El fantasma del parque.

Esta leyenda sucedió en la localidad de  Jaral del Progreso en México donde un intendente mandó a colocar varias bancas en un parque ubicado muy cercano a un cementerio.

El hecho fue que las bancas comenzaron a aparecer manchadas y rotas por lo que debió enviar a un vigilante para que las cuidara, pero lo llamativo del caso fue que todos los agentes enviados comenzaron a enfermarse luego de pasar una noche en el lugar.

Estos alegaban la aparición de un fantasma por lo que el intendente decidió cortar por lo sano y enviar a su policía de confianza, un hombre intachable: El chino Herrera. Como todos el primer día se presentó a trabajar pero al día siguiente debió ser internando en el hospital donde antes de fallecer le contó a su jefe una historia aterradora…

Herrera afirmó que iba todo normal hasta la medianoche cuando comenzó a surgir una densa niebla y soplar viento frío, a la vez que le pareció escuchar el llanto de una mujer al final del parque. Se dirigió allí y en medio de la bruma divisó una silueta blanca, a quien le ordenó retirarse de lugar porque era muy tarde, pero no recibió contestación alguna. Luego vio que la mujer se dirigía al panteón pero que no movía las piernas….sino que flotaba a unos 30 cm de suelo. Acto seguido el fantasma se abalanzó sobre el hombre con unos encendidos ojos rojos, lo que le provocó el desmayo, la internación y su posterior muerte.

FUENTE: http://www.mitos-mexicanos.com

El Fantasma de la Escuela.

Hace muchos años, antes de que existiera la escuela 20 de Noviembre de Acámbaro Guanajuato, existía una casa enorme donde vivía una familia muy feliz. Pero un día inesperado, en medio de la noche fría y oscura, cuando toda la familia dormía, la casa se comenzó a quemar, esa noche oscura, acabo con más de la mitad de la familia. Luego la enorme casa fue derrumbada y se construyó en el mismo gran terreno la escuela 20 de noviembre  dirigida por el maestro Juan, quien era muy alto y fuerte.

Al construirse la escuela, muchos niños que estudian o estudiaban ahí dicen que se presentan cosas algo paranormales, algunos dicen que algunas veces cuando no hay casi nadie en la escuela o en la noche, se escuchan personas caminando por el gran patio y salones altos de la escuela, algunos otros curiosos niños y maestros han dicho que se escuchan personas adultas que suben y bajan las cortas escaleras.

Hasta que una vez el maestro Juan con el gran interés de saber que o quiénes eran los que tanto asustaban a los asustados niños, el maestro se quedó durante la noche fría y oscura en la escuela 20 de noviembre con las calles vacías y oscuras ya que se habían descompuesto misteriosamente las luminosas lámparas de afuera de la escuela, Juan estuvo acompañado del conserje Luis el cual estaba con un gran miedo y era de baja estatura, al poco tiempo escucharon algo cerca de los baños de la escuela y con grandes linternas y grabadoras de video y sonido pegadas a unos cascos raros que llevaban puestos empezaron a acercarse hacia el extraño ruido y de repente ambos sintieron un viento demasiado fuerte que pasaba enfrente de ellos durante un corto momento, ambos llenos de miedo decidieron volver a revisar lo que habían captado sus cámaras.

Ambos quedaron llenos de miedo al ver que cuando ellos sintieron el viento se vio una sombra fría y blanca mirándolos fijamente al pasar justamente enfrente de ellos. Quisieron salir de ahí pero al intentarlo la enorme puerta se había cerrado y, alguien, al intentar abrirla los atacó, pero no había nadie. En ese momento ellos pensaron que los fantasmas los habían dejado al parar los ataques, pero ellos no se dieron cuenta de que los habían hecho enojar mucho más.

El aire se sentía más fuerte, las mesas y las sillas comenzaron a caer al suelo frio y lo peor fue cuando vieron a alguien de gran tamaño sin la cámara parado justo enfrente de ellos. Fueron hacia el pequeño salón donde ellos tenían sus ingeniosos equipos, intentando escapar de lo anterior, su sorpresa fue que al llegar habían grandes manchas de sangre y una nota rara en la mesa que decía: “Es el, él está en todas partes”.

La cual al conserje Luis no le intereso demasiado ya que él había llegado después del término de la gran construcción. Pero en realidad era algo demasiado sorprendente para Juan, ya que en la gran casa que se derrumbo vivía una persona decían que era muy rápida y aparecía en todos lados haciendo bromas, asustando y jugando.

Juan y el conserje decidieron ocultarlo para evitar que cerraran la gran escuela y clausuraran el  gran terreno ya que era de Juan y él mismo era el dueño de la escuela, pero se dice que los fantasmas se han representado de una forma u otra y siguen manifestándose buscando libertad y se dice que con las personas que actualmente acuden a esa escuela, el fantasma busca jugar con algunos maestros y alumnos pero muchos no lo saben aún pero la escuela es conocida por algunos como “El Fantasma De La Escuela” y se seguirá manifestando hasta el fin de la escuela…

FUENTE: https://miscuentosdeterror.com

La iglesia de los muertos.

Los muertos necesitan de su propia iglesia sobre todo si aún vagan en este mundo, así dice esta historia de terror y no han decidido marcharse, mientras que cumplen con su cometido existe una iglesia para los muertos, esto es lo que dice la leyenda.

Existía un cementerio muy lejos de todos los pueblos, entonces sus visitantes decidieron construir una capilla para hacer sus cultos y no sentirse tan alejados de lo espiritual, todos se reunieron y construyeron un hermoso punto de encuentro. El misterio es porque la iglesia al otro día amaneció perfectamente construida pero con un aspecto oscuro, a la semana sus paredes se agrietaron y tiempo después daba el aspecto de llevar siglos en ese lugar.

Los habitantes furiosos de encontrar su iglesia así, empezaron a culpar a otras personas de hacer estos daños a la edificación, por lo que un grupo de indignados se organizaron para vigilar la iglesia de noche y descubrir quiénes eran los que causaban tanto daño.

El resultado de su vigilancia les cambiaría la vida, en la iglesia se encendieron las velas, las campanas sonaban, las puertas se abrían y voces se escuchaban, pero nunca vieron a nadie humano entrar, por lo que inmediatamente huyeron del lugar porque reconocieron que la iglesia era de los muertos.

FUENTE: https://www.leyendasdeterror.mx

Huespedes del mas allá.

Un hotel muy reconocido en nuestros días, en tiempo pasado fue victima de un desastre natural, como lo es un terremoto y mucha gente quedo sepultada ahí, se dice que desde que paso eso, las personas que quedaron ahí, se aparecen asustando a los huéspedes.

Los lamentos de esas almas en pena, se escuchan por doquier, asustando a muchas personas, haciendo de ese sitio un lugar escalofriante, y reconocido por todos los amantes de situaciones paranormales y por los escépticos que no creen en nada.

Situaciones en las que la temperatura baja sin motivo aparente, cosas que cambian de lugar, sombras de personas que se mueven en el lugar, son los hechos que suceden en ese hotel tan reconocido.

Esperamos que esas almas en pena, logren en algún momento, ver la luz y dejar de penar, que logren el descanso eterno, para que sus almas dejen de purgar.

Y así ese hotel vuelva a dar lo que todos los huéspedes, buscan cuando se hospedan en las habitaciones, que es la paz espiritual.

FUENTE: https://www.leyendasdeterror.mx

Vanessa

Una noche de verano en la que estaba sola, cuatro golpes secos sonaron a su puerta. Vanessa creyó que se trataba de algún amigo con el que salir a tomarse una copa, pero se trataba de una niña de alrededor de siete años.

La niña, de hermosos tirabuzones rubios y grandes ojos castaños miró a Vanessa y le dijo que se había perdido. Vanessa le dejó entrar, le preparó un vaso de leche y le dijo que iban a ir a la policía. Verónica le rogó que no lo hiciera esa noche pues tenía mucho sueño y quería dormir. Vanessa accedió y le preparó la cama. Por la mañana temprano cuando Vanessa iba a llevarla a la policía, entró en el cuarto y vio que la niña, llamada Verónica, no estaba.

Un año después en idéntica situación, la niña volvió a aparecer. Parecía que no había crecido nada. De nuevo Vanessa le preparó la cena y le dejó dormir pero al día siguiente Verónica volvió a desaparecer sin dejar rastro. Vanessa fue a la policía y dio todos los datos de la chiquilla pero no se habían producido denuncias ni nadie había reclamado una desaparición. Tras dar muchas vueltas, Vanessa llegó al Hospital de San Prudencio. Un hospicio para niños y niñas huérfanos. Allí la madre Sonsoles, le explicó que no tenían ninguna niña de esas características. Justo cuando se disponía a salir Vanessa del lugar, otra monja llegó con un calendario de dos cursos atrás. Allí estaba la foto de Verónica, tal y como Vanessa le había visto. – Sí ¡es ella! – gritó. Las dos monjas se miraron extrañadas – Verónica murió hace dos años.

Aquella noche, cuatro golpes secos sonaron en la puerta de Vanessa. La muchacha observó por la mirilla de la puerta. Allí estaba de nuevo Verónica, con los brazos cruzados y cara de enfadada. – Has tardado mucho en abrirme, tengo hambre y sueño – dijo la niña.

Vanessa aterrada preparó todo como lo había hecho habitualmente.

Cuando acostó a Verónica no pudo soportar el terror y entró despacio a su habitación. La niña estaba totalmente arropada. Vanessa retiró la sábana y bajo ella, como un suspiró pareció desvanecerse un cuerpecito en una nube. Sobre la almohada, con letra infantil y varias faltas había una nota Gracias por la leche y los dulces, ahora tengo que irme a llevar al infierno a las otras tres chicas que no me dejaron entrar a sus casas

FUENTE: http://tushistoriasdeterror.blogspot.mx

La enfermera degollada.

Hace ya unos años, una mujer residente en la zona mexicana de Veracruz tuvo una vivencia realmente incomoda y estremecedora. Se trataba de una mujer que habitaba una pequeña casa con su hija y marido, una familia sencilla e incansables trabajadores.

