pardo, con unos lazos
nuevos, y cuando me emparejé con unas torres viejas de la hacienda,
pasó chiflando un animal de ésos, una bruja. Entonces me acordé yo de
los lazos nuevos del burro, y que me bajo y se los quito. Porque para
atraparlas se necesita hacer un nudo por cada una de las doce verdades
del mundo, y hay que decirlas primero, y luego, al revés. Y entonces ya
dije todo eso y cuando iba a terminar se oyó un zumbido de algo que
bajaba y un golpe, como si dejaran caer unos petates, y fue que alcancé
a rezar completo y la bruja no llegó hasta donde yo estaba y cayó en los
mezquites.
Otras veces, las brujas lo alcanzan a uno, y como son animales que
andan volando mucho por aquí, la gente les teme, porque si lo alcanzan
a uno, lo tumban y lo chupan y le sacan unos moretones muy grandes,
pero no se siente nada, porque queda uno como desmayado. Una vez
que andaba distraído, con un hermano mío, estábamos aquí cerca, en la
noche, platicando, cuando oímos el ruido. Pero ya la teníamos encima y
ahí quedamos tirados hasta la madrugada. Y las marcas duran bastante
tiempo.
Timoteo Zapata Huerta, 74 años, campesino, Venado,
S. L. P., 25 de julio de 1994.

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Las brujas I

Esto le sucedió a mi familia, yo todavía no nacía. Vivían mis papás en
casa de mi abuelito, en un jacalito cerca de aquí. Ellos tenían una niñita
de unos meses. Entonces pasó, como dicen que pasa donde hay niños
muy pequeños: vienen las brujas por los tres primeros días de cada mes.
Y entonces esos días tienen que velar al niño para que no le pase nada.
Mi papá ya había oído un animal que se arrastraba y que aleteaba, como
un guajolote, pero con alas de petate. Pero no había pasado nada, y, ya
para la tercera noche, a mi papá y a mi mamá los dominó el sueño y se
quedaron dormidos. Y a la mañana vieron que la niñita ya estaba muerta
y tenía sus deditos morados, porque de ahí los chupan las brujas. Por
eso, siempre que hay niños chiquitos, la gente los cuida, cada mes, tres
noches seguidas, para que no lleguen a llevárselos.
Josefina Velázquez, 40 años, campesina, Venado,
S. L. P., 26 de julio de 1994

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Las brujas II

Esto sucedió allá por las minas, en un lugar que le dicen Las Cruces.
Dicen que iban caminando dos hombres y vieron, por allá, una luz, y
que uno dijo: “Mira, allá va una bruja, vamos agarrándola”. Y entonces
se quitaron las fajas y comenzaron a rezar y a echar nudos. Y así iban. Y
después de caminar un rato, ya que estaban como a cien metros de la
luz, uno dijo que ya no podía seguir, y el otro le preguntó: “¿Te sabes las
doce verdades del mundo?” “Sí, dijo el otro, ya bien preocupado”. “Pues
contéstamelas”, le dijo a su amigo. Y así siguieron caminando, pero como
a unos veinte metros después, cayó el que había dicho que ya no podía,
y se apagó la luz. El otro amigo pensó: “Éste ya valió”;7 pero rápido se
acercó y sacó el cuchillo y se lo enterró al animal aquel. Y hundió bien el
puñal y salieron chispas de luz. Entonces el hombre siguió caminando y
seguía soltando nudos, por si había otra. Y, en eso, oyó algo que se movía
atrás y volteó, y era su compañero, que todavía estaba vivo y se había
salvado porque él atacó rápido a la bruja.
Muy seguido se ven las luces de las brujas volando. Y la gente le teme
a pasar por ahí, en la noche, y nunca se meten con ellas, como estos
hombres que por poco y ahí se quedan.
Francisco Cortez, 87 años, campesino, Ejido La
Labor de la Cruz, Municipio Charcas, S. L. P., 27
de julio de 1994.

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La bruja y el nagual

Por aquí, donde está el molino viejo, dicen que es muy peligroso pasar
en las noches que cambian las estaciones, porque quedan todavía las
ánimas de una bruja y un nagual que se pelearon hace mucho tiempo.
En el tiempo que todavía no había ni el molino viejo, sino que era como
un almacén de una hacienda más antigua, cuentan que, una vez, esos
dos animales se pelearon tanto, que la bruja acabó por comerse al nagual.
Y desde entonces, por aquí las brujas hacen más daño, porque uno
no las reconoce, pues se pueden transformar en nagual y en mujer y
nomás se le dejan venir a uno encima y no da tiempo de decir nada.
A mi bisabuelo le sucedió, eso me decía mi abuela, porque ella lo vio.
Su papá iba caminando, y ella había salido a esperarlo a la puerta y lo
vio de lejos que ya venía. Y en eso pasó una señora que lo saludó muy
amable y que siguió caminando, y, de pronto, oyó unos ruidos y vio
cómo su papá, que ya venía, se estaba retorciendo en el piso, como peleando
con algo. Y cuando se quedó tirado, salió corriendo como un
coyote, que es el nagual; pero decía mi abuela que todos eran la misma
bruja. Y ha habido otros casos; por eso hicieron el molino nuevo, porque
nadie quería venir hasta acá al amanecer, cuando todavía está oscuro.
Juana López Murguía, 59 años, molinera, Cedral,
S. L. P., 30 de julio de 1994.

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La Yusca

Unos dicen que era una mujer que se volvió bruja, y otros dicen que no,
que es una bruja, pero que también se aparece como mujer. Pero aquí la
vemos siempre en forma de señora con rebozo. Dicen que un día, al
principio de ella, como era bruja, tenía que hacer unos trabajos volando;
entonces se quitó sus ojos y los escondió en un agujerito que hay en la
pared de afuera de la iglesia. Y ella se puso unos ojos de tenamaste,9
para poder ver bien en la noche. Y cuando volvió de su trabajo, ya no
encontró sus ojos y se quedó con esos que son como ojos de gato. Y por
eso, de día anda por ahí sin poder ver nada: camina con un bordón y
nomás anda tanteando el camino; pero en las noches camina rete bien. Y
siempre va con una canastita para pedir limosna y un rebozo. Y aparece
en todos los velorios, como si viera a los muertos, porque nadie le avisa
que hay muertito, y de repente aparece la Yusca en el velorio y le canta
en persona a los difuntos. Y luego, ya que se va a hacer de día, se va otra
vez. Y nadie le dice nada, yo creo que porque no hace daño.
Enriqueta Rojas Morales, 70 años, La Estancia,
Cedral, S. L. P., 30 de julio de 1994.