Una determinada noche, la mujer comenzó a tener recurrentes pesadillas, sueños en los cuales presenciaba terribles asesinatos y presentaban detalles tan realistas que esto comenzó a afectar a su vida cotidiana. Muchas veces la mujer prefería no dormir para evitar estos malos sueños, acarreando así un malestar corporal general y una marcada falta de concentración en el trabajo.

Finalmente, y posteriormente a haber acudido a un analista, la mujer logro conciliar el sueño nuevamente. En este sueño no tuvo la desgracia de presenciar ningún tipo de atrocidad, aunque se vio transportada hacia un solitario y frío pasillo de hospital, en dónde lo único que podía dilucidar fue la presencia de una enfermera abocada a sus tareas.

Tal y como sucedió con los anteriores sueños, este también comenzó a reproducirse una y otra vez noche tras noche, observando a esta enfermera cada vez más cerca. La mujer pensó que quizás se trataba de algún mensaje, por lo cual decidió entablar una conversación con esta enfermera durante el sueño, desconociendo realmente si esto podría ser posible.

Una vez conciliado el sueño de esa noche, entablar la conversación con esta enfermera fue mucho más sencillo de lo que se pensó con antelación. Realmente no se trataba de un diálogo, sino de un monólogo por parte de esta enfermera, un macabro monólogo por cierto.

La enfermera se encargó de advertir a la mujer sobre unos maleantes que habrían estado merodeando por su casa durante las últimas semanas, estos habían estudiado ya los horarios de trabajo de la familia y su objetivo era causar un enorme daño a su pequeña hija.

La presencia de estos maleantes era real, la enfermera del sueño lo sabía muy bien, ella había resultado violada y asesinada por estos mismos sujetos un año atrás. Se trataba de una vecina de la familia que durante su camino de vuelta a casa se encontró con una dolorosa muerte, un cuchillo en su cuello determinó su trágico final.

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Accidente fatal.

Una vez estábamos en casa, repentinamente comenzaron a escucharse ruidos, portazos, se quebraron varios vasos solos…creí que era mi esposo tratando de jugarme una broma, y pensé, no me la hace, lo voy a asustar yo!, me escondí detrás de una cortina, clarito, y se los juro que vi la sombra que paso, de hecho era el mismo aroma de su perfume, abrí repentinamente la cortina y le grite para asustarlo, pero no había nadie….y patas para que son!

Corrí y me salí para afuera de la casa, asustada, pensando miles de tonterías, no me di cuenta del tiempo, pero de repente llego mi suegro y me pregunto qué estaba haciendo afuera, le conté lo sucedido, el entro a revisar la casa y no encontró nada, ningún ruido, ni nada, lo único que vio fueron los vasos rotos y unos vidrios quebrados de una ventana, estaba llorando de miedo, me dijo que no pasaba nada, que posiblemente mi esposo trato de avisarme de algo, porque a ellos en su casa le hablaron desde muy temprano, en la mañana, porque había sufrido un accidente en auto, fuimos al hospital, y lo vi, ya despierto, estaba chillando de miedo, de alegría de verlo vivo, de muchas cosas, le conté lo que me había pasado, y el me dijo que cuando estaba dormido o inconsciente, había estado una persona ahí que le decía que iba a destruirnos, que ya había empezado a romper cosas de la cocina, el no se asusto, quería verle la cara y cuando logro verla dijo que se trataba de un muchacho que había muerto, para su sorpresa, fue el que tuvo el accidente con el, donde él se estrello contra mi esposo y prenso a mi esposo, tardamos mucho para olvidar esto, pues dormíamos con miedo, y durante varias veces fue un sacerdote a bendecirnos la casa, cuando fuimos a buscarle para que volviera a ir, nos dijo otro sacerdote que el padre había fallecido extrañamente, porque se había caído y se había fracturado el cráneo, desde esa ocasión decidimos cambiarnos de casa, es fecha que no la podemos vender, ni la hemos podido rentar….
FUENTE: http://tushistoriasdeterror.blogspot.mx

Gota a gota.

Corría la década de los 60 y La Eliana, un pueblo en las afueras de Valencia, todavía vivía de la agricultura, sobre todo de los cítricos. Dentro de los quinientos habitantes estaba la familia González, la única que vivía en las afueras del pueblo, y lo hacía en una enorme mansión con una decoración exquisita , unos jardines gigantescos y un muro rodeándolo todo, y es que en el pasado había pertenecido a los Duques de Flores.

Joaquín González era el cabeza de familia, un hombre de negocios cuya esposa era una aristócrata valenciana muy hermosa, Patricia González, madre de cuatro criaturas, y convivían con el servicio, compuesto por una niñera, dos cocineras, otras dos mujeres ayudantes en faenas del hogar y varios jardineros. Una gran familia feliz que además mantenía una cordial relación con los vecinos ya que siempre aportaban una gran cantidad de dinero en las fiestas.

Llegó la Navidad con todo decorado y mucha felicidad, hasta que en Noche Vieja, con todo el personal de vacaciones y los señores González en una fiesta en la que habría baile toda la noche, la niñera se quedó sola con los cuatro niños que tenían entre cuatro meses del pequeño José y cinco años de la mayor, Amparo. Unos antes y otros tras contarles un cuento, todos cayeron rendidos y Sari, que así se llamaba la niñera, cogió algo de comer de la cocina y se dirigió con ello al salón en medio del silencio sepulcral de la gran mansión.

El sonido incesante del teléfono le despertó, se había quedado dormida en el sofá, pasaron unos segundos hasta recordar que estaba en la mansión de los González. Descolgó el teléfono pero al otro lado no se escuchaba nada. Buenas noches, casa de los González, ¿hay alguien ahí?, insistió varias veces pero nadie contestó… y colgó. Fue a la cocina a dejar las cosas que había usado y mientras fregaba volvió a sonar el teléfono…- ¿diga, diga?- , de nuevo nadie contestaba y la comunicación se cortó.

Sari pensó que sería un fallo de la central, pero al instante volvió a sonar. Lo cogió e insistió en preguntar si había alguien al otro lado pero aunque nadie contestó esta vez sí que escuchó algo diferente al silencio de las anteriores llamadas, sonaba como un goteo, era todo muy raro –cloc, cloc…-. La niñera preocupada optó por llamar a la policía, pero cuál fue su sorpresa que al descolgar el teléfono para llamarles volvió a escuchar ese goteo. Asustada soltó el auricular y se echó atrás, pues estaba muerta de miedo y no entendía qué estaba pasando. Fue hacia el otro teléfono de la casa en el salón principal y cuando se acercaba a él empezó a sonar. Tras titubear unos segundos lo cogió aterrada de lo que podía escuchar y efectivamente, -cloc, cloc…- así que tiró el teléfono rabiosa y asustadisima mientras gritaba de lejos: “¿quién es?, ¿qué es lo que quiere?”.

Se llenó de valor para colgarlo entre sollozos pero éste sonaba y sonaba sin parar, así que decidió despertar a los niños e irse al pueblo en busca de sus padres y de la policía… pero al abrir la habitación los niños no estaban, tampoco las niñas estaban en la suya, entró en pánico y todo ello sin dejar de escuchar el timbre del teléfono. Tras recorrer cada centímetro de la mansión buscando a los niños sin éxito cayó en la cuenta de que le faltaba el ala oeste del caserón, la parte destinada al personal que trabajaba para los González, asi que cogió la llave maestra para entrar en esa parte privada de los trabajadores y aunque en las habitaciones no encontró nada fue cuando entró en el baño del servicio bruscamente cuando los contempló. Allí estaban, apilados unos encima de otros dentro de la bañera vacía, habían sido degollados y metidos allí dentro. La cabeza de la mayor, Amparo, sobresalía de la bañera mientras un ligero chorro de sangre que recorría el borde de la bañera y caía justo sobre el auricular descolgado de un teléfono que allí había produciendo sin parar un goteo –cloc, cloc…-, el goteo.

Nunca se supo quién fue el culpable y todavía hoy algunos sufren escalofríos cuando pasan cerca de la mansión al recordar la historia. Sari, que al parecer no dejaba de escuchar las gotas de sangre que caían sobre el teléfono incluso cuando dormía, recibió ayuda psicológica durante años hasta que a finales de los setenta se quitó la vida tirándose desde un octavo piso.

La casa quedó deshabitada desde entonces pues los González se mudaron a Valencia y nadie quiso comprarla después de los atroces hechos que en ella ocurrieron.

FUENTE: http://www.mitosdeterror.com

Muerto el perro…

Había pocas cosas en la vida de las que Elena estaba segura, sin embargo de nada estaba más convencida que de su profundo odio por su madre. Solo pensar en esa mujer, que supuestamente debía significar el mundo para ella, le producía jaqueca y una sensación de cólera que tardaba minutos, casi horas, en calmarse.

Quizás no era para menos. La madre de Elena era una persona desagradable, de lengua hiriente y a quien le importaba poco otra persona que no fuese ella misma… aunque clamara que su amor por su hija era el más grande de todos. Pero además de esto la mujer tenía un demonio

propio que la convertía en un ser torpe y agresivo, que se apoderaba de su cuerpo y de su mente en las situaciones más diversas y que venía envasado en una botella de vidrio. Botella que, tras treinta minutos de abierta, era reemplazada por otra y luego por otra.

Elena ya no podía llevar la cuenta de la cantidad de veces que tuvo que correr al médico porque su madre había bebido unas botellas de más que la llevaron a abrirse la cabeza contra algún mueble, la cantidad de noches que durmió con un bate bajo la cama para protegerse si era necesario, la cantidad de insultos que tuvo que escuchar. Con diecisiete años recién cumplidos la chica había vivido más de lo que a ella le hubiese gustado vivir. Su padre había muerto en un accidente de tránsito hacía ya cinco años y Elena se sentía completamente sola. Sentía como si el peso del mundo recayese sobre sus débiles hombros.

Acostada sobre su colchón y mirando hacia el techo taciturnamente, cada noche pensaba en encontrar una salida de aquel laberinto. Fabulaba fantasías prohibidas de pequeñas dosis de cianuro que accidentalmente se mezclaban con el champagne, pantuflas que se enredaban en las escaleras, tuberías de gas que eventualmente desarrollaban pérdidas y cigarrillos encendidos que las descubrían. Pensamientos que nunca quedaban más que en su mente y eran borrados por el sonido sordo de una silla que se golpeaba, un vaso que se caía, o gritos incomprensibles que salían de esa lengua trabada y pastosa que aparece después de la cuarta copa. Las lágrimas no dejaban de caer de los ojos de Elena, dejando su blanco cutis ardido y enrojecido, mientras las manos comenzaban a temblarle y un monstruo violento y voraz golpeaba su pecho intentando salir. “Acá vamos de nuevo” pensaba entre sollozos mientras echaba llave a su cuarto y se ponía sus auriculares para acallar el sonido. Si había algo que Elena odiaba además de a su madre, era su vida.

Luego de una hora, por lo general, el ruido cesaba y entonces ella bajaba a ver los daños: un plato roto, un televisor tumbado, una alfombra vomitada… eran los favoritos de su madre. Pero la imprudente mujer nunca recibía heridas serias. “Años y años te esperan de lo mismo” pensaba para sí misma la cansada adolescente, cuyo rostro ya comenzaba a mostrar el castigo del estilo de vida que su progenitora había escogido para ella.

Una fría noche de Julio, Elena hacía su habitual recorrido por los pasillos de la casa en busca del saldo de destrozos de la noche. Cuando llegó a la cocina su corazón dio un tumbo y comenzó a galopar en su pecho. Allí estaba su madre, inerte en el suelo, descansando en un charco de sangre. “Muerto el perro se acabó la rabia” pensó y esbozó una pequeña sonrisa. Con una sensación que le pareció eufórica, se acercó corriendo hacia la mujer y le tomó el pulso. Normal. Solo tenía una herida superficial en la cabeza… de esas que sangran demasiado para el tamaño que tienen. Sintió desilusión. Sí, ese sentimiento era desilusión, no había la menor duda sobre eso.

“Muerto el perro, se acabó la rabia”, volvió a pensar mientras se retiraba. La solución ya era ineludible… su madre no moriría sola y ella no quería vivir una vida donde tuviese que hacerse cargo de ese pesado bulto que olía a whisky barato.

No se detuvo a pensarlo. Solo iba a esperar que su madre estuviese despierta y sobria. Quería que tuviese el nivel de consciencia suficiente como para entender qué ocurría y por qué era su culpa lo que estaba pasando.

Esa noche no durmió. Su cuerpo se estremecía de gozo al pensar que pronto todo su sufrimiento terminaría.

El sol salió, y ella se preparó para la acción. Tomó el bate oxidado que guardaba bajo su cama y se sentó a esperar el sonido de la cafetera poniéndose en marcha. Su estomago empezó a darle golpes de excitación cuando por fin escuchó el crujir de los granos de café que se molían… “Yo te quitaré la resaca, no te preocupes”, pensó mientras sonreía.

Caminó lentamente, saboreando cada macabro instante. Llegó a la cocina y entró. Su madre, que se dio vuelta a saludarla cuando escuchó sus pasos, la miró asustada y ahogó un grito en cuanto su hija alzó el bate por sobre su cabeza.

Elena descargó el bate contra la piel y sintió cómo los huesos crujían y se rompían. Lo levantó y lo volvió a bajar con una fuerza sobrehumana, una y otra vez, sobre cuanto lugar pudo. Las piernas y los hombros eran los lugares a los que menos le costaba atinarle. El placer era inmenso, sentía como si sus problemas se enjuagaran en una catarata de sangre. Los gritos y plegarias de su madre eran cada vez más fuertes. Golpeó la cabeza y la abrió, pudo sentir los sesos derramándose en sus manos. La sangre le empapó el rostro y ella se relamió con macabro regocijo. Siguió golpeando brutalmente hasta que dejó de escuchar los gritos. Allí en el charco de sangre, abatida por la emoción, se dejó caer, exhausta.

Cuando los oficiales de policía llegaron a la escena se llevaron una desagradable sorpresa. Arrestaron inmediatamente a la mujer con síntomas de ebriedad y largo historial clínico, negándose a creer sus disparatadas excusas. Después de todo, ¿quién sería capaz de apalearse a sí mismo hasta la muerte?

FUENTE: http://tushistoriasdeterror.blogspot.mx

La Chica Que Pisó Una Tumba

Un grupo de amigos entre bromas y alcohol comienzan a contar historias de terror. Uno de ellos reta al resto a pisar una tumba en un cementerio cercano. Según cuenta la leyenda si lo haces el muerto te agarrará y llevará con él…

Una noche, unos chicos celebraban una fiesta en un parque, entre risas y alcohol comenzaron a contar historias de terror. En la misma calle, había un cementerio y uno de ellos comentó lo mucho que le aterraba pasar por allí. Aprovechándose del miedo de su amigo otro de los jóvenes advirtió al resto con la siguiente frase:

– No se os ocurra nunca pisar sobre una tumba cuando se ha puesto el sol. Si lo haces, el muerto te agarra y te mete dentro.

– Mentira – replicó Alexandra – Eso son sólo supersticiones.

– Si tan valiente te crees ¿por qué no nos lo demuestras? Te daré 10 euros si te atreves, apostó el chico.

– A mí no me dan miedo las tumbas ni los muertos, respondió ella. Si quieres te lo demuestro ahora mismo.

El chico le tendió su navaja. Clava esta navaja en una de las sepulturas le dijo. Así sabremos que has estado allí. Sin dudarlo Alexandra cogió la navaja y se dirigió con paso firme al campo santo bajo la mirada atónita de sus amigos.

El cementerio estaba lleno de sombras y había un silencio sepulcral y sin quererlo el miedo se fue adueñando de la chica que con cada paso sentía cientos de ojos vigilarla y un aliento helado en la nuca.

– “No hay nada que temer”, se repetía Alexandra para tratar de calmarse a si misma.

Escogió una tumba y pisó sobre ella. Después se agachó rápidamente, clavó en el suelo la navaja y se dispuso a marcharse. Pero no pudo. ¡Algo la retenía! Lo intentó de nuevo, pero seguía sin poder moverse. Estaba aterrada.

– ¡Alguien me sujeta! gritó, y cayó al suelo.

Al ver que no regresaba, los chicos fueron en su busca. Encontraron su cuerpo tumbado sobre la sepultura, fría, rígida y con la cara totalmente desencajada del miedo. Sin darse cuenta, Alexandra se había enganchado la falda con la navaja al clavarla en el suelo. Era la navaja lo que la retenía y ella había muerto de miedo tras sufrir un ataque al corazón.

FUENTE: http://www.leyendas-urbanas.com

Escape del manicomio.

Un matrimonio joven, de recién casados, viaja por el norte de España en su Luna de Miel y hacen turismo por diferentes zonas rurales de Cantabria, Asturias y Galicia. Mientras conducen de noche, con lluvia incluso, por una carretera de montaña en la que no pasa ni un alma, el auto tiene un problema y se quedan parados en mitad de la nada. Como es muy tarde y no pasa ningún coche, el chico decide ir en busca de una gasolinera para llamar por teléfono a la grúa y le dice a su mujer que espere en el coche. Ella al principio no quiere quedarse sola, pero después de que su marido insista decide hacerle caso.

Comienzan a pasar lo minutos… Media hora… Una hora… La chica se empieza a desesperar, preocupada porque su marido tarda mucho en volver y no le gusta estar sola y de noche perdida en una carretera de montaña. Para distraerse enciende la radio y en la emisora de las noticias informan de que un violento asesino, que llevaba años encerrado en un psiquiátrico cercano a donde ella se encuentra, se ha fugado esa misma tarde.

Avisan de que es un hombre peligroso, totalmente perturbado y que hay que ser cautelosos hasta que le encuentre la policía. La chica literalmente se queda quieta viva, apaga la radio, las luces del coche y se sienta en la parte de atrás rezando para que su marido y la grúa lleguen enseguida porque está muy asustada. De repente, empieza a escuchar un goteo en el techo del coche. Como cuando un grifo está mal cerrado y caen gotas de agua cada pocos segundos. Aunque siente curiosidad por saber que es ese goteo incesante tiene tanto miedo que no se mueve ni un centímetro del coche. De repente la joven se sobresalta completamente aterrada cuando alguien golpea la ventanilla. Es la policía, así que suspira relajada y abre la puerta del coche. El policía le dice «Señorita no mire hacia atrás, ni se le ocurra mirar hacia atrás y entre en el coche de policía inmediatamente». Ella no puede reprimir su curiosidad y se gira. Entonces comienza a gritar histérica al ver a su marido colgado de la rama de un árbol, completamente acuchillado y chorreando la sangre que sonaba en el techo del coche ya que el loco fugado le había matado cuando él fue en busca de ayuda.

Yo lo sé porque yo era el policía..

FUENTE: http://tushistoriasdeterror.blogspot.mx

Las pinturas de la cabaña.

Un estudiante universitario se dirigió al bosque en busca de algunos especímenes para su trabajo final, su tarea era sencilla, encontrar plantas e insectos para después catalogarlos. Era para él una pasión, así que el tiempo se le fue volando, cuando se dio cuenta la noche lo había atrapado, la oscuridad lo rodeo en un instante, y aunque pensaba conocer muy bien el camino no era así.

Caminó por un momento pero se sintió perdido, no sabía hacia dónde avanzar con tremenda oscuridad. Cuidaba sus pasos para no tropezar, lo único que podría distinguir era la brillante luz de la luna y las estrellas. Pensando un poco en la situación, supo que no debía moverse más a ciegas, pues podría perderse. Por fortuna pudo distinguir una pequeña cabaña en medio del bosque; pensó que sería buena idea entrar y pedir resguardo esa noche hasta el amanecer.

Al llegar a la cabaña, tocó la puerta unas cuantas veces, mientras decía con voz fuerte: – Buenas noches –, pero nadie respondía, el frio empezaba a meterse entre su ropa, así que al comprobar que nadie se encontraba por el momento, pasó sin ser invitado.

Una vez adentro le sorprendió el tamaño de la cabaña, pues desde afuera no parecía tan grande, un largo pasillo lleno de puertas se extendía por un largo tramo, entre la oscuridad mientras se desplazaba hacia enfrente pudo notar que en las paredes había extrañas pinturas de personas con aspecto siniestro, que lo seguían con la mirada, lleno de escalofrió, apresuraba el paso, para salir de aquel tenebroso pasillo.

Encontró una habitación casi al final y pasó en ella toda la noche hasta el amanecer, con los primeros rayos del sol, sus miedos se habían marchado, y retomó el pasillo para salir de la cabaña, solo para sentir como se le helaba la sangre, regresandole todo aquel temor, que lo dejó paralizado, las paredes estaban vacías, no había ni un solo cuadro, eran solo numerosas ventanas que rodeaban aquel largo pasillo.

FUENTE: https://leyendadeterror.com

Terror en la bodega de vinos.

Cierto día Jorge caminaba por entre los prados hasta que se dio cuenta que pronto caería una gran tormenta. El cielo se ennegreció en un santiamén y los rayos eran lo único que alumbraba aquel paraje. Corrió a toda prisa, pues quería refugiarse de la lluvia, mas no encontraba ningún sitio próximo.

Después de unos minutos, alzó la vista y notó que frente a él se encontraba una vieja casa hecha de piedra. Se acercó a la morada y con el puño cerrado golpeó la puerta de madera fuertemente. Esta se abrió acompañada de un intenso rechinido, lo que hizo que a Jorge le entrara un terrible sentimiento de terror en el cuerpo.

Sin embargo, sabía que era mejor estar aquí que en otro lado. Del bolsillo de su pantalón sacó su encendedor y lo usó para ubicarse mejor dentro de la propiedad.

Empotrado en una pared vio un soporte el cual sostenía una tea. La encendió y camino por el extenso pasillo. Al final del corredor topó con un portón de gran tamaño.

– ¿Hay alguien ahí? Gritó enérgicamente.

Una vez más nadie le contestó. Entonces se dispuso a averiguar qué era lo que había en esa habitación.

Entró y se dio cuenta que aquel cuarto estaba repleto de botellas de vino. De hecho era una colección de bebidas y licores de distintos países cuidadosamente colocados en estantes según su grado de añejamiento.

– ¡Me saqué la lotería! Éste va a ser un auténtico festín.

Como pudo reventó el cuello de una botella y comenzó a beber su contenido como si de agua se tratara. Así lo hizo con varios recipientes más, hasta que perdió el conocimiento.

Desorientado abrió los ojos y su vista se enfocó en un recipiente de color dorado que tenía escrita una palabra en idioma antiguo.

Lo destapó y apreció que se trataba de un licor color marrón de fuerte aroma.

– Veamos a que sabe. Dijo.

Desdichadamente tras unos cuantos tragos, la piel de su cuerpo se le empezó a desprender y lo mismo pasó con sus órganos internos. Increíblemente la sangre de Jorge viajó por el aire hasta depositarse dentro de la vasija dorada.

Poco después las botellas volvieron a acomodarse y los restos del hombre se esfumaron por arte de magia negra.

FUENTE:https://leyendadeterror.com

Prisioneros en la oscuridad.

“Estoy desesperado, al borde de la locura, ha desaparecido hasta la última gota de optimismo de mi ser, ya me he resignado a salir de esta desagradable situación, pronto será mi turno, antes de que se drene la totalidad de mi cordura dejare como único testigo estas escrituras.

Alrededor de 2 semanas han pasado desde que despertamos en este sombrío lugar, atrapados en viles jaulas de filosas cañas y hiedras retorcidas, privados de nuestro libre albedrío. Desconocemos como y porque estamos aquí, pero algo es seguro no nos será fácil escapar de esta perturbadora pesadilla.

Un estremecedor chirrido irrumpe la silenciosa oscuridad de la habitación, sombras y pequeños destellos parecen danzar al ritmo de nuestros acelerados corazones, un tenue rayo de luz deja ver la silueta de un extraño ser, parecía triplicar nuestro tamaño, con largas extremidades, y aunque de apariencia frágil, su mirada y expresiones difundían desesperación y terror, se acercó y tomo una de las jaulas, arrastrándola se la llevo fuera de la habitación, mi cuerpo no respondía estaba paralizado, mi corazón golpeaba con tal fuerza mi pecho que dificultosamente podía respirar y me desvanecí.

Un espeluznante alarido me despertó, agudos gritos de tortura y dolor que me erizaban la piel, no era difícil imaginar lo que tras las puertas pasaba, se escuchó un fuerte estruendo y los gritos cesaron. Entre risas macabras se escuchaban golpes metálicos, como el de cuchillas penetrando la piel, la situación se tornaba insoportable, al grado de pensar en terminar mi propia vida.
Los rechinidos de la puerta anunciaban una nueva víctima, savia que pronto seria mi turno. Esta vez pude observar el rostro de la creatura, ojos saltones, piel grasosa, rosada y desprovista de vellos, con una tenebrosa sonrisa, entonces recordé una vieja leyenda que cuentan nuestros ancianos, no podía creer que estaba frente a frente con estos desagradables y sanguinarios seres, los humanos. Ya lo he decidido los enfrentare con mis últimas fuerzas cuando osen llevarme.”
Texto extraído de un antiguo papiro de piel, escrito en lenguas muertas con una extraña tinta de origen orgánico, fue encontrado en una cabaña en las entrañas de un extenso valle, junto a cuerpos humanos y cadáveres mutilados de extrañas criaturas aún sin identificar.
FUENTE: http://tushistoriasdeterror.blogspot.mx

La Muñeca Enterrada.

José y Pablo eran casi hermanos se conocían desde pequeños y eran inseparables. Estaban en la misma clase y, casi siempre que organizaban trabajos en grupo se juntaban. El caso fue el mismo para una entretenida tarea de Ciencias: los alumnos debían traer muestras de distintos tipos de tierra según el nivel de profundidad, guardando en bolsitas un puñado de tierra. Era la excusa perfecta para que ambos obtuvieran permiso para ir al bosque.

Decidieron que no deberían adentrarse demasiado ya que correrían el peligro de perderse. Marcaron todos los árboles para no equivocar el camino de vuelta. Llegado a un punto un extraño claro les llamó la atención. El sitio era perfecto para escavar, tras quince o veinte minutos de risas y bromas, acabaron su almuerzo y Pablo sacó una moneda diciendo: – El que pierda empieza -. José perdió el lanzamiento y un poco desganado buscó por todas partes para elegir donde comenzar a cavar. Un montón de hongos rojos con puntos blancos llamó su atención.

Comenzaron entonces con la tarea, recogiendo muestras de tierra en las bolsas, – ¡Tengo frío, aquí hace más frío que en todo el bosque! – le gritó a Pablo. – ¡Jajaja!, ay sí, ay sí, estás encima de un lugar maldito o hay un fantasma justo donde estás cavando – le dijo Pablo ridiculizando a su amigo. José por hacerse el valiente siguió cavando, – ¡Mira! – gritó José cuando llevaba unos minutos cavando. Pablo fue corriendo a ver lo que José le mostraba con tanta exaltación, una muñeca pelirroja de unos treinta centímetros. Al mirarla sintió que un escalofrío le recorría la médula y que el asco se anudaba en su cuello – ¡Aaaaaggh suelta eso! – exclamó Pablo con una mezcla de terror y asco mientras se apartaba de aquella repulsiva muñeca tuerta que José sostenía en su mano.

José que parecía confundido miró de nuevo a la muñeca y la soltó horrorizado al ver lo mismo que Pablo: gusanos, enormes gusanos blancos. Se contorsionaban dentro de la cabeza de goma de la muñeca, se agitaban como poseídos y comenzaron a sacar sus pequeñas cabezas por la cavidad en que alguna vez estuvo el ojo faltante de esa muñeca pelirroja cubierta por una ropa que misteriosamente conservaba su blancura casi intacta. El único ojo que le quedaba a la muñeca era inquietante: grande pero con la parte blanca pintada de negro y con un iris pequeño e intensamente rojo en el cual había una diminuta y demoníaca pupila.

Ambos chicos, realmente asustados, salieron corriendo del lugar, sintiendo como la mirada del único ojo de esa muñeca se les clavaba en la espalda. Únicamente pararon un par de veces, porque José se detuvo a vomitar. Al llegar a casa a José parecía que no le abandonaban las nauseas, seguía vomitando y se puso pálido. Los dos amigos pensaron que se recuperaría en una par de horas, pero no fue así, con el paso de los días cada vez estaba más delgado, pálido y débil. Tenía el aspecto de uno de esos enfermos terminales que llevan años luchando contra la muerte en una habitación de hospital y los médicos no acertaban a diagnosticar una causa para su enfermedad. Una semana después de desenterrar la muñeca José murió.

Desconsolado por la muerte de su amigo, Pablo empezó a devoraba libros al por mayor. Los libros eran sus nuevos amigos, y su refugio. Buscaba explicaciones médicas para lo que le pasó a su amigo, pero los síntomas que sufrió José eran tantos que parecía que había contraído varias enfermedades mortales simultáneamente.

Un día, en una extraña librería, Pablo encontró dentro de la sección de Esoterismo un libro sobre ritos y leyendas. Era un libro viejo y usado, un libro de esos que ya casi no se encuentran y que tienen extraños dibujos entre sus páginas cubiertas de polvo. Allí decía lo siguiente junto al dibujo de una muñeca: “El que tenga un mal incurable, que entierre una muñeca igual a ésta mientras entona esta invocación. Su enfermedad quedará atrapada en la muñeca. Pero el primero que la encontrase recibirá la enfermedad y morirá salvo que realice este mismo ritual”.

Todo estaba claro: los gusanos, los hongos, el frío, todos eran indicios de que la muñeca que encontraron en el bosque era una muñeca maldita. Una muñeca en la que por medio de algún pacto o brujería alguien había desatado una maldición que condenaría a enfermar a aquel que la encontrara mientras él curaba su cuerpo y sentenciaba su alma.

FUENTE: https://leyendadeterror.com

Dile a mis padres

Después de haber reñido con sus padres por una fiesta a la que no le dejaban ir, una joven chica decide a pesar de todo ir. Para ello se escapa de casa saliendo por la ventana de su habitación. Una vez en la fiesta, conoce a un chico más mayor que ella. Hablan, ríen,… hasta que él le propone ir a otra fiesta, mucho más animada que la que están. Ella acepta (el chico le gusta mucho) y van en el coche de él. Una vez en la fiesta nueva, el chico bebe más de la cuenta a lo que la joven se siente incómoda y le pide que la lleve a la otra fiesta, donde están sus amigos. Él accede, pero en el trayecto de vuelta sufren un brutal y terrible accidente.

Cuando la muchacha se despierta, está en la cama de un hospital. Una enfermera le cuenta que su amigo que conducía había fallecido y que también habían muerto los pasajeros del otro coche. El dolor de su alma era muy fuerte. Pero el de su cuerpo más. Sintiendo que su muerte estaba próxima, la muchacha pidió a la enfermera de decirles a sus padres que les quería, que estaba muy dolida por haberles desobedecido y que no se reprocharan nada, que todo esto había sido sólo culpa suya.

Poco tiempo después la muchacha murió. Pocos minutos después llegaron los amigos de la chica, que fueron al hospital nada más enterarse del trágico accidente. Uno de ellos le pidió a la enfermera si la chica había dejado un mensaje para sus padres. Pero la enfermera contestó que no, que no había dicho nada. Otra enfermera escuchaba la conversación y se intrigó mucho, porque ella sabía que la chica sí había dejado algo para sus padres. Al preguntarle a su colega porqué había mentido, ésta contestó que no sabía qué decirles, porque las dos personas que habían muerto en el otro coche… ¡¡¡eran los padres de la chica!!!

FUENTE: http://leyendas-urbanas.webmisterio.com

El Brazalete Rojo

Cuando se admite a alguien en un hospital, se le coloca un brazalete de plástico blanco con su nombre y datos impresos en él. Existen otros colores de brazaletes, y cada uno tiene su significado. Los brazaletes rojos, por ejemplo, se le colocan sólo a la gente ya fallecida.

Un experimentado cirujano del hospital había terminado su turno y estaba listo para retirarse a casa a descansar, el turno de noche era de por si pesado y además recién había terminado de operar a un paciente, y se sentía muy cansado, casi arrastrando los pasos se disponía a bajar al estacionamiento, pues estaba en el cuarto piso. El elevador estaba tardando así que se recargó en la pared mientras esperaba, pues ir por las escaleras no le parecía muy buen idea en ese momento.

Al finalizar su espera se metió al elevador con rapidez, y un enorme gusto, se recargó de nuevo en la pared después de darle las buenas noches a una joven que venía ya en la cabina. Estando los dos solos, él continuo a plática de forma casual a la señorita mientras el elevador bajaba.

De pronto el elevador se detuvo en un piso, las puertas se abrieron y una mujer quiso subir con ellos, pero el doctor rápidamente presionó el botón para cerrar las puertas y al azar cualquier otro que los llevaba hasta el último piso.

La chica que lo acompañaba se sorprendió demasiado, y no perdió tiempo para expresar su desacuerdo, diciendo que eso había sido bastante grosero y con una mueca de desaprobación le preguntó: – ¿Porque le cerró la puerta a aquella mujer? – el médico con la cara muy pálida y las manos temblorosas contesto: -Es la mujer que acabo de operar, por desgracia murió en la sala de operaciones… ¿No vio usted el brazalete rojo que llevaba puesto? – La joven le sonrió mientras alzaba la mano diciendo: – ¿uno igual a éste? -.

FUENTE: https://leyendadeterror.com

La extraña criatura del armario.

Julián era un joven atlético, alto, bastante fuerte y sobre todo, que afirmaba no temer a nada. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres decidieron mudarse a otra localidad y concretamente, una casa en el campo alejada del resto del pueblo. Se trataba de una casa bastante amplia que no parecía esconder prácticamente ningún secreto para él, pero se equivocaba profundamente.

Durante algún tiempo, las cosas parecían no haber cambiado en la vida de Julián, pero con el transcurso de los días comenzó a escuchar extrañas voces en el armario de su habitación que le ocasionaban numerosas pesadillas.

En ocasiones Julián soñaba cómo una criatura bastante peluda salía del armario para llevárselo consigo, mientras que otras veces tenía una gran cantidad de sueños que no podía recordar por lo extraño de los mismos.

Los padres del chico no sabían que hacer y decidieron optar por la vía psicológica para tratar de, en la medida de sus posibilidades, superar los numerosos miedos con los que contaba su hijo, pero nada mejoró en cuanto a la vida del joven, que solamente consiguió una serie de recetas para dormir.

Un día de intensa lluvia decidió acostarse temprano porque a la mañana siguiente tenía que levantarse por la mañana para acudir al colegio. Cuando llevaba algunas horas dormido placidamente y en descanso, al menos aparente, la puerta del armario de su cuarto se abrió y una mano peluda salió de la misma.

Julián gritó con todas sus fuerzas pero no tenía voz y sus padres no pudieron escucharlo. A la mañana siguiente, cuando su padre acudió a su habitación para despertarlo y llevarlo al colegio, comprobó cómo Julián no estaba y la puerta del armario estaba llena de golpes y arañazos.

Desde ese preciso instante, los padres de Julián comprendieron que debieron creer al menor acerca de las historias de un terrible monstruo que habitaba en su armario y se sienten profundamente tristes. Tanto es así, que han contactado con un gran número de expertos para intentar traer consigo, de vuelta, a su hijo desaparecido en extrañas circunstancias. Sin embargo, no han tenido éxito.

La casa fue puesta a la venta tiempo después y no es, ni mucho menos, el primer caso de niños pequeños que afirman ver a un extraño ser en el fondo del armario de aquella habitación. Tampoco Julián será el último niño que desaparece como consecuencia de las acciones de aquella bestia de origen desconocido.

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Leyenda de la mujer de los ojos iluminados.

Un par de chicos un poco pasados de los veinte, se divertían en una fiesta llena de hermosas jovencitas. Uno de ellos tenía que levantarse temprano al siguiente día para ir a trabajar, así que se retiró temprano, dejando al otro en la fiesta, pues este estaba más acostumbrado a trasnocharse, ese era su ambiente natural y lo estaba disfrutando.

Mientras su amigo dormía plácidamente en casa, el otro muchacho se retiró del convivio en la madrugada, cercano a las tres de la mañana. Caminó un par de calles esperando ser alcanzado por un taxi, pero se encontró algo mejor. Una chica que estaba sentada en la banca de un parque.

El exceso de bebida en su sistema, no dejaba que el muchacho notara lo extraño de la escena, ya que la mujer lucía un hermoso vestido blanco, y accesorios de una época distante. Él solo pensaba en acercarse y conquistarla. Pero antes de llegar ante ella, la chica se puso de pie dándole la espalda y alejándose a paso lento.

Pero bien sabemos lo insistente que se torna una persona pasada de copas, por no decir terca. La siguió tan rápido como su tambaleante y ebria humanidad le permitía hasta la puerta de un campo santo y en estos terrenos no hay borrachera que dure.

El tipo se dio cuenta donde estaba y retrocedió, pero la mujer que hasta ese punto conservaba el misterio de su identidad, se dio la vuelta, mostrando dos ojos encendidos como faroles, y dijo: —¿Acaso ya no quieres acompañarme?—y por un momento ni siquiera supo que le provocaba más terror, si esos ojos más rojos que el fuego o la sonrisa macabra que evidenciaba mil ideas de tortura.

Ahí encontraron al hombre tirado en las puertas del cementerio, inconsciente pero con los ojos abiertos, los tubo así toda la noche, estaban completamente rojos, hinchados, se dice que los habría perdido a no ser por la mujer de la limpieza que lo atendió a tiempo.

Estuvo seis meses en tratamiento psiquiátrico, donde pudo por fin revelar de a poco lo que le sucedió aquella noche, y las personas coincidieron que se había encontrado con el espectro de una mujer asesinada, que perdió sus ojos cuando el novio la golpeo y le dio muerte…ahora ella vaga por ahí, hipnotizando a los hombres, y dañando sus globos oculares, en venganza por lo que le hicieron a ella. Y asi, su historia se ha transformado en leyenda, la leyenda de la mujer de los ojos iluminados.

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Manos al fondo de la cama.

Irene era una joven que se encontraba en plena infancia y le encantaba, entre otras cosas, dormir con su madre por las noches porque se sentía inmensamente protegida a su lado. De hecho, solían dormir juntas, abrazadas, hasta que la chica cumplió algunos años y dejaron de hacerlo.

Una noche mientras dormían juntas, la chica se quedó perfectamente dormida y su madre, aprovechó para acudir al cuarto de baño y regresar tiempo después a la cama con su hija. Mientras que su madre se encontraba en el baño, aunque Irene no lo sabía porque no se había enterado de sus movimientos, notó cómo tiraban de la sábana que ambas compartían.

La chica, que estaba soñando y realmente dormida, no pudo evitar decir, mamá deja de tirar de la sábana que tenemos que compartirla. A lo que su madre le respondió que dejase de soñar porque ella estaba en el baño y solamente era un sueño. Por ello, continúo durmiendo como si no hubiese sucedido nada y se calmó rápidamente ante tales palabras.

A la mañana siguiente, cuando se levantaron para desayunar juntas en compañía de su padre que regresaba de un largo viaje en Canadá con la empresa, la chica comentó lo sucedido la anterior noche, pero su madre le restó relevancia y supuso que simplemente se trataría de un sueño.

Cuando llegó la noche siguiente, y la madre de Irene se fue al dormitorio conyugal para dormir con su marido, la chica experimentó un conjunto de sueños y pesadillas que no alcanza a entender. De hecho, cuando su madre se levantó y acudió al dormitorio para despertarla, solamente había un pequeño atisbo de una lucha sucedida durante el devenir de la noche, y las sábanas estaban repartidas por la habitación.

Al correr las cortinas, se dio cuenta que la ventana se encontraba abierta de par en par y lamentablemente, alguna persona había accedido al dormitorio de la niña para llevársela consigo.

Pese a que los investigadores en general, intentaron dar con la niña desaparecida no pudieron hacerlo y solamente se pudieron encontrar, el reloj que llevaba la noche mientras dormía, unas zapatillas suyas de caminar por casa y la fotografía que tenía con sus padres.

Si en algún momento durante noche notas que alguien tira de tus sábanas, lo mejor que puedes hacer es encender la luz y gritar bien fuerte, algo se esconde bajo tu cama y podría llevarte para hacerle compañía a la solitaria Irene que habla con bastantes pocos seres humanos.

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La avioneta roja.

A Lucas le urgía llegar a Cancún, pues su jefe le había encomendado que se entrevistara con unos inversionistas de la compañía en aquellas paradisíacas playas.

Frenéticamente se puso a buscar vuelos que lo llevaran para allá lo más rápido posible. Desafortunadamente, no pudo encontrar ninguna línea comercial que lo condujera a su destino en ese día.

Por esa razón, no le quedó otra alternativa que ir personalmente al aeropuerto y ver si podía contratar a un piloto particular.

Después de mucho indagar, encontró a un aeronauta que hacía recorridos frecuentes por esa zona de México. Lo malo era que aparentemente sólo transportaba mercancía. Sin embargo, como Lucas no tenía tiempo que perder, se le acercó y le preguntó.

– Hola señor, disculpe la molestia pero quería preguntarle ¿cada cuando lleva a cabo viajes a Cancún? Dijo el ejecutivo.

– ¿Por qué quiere saber eso? ¿Tiene algo que transportar? Replicó el piloto.

Lucas sintió miedo al escuchar la voz del hombre, pero más aún cuando lo miró a los ojos. No obstante, el muchacho estaba empeñado en saber si conseguiría o no su objetivo.

– No mire, lo que pasa es que me apura llegar allá esta misma tarde y usted es mi única alternativa.

– De acuerdo joven, yo lo llevaré, justamente hoy me toca hacer uno de mis viajes a Cancún. Pero eso sí, le advierto que le costará mucho dinero.

– Por eso no se preocupe, le pagaré una parte en efectivo y además le haré un cheque. Agradezco su gentileza. Dijo Lucas.

– No me lo agradezca, puede que termine arrepintiéndose de esta decisión.

Ambos subieron al artefacto volador. Para esto era una avioneta pequeña de color rojo. Lucas abrochó su cinturón y esperó a que la máquina surcara los aires.

Cuando el aeroplano tomó suficiente altura, el piloto sacó de su bolsillo una pistola y se disparó en la sien, dejando que el aeroplano se desplomara sin control sobre el mar.

Lucas murió del susto antes del impacto contra el agua.

Pese a eso, hay quien afirma seguir viendo a menudo a la avioneta roja salir de ese aeropuerto.

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La casa de la bruja

A las afueras de Tijuana corría el rumor bastante recurrente de la existencia de una casa en la que habitaba una bruja. Aunque esto causaba un tremendo miedo para multitud de lugareños, no ocurría para nada lo mismo en el caso de infinidad de turistas que querían visitar el lugar.

Una joven guía, ofrecía la opción de conocer el lugar. No obstante, nadie había conseguido verla y los que lo hicieron, nunca más volvieron a ser vistos.

Una pareja estadounidense procedente de Boston, decidió comenzar una ruta por diferentes municipios de México y entre ellos, una de las paradas prácticamente obligatorias, fue la de conocer esta hermosa ciudad.

Cuando la pareja llegó al lugar y se enteró de las noticias que eran contadas en cualesquiera de los bares por los que pasaban, comprendieron que tenían que ver con sus propios ojos aquella casa en la que, al menos aparentemente, habían sucedido extraños sucesos que resultaban inexplicables para la mayoría de científicos.

Emily, era la guía que con gusto acompañaba a los turistas que deseaban conocer la historia verdadera de la casa. De hecho, frecuentemente falseaba datos y añadía los que ella quería, para darle mayor notoriedad de la que ciertamente tenía el lugar. Sin embargo, tenía un horario que cumplir y no le gustaba quedarse por los alrededores al anochecer.

El día que los turistas contactaron con ella, era lluvioso, había una niebla que imposibilitaba ver que sucedía alrededor y ello generaba una sensación bastante siniestra de solo pensar el sitio en el que se encontraban y también, algunas historias que contaban de él.

La mujer que se llamaba Marian, empezó a sentir un gran pánico de solamente recordar algunas de las historias que le habían sido contadas tanto por las gentes del lugar, como por Emily y quiso marcharse del sitio, aunque su esposo la convenció para dar un paseo prometiéndole que no pasaría nada.

Mientras Emily estaba hablando por el celular con un compañero suyo, los turistas se adentraron en el bosque. Llegado un punto, la mujer del turista puso su mano sobre el hombre de su marido y éste la respondió igualmente. Sin embargo, al volverse para abrazarla se dio cuenta que era una mujer de otra época.

Pronto recordó las historias de la bruja y cómo ésta se había llevado a su mujer sin él percatarse. Rompió a llorar pero no brotaron las lágrimas de sus ojos porque no podía, trató de gritar pero le resultaba imposible y andar tampoco podía hacerlo. Entonces, cerró los ojos y aceptó sus circunstancias, había desafiado los consejos que les dieron por curioso y no podía hacer otra cosa.

30 minutos después, era el momento de reunirse de nuevo con los excursionistas, fueron llamados pero no aparecieron para regresar. Con la llegada de la policía al día siguiente, solamente hallaron sus carteras y mochilas.

FUENTE: http://www.cuentosdeterror.mx

La sábana roja

Se trataba de una casa pequeña a un lado de la carretera. Lucía antigua, aunque la chica no podía decir a qué época pertenecía. Es cierto que había un olor extraño y definitivamente no placentero, pero resultó ser algo adictivo. María no tardó en acostumbrarse, y tras echar un vistazo a las zonas en que tendría que poner más atención en la casa, se dirigió a la cocina donde se guardaban los utensilios de limpieza.

Consiguió el jabón, los coletos, esponjas y demás convenientemente reunidos en una canasta de plástico, junto a dos pares de guantes, unos negros y otros amarillos. Los colocó en el estante, ya que tenía su propio par. Decidió empezar con el piso de arriba, pues lucía limpio y serviría para comenzar la mañana. Además tendría hasta la noche de ese mismo día para acabar sus labores de limpieza, así que el orden no importaría.

Al subir las escaleras notó que todas las habitaciones estaban cerradas. Todas menos una. Lo que parecía ser el dormitorio de su contratista tenía un aspecto muy extraño. Los muebles en la habitación lucían tan antiguos como el resto de la casa. Esto sorprendió a María, porque aunque toda la casa tuviese un aire de antaño, su jefe, que vestía traje y corbata, no parecía encajar en el escenario. Sin darle más importancia, empezó a trabajar en el suelo. Mientras limpiaba, le llamaron la atención las sábanas rojas que envolvían la cama. No se trataba de un rojo muy fuerte, ni uno muy claro, y esto fue lo que le atrajo de ellas. No pudo descifrar de qué material estaba hecha.

Era majestuoso, oscuro y tranquilizante. Si lo miraba fijamente, sin embargo, parecía cobrar vida. Parecía palpitar. La tranquilidad se convertía en angustia, y una sensación de ahogo invadió a la chica. Las paredes parecieron acercarse, el aire se hizo más denso y en la casa hubo más silencio. María decidió no fijarse más en las sábanas.

La chica dio unos pasos atrás, mirando al suelo. La sensación se desvaneció y decidió ponerse a trabajar de nuevo. El extraño olor de la casa se hizo presente de nuevo.

María empezó a pasar una escoba por el suelo, notando que de hecho estaba bastante limpio. Al pensarlo bien, todo el aspecto de la casa era muy pulcro. También notó que la escoba que estaba usando estaba algo desgastada, así como el resto de los utensilios. Se preguntó si él mismo hacía la limpieza o estaban gastadas por anteriores empleadas. Al acercar la escoba a la cama, se dio cuenta de algo interesante. La sábana estaba incompleta. Un trozo faltaba en una de las esquinas de la sabana, la opuesta a donde se coloca la almohada. El resto de los bordes lucía trabajado, y se preguntó por qué seguiría usando una sábana en que faltase un trozo en vez de simplemente cambiarla. Dejando el tema de lado, maldijo la facilidad con que se distrae y se enfocó nuevamente en el trabajo. Prosiguió barriendo el cuarto y su mirada regresó varias veces al trozo faltante de la sábana, que ahora no salía de su cabeza.

Cuando terminó, decidió mirar ese defecto más a fondo. Se agachó cerca del trozo faltante y lo observó con cuidado. Notó que en los bordes incompletos, hileras negras de hilo sobresalen por los lados, como si esperase ser completados. La chica extendió su mano y sostuvo la sábana. La sensación plástica y caliente que le otorgó la sábana fue inexplicablemente satisfactoria. Al pasar sus dedos por la sábana, se dio cuenta de que proporcionaba bastante calor y era muy ligera. La chica se quedó acariciando la sábana por un rato, hasta que sus ojos llegaron a un pequeño cofre bajo la cama. Era oscuro y, como todo en la casa, lucía antiguo.

Su estructura estaba hecha para encajar un candado grande, pero no había ninguno. En su lugar, un palo de madera con unos detalles tallados se interponía en su apertura. La chica removió dicho objeto y procedió a abrir el cofre, consciente de estar haciendo algo que no debería.

El suspenso solo creció cuando la chica encontró dentro un saco negro con fotos. La primera de ellas era de la casa, aunque parecía haber sido tomada con una cámara más antigua. La chica se preguntó por qué este tipo de fotos estaban en un cofre y no en un álbum. La pregunta, sin embargo, cambió de inmediato en cuanto decidió hojear la primera foto y ver la segunda. Una imagen que a simple vista parecía abstracta protagonizaba la instantánea. Pronto, la figura en la imagen empezó a tomar forma, y la chica se dio cuenta de que se trataba de un rostro humano. Uno sin la cabeza en que pertenece.

Como un pellejo, había sido arrojado al suelo de madera, donde se estiró y retorció. Dos grandes huecos hacían la figura casi irreconocible. María descubrió pronto que se trataba del espacio en que deberían ir los ojos de alguna persona. La boca, sin embargo, estaba cocida. Varias grietas se habían hecho alrededor de dichos agujeros, y el trabajo parecía más una máscara de terror mal confeccionada.

El terror paralizó su mirada en la cara, despojada del resto del cuerpo. Sus dedos temblorosos pasaron la imagen, donde se encontraba con un rostro diferente. Supo que era distinto porque un tajo largo se había realizado al nivel de la boca hasta casi sacarla del resto del pellejo. La cara fue reconocible porque esta vez se estiró antes de ser fotografiada. María miró con disgusto cómo lucían limpios; lavados. Repetidas veces quiso pensar que se trataban de máscaras de plástico, pero lucían demasiado reales. Al barajar el resto de las imágenes, empezó a conseguir otro tipo de fotos, pero esta vez con cosas que no reconocía. Cosas que definió como pellejos colgando sobre un gancho, oxidado y utilizado múltiples veces.

Aterrorizada, avanzó por las imágenes esperando hallar una explicación. El número de fotos solo hacía todo más espantoso.

Entonces encontró la foto de una chica. Sus dedos se detuvieron y empezó a detallarla. Se trataba de una chica joven, delgada y de piel blanca. Estaba acostada en una cama blanca, con los ojos totalmente cerrados. Parecía dormida. El nivel de intranquilidad que le causaba esta imagen no era menor que las demás. No pudo seguir viéndola por mucho tiempo, y dejó caer las imágenes. Todas se deslizaron, mostrando más chicas dormidas.

María acercó su rostro a las demás instantáneas, que seguían una secuencia. Ahora los rostros volvían a aparecer, esta vez entre las imágenes de las chicas dormidas. Luego se dio cuenta de que cada chica estaba seguida de su rostro cercenado. Otras siete imágenes de chicas dormidas tenían su rostro perteneciente. Todas excepto la última. En la última imagen había una chica de estatura media, cabello negro, piel clara y cabello largo sonriendo a la cámara. La última no había sido revelada, sino impresa. Los bordes delataron que se trataba de un anuncio de periódico. Uno que ella reconocía, pues había escrito hace poco más de una semana. El terror la llevó a desbalancear y alejarse de las fotos, tropezando con la escoba y llevando sus manos a su boca. Lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, que se sentían vivas.

Intentó silenciar su llanto, pero era demasiado tarde. La manilla de la puerta se abrió lentamente mientras ella levantaba sus húmedos ojos. La puerta se abrió finalmente y la figura yacía parada en la entrada, solo observando. La chica llevó sus dedos a sus mejillas y empezó a acariciarlas, mientras daba la vuelta, ignorando aquella figura.

Su mirada orbitó hasta el tramo faltante de la sábana, que ahora, completa, sonreía torcidamente con los diferentes rostros que la componían. La chica fue capaz de ver su propio rostro en aquel hueco en la sábana, unida a las demás sonrisas con la piel que una vez le perteneció.

FUENTE: https://creepypastas.com

El grito de mamá

Era una noche oscura, sin Luna, sin viento, profundamente tenebrosa, en un pequeño pueblo marítimo del sur de Inglaterra. La pequeña Alice vivía con su madre Joan a solas, se tenían la una para la otra. Su padre, a quien no recordaba en absoluto, hacía mucho tiempo que había desaparecido más atraído en las faldas de otras mujeres que en las de su propia esposa. Nunca había regresado.

Mientras mamá preparaba la cena, Alice se dedicaba a peinar a sus muñecas. Era un juego que le encantaba. Tenía muñecas de todos los tamaños, de todas las formas, princesas, chicas fashion, modelos… todas eran encantadoras.

Alice peinaba con detenimiento las muñecas mientras en el piso de abajo su madre preparaba unas patatas fritas a la sartén con la televisión puesta. Le gustaba tener siempre la tele encendida, porque decía que le daba compañía mientras la pequeña Alice jugaba a solas.

De repente, hubo un fugaz apagón, la bombilla de la habitación de Alice se apagó durante dos segundos y recobró su fuerza luminosa al instante. Abajo, la televisión dejó de funcionar, la luz regresó pero no se oyó ningún ruido. Alice esperó unos segundos más y oyó cómo un vaso se estrellaba contra el suelo. Se levantó de repente y preguntó:

*¿Mamá? ¿Estás bien mamá?
Esperó de nuevo un par de segundos más. Nada. Silencio absoluto. Cuando Alice se dispuso a bajar oyó el grito desgarrador de mamá.

*¡AAAAHHHH!
Alice se quedó totalmente congelada. Su madre, la fuerte mamá protectora que siempre le cuida, gritaba de auténtico terror. Antes de que pudiera reaccionar oyó de nuevo su grito.

*¡Alice, baja deprisa! ¡Alice, ayúdame por favor! ¡Alice!
Ante la llamada de auxilio de su madre, Alice corrió escaleras abajo. Pero todo estaba a oscuras, la luz no había vuelto como en el piso superior. Mamá debía estar en la cocina y se dispuso a caminar hacia allí cuando, de repente, una mano le tapó la boca y un brazo cogía su menudo cuerpo y lo arrastraba al armario del descansillo, donde se cerró la puerta.

En la cocina, el grito se repetía:

*¡Alice, baja deprisa! ¡Alice, ayúdame por favor! ¡Alice!

Pero Alice ya no estaba preocupada por mamá. Porque ahora estaba con ella. Se giró y vio la cara de su madre preocupada señalando con el dedo índice sobre los labios que mantuviera silencio. Y silencio mantuvo, mientras se preguntaba ¿quién o qué gritaba desde la cocina con la misma voz que mamá?

FUENTE: http://www.cuentosdeterror.mx

Golpes en el espejo

Clotilde era una mujer de mediana edad que vivía a las afueras de un pequeño municipio burgalés. Se levantaba bastante temprano para acudir al hotel en el que trabajaba, con el fin de llegar a casa pronto y poder pasar algo de tiempo cada día con sus dos hijas.

Una tarde de domingo la llamaron desde la empresa hotelera, para que acudiese a cubrir la baja de otra compañera suya que se había accidentado al limpiar un espejo. Sin embargo, en el lugar no estaba la encargada ni parecía haber ido nadie a trabajar ese día al hotel.

Como se sentía bastante sorprendida ante las circunstancias, decidió acudir al espacio que tenían asignado para cambiarse antes de entrar a trabajar, con el fin de recoger su teléfono móvil y llamar al número de su jefe que le había avisado para que acudiese a trabajar, pero nadie contestó. Aunque no se percató en su momento, tiempo después recibió un mensaje de su jefe en el que se decía; ¿Qué quieres? ¿Te has ido al final de viaje con tu marido e hijas?

Clotilde se encontraba limpiando una habitación de la segunda planta del hotel, y concretamente era un lugar que para nada le inspiraba confianza porque existían ciertos rumores en el hotel que allí sucedían sucesos inexplicables. Sin embargo, se colocó sus auriculares y comenzó a limpiar debidamente la habitación hasta la hora de realizar un pequeño receso.

En ese momento, se dirigió a la habitación donde había dejado su celular y comprobó cómo su jefe le había mandado un mensaje que no comprendía; ¿Por qué razón le preguntaría algo así si sabía perfectamente que estaba trabajando tal como él le había indicado en la mañana?

La mujer se empezó a asustar más y más, porque algo no parecía tener sentido con respecto a su situación. Sí, estaba trabajando como prácticamente cualquier día entre semana, pero no solamente se encontraba sola en el hotel que tanto miedo le daba por diversos motivos, sino que nadie sabía que estaba allí, limpiando.

Escuchó un golpe que la asustó incluso un poco más de lo que ya estaba de por sí. A su parecer, podían ser unos cristales. De hecho, era como si alguien estuviera rallando un espejo con las uñas.

Aquellos ruidos se escuchaban más fuerte cuando ella se iba dirigiendo al lugar. De repente, vio a una mujer detrás del espejo escondida, se acercó y dicha mujer se la llevó dentro.

No te acerques al espejo si escuchas los ruidos que oyó Clotilde, podría ser tu última vez.

FUENTE: http://www.cuentosdeterror.mx

ESTAS SOL@

Elvira era una niña de unos diez años que no tenía papá, su mamá trabajaba todo el tiempo por lo que tenía que dejar a su hija sola en casa, pero una noche, sintió un escalofrío y tuvo

miedo de dejarla sola, pero como no podía dejar su trabajo ya que era su único sustento decidió irse.

«voy a llamarte cada 2 horas para ver como estas y no le abras a nadie, cuando llegue tocaré la puerta tres veces».

La madre cerró la puerta y se marchó, Elvira, asustada y sola decidió dormir para que pasara el tiempo sin darse apenas cuenta .

Al poco rato, el teléfono sonó despertando a la niña, se levantó del sillón y apresurada cogió el teléfono con la esperanza de escuchar la dulce voz de su madre:

– Mamá, ¿Eres tu?, ¿mamá?,¿mamá?….

Pero nadie contestó. Desilusionada y asustada colgó el teléfono y se fue a la cama mientras se tranquilizaba para quitar importancia a lo ocurrido.

– Después de todo la llamada se habrá cortado. Pensó Elvira.

De pronto, antes de que se acostase el teléfono volvió a sonar, al llegar y descolgarlo:

-¡Bueno..mamá no es gracioso contesta..mamá, estas asustándome!.

Elvira colgó de nuevo el teléfono y regresó a la cama, esta vez más asustada.

De pronto llamaron la puerta TOC TOC pero no hubo una tercera vez por

lo que Elvira decidió no abrir ya que su madre le había dicho que tocaría tres veces.

Al caer la noche la madre no había regresado y Elvira empezó a preocuparse y de nuevo el teléfono sonó.

-Bueno..mamá, ya es tarde ven a casa.

Del otro extremo del teléfono sólo se escuchó:

-Tu estas sola ahora.

Elvira colgó rápidamente el teléfono desesperada empezó a llorar corrió hacia la puerta para ir con alguno de sus vecinos para que llamaran a la policía, pero al salir Elvira encontró el cuerpo de su madre tirado en el suelo, ensangrentado, desgarrado totalmente, sus piernas horriblemente torcidas hacia ambos lados, sus brazos quebrados como si un trailer hubiese pasado varias veces por encima.

Elvira no pudo resistir el tremendo impacto y cayó desmallada perdiendo el conocimiento, cuando despertó. Cuando despertó ya estaba en un centro de psicología infantil.

Aunque la ayudaron a superar la traumática experiencia, ella no dejaba de soñar con esa voz que le decía una y otra vez:

– Tu estás sola ahora…

Los psicólogos creían que Elvira había sido la culpable de la muerte de su madre, pero Elvira pensaba que eso no era cierto.

Elvira quería mucho a su madre y soñaba todos los días con ella.

Hoy aunque han pasado diez años de aquel trágico incidente, Elvira sigue en tratamiento y totalmente traumatizada en un centro psicológico.

¿Qué como se todo esto?, simplemente porque yo soy Elvira y quiero decirte a ti que estás leyendo estas lineas:

– TU ESTAS SOL@ AHORA.

FUENTE: http://www.halloween.com.es

Buenas noches corazón

¿Alguna vez has pensado que no estás solo aunque sabes que no hay nadie en casa?, ¿Has creído ver algo cuando en realidad no hay nada?, pues yo sí y de alguna forma así fue como todo empezó…

Era una fría mañana de Enero y como siempre seguía con mi rutina matutina. Me despertaba, caminaba tambaleándome por la casa mientras iba encendiendo una a una las luces hasta llegar al baño, luego seguía mi turbulento camino hasta la cocina y después pondría a hacer un poco de café. Estaba comenzado mi pequeño “ritual” matutino y cuando por fin llegue a la cocina algo me llamo la atención, ¿no había encendido las luces? Al principio me sorprendió, pero luego pensé que solo eran cosas mías, el sueño le había ganado a mis costumbres, no era algo para preocuparse, o eso pensé.

Tome mi taza de café, fui a encender las luces y me senté frente a la computadora a leer las noticias nacionales e internacionales, cuando llega a mí el olor del café quemado, un olor difícil de ignorar aun sabiendo que había apagado la cocina, un impulso me llevo a revisarla de nuevo. Cuando llegue me encontré un completo desastre el café había hervido hasta el punto de salir disparado y ensuciar toda la cocina. Te preguntaras, ¿cómo sucedió eso?, me gusta preparar mi café en un greca, le da un mejor sabor y es una tradición que siempre perteneció a mi familia; tradición la cual yo continúe. Luego de apagar la cocina y limpiar todo el desastre me puse a repasar mis pasos, ¿Cómo carajo pude pasar por alto algo así?, no parecían cosas mías, durante el largo proceso de limpieza veo a mi perro ladrar mirando un punto fijo, no me explicaba que le sucedía a Spanky, siempre había sido muy tranquilo, pero al levantar la mirada lo que vi me marco. En la pared que estaba alado de mi perro se podía ver la sombra de lo que era una mujer de edad avanzada sentada en una mecedora, me congele, no podía mover una sola fibra de mi cuerpo, la sombra se movió de manera que quedo mirándome y yo sentía su mirada penetrante, pero no veía nada más que una sombra.
En ese instante las luces se apagaron, los gabinetes, puertas, persianas, ventanas, sillas, mesas, y otros artículos que decoraban mi casa empezaron a moverse de forma descontrolada, el estéreo y televisor se encendieron, ambos ponían la típica melodía de cuna*, que es conocida por su frase “duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y te comerá”, pero no era igual, era cantada por una anciana, sonaba distorsionada, tenía cortes, saltos, se reproducía por momentos hacia atrás, mientras en el televisor pasaban imágenes momentáneamente, imagines perturbadoras de una anciana con un velo negro tomando a un pequeño niño de la mano, pero… ¡¿Cómo era posible?! Ese niño… Era yo… pero tenía la cuenca de los ojos vacías y por ellas salía sangre sin parar mientras tenía una sonrisa de oreja a oreja, se apagó. Luego se encendió pero esta vez la computadora, era la misma anciana pero esta vez sentada en la mecedora riéndose a carcajadas.
Cuando logre reaccionar corrí hasta la cocina, tenía que pasar por ella antes de lograr mi escape, pero cuando entre el olor a gas era insoportable, y cuando levante mi mirada se postro frente a mi esta anciana de velo negro y encendió un fósforo Cerré los ojos y sentí un terrible dolor y de un salto abrí los ojos y me encontraba sentado en mi cama, ¡Solo era un sueño!. No debía haber comido tanto antes de dormir, había leído que estropeaba el sueño y causaba pesadillas, me voltee a mi mesa de noche y tome un poco del agua que siempre tengo en caso de que me levante con sed a mitad de la noche, limpie el sudor de mi frente, me estaba disponiendo a dormir cuando escucho una melodía familiar que era tarareada, era la misma canción con la que había soñado. Luego se escuchó el ruido de una mecedora y se sintió un calor abrumador, abrí los ojos y jamás olvidare que vi a lado de mi cama, era la anciana quien estaba quemándose. Detuvo su perturbador canto, se volvió y me miro, levanto su velo negro mostrando lo que debía ser su cara; pero era una figura que encajaba con las descripciones de un demonio, un ente traído del mismo infierno, que tenía lo que parecían quemaduras de tercer grado, los tejidos estaban destruidos por completo, sus dientes eran colmillos amontonados, sus ojos eras dos esferas bañadas en un rojo resplandeciente, esbozó una sonrisa macabra y me dijo: -Buenas noches corazón.
FUENTE: http://tushistoriasdeterror.blogspot.mx

La foto del celular.

“Hace algunos años, la prima de un amigo (madre soltera) ganó en su cumpleaños un celular nuevo. Después de un largo día de trabajo ella dejo su teléfono sobre la mesa y comenzó a ver la televisión cuando, luego de regresar de la escuela, su hijo se le acercó y le preguntó si podía jugar con el nuevo dispositivo. Se lo permitió, pero le dijo que no llamara ni enviara mensajes de texto a nadie, situación con la que inmediatamente estuvo de acuerdo el niño.

Alrededor de las 11:20 de la noche, cuando finalmente se cansó de ver la televisión, decidió llamar a su hijo e ir a dormir. Se dirigió a la habitación del niño, sólo para ver que él no se encontraba allí. Luego fue a su habitación para encontrarlo durmiendo en su cama con el teléfono en la mano. Al navegar por su teléfono celular, se dio cuenta de algunos cambios menores, tales como un nuevo papel tapiz, un tono de llamada diferente, etc.

Cuando llegó a la sección de fotos comenzó a borrar las últimas imágenes capturadas hasta que se encontró con la última. Cuando la vio por primera vez, no podía creerlo. Era su hijo, durmiendo en su cama, pero la foto parecía haber sido tomada por alguien más. Era la mitad izquierda de un rostro de algo que aparentaba ser una mujer anciana”.

FUENTE: http://marcianosmx.com

La estatua.

Hace algunos años, un matrimonio del Estado de Oklahoma, EE.UU., decidió tomarse una noche para matar la rutina. Resolvieron salir a cenar a la ciudad. Al ser padres de dos hijos y ante las estrictas leyes estadounidenses con respecto al abandono de menores, ellos llamaron a su niñera de confianza.

Cuando la niñera llegó, los pequeños ya dormían. Entonces la empleada se sentó junto a ellos y se aseguró de que todo anduviera bien. Más tarde esa noche, ella se aburría y fue a ver la televisión, más no consiguió verla en la recamara porque no había televisión por cable (los padres no querían que los niños vieran algo indebido en la televisión). Entonces llamó a sus padres y les preguntó si podía ver la televisión en el dormitorio de la pareja. Obviamente, los padres se lo permitieron, pero la niñera tenía una última petición… ella preguntó si podía cubrir la estatua del ángel que estaba en la habitación de los niños con una toalla o una manta, ya que la ponía muy nerviosa. El teléfono quedó en silencio por un momento, y el padre, que estaba al teléfono con la niñera habló desesperadamente:

“… ¡lleva a los niños fuera de la casa ahora! ¡Estamos llamando a la policía! ¡No tenemos ninguna estatua de un ángel!”

Luego de cinco minutos de ser avisados, la policía encontró los tres cuerpos de los ocupantes de aquella casa muertos. Nunca se encontró una estatua. No había rastros de invasión. Ninguna evidencia, salvo las víctimas que murieron por golpes con un objeto cortante. El caso nunca fue resuelto y se convirtió en una leyenda urbana.

FUENTE: http://www.theclinic.cl

La Chica de la radio

Annie era una chica de 19 años, que trabaja como presentadora en un programa de radio. En los descansos entre el programa, ella y sus compañeras solían ir a una cafetería cercana. Allí preparaban unos bollitos exquisitos, pero la dueña era una vieja amargada y muy arisca.

Un día que fueron allí en un descanso a tomar algo. Y como de costumbre pidieron un café y unos de los famosos bollitos. La vieja se los sirvió. Pero esta vez fue tan grosera, que la chica se enfadó y derramó el café. La vieja se puso histérica, y empezó a insultar a la chica. A la que está le contestó de la misma forma: “estoy harta de ti vieja insolente, ojalá se te quemara todo el negocio y te murieras para siempre.” Y se marchó. Durante el programa, su jefe les avisó que tenía una noticia de última hora. Esta era: “Les avisamos con una noticia de última hora de que la cafetería que ahí al lado de nuestra emisora ha salido ardiendo y han muerto quemadas todas las personas que había en ella.”

La chica salió al baño incrédula de lo que había escuchado. El pasillo estaba desierto, y de pronto empezó a oír unos ruidos. El temor recorrió su cuerpo, y fue aligerando el paso. Hasta que unas sombras la rodearon. Entre ellas estaba la vieja, con todo el cuerpo quemado, y todos los clientes con los cuerpos calcinados. La vieja le dijo: “¡Ahora querrás no haber deseado nada!”…

FUENTE: http://www.lainformacion.